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La Generación del 98 y del 27

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<strong>La</strong> <strong>Generación</strong> <strong>del</strong> <strong>98</strong> y <strong>del</strong> <strong>27</strong><br />

<strong>La</strong> construcción de la <strong>Generación</strong> de 19<strong>27</strong>: los años veinte<br />

[…] me propongo llevar a cabo una cuidadosa<br />

indagación histórica acerca de la<br />

construcción crítico-literaria de la <strong>Generación</strong><br />

de 19<strong>27</strong>. Por “construcción”, entiendo<br />

el acrecentamiento de aportaciones<br />

año tras año y, al mismo tiempo, dentro<br />

de este cúmulo de datos, ideas y propuestas,<br />

la cristalización y creciente influencia<br />

de ciertas concepciones predominantes 1 .<br />

Combinando pues una metodología esencialmente<br />

positivista con una conciencia<br />

evaluativa y, en cierto sentido, metacrítica,<br />

se identificarán las pautas principales<br />

en ese proceso largo y complicado.<br />

El sistema generacional y, más que nada,<br />

el ejemplo inmediato <strong>del</strong> concepto histórico-literario<br />

de la <strong>Generación</strong> de 18<strong>98</strong>,<br />

estaban ya finalmente arraigados en España<br />

cuando los críticos empezaron a<br />

abordar, a principios de los años veinte,<br />

la primera producción poética de los escritores<br />

que, con el tiempo, entrarían en<br />

la <strong>Generación</strong> de 19<strong>27</strong>. 2 En efecto, como<br />

nos recuerda Inman Fox, “se utiliza el<br />

término [generación] frecuentemente<br />

[…] entre los intelectuales españoles a la<br />

vuelta <strong>del</strong> siglo” (9) a quien secunda Cacho<br />

Viu: “El lenguaje generacional no entrañaba,<br />

a comienzos <strong>del</strong> siglo, novedad<br />

alguna puesto que constituía un lugar común<br />

de la crítica literaria, invocado para<br />

todo tipo de análisis culturales o sociológicos”<br />

(126). En este sentido, pues, el<br />

“lenguaje generacional” es en esta época<br />

completamente transparente y, además,<br />

aplicable a toda una gama de fenómenos<br />

literarios, como demuestra un sinfín de<br />

ejemplos. Así, Guillermo de Torre puede<br />

referirse a la “generación subsiguiente<br />

de 1914” sucesora de la de 1900 3 . El<br />

1<br />

10<br />

Lenguaje Español<br />

1 Soria Olmedo se refiere a “la construcción<br />

historiográfica que conocemos como<br />

‘<strong>Generación</strong> <strong>del</strong> <strong>27</strong>’” (1997a, 13), poniendo<br />

más énfasis en el resultado <strong>del</strong> proceso que<br />

en el proceso mismo.<br />

2 Díaz de Castro, 1997,7; García de la<br />

Concha, 1<strong>98</strong>7, 13; Real Ramos, 165;<br />

Salaün, 1992, 107-108; Soria Olmedo,<br />

1<strong>98</strong>0,88.<br />

3 Guillermo de Torre, “El movimiento ultraísta<br />

español”, Cosmópolis, núm.23 (noviembre<br />

1920), 473-495 (p.475). A todas luces,<br />

ésta sería la primera vez que se utiliza el<br />

rótulo “<strong>Generación</strong> de 1914”, aunque con<br />

un énfasis algo distinto <strong>del</strong> de Lorenzo<br />

Luzuriaga, a quien convencionalmente se<br />

atribuye su invención ¡en 1947! En realidad,<br />

la historia de este marbete está todavía<br />

por escribir: Por ejemplo, Max Aub ya lo<br />

esgrime con toda naturalidad en 1945,<br />

en su Discurso de la novela española<br />

contemporánea. Pero las complicaciones<br />

no paran allí. Cacho Viu (111-119,130,<br />

145) ha demostrado que en febrero de<br />

1913 Ortega acuñó la etiqueta “<strong>Generación</strong><br />

de 18<strong>98</strong>” para denominarse a sí mismo<br />

y a sus coetáneos (id est, con el tiempo,<br />

la llamada <strong>Generación</strong> de 1914), y el día<br />

después, Azorín –torciendo el sentido de<br />

la frase– empezó a publicar sus artículos<br />

donde utilizaba por primera vez el término,<br />

luego consagrado por la definición que le


Lenguaje 10<br />

mismo crítico llama al movimiento Ultra “una<br />

generación juvenil e innovadora”. Para Rafael<br />

Cansinos-Asséns, es “esa generación que pudiéramos<br />

llamar <strong>del</strong> 1919” 4 . En 1923 Melchor<br />

Fernández Almagro lanzaría la noción –luego<br />

muy repetida– de “<strong>La</strong> generación unipersonal<br />

de Gómez de la Serna” 5 . Ricardo Baeza<br />

–quien, como veremos, en 19<strong>27</strong>proclamaría<br />

a García Lorca como el poeta supremo de la<br />

nueva generación–, en 1926 había entablado,<br />

desde las páginas de El Sol, un intercambio<br />

polémico con Azorín sobre la <strong>Generación</strong> de<br />

18<strong>98</strong> 6 . Simultáneamente, Ortega y Gasset exponía<br />

sus teorías sobre las generaciones en El<br />

tema de nuestro tiempo (1923) y, un decenio<br />

más tarde, en En torno a Galileo, una serie de<br />

doce conferencias dictadas en la Universidad<br />

Central de Madrid en la primavera de 1933 7 .<br />

Muy poco después, Salinas daría…<br />

2<br />

<strong>La</strong> <strong>Generación</strong> <strong>del</strong> <strong>98</strong> y <strong>del</strong> <strong>27</strong><br />

imponía este. Curiosamente, en su libro Histoire de litterature francaise de 1789 à nos<br />

jours, la última generación literaria francesa identificada por Thibaudet es precisamente<br />

la de 1914, peroThibaudet sitúa el momento clave de sus generaciones alrededor <strong>del</strong> año<br />

en que sus componentes cumplen veinte años. <strong>La</strong> generación francesa de 1914 sería,<br />

pues, en términos españoles, o bien la de 1924 (cuando los componentes cumplen treinta<br />

años) o bien la de 1894 (cuando nacen), por lo que ella se aproxima a la española de<br />

19<strong>27</strong>. Véase también el libro de Wohl, passim.<br />

4 “Vertical. Manifiesto ultraísta por Guillermo de Torre”, hoja volandera inserta en Grecia,<br />

III, núm.50 (1 de noviembre de 1920); Rafael Cansinos-Asséns, “Jorge Luis Borges<br />

(1919-1923); (1926)”, en <strong>La</strong> nueva literatura, vol. III: <strong>La</strong> evolución de la poesía (1917-<br />

19<strong>27</strong>). (Colección de estudios críticos) (Madrid: Páez,19<strong>27</strong>), pp. 280-302 (280).<br />

5 El texto empieza así: “He aquí que Azorín –maestro de la serie A–ha recogido muchas<br />

voces para dedicar un banquete a Ramón Gómez de la Serna: maestro de la serie B. <strong>La</strong><br />

serie A es la generación <strong>del</strong> <strong>98</strong>. Pero, precisamente de dar valor a ese signo de nuestra<br />

notación literaria, se va a tratar el presente artículo”. (10) A continuación, Almagro<br />

encuentra que Ramón efectivamente forma una generación unipersonal, puesto que<br />

por un lado, con ser “chico precoz”, no hay vínculos entre él y los otros colaboradores<br />

de Prometeo, mientras que por otro: “Entre los muchachos de la edad de Ramón, que<br />

tras él van apareciendo, no encontramos esa formación orgánica, esa generación que<br />

inútilmente tratáramos de descubrir entre las páginas de Prometeo. En 1912, en 1915,<br />

como en 1908, Ramón sigue siendo el escritor de non. Entre sus colegas de edad no<br />

podemos percibir esa inducción recíproca, que en definitiva es la que caracteriza a una<br />

promoción. Los coetáneos de Ramón –Salinas, Manuel Abril, Rivas Cherif, entre otros–<br />

no establecen con él ese cruce de influencias que fuera menester para justificar la<br />

existencia de una generación bien perfilada”. (10-11).<br />

6 Azorín, “Para un estudio de Benavente”, “El teatro de Benavente”, “la <strong>Generación</strong> de<br />

18<strong>98</strong>”, ABC, 21 de agosto, 4 y 23 de septiembre, 1926; Baeza, “ ‘Azorín’, Benavente y<br />

la <strong>Generación</strong> <strong>del</strong> <strong>98</strong>”, El Sol, 31 de agosto, 4, 10, y 13 de septiembre, 1926. ” Véase<br />

también la carta “correctiva” de Juan Ramón Jiménez que este envía a Baeza sobre<br />

sus artículos (1962, 284-286). En fecha indeterminada, Jiménez vuelve a quejarse de<br />

ser mal colocado en la <strong>Generación</strong> de 18<strong>98</strong>, culpando precisamente a “ese afán de<br />

colocación y esa gana de definición tan característica entre españoles” (1962,309).<br />

7 Se publicaron en múltiples entregas en <strong>La</strong> Nación (Buenos Aires), desde mayo de 1933<br />

hasta noviembre de 1934, pero no aparecieron en forma de libro sino pasada la guerra.<br />

<strong>La</strong> deuda de Ortega para con los teóricos alemanes ha sido estudiada por Julián Marías<br />

y otros; para una análisis detenido de las obras de Ortega, véase el capítulo dedicado a<br />

España por Wohl.

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