LIAHONA ENERO 1987.pdf - Cumorah.org
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12). Muchas veces he estado en un hogar<br />
para ancianos donde se les brinda<br />
una muy buena atención. Lo que apena<br />
enormemente es ver a tantos padres y<br />
abuelos tan olvidados por los suyos, tan<br />
privados de su dignidad, tan sedientos<br />
de amor.<br />
El honrar a nuestros padres por<br />
cierto que incluye satisfacer sus necesidades<br />
físicas, pero no se limita a ello<br />
sino que va mucho más allá. Significa<br />
demostrarles amor, bondad, consideración<br />
e interés todos los días de la vida.<br />
Significa preservar su dignidad y el respeto<br />
que sienten por sí mismos en el<br />
crepúsculo de su vida. Quiere decir<br />
honrar sus deseos y sus enseñanzas tanto<br />
antes como después de su muerte.<br />
Hace algunos años fui designado<br />
para crear una estaca en Japón. Como<br />
es de costumbre, efectuamos muchas<br />
entrevistas con los líderes locales para<br />
conocerlos mejor. Uno de ellos se<br />
había mudado a esa zona procedente de<br />
Tokio para hacerse cargo de su anciano<br />
padre y su negocio, el cual se encontraba<br />
en dificultades debido a la delicada<br />
salud de su dueño. Después de que su<br />
padre falleció, este buen hijo fue a ver<br />
a los acreedores del anciano para hacerse<br />
cargo de sus deudas y solicitar que le<br />
dieran un cierto plazo para saldarlas.<br />
En nuestra entrevista le pregunté cómo<br />
se las estaba arreglando para cumplir<br />
con esa responsabilidad, y me dijo que<br />
todo marchaba bien y que podría pagar<br />
los compromisos de su padre. El Señor<br />
lo honró llamándolo como uno de los<br />
líderes de esa nueva estaca.<br />
Además de tratarse de uno de los<br />
mandamientos de Dios, la consideración<br />
y la bondad que extendemos a<br />
nuestros padres es un asunto de decencia<br />
y respeto a nosotros mismos. Por su<br />
parte, los padres deben vivir de tal forma<br />
que se hagan merecedores del respeto<br />
de sus hijos.<br />
No puedo menos que asombrarme<br />
ante la actitud que algunos padres<br />
adoptan para con sus hijos de "haz lo<br />
que yo digo, mas no lo que yo hago",<br />
con respecto al uso de substancias dañinas,<br />
a ver películas inapropiadas, y entregarse<br />
a otras actividades cuestionables.<br />
Muchas veces los hijos siguen el<br />
ejemplo que ven en la conducta de sus<br />
padres y pasan por encima de los valores<br />
que se tratan de inculcar. A tales<br />
padres les damos una regla que no falla:<br />
no basta con evitar el mal, sino<br />
también debe evitarse la apariencia del<br />
mal (véase Tesalonicenses 5:22).<br />
Y ahora quisiera hablar de otro te<br />
ma punzante. A menudo resulta<br />
increíble observar la negligencia de<br />
ciertas personas hacia la observancia de<br />
las normas más elementales de rectitud<br />
y justicia. Esta actitud delictiva se pone<br />
de manifiesto de muchas maneras. Seguido<br />
se le ve en transacciones comerciales<br />
así como en contactos privados.<br />
La injusticia hacia otras personas se<br />
deja también ver en la forma en que algunos<br />
conducen sus automóviles. Este<br />
tipo de conducta emana a menudo de<br />
personas que tratan de sacar ventaja de<br />
otras. Quienes así actúan se rebajan<br />
mucho a sí mismos. ¿Cómo pueden<br />
quienes proceden con tal falta de rectitud<br />
reclamar las bendiciones de un Dios<br />
justo?<br />
¿Es que acaso hay entre nosotros<br />
quienes justifican su mala conducta para<br />
con los demás en los dos falsos argumentos<br />
de "no hay justicia en este<br />
mundo" o "igual todos lo hacen"? Sabemos<br />
de muchas otras personas que<br />
aparentemente prosperan violando las<br />
leyes de Dios y las normas de decencia<br />
y proceder digno. En primera instancia<br />
parecen escapar a la inminente ley de la<br />
cosecha, que dice: "Todo lo que el<br />
hombre sembrare, eso también segará"<br />
(Gálatas 6:7). El preocuparnos por el<br />
castigo que consideramos debería sobrevenirles<br />
a otras personas no nos<br />
aprovecha en nada. Brigham Young<br />
aconsejó que a menos que nosotros<br />
http://bibliotecasud.blogspot.com<br />
mismos estemos preparados para el día<br />
de la ira del Señor, cuando los malvados<br />
serán consumidos, mejor que no<br />
estemos ansiosos de que el Señor acelere<br />
su obra. "Que nuestra ansiedad esté<br />
centrada en una sola cosa, la santificación<br />
de nuestro propio corazón, la purificación<br />
de nuestros pensamientos."<br />
{Journal of'Discourses 9:3.)<br />
Muchos profesores de conducta<br />
humana proponen, como cura a una<br />
conciencia afligida, el hacer caso omiso<br />
a las cosas que uno preferiría no escuchar.<br />
Nos sugieren que modifiquemos<br />
la norma para que se ajuste mejor a la<br />
circunstancia y de ese modo ya no habrá<br />
conflicto, y la conciencia se aliviará.<br />
Los seguidores de Cristo no pueden<br />
de ninguna manera apoyar esta filosofía<br />
perversa. Para la conciencia que se debate<br />
entre el bien y el mal, la única solución<br />
permanente es cambiar la conducta<br />
y arrepentirse.<br />
El profeta Isaías enseñó: "¡Ay de<br />
los que a lo malo dicen bueno, y a lo<br />
bueno malo; que hacen de la luz tinieblas,<br />
y de las tinieblas luz; que ponen<br />
lo amargo por dulce, y lo dulce por<br />
amargo!" (Isaías 5:20).<br />
A lo largo de mi ministerio, me he<br />
sentido fascinado con la manera en que<br />
Jesús fortaleció a su apóstol principal,<br />
Pedro, tanto en la carne como en el<br />
espíritu. Cuando Jesús le dijo que había<br />
orado para que su fe se fortaleciera, Pe-<br />
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