3) La actitud del jurdano ante la vivienda; (70 Kb) - Paseo Virtual por ...

Queda, pues, claro que el factor eco-tecnológico no pose mucha vigencia
por sí mismo : no es nada, sino una constante a la que los hombres
confieren sentido social.
Naturalmente, el visitante del presente, como el del pasado, puede
rechazar el conjunto de esta interpenetración de espacios, máxime si se
trata de algún religioso que considera que la salvación de las almas pasa
también por la salud del cuerpo, o de algún médico (por ejemplo
Marañón) interesado en cuestiones de epidemiología o de antropología
fisica (como Hoyos Sainz). La conclusión en tal caso no puede ser sino
una, muy conocida en la historia hurdana : concentrar los habitantes en
pocos núcleos de población y abandonar las alquerías actuales o
reformarlas totalmente, como de hecho se está haciendo por los propios
hurdanos.
Pero si para tales visitantes se trataba de «moralizar» las
costumbres hurdanas, al nivel de la moralización considerada necesaria
en el resto del campo español, y europeo, según los valores de una
burguesía todavía segura de sí misma 16 , para los hurdanos se trataba y se
trata de vivir su vida dentro de su sistema social local.
Bajo este punto de vista es más signficativo señalar que la vivienda
se construía con materiales locales y en pocos días, con la ayuda de la
familia más que de los vecinos. Ello suponía, en primer lugar, la
concretización del «tornavia» : hoy me ayudas tú, mañana te ayudo yo
(formas de tornavia se concocían también con ocasión del parto o con
motivo de la muerte de algún vecino, al que se acompañaba al
cementerio). Vigas y pizarras se transportaban a hombros de todos hasta
hace pocos años en que se construyeron algunas pistas «sociales» de
ICONA, no solo foresialmente útiles, y, en 1975, los primeros tramos de
carretera. Hoy ya sube el camión.
En consecuencia, de lo que se trata no es del mayor o menor interés
que el hurdano ha tenido o tiene por su vivienda. En España es un hecho
ayuntamiento. Hizo también excepción a la regla; no pagó «el piso» como habria debido hacer.
Y nadie se atrevió a pedirselo.
16 La preocupación de las clases dirigentes del XIX y principios del XX, entre filantrópica,
moralista e interesada, por las condiciones de vida -sintetizadas en la vivienda- de las clases
más necesitadas, en especial la clase obrera de las grandes ciudades e industrias, fue un
hecho generalizado. En Francia, por ejemplo, el «Phalanstère» de Fourier, la «Société
d'economie charitable» o la «Société française des Habitations à Bon Marché» desde distintos
y, a veces, contradictorios puntos de vista constituyen un ejemplo de ello. (La cuestión ha sido
estudiada por Roger H. Guerrand, Les origines du logement social en France, Paris, Les
Editions Ouvrières, col. «L'evolution de la vie sociale», 1967).
En el caso hurdano, la preocupación de las élites, como prueba el proyecto de Polo
Benito, venía determinada, esencialmente, por la especificidad de la casa hurdana y de todo el
habitat de la comarca.
14