JOSÉ DÍAZ RODRÍGUEZ UNA NOCHE CON ESTRELLAS BILINGÜE

UNA NOCHE CON ESTRELLAS
A su escondrijo llega el murmullo de la gente. Y las risotadas de Maribel le
producen llamaradas de celos y depresión moral al mismo tiempo.
No sabe que hacer. No quiere salir al público, para no sentirse solo…
Piensa en que todos están muy ocupados cosechando sus méritos bien
ganados. Maribel sobre todo, rodeada de admiradores y amigos, no vacila en
repartir besos y más besos, cuyos chasquidos se clavan en las sienes de
Geraldo como si fueran cuchillos. Y cree que si sale, solo sería para sentirse
más humillado.
Entonces decide afeitarse. Y al mirarse al espejo, empieza a notar consuelo.
Se ve orgulloso de ser quien es. De hacer lo que hace, y de tener su propio
carácter y sentimientos.
Mientras tanto a fuera, alguien había notado su ausencia y oye a una mujer que
pregunta:
-¿Han visto a Geraldo?
-¡Va! Que me importa quien sea, si no es ella… - se dice para sí, sin hacerle
caso.
Cuando termina, se cambia de ropa y sale.
La mayoría del gentío ya se ha marchado. Solo quedan rezagados algunos
amigos de los artistas.
Entonces el director llama la atención a todos diciendo:
-¡Atención Señores! Los artistas y demás participantes de la obra, dentro de un
rato nos reuniremos en el mesón “El Cid” para celebrar el éxito que hemos
tenido. Así que, ¡Allí los espero!
A partir de entonces la gente empieza a desfilar en grupos con dirección a sus
vehículos estacionados detrás del teatro.
Geraldo hace lo mismo pero va solo. Se despide de algunos con una sonrisa
forzada por el deber al buen comportamiento social, pero le agobia la
nostalgia.
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