CAPITULO III
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BUENOS AIRES METROPOLITANA. Política y gestión de la ciudad.<br />
Pedro Pírez<br />
Centro Editor de América Latina<br />
CENTRO Estudios Sociales y Ambientales<br />
Buenos Aires, 1994<br />
<strong>CAPITULO</strong> <strong>III</strong>. GOBIERNO DE LA CIUDAD Y GESTION URBANA EN LA CIUDAD<br />
METROPOLITANA DE BUENOS AIRES<br />
La ciudad metropolitana de Buenos Aires constituye, desde hace ya mucho tiempo, una importante<br />
aglomeración de necesidades y problemas de muy diferente naturaleza (Capítulo I). Es, en ese<br />
sentido, un objeto que debe ser incorporado en la temática de los problemas públicos, que debe<br />
ser atendido gubernamentalmente. Sin embargo, como veremos, la ciudad metropolitana de<br />
Buenos Aires es una ciudad con muchos gobiernos y, por lo tanto, sin gobierno 1 .<br />
Esa falta se debería a dos razones. Una de orden estructural: en la Constitución Nacional no se<br />
contempla la existencia de unidades de gobierno diferentes de los municipios y de las provincias.<br />
La segunda razón remite al sistema de relaciones políticas y consiste en la ausencia de unidad<br />
política metropolitana frente a la existencia de una multiplicidad de centros de acumulación y<br />
representación políticas.<br />
Considerando esta situación, es preciso entonces que nos preguntemos sobre los rasgos<br />
principales del gobierno de la ciudad y de la gestión urbana en la ciudad metropolitana de Buenos<br />
Aires.<br />
1. El gobierno de la ciudad metropolitana<br />
a. Antecedentes político-institucionales<br />
Argentina es una sociedad organizada bajo la forma federal con tres niveles de gobierno: uno<br />
global (nacional o federal) y dos territoriales (provincial y municipal). No existe previsión políticoinstitucional<br />
para la atención de realidades socio-territoriales (como una región o una ciudad<br />
metropolitana) caracterizadas por ocupar más de una de esas jurisdicciones.<br />
Dentro del ordenamiento constitucional, el tema de la ciudad corresponde fundamentalmente, si<br />
bien no de manera expresa, a la organización municipal 2 . En la medida que la realidad<br />
metropolitana no está prevista, su gobierno se vuelve un caso mucho más complejo que resulta de<br />
1 Tomamos la frase de Brewer Carias para la ciudad de Caracas pues ejemplifica claramente que la<br />
multiplicidad de gobiernos locales en una ciudad metropolitana significa la falta de gobierno metropolitano<br />
(Seminario sobre Gobierno local en áreas metropolitanas, Caracas 1991).<br />
2 Cfr. Pedro Pírez, 1989, "El municipio y la organización del estado en Argentina", Medio Ambiente y<br />
Urbanización, No.28.
una combinación de los tres niveles estatales.<br />
En consecuencia, en la ciudad metropolitana de Buenos Aires se gobierna desde múltiples y<br />
diferentes unidades político-institucionales: nacional o federal (gobierno nacional), provincial<br />
(gobierno de la provincia de Buenos Aires), municipal-federal (municipalidad de la ciudad de<br />
Buenos Aires) y municipal (las diecinueve municipalidades de la provincia de Buenos Aires).<br />
Están presentes, de esa manera, veintidós unidades políticas. Cada una con su realidad particular:<br />
en lo institucional, en su dinámica política, en su realidad socioeconómica, en su capacidad de<br />
operación. La ciudad metropolitana es, en consecuencia, un complejo mapa, también, desde el<br />
punto de vista político e institucional.<br />
Como parte de esa realidad, se le aplica una multiplicidad de leyes fundamentales: la constitución<br />
nacional, la constitución de la provincia de Buenos Aires, la ley orgánica de la municipalidad de<br />
Buenos Aires y la ley orgánica municipal de la provincia de Buenos Aires.<br />
En el Gran Buenos Aires, cada municipalidad cuenta con un órgano ejecutivo y otro legislativo,<br />
definidos en la constitución provincial y en la ley orgánica municipal provincial, mientras que el<br />
poder legislativo provincial tiene injerencia sobre la zona.<br />
En suma, un habitante metropolitano puede tropezar con veintidós órganos legislativos: uno<br />
nacional, otro provincial y veinte municipales. Junto a ellos, otros tantos ejecutivos: el nacional, el<br />
provincial y los veinte intendentes.<br />
b. Los gobiernos de la ciudad metropolitana<br />
La ciudad metropolitana de Buenos Aires está gobernada por los tres niveles jurisdiccionales del<br />
estado, teniendo un peso fundamental el gobierno federal. Ciudad gobernada por muchos niveles<br />
e instituciones es, a la vez, una ciudad sin gobierno, por lo menos en el sentido de gobierno<br />
metropolitano propio.<br />
La actual configuración gubernamental no es ajena a la historia de la configuración urbana y a los<br />
distintos momentos en que se fue organizando la ciudad.<br />
Desde su federalización, en los años ochenta del siglo pasado, la ciudad capital no sólo se<br />
convirtió en la sede del gobierno nacional sino que le fue entregada para su gobierno 3 . En la<br />
medida que, como veremos, la presencia federal no se limitó a la CF, la ciudad metropolitana en su<br />
conjunto tiene varios gobiernos, que se corresponden con las diferentes jurisdicciones estatales<br />
presentes en ella y que se la distribuyen de manera sectorial y territorial.<br />
El gobierno federal y la ciudad metropolitana<br />
Más allá de las atribuciones formales, y no habiendo disposición alguna para la ciudad<br />
metropolitana, el gobierno federal se hace cargo de buena parte de ella por medio de dos vías: por<br />
3 De acuerdo a la constitución el presidente es el "jefe inmediato y local de la capital" y el congreso es su<br />
legislativo, ejerciendo "una legislación exclusiva en todo el territorio de la capital".
un lado, de manera indirecta por medio de la Municipalidad de la ciudad de Buenos Aires (MCBA)<br />
como institución de gobierno local y, por el otro, directamente a través de reparticiones nacionales,<br />
secretarías, direcciones, empresas (hoy privatizadas o en proceso de serlo) y organismos de<br />
regulación y control.<br />
Puede aceptarse que el gobierno federal se hace cargo indirectamente de la ciudad ya el<br />
presidente designa al titular del ejecutivo municipal, quien es, de hecho, una suerte de ministro del<br />
gobierno nacional. Por otra parte, el Congreso de la Nación tiene atribuciones legislativas a nivel<br />
local, pese a que por medio de la ley orgánica municipal ha creado un Concejo Deliberante (CD)<br />
que interviene junto al ejecutivo municipal en los actos de la Municipalidad 4 .<br />
Pese a que el concejo se compone de sesenta miembros elegidos, está en inferioridad de<br />
condiciones frente al intendente ya que -política e institucionalmente- un organismo local no puede<br />
lidiar con un funcionario del gobierno federal. En la medida que el intendente no debe rendirle<br />
cuentas sino solamente informarle, no ejerce efectivamente control 5 . La subordinación al gobierno<br />
federal fue institucionalmente mayor hasta la segunda década de este siglo, ya que recién en 1918<br />
se aplicó para la elección de los concejales la nueva legislación electoral (Ley Saénz Peña) que<br />
amplió el voto, fuera de los propietarios, hacia todos los varones de la sociedad local.<br />
En esa dependencia, la MCBA se encarga en la CF de: 1. Red vial y señalización; 2. Regulación<br />
del uso del suelo y la edificación; 3. Alumbrado público y mantenimiento urbano; 4. Regulación del<br />
tránsito de la ciudad; 5. Gestión de los trenes subterráneos 6 ; 6. Control ambiental; 7. Recolección<br />
de residuos sólidos; 8. Mantenimiento de desagües pluviales; 9. Educación primaria 7 y atención de<br />
la salud. Desde 1990 buena parte de esos servicios fueron concedidos a empresas privadas para<br />
su prestación.<br />
La coexistencia de Capital Federal (dependiente del Gobierno Nacional) y Municipalidad<br />
(autónoma) siempre ha sido fuente de contradicciones. Allí reside la razón de que la Municipalidad<br />
sea una unidad política de autonomía limitada, dependiente del Poder Ejecutivo Federal. Ese rasgo<br />
supone, paradójicamente ya que se trata del ámbito urbano de mayor concentración de poder y<br />
riqueza del país, que sus habitantes tienen una ciudadanía restringida.<br />
Esa situación ha motivado la formulación de proyectos diversos para modificar el estatus<br />
institucional de la ciudad de Buenos Aires, por lo menos para lograr la elección popular del<br />
Intendente. También se han manifestado cuando se discutieron otros proyectos más drásticos,<br />
como fue el de traslado de la Capital Federal a la ciudad de Viedma, frustrado por la derrota<br />
electoral del partido radical en 1987, o el de reforma constitucional de éstos días. Puede<br />
mencionarse la existencia de proyectos que pretenden limitar el distrito federal a una parte<br />
pequeña del actual territorio federal 8 .<br />
4 El más importante es, sin dudas, la aprobación del presupuesto anual, además de compartir la capacidad<br />
normativa municipal.<br />
5 En tal sentido el Concejo Deliberante es, en cierta forma, un agregado al modelo de gobierno federal de<br />
la ciudad.<br />
6 Con su privatización saldrán de la órbita municipal, pasando a depender del gobierno federal.<br />
7 Ver nota 12<br />
8 El proyecto de reforma constitucional de 1994 incorpora el tema de la autonomía de la Capital Federal y
Junto al gobierno indirecto de la CF que tienen el gobierno federal, éste se hace cargo, por medio<br />
de su propio aparato gubernamental de: 1. Los sistemas de redes (agua y cloacas, energía<br />
eléctrica y gas) 9 ; 2. Los transportes metropolitanos, con la regulación del sistema de transporte<br />
interjurisdiccional entre el GBA y la Ciudad de Buenos Aires (concedido a empresas privadas de<br />
autobuses) y la prestación del servicio de ferrocarriles 10 ; 3. Las comunicaciones 11 ; 4. La red vial<br />
nacional, como son los ingresos metropolitanos a la CF; 5. La enseñanza terciaria y la salud 12 ; 6.<br />
Con la creación de la Secretaría de Recursos Naturales y Ambiente Humano, el gobierno federal<br />
se arrogó el derecho de intervenir ambientalmente en el área metropolitana; 7. La seguridad en la<br />
CF (a cargo de la Policía Federal) y 8. La justicia, por medio de lo que se llaman los tribunales<br />
nacionales ordinarios.<br />
De acuerdo a ese arreglo institucional la MCBA tiene control parcial de los procesos urbanos, sin<br />
poder garantizar un real gobierno de la ciudad. Depende de decisiones que se toman en otros<br />
ámbitos (gobierno nacional y empresas privadas de servicios) sobre los cuales no tiene ninguna<br />
atribución. Debe remarcarse la dependencia de su seguridad respecto de la Policía Federal que<br />
depende del Ministerio del Interior del Gobierno Federal.<br />
La apropiación de la ciudad por el Gobierno Federal no se limitó al territorio de la CF, sino que<br />
avanzó sobre el resto de la ciudad metropolitana 13 . Así, los aspectos mencionados a cargo de<br />
aparatos federales en la CF se extendieron, salvo la función policial, a buena parte del resto de la<br />
ciudad metropolitana 14 .<br />
El gobierno provincial de la ciudad metropolitana<br />
El Gobierno de la Provincia de Buenos Aires, en el territorio metropolitano que le corresponde<br />
(fuera de la CF), se hace cargo de: 1. La red vial intermunicipal; 2. Regular el uso del suelo; 3.<br />
Regular el transporte automotor intermunicipal; 4. La producción y distribución de energía eléctrica<br />
en parte de la zona; 5. La red de agua y de cloacas en parte de la zona; 6. La educación (en<br />
especial de nivel primario) y la salud 15 ; y 7. La seguridad por medio de la policía provincial.<br />
El gobierno municipal de la ciudad metropolitana<br />
la libre elección del intendente.<br />
9 Si bien esos servicios fueron privatizados continúan dentro de la órbita, de regulación y control, del<br />
gobierno federal.<br />
10 Estos últimos en proceso de privatización.<br />
11 Los teléfonos de red se prestan por dos compañías privadas, los celulares son prestados por otras dos<br />
compañías, una de las cuales es de propiedad de las dos primeras.<br />
12 En 1992, y como parte de la disminución del gasto del Gobierno Nacional, se propuso la transferencia a<br />
las provincias y a la MCBA de la educación secundaria y los establecimientos de salud de jurisdicción<br />
nacional.<br />
13 Ese avance fue coherente con el crecimiento de la ciudad real. La centralización significó un<br />
reconocimiento implícito de la unidad urbana que era desconocida institucionalmente.<br />
14 Las redes federales de agua, cloacas y energía eléctrica no cubren la totalidad metropolitana ya que en<br />
parte de ella lo hacen empresas del gobierno de la provincia de Buenos Aires.<br />
15 Ver nota 12
Las municipalidades del GBA tienen, en sus territorios, atribuciones similares a la de la MCBA pero<br />
más reducidas en lo que respecta a obras, dependen de normas provinciales para la regulación del<br />
suelo y es muy poco lo que hacen en salud y educación. Sin embargo, dada la caída del gasto del<br />
Gobierno Nacional y de sus empresas de servicios públicos a lo largo de las últimas décadas, esto<br />
se fue modificando, y los municipios del Gran Buenos Aires fueron adquiriendo un peso creciente.<br />
De allí que la centralización de responsabilidades y de capacidad de decisión, propias de la<br />
situación anterior, se ha convertido en una seria dificultad: los órganos centrales tiende a no<br />
hacerse cargo de los problemas y no existen mecanismos alternativos capaces de reemplazarlos.<br />
Como vemos, la ciudad metropolitana de Buenos Aires muestra una presencia privilegiada del<br />
gobierno federal, no únicamente por la dependencia de la MCBA, tampoco porque además<br />
interviene directamente en la CF, sino porque su ingerencia directa se ejerce sobre buena parte del<br />
GBA. También encontramos en esa ciudad a la presencia del gobierno provincial, si bien a gran<br />
distancia del federal. Por último, las municipalidades de las 20 unidades completan el mapa<br />
institucional metropolitano.<br />
2. La gestión urbana en la ciudad metropolitana<br />
a. Caracterización<br />
La gestión de la ciudad metropolitana tiene muchos actores públicos, sin que existan mecanismos<br />
o procedimientos que permitan el logro de cierta unidad que tome en cuenta los procesos<br />
metropolitanos globales. En consecuencia, más allá de ciertas excepciones, no es posible hablar<br />
de gestión propiamente metropolitana sino en tanto sumatoria de gestiones parciales (locales) que<br />
se hacen cargo de procesos metropolitanos parciales o bien que atienden de manera parcial<br />
procesos metropolitanos globales.<br />
Decimos sumatoria de gestiones parciales y con ello indicamos tanto a las gestiones locales<br />
(territorialmente parciales) que realizan las municipalidades metropolitanas, como a las gestiones<br />
sectoriales a cargo de unidades gubernamentales o privadas que corresponden a los ámbitos<br />
nacional y provincial.<br />
Por otra parte, la situación resultante puede caracterizarse como de "asimetría institucional" 16 ,<br />
dada la desigualdad que existe entre las subunidades jurídico-administrativas responsables de la<br />
gestión en la ciudad metropolitana. Esa asimetría dificulta de sobremanera su coordinación.<br />
Las excepciones a la falta de unidad constituyen experiencias de naturaleza muy diferente. Por<br />
una parte cierta intervención metropolitana centralizada, en particular a cargo de la Administración<br />
Nacional o de empresas de ese nivel 17 pero también -aunque con menor cobertura- desde el<br />
estado provincial. En segundo lugar los casos de coordinación o articulación de iniciativas y<br />
acciones entre los organismos públicos con presencia metropolitana. La comercialización<br />
16 Artemio Abba, Arturo Gil y Héctor Poggiese, 1989, Gestión de Areas Metropolitanas: el caso Buenos<br />
Aires, mimeo, Buenos Aires.<br />
17 Nos referimos, por ejemplo, a las regulaciones ambientales o sobre transporte como a ciertos servicios<br />
que, aunque sean prestados privadamente, su regulación y control corresponden al nivel federal.
mayorista de productos perecederos, por ejemplo, es regulada por el Mercado Central, sociedad<br />
tripartita del Gobierno Nacional, el Gobierno de la Provincia y la MCBA; la recolección y disposición<br />
de los residuos sólidos depende de la Coordinación Ecológica del Gran Buenos Aires Sociedad del<br />
Estado (CEAMSE), propiedad de la Provincia de Buenos Aires y de la MCBA, que se analiza más<br />
adelante.<br />
Tradicionalmente la ciudad metropolitana ha sufrido las acciones descoordinadas de los distintos<br />
niveles de gobierno. Los organismos nacionales y provinciales suelen operar sin la participación ni<br />
aun el conocimiento de las municipalidades. Así, se hacen obras que no respetan los planes<br />
locales, muchas veces impulsadas por las empresas interesadas.<br />
En la medida que la gestión urbana en la ciudad metropolitana fue casi exclusivamente parcial<br />
(local), los diferentes momentos del proceso de metropolización -con sus distintas coyunturas<br />
económicas y sociales y diferentes políticas públicas- se reflejaron en las formas de gestión que se<br />
llevaron a cabo en cada una de las unidades metropolitanas y, paulatinamente, en la configuración<br />
de los territorios que se incorporaban 18 . Habiendo sido la MCBA el primer gobierno de la actual<br />
zona metropolitana se explica que en su territorio se iniciaran, no solamente mucho antes sino en<br />
coyunturas económicas de relativa bonanza, las obras de infraestructura y equipamiento urbano<br />
(Capítulo II).<br />
A lo largo del desarrollo histórico de la ciudad metropolitana, en la medida que la realidad urbana<br />
se fue haciendo más compleja, la centralización inicial (por el peso del gobierno federal) dio paso a<br />
nuevas formas de gestión. Estas no se orientaron hacia la descentralización en unidades políticas<br />
locales (los municipios), sino que acentuaron un modelo funcional. Con base en los órganos<br />
políticos centrales se formó una red de unidades técnica y ejecutivamente autónomas, que dio<br />
lugar a una descentralización sectorial que no contempló los intereses de las municipalidades<br />
metropolitanas.<br />
Este esquema fue visible en las empresas estatales de servicios (Obras Sanitarias de la Nación -<br />
OSN- y Servicios Eléctricos del Gran Buenos Aires-SEGBA-, por ejemplo), que en su<br />
funcionamiento escaparon tanto al control político de los poderes locales como a la fijación de<br />
políticas con base una estrategia metropolitana centralmente determinada 19 .<br />
Las políticas divergentes en la prestación de servicios y la falta de coordinación intersectorial de las<br />
operaciones de cada unidad y de las subunidades componentes, si bien permitieron cierta<br />
adaptación a las necesidades inmediatas y a las demandas sectorialmente dirigidas, a largo plazo<br />
determinaron la falta de gestión global. Por eso mismo se desarrollaron mecanismos poco<br />
eficientes de ocupación del suelo y se generaron estímulos erráticos para el asentamiento de las<br />
actividades, creando problemas de gestión local e incrementando a largo plazo la subutilización de<br />
inversión e infraestructura, la ineficacia de las intervenciones y la ineficiencia de los servicios e<br />
infraestructuras provistos.<br />
18 Artemio Abba, A. Gil y H. Poggiese, op.cit.<br />
19 A medida que las empresas nacionales de servicios crecieron en importancia, los aparatos estatales de<br />
control la perdieron. En consecuencia, las políticas no se elaboraron por las unidades centrales (en el<br />
Ministerio de Obras Públicas) ni se mantuvieron los aparatos de control. Ello quedó sectorialmente<br />
descentralizado, empobreciendo técnicamente al aparato central.
Si recordamos el breve relato del Capitulo I, podemos entender que la gestión de la ciudad dejó de<br />
lado importantes cuestiones vinculadas con la sustentabilidad urbana. Más aún, la gestión se<br />
orientó, con cierta contradictoriedad, entre una ciudad amplia (con capacidad para todos los<br />
sectores de la población) y otra restringida (dificultando, en particular, la presencia de la población<br />
de menores recursos); entre una ciudad para vivir y otra para acumular económicamente; entre<br />
una ciudad como objeto inmediato de negocios o como soporte general de las actividades<br />
económicas. Tampoco se garantizó un sistema democrático de toma de decisiones, sino que<br />
tendió a imponerse la "lógica técnica" de los organismos sectoriales del nivel central de gobierno.<br />
b. Crisis de la gestión metropolitana centralizada-sectorial y cambio en la orientación de la ciudad.<br />
El papel del nivel estatal central en la gestión de la ciudad metropolitana fue variando de acuerdo a<br />
su capacidad de inversión y a las características del sistema de relaciones políticas existente entre<br />
las distintas agencias. De todas formas, se dio un creciente desajuste entre la expansión<br />
metropolitana y la caída de la inversión y de la capacidad de acción, frente a la incorporación de<br />
nuevas jurisdicciones y la autonomización funcional y política de sus acciones. Ello determinó la<br />
crisis de la gestión centralizada.<br />
Un ejemplo es la contradicción que opera negativamente sobre la eficacia de las redes de<br />
servicios: su extensión depende de decisiones muchas veces autónomas, adoptadas políticamente<br />
en las unidades municipales o en las empresas de servicios; mientras que la infraestructura básica,<br />
su ampliación y mantenimiento, dependen de la inversión centralizada, nacional o provincial y de<br />
las empresas públicas. En consecuencia, a medida que la población fue creciendo, los servicios se<br />
volvieron cada vez más ineficaces, por la sobrecarga de la infraestructura que no se expandía y<br />
por la falta de coordinación en las acciones.<br />
En suma, la gestión urbana de la ciudad metropolitana de Buenos Aires quedó marcada por una<br />
situación contradictoria: centralización en los niveles superiores (nacional y provincial) basada en<br />
una desconcentración administrativa por medio de las empresas de servicios organizadas<br />
sectorialmente y que dio por resultado la desatención de las necesidades de buena parte de los<br />
sectores sociales y económicos de la ciudad.<br />
En los últimos años, con motivo de la crisis económica y de su efecto en las políticas públicas,<br />
tanto por la limitación del gasto como por la "reforma del estado", ese modelo tendió a modificarse.<br />
Las políticas ejecutadas desde 1976 por la dictadura militar en la ciudad metropolitana de Buenos<br />
Aires afectaron de manera directa su configuración y funcionamiento. Esas políticas, que<br />
abarcaron a distintos sectores, se originaron en las diferentes jurisdicciones estatales presentes en<br />
la ciudad (nacional, provincial y municipales) 20 , y no solamente determinaron un nuevo modelo de<br />
gestión, sino que impulsaron tendencias urbanas que han tendido a mantenerse en el tiempo.<br />
Las políticas sobre vivienda<br />
20 La dictadura eliminó las autonomías políticas provincial y municipal, por lo que todas las autoridades<br />
estaban subordinadas al gobierno central y dependían de sus políticas.
Se restableció de manera total la libertad de contratación de los alquileres urbanos (ley 21.342 de<br />
1976) que estaba limitada desde 1943. Se adecuó ese ámbito a los postulados de la libertad de<br />
mercado 21 .<br />
De la importante cantidad de población que sería afectada en la ciudad metropolitana 22 , al parecer,<br />
fueron pocos quienes pudieron reinsertarse en el mercado inmobiliario 23 . Una buena parte debió<br />
abandonar sus lugares de residencia, en particular la CF, para retornar total o parcialmente a las<br />
provincias de origen o asentarse en lugares periféricos del GBA. Otros incrementaron la población<br />
de los inquilinatos y "hoteles" de la CF.<br />
También en 1976 24 la Municipalidad de la ciudad de Buenos Aires inició un plan para terminar con<br />
las villas miseria. Al comenzar el programa habitaban en esos asentamientos unas 280.000<br />
personas 25 , en 1981 quedaban unos 14.000 villeros, lo que significaba la expulsión más de<br />
200.000 personas (Cuadro 3). De esa manera se excluyó del territorio de la Capital Federal a cerca<br />
del 7% de la población.<br />
Además de un problema habitacional, las villas fueron consideradas estéticamente contradictorias<br />
con el "ornato de la ciudad" y moralmente contradictorias con "elementales necesidades<br />
espirituales de la vida humana" 26 . La erradicación se justificó en la denigración de sus habitantes<br />
ante la opinión pública 27 , intentando separar a los villeros del conjunto social, definiéndolos con una<br />
calidad humana menor. Para ello se utilizó una metodología represiva análoga a la que el gobierno<br />
militar aplicaba a todos aquellos que eran considerados fuera de la "normalidad". El terror con que<br />
vivían los villeros y el trato infrahumano que recibían durante el traslado así lo indican.<br />
Quienes salieron de las villas de CF, y no volvieron a sus lugares de origen, se dirigieron hacia<br />
otras villas en los municipios del GBA. La mayoría se quedó dentro del área metropolitana, un 79%<br />
lo hizo a no más de 40 Km. de distancia de la CF 28 . Allí debieron asentarse en condiciones de<br />
mayor precariedad y hacinamiento, incrementando los problemas sociales y urbanos, como las<br />
protestas de las autoridades locales 29 . Simultáneamente, se hacía más difícil su asentamiento por<br />
la aplicación de las nuevas normas sobre uso del suelo y políticas en contra de las villas en los<br />
municipios del GBA.<br />
La CF trasladó al GBA el problema, cambiando su localización pero sin modificarlo desde el punto<br />
de vista de la ciudad metropolitana. Salvo, por el reforzamiento de la segregación territorial.<br />
21 Sobre estos hechos seguimos de cerca el trabajo de Oscar Oszlak, op. cit.<br />
22 Como se mencionó (Capitulo I) se afectarían 559.713 personas en la CF, 384.076 en el GBA y 943.789<br />
en la ciudad metropolitana. Con relación a la población de 1970 significaba el 18.18% en la CF, en el GB el<br />
7.14% y el 11.30% de la población metropolitana.<br />
23 Recuerdese que se habían reducido enormemente los ingresos de los sectores populares.<br />
24 Oscar Oszlak, op.cit., p. 147.<br />
25 Para entonces puede estimarse que medio millón de personas vivía en villas en la ciudad metropolitana,<br />
superando el 5% de su población (Cuadro 4).<br />
26 Comunicación de la MCBA, 26-8-76, citado en Oscar Oszlak, op. cit., p. 157.<br />
27 Oscar Oszlak, op. cit., p.158.<br />
28 Oscar Oszlak, op.cit., p.185.<br />
29 Oscar Oszlak, op. cit., 177.
Desde un punto de vista metropolitano la política fue realizada por una de sus partes sin<br />
coordinación, incrementando los problemas de la ciudad, ya que aumentaron las desigualdades<br />
como resultado de esa redistribución y se fortaleció el ocultamiento de la unidad metropolitana más<br />
allá de las diferencias jurisdiccionales. Por último la redistribución-segregación de la población<br />
tendió a modificar la funcionalidad de la ciudad metropolitana: incrementó y alteró los traslados de<br />
la población, los tiempos de transporte y sus costos, aumentado con seguridad los gastos sociales<br />
asociados a un mayor movimiento.<br />
Dos años después que la MCBA iniciara la erradicación de villas miseria, algunas municipalidades<br />
del GBA lanzaron planes similares en sus territorios 30 . Estas medidas, junto con la aplicación de la<br />
Ley 8912 disminuyeron las posibilidades de asentamiento, por lo menos en lo que se llama la<br />
primera Corona metropolitana, a quienes eran expulsados de la CF.<br />
Las normas sobre el suelo urbano<br />
En 1977 la MCBA puso en vigencia (ordenanza 33.387) el Código de Planificación Urbana,<br />
modificando disposiciones del Código de Edificación de 1944. La nueva norma se propuso regular<br />
la densidad en función del tipo de distrito 31 , garantizar condiciones de habitabilidad, promover el<br />
englobamiento de lotes, establecer distritos de acuerdo a tipos de usos del suelo, establecer un<br />
sistema vial (autopistas, redes secundarias y terciarias), la construcción de playas de<br />
estacionamiento, reactivar sectores urbanos postergados, atender la estética y los valores<br />
históricos, mejorar la calidad ambiental, crear un sistema de parques recreativos, promover una<br />
adecuada distribución de la población preservando tierra para equipamientos sociales. El código se<br />
presentó como un instrumento para garantizar la situación ambiental y reducir el precio<br />
especulativo de la tierra 32 .<br />
Sin embargo los efectos redistributivos fueron negativos: aumentaron las diferencias entre zonas,<br />
adquiriendo preminencia el área central en la apropiación de renta; la determinación de "usos no<br />
conformes" de pequeños talleres, fábricas o servicios afectó al pequeño empresario y trabajador<br />
independiente; y, sobre todo, incrementó el precio de cada vivienda porque el menor número de<br />
unidades por edificio, subió su costo. Orientó un movimiento hacia la periferia de la ciudad<br />
metropolitana, donde, por otra parte, se comenzaba a aplicar también una nueva normativa sobre<br />
el suelo, contribuyendo a ampliar la segregación social 33 .<br />
Para la Capital Federal, el cambio de normas, junto con las otras medidas mencionadas,<br />
contribuyó a modificar el perfil social de la población. Probablemente el resultado final sería menor<br />
población pero de mayor poder adquisitivo. De hecho, la CF que había incrementado su población<br />
entre 1960 y 1970 (Cuadro 1) la disminuyó entre esa última fecha y 1980 en casi 50.000<br />
habitantes, en lo que podemos suponer una expulsión de quienes no podían superar el<br />
30 Oscar Oszlak, op.cit. p.176.<br />
31 Para ello fijó Factores de Ocupación Total (FOT) del suelo bajos.<br />
32 Nora Clichevsky, 1987, "Política urbana y mercado de tierra. Buenos Aires 1970-1986" en Medio<br />
Ambiente y Urbanización, No. 20, setiembre, Buenos Aires, p. 83; Oscar Oszlak, op.cit, p. 91 y Oscar<br />
Yujnovsky, op. cit., p. 237.<br />
33 Oscar Yujnovsky, op. cit., p. 238 y Oscar Oszlak, op.cit., p. 94.
encarecimiento que para ellos significaba ese lugar de residencia 34 .<br />
En los municipios metropolitanos del Gran Buenos Aires se aplicó desde 1977 la ley provincial<br />
8912 sobre ordenamiento territorial que reguló el uso, subdivisión, ocupación y equipamiento del<br />
suelo privado, exigiendo infraestructura básica y dimensiones y equipamiento mínimos. Esa<br />
norma, al obligar a producir loteos de mayor calidad, produjo su encarecimiento y, como<br />
consecuencia, la disminución de su oferta para los sectores de bajos recursos, de allí que, a partir<br />
de ese año los loteos populares son prácticamente inexistentes en el GBA 35 .<br />
Descienden, una vez más, las posibilidades de lograr condiciones dignas de asentamiento en la<br />
ciudad metropolitana para los sectores de bajos recursos.<br />
Obras y servicios urbanos para la valorización económica.<br />
Al presentar el nuevo código, el Intendente de la MCBA anunció un plan de construcción de<br />
autopistas 36 que requeriría numerosas expropiaciones (inicialmente se indicó 15.000). Para ello se<br />
sancionó una ley, según la cual se pagaría a los propietarios por adelantado el valor real del<br />
inmueble. Esa fue la única compensación propuesta, no se pensó en vivienda alternativa ni se tuvo<br />
en cuenta la situación de los inquilinos 37 .<br />
Dentro de ese plan, se prolongó la Avda. 9 de Julio y se construyeron las autopistas Sur (luego 25<br />
de Mayo) y Perito Moreno que cruzan zonas densamente pobladas, en especial por sectores de<br />
clase media baja.<br />
El primer inmueble se expropió en marzo de 1977 y la primera manzana a fines de mayo. Los<br />
avales públicos para su financiamiento comenzaron a protocolizarse en junio y las demoliciones se<br />
iniciaron en agosto. La construcción se licitó en octubre de 1977, las obras se iniciaron en<br />
diciembre de ese año y se inauguraron en diciembre de 1980. A mediados del año siguiente se<br />
suspendió el plan. Las expropiaciones expulsaron población, en gran medida de clase media baja,<br />
que se sumó a los otros expulsados.<br />
La construcción se caracterizó por la ejecutividad y las ventajosas condiciones para los intereses<br />
privados 38 . Se colocó a la ciudad ante una situación consumada, esperando que asintiera cuando<br />
ya nada podía hacer para impedir o modificar el plan. No se consultó a la población, no se<br />
realizaron estudios ni evaluaciones previas ni se dio participación a organismos nacionales o<br />
provinciales vinculados con la temática 39 .<br />
34 Esa hipótesis se justifica cuando se conoce que en 1991, luego de la recuperación democrática y cierta<br />
liberalización para el asentamiento en la ciudad, la CF recuperó poco más de 30.000 personas que volvieron<br />
a asentarse en el centro metropolitano.<br />
35 Nora Clichevsky, 1987, "Política urbana y mercado de tierra. Buenos Aires 1970-1986" en Medio<br />
Ambiente y Urbanización, No. 20, setiembre, Buenos Aires, p. 83.<br />
36 Retomaba parcialmente y ampliaba algunos proyectos elaborados quince años antes.<br />
37 Oscar Oszlak, op. cit.<br />
38 Cfr. Oscar Oszlak, op. cit., p. 206.<br />
39 Cfr. Oscar Ozslak, op.cit., p. 203.
El plan supuso una elección que necesariamente se prolongaría en el tiempo y que condicionaría a<br />
la ciudad toda, en favor del automóvil privado (socialmente minoritario) 40 frente al transporte<br />
público. Se producía un territorio urbano para los propietarios de automóviles, que se sustraía al<br />
uso de los vecinos y que era financiado por toda la ciudad 41 .<br />
Esas autopistas, realizadas sin plan ni perspectiva metropolitanos, desgajaron al territorio de la CF<br />
de la totalidad urbana metropolitana y obligaron a realizar obras para lo que podríamos denominar<br />
su "sutura", produciendo, también, importantes cortes en la trama urbana. Dieron lugar a<br />
alteraciones ambientales, por congestión del tránsito y ruidos, así como por las modificaciones de<br />
los entornos urbanos 42 .<br />
Con la misma metodología se construyó la estación terminal de ómnibus de la Capital Federal. En<br />
1979 se concedió a la empresa constructora para que recuperara la inversión con el cobro de una<br />
tasa a cada ómnibus que la utilizase, obligándose a las empresas que operan en la ciudad a<br />
utilizar la terminal, con lo que se conformó un mercado prácticamente cautivo 43 .<br />
Igualmente se construyeron playas subterráneas de estacionamiento en áreas céntricas de la<br />
ciudad, y paralelamente se aplicaron con rigor las prohibiciones de estacionar en la vía pública.<br />
Todas esas obras, además, otorgaron accesibilidad y favorecieron la apropiación de renta en los<br />
terrenos céntricos.<br />
Por otra parte, se privatizó, de manera parcial, la recolección de los residuos sólidos de la ciudad<br />
de Buenos Aires por una contratación que comprometía el pago de 60 millones de dólares<br />
anuales 44 . También se contrataron los procesos de disposición (esto se verá con más detenimiento<br />
en el Capítulo IV). Fueron privatizadas las tareas de mantenimiento de alumbrado público de casi<br />
toda la ciudad, por medio de un contrato del orden de los 20 millones de dólares anuales 45 .<br />
En algunos municipios del Gran Buenos Aires se realizaron, también, obras para valorizar las<br />
tierras urbanas, en particular ganando tierras al río (San Fernando y Tigre) 46 .<br />
La localización industrial<br />
El gobierno provincial lanzó en julio de 1979 un plan de relocalización industrial que pretendía<br />
combatir la concentración demográfica y económica metropolitana y mejorar las condiciones<br />
40 De acuerdo al Estudio Preliminar del Transporte de la Región Metropolitana de 1972 solamente el 23%<br />
de los desplazamientos cotidianos se realizaba en automóvil privado.<br />
41 Para su financiamiento se acudió al crédito externo con avales del gobierno federal. Como las empresas<br />
constructoras no cubrieron los pagos, se aplicaron los avales y cargaron sobre el presupuesto municipal que<br />
no recibió la coparticipación federal que le correspondía.<br />
42 Cfr. Oscar Yujnovsky, op. cit., p. 241.<br />
43 Jorge Schvarzer, 1986, La política económica de Martinez de Hoz, Ed. Hyspamérica, Buenos Aires, p.<br />
289.<br />
44 Cfr. Jorge Schvarzer, op. cit., p.283.<br />
45 Cfr. Jorge Schvarzer, op. cit.<br />
46 Cfr. Jorge Schvarzer, op. cit., p. 291.
ambientales 47 . Dispuso que las plantas industriales de trece ramas ubicadas en los municipios<br />
metropolitanos debían trasladarse en el término de diez años. No dejaron de mencionarse razones<br />
de seguridad interior que llevaban a "descomprimir políticamente al Gran Buenos Aires" 48 .<br />
El plan suponía movilizar aproximadamente 1.200.000 empleos industriales, lo que significaba<br />
trasladar de cerca de 5 millones de personas 49 . La oposición empresaria relativizó su aplicación.<br />
Se establecieron excepciones y se elimó su carácter compulsivo, sustituyéndose por la aplicación<br />
de medidas contra la contaminación ambiental. Los resultados no fueron, sin duda, la disminución<br />
de la concentración industrial metropolitana, pero habrían frenado la tendencia a localizarse allí, en<br />
un momento de grave crisis para el sector, cuando la ciudad ya no sustentaba adecuadamente a<br />
esas actividades.<br />
La Municipalidad de la ciudad de Buenos Aires y la gestión de la ciudad.<br />
En su primer año (1976) el gobierno municipal de la dictadura se centró en la racionalización y<br />
disciplinamiento administrativos, mejorando el ordenamiento general de la ciudad 50 . Todo ello<br />
caracterizado por la eficiencia, la operatividad y la mesura 51 .<br />
Mientras tanto, el incremento de las desigualdades regionales en la distribución del ingreso que<br />
provocaba la política económica nacional favoreció a la ciudad de Buenos Aires. En 1980 el<br />
presupuesto municipal fue de 2000 millones de dólares, cerca del 5% del presupuesto del sector<br />
público argentino 52 .<br />
La Municipalidad promovió importantes obras que se realizaron, por lo general, mediante la<br />
privatización de construcciones públicas y la operación de servicios con el sistema de<br />
concesiones 53 .<br />
Esa modalidad económica tuvo dos efectos fundamentales. Generó nuevos costos por servicios<br />
que no existían o que eran más económicos. Por ejemplo las autopistas, los estacionamientos y la<br />
terminal de ómnibus. Se realizaron obras que no eran prioritarias como para asignarles recursos<br />
públicos, pero que por el sistema de concesión conseguían fondos privados. En suma, se crearon<br />
nuevos negocios con la ciudad que significaron la ampliación de los agentes que se apropiaban<br />
recursos económicos sin que cambiara sustantivamente el funcionamiento urbano.<br />
En ese cambio, la ciudad encareció su funcionamiento. Los usuarios debieron pagar servicios a<br />
precios relativamente elevados por lo que solamente ciertos grupos sociales pudieron utilizarlos 54 .<br />
47 Cfr. Oscar Oszlak, op. cit., p. 261.<br />
48 Cfr. Oscar Oszlak, op. cit., p. 263.<br />
49 Cfr. Oscar Oszlak, op. cit., p. 22.<br />
50 Limpieza de calles, blanqueo de frentes, tránsito central, zonas peatonales, estacionamientos, lucha<br />
contra la contaminación (eliminación de los icineradores de basura). Cfr. Oscar Oszlak, op.cit., p.206.<br />
51 Cfr. Oscar Oszlak, op.cit., p. 207.<br />
52 Cfr. Jorge Schvarzer, Op.Cit., p. 342.<br />
53 Las concesiones de mayor envergadura económica que se realizaron en el país se efectuaron en la<br />
ciudad de Buenos Aires. Cfr. Jorge Schvarzer, Op.Cit., p. 344.<br />
54 El mismo efecto tuvieron las limitaciones de la vida máxima de las unidades de transporte: encarecieron
En segundo lugar, aumentó la concentración económica en la ciudad. Por una parte porque fueron<br />
grandes empresas las que se hicieron cargo de las privatizaciones y concesiones. En segundo<br />
lugar porque contaron para ello con procedimientos muy favorables de financiamiento y avales<br />
públicos y, además, porque se les transfirieron actividades que distribuían recursos a sectores de<br />
bajos ingresos, como el estacionamiento controlado por jubilados 55 .<br />
Esas políticas, junto a las antes señaladas, contribuyeron además a homogeneizar socialmente a<br />
la ciudad, al hacer más difícil la vida de los sectores de menores recursos.<br />
Dentro de ese marco, se diferenciaron los territorios metropolitanos, privilegiándose la CF. Desde<br />
un punto de vista social se buscó su homogeneidad. Por una parte evitando el crecimiento<br />
poblacional, de allí que el Consejo de Planeación Urbana de la MCBA decía en 1980 que "La<br />
Buenos Aires deseada, además de conveniente en función del desarrollo nacional, debe mantener<br />
su actual dimensión demográfica, estabilizada desde 1947 como vecindario de 3 millones de<br />
residentes en poco más de 20.000 has" 56 . En segundo lugar, excluyendo a todos los sectores que<br />
no "merecían" vivir en ella. Como lo dijo claramente quien fuera director de vivienda e intendente<br />
durante el gobierno militar: "No puede vivir cualquiera en ella. Hay que hacer un esfuerzo efectivo<br />
para mejorar el hábitat, las condiciones de salubridad e higiene. Concretamente, vivir en Buenos<br />
Aires no es para cualquiera sino para el que lo merezca, para el que acepte las pautas de una vida<br />
comunitaria agradable y eficiente. Debemos tener una ciudad mejor para la mejor gente" 57 .<br />
Es evidente que se propone una ciudad, sino para pocos si para "selectos" habitantes, de allí que<br />
"cualquiera" podría poner en riesgo las condiciones del hábitat de esa población "selecta".<br />
Selección, por otra parte, que se produce por el mercado como lo apunta un funcionario del<br />
gobierno militar: "... es necesario que Buenos Aires sea una ciudad relativamente cara para vivir<br />
[de esa manera] no resultará tan atractivo radicarse allí.." 58 .<br />
Para llegar a esos resultados, se producen modificaciones importantes en la gestión. En primer<br />
lugar, con base en lo que se llamaba la subsidiaridad del estado, se limitó su papel al de facilitador<br />
de las acciones privadas. En segundo lugar los espacios públicos tienden a ser considerados<br />
como objetos para la valoración del capital, dejándose de lado su significación pública. La ciudad<br />
tiende a ser definida no solamente como ámbito para la realización de negocios sino como su<br />
objeto mismo 59 . En consecuencia se generan negocios con ella: valorizando la tierra y creando<br />
nuevas actividades económicas donde no las había por estar a cargo del estado o no ser<br />
prioritarias.<br />
los costos e incrementaron las tarifas. Cfr. Jorge Schvarzer, op. cit., p. 344.<br />
55 Cfr. Jorge Schvarzer, op.cit.<br />
56 Citado en Oscar Oszlak, op. cit., p.77.<br />
57 Del Cioppo, citado en Oscar Oszlak, op. cit., p. 78.<br />
58 Juan Aleman, Secretario de Hacienda, discurso 11-7-79, Boletín 17-7-79, citado en Jorge Schvarzer, op.<br />
cit., p. 346.<br />
59 La ciudad como objeto de la valorización económica se transforma en condición para los negocios de<br />
algunas empresas individuales. Se debilita su función de condición general de la producción económica y de<br />
la reproducción de la población.
La ciudad, como unidad global, cuya significación es predominantemente pública, tiende a ceder<br />
frente a los intereses privados. La gestión tiende a subordinar su papel como objeto público que<br />
soporta tanto a las actividades económicas como a la reproducción de la población.<br />
Coherentemente con esa orientación, una ciudad para quienes "merecen" vivir en ella significa el<br />
predominio del mercado como procedimiento para su acceso, en una sociedad que tanto<br />
estructural como coyunturalmente, excluía de los mecanismos del mercado a una parte importante<br />
de su población. En esa definición de la ciudad, sus habitantes más que ciudadanos son<br />
consumidores o clientes.<br />
El correlato territorial es, por cierto, la acentuación de la segregación social de la ciudad<br />
metropolitana.<br />
La sociedad local, mientras tanto, solamente observa cómo los responsables de la gestión orientan<br />
la ciudad a la valoración económica y excluyen a quienes no la "merecen". Eso es posible porque<br />
esas autoridades están impuestas a la ciudad, no únicamente porque no han sido elegidas, sino<br />
porque son los delegados de un gobierno militar que impone, aún con el terror, a sus políticas.<br />
Ciudad autoritaria y excluyente, esa es la Buenos Aires de esos años.<br />
c. La gestión de la ciudad metropolitana con la recuperación democrática<br />
Con el restablecimiento del régimen democrático, a fines de 1983, se redefinió la relación entre los<br />
distintos niveles del Estado, que fueron ocupados por diversos partidos políticos, creando<br />
condiciones para una mayor autonomía. Las provincias y las municipalidades tomaron distancia de<br />
las orientaciones del poder central y ello se expresó en programas y estrategias para el hábitat<br />
metropolitano. Se consolidó el peso creciente de las municipalidades que, a partir de esos años,<br />
adquieren un protagonismo que antes no habían tenido.<br />
A nivel central no se desarrolló una política alternativa para el área. Si bien se dieron algunos<br />
intentos de coordinación (AMBA, CONAMBA) (Ver Capítulo VI), en la práctica los resultados fueron<br />
muy escasos. Las políticas de ajuste económico que se aplicaron afectaron a las empresas<br />
públicas debilitando más aún su capacidad de prestación de servicios. Los programas nacionales<br />
dirigidos a la población de bajos recursos fueron compensatorios y asistenciales, en un principio<br />
asociados a las crisis sociales provocadas por los picos hiperinflacionarios (1989 y 1990).<br />
En el GBA se iniciaron acciones para mejorar las condiciones de asentamiento y vivienda de la<br />
población de menores recursos, que contribuyeron a darles un lugar en la ciudad.<br />
Simultáneamente se desarrollaron experiencias de asociación (a veces llamada participación)<br />
entre los gobiernos locales y los sectores populares, en gran medida representados por<br />
organizaciones de base territorial (juntas de vecinos), para la producción del hábitat urbano<br />
(vivienda, infraestructura y equipamiento).<br />
La libertad política y de localización permitieron, como se mencionó, un cambio en la composición<br />
poblacional de la ciudad central (la CF) y el consiguiente incremento de demandas a su
municipalidad 60 .<br />
Se debilitó así el peso de la tendencia segregadora-expulsora de población del centro<br />
metropolitano y, de esa manera, también de su creciente homogeneización social.<br />
Privatizaciones y gestión metropolitana<br />
A partir de 1990, como consecuencia del cambio en el gobierno nacional del año anterior, se<br />
comenzaron a implementar, a nivel nacional y particularmente en la Municipalidad de la ciudad de<br />
Buenos Aires, medidas que parecen revivir las tendencias de la gestión de la ciudad durante el<br />
gobierno militar. Si bien, esta vez, en un conjunto contradictorio que atendió en parte a los sectores<br />
de menores recursos.<br />
Las políticas, que se definieron con base en un núcleo fundamental de privatización de servicios<br />
públicos y producción de infraestructura, deben diferenciarse según se ejecutan por el gobierno<br />
nacional o por la MCBA. Su cercanía en el tiempo solamente permite aventurar algunas hipótesis.<br />
El Gobierno Nacional inició una agresiva política de privatizaciones que, en lo relativo a la ciudad<br />
metropolitana, se concretó en las empresas de servicios y en la red vial. En la actualidad 61 se han<br />
privatizado los teléfonos (febrero de 1991), la producción y distribución de energía eléctrica (agosto<br />
de 1992), la distribución del gas (diciembre de 1992) y el agua potable y las cloacas (mayo de<br />
1993), los subterráneos (enero de 1994) y se está gestionando la privatización de los ferrocarriles.<br />
Esas privatizaciones se realizaron sin ninguna adecuación del aparato estatal. Esto es, sin<br />
regulaciones especiales para las empresas privadas prestadoras y sin que existan organismos<br />
encargados de su vigilancia y control.<br />
Los servicios telefónicos fueron vendidos a dos empresas privadas nacionales cada una de ellas<br />
encabezada por operadoras telefónicas extranjeras 62 . Para esa venta, la empresa nacional fue<br />
dividida en dos, separando el país por la mitad, y entregando el norte a Telecom Argentina y el sur<br />
a Telefónica Argentina. Esta privatización estuvo rodeada de múltiples acusaciones por su mala<br />
gestión, en particular, por la baja defensa de los intereses públicos que estaban en juego 63 . Si bien<br />
ha pasado poco tiempo para evaluarla, puede decirse que los usuarios han notado más que una<br />
mejora de los servicios un fuerte incremento de los precios.<br />
La división del país en sector norte y sur para la privatización telefónica cortó a la ciudad<br />
metropolitana por la mitad, ya que para ello se tomó a la Avenida Córdoba de la Capital Federal y<br />
se la proyectó, desde su nacimiento en el límite este de la ciudad -hacia la orilla del Río de la Plata-<br />
, hasta el oeste en el límite fronterizo con Chile.<br />
60 Se inician algunos programas para mejorar el hábitat de los sectores asentados precariamente (la Boca,<br />
San Telmo, etc).<br />
61 Esto se escribe a principios de 1994.<br />
62 Es curioso que esas empresas telefónicas son estatales, una Telefónica Española y la otra France<br />
Telecom junto con Stet de Italia.<br />
63 Existe ya cierta bibliografía al respecto. Cfr. Horacio Vervitsky, 1991, Robo para la corona, Ed.<br />
Sudamericana, Buenos Aires.
Se privatizó también el sistema metropolitano de energía eléctrica. Servicios Eléctricos del Gran<br />
Buenos Aires Empresa del Estado (SEGBA) se transfirió diferenciando la producción de la<br />
distribución de la energía. Así, en la distribución fue sustituida por dos empresas con el 51% de su<br />
capital en manos privadas. En este caso, también, se dividió el territorio en dos. Para ello se cortó<br />
la ciudad de manera parecida pero no coincidente, con las áreas de los teléfonos: EDENOR 64<br />
presta el servicio en el norte de la zona metropolitana 65 ; EDESUR 66 lo hace en la zona sur 67 .<br />
La ciudad tiene dos sistemas telefónicos y dos sistemas eléctricos que pueden evolucionar de<br />
manera diferente. Por lo que una de sus mitades puede llegar a tener servicios, en cantidad y<br />
calidad, distintos a los de la otra. Esas diferencias pueden, además, provocar dificultades en la<br />
comunicación y en la interrelación de las actividades y los demás servicios 68 .<br />
La MCBA no se quedó a la zaga en las privatizaciones, por el contrario, transfirió a empresas<br />
privadas acciones y funciones del gobierno municipal (decisiones y acciones sobre mantenimiento<br />
urbano y su control -que se agregan a la limpieza y recolección de residuos realizada años antes-,<br />
control del uso de la vía pública --estacionamientos- y reordenamiento del tránsito, cobro de tasas,<br />
gestión del Tribunal de Faltas, catastro, autopistas urbanas, señalamiento vial, etc.). La MCBA<br />
tampoco se adecuó a su nuevo rol, no estableció regulaciones particulares ni organismos de<br />
control. Por el contrario, la función de control también fue privatizada entregándose a empresas<br />
consultoras. Los plazos de las concesiones también favorecieron a las actividades privadas 69 .<br />
Lo anterior llevó al incremento del gasto municipal que, al igual que diez años antes, volvió a<br />
alcanzar, para esta vez superar, a los 2000 millones de dólares. Ello supuso el incremento del<br />
peso fiscal sobre la sociedad local, en particular con medidas como la actualización o revalúo de<br />
las propiedades de la ciudad.<br />
Como resultado de este proceso, la ciudad volvió a ser considerada en gran medida como un<br />
objeto de la valoración económica. Por otra parte, se incrementó de manera considerable la<br />
cantidad de actores que intervienen en los diferentes procesos. No solamente organismos públicos<br />
de tres niveles estatales sino una multiplicidad de empresas privadas que, además, están<br />
vinculadas (para su regulación y control) con organismos estatales de diferente nivel. Esa<br />
situación, de por sí problemática, se acentúa con la división territorial de la ciudad metropolitana,<br />
como es el caso de los servicios telefónicos y eléctricos. Desde el punto de vista de la gestión, la<br />
64 Integrada en su parte privada por capitales argentinos (40%), franceses (40%) y españoles (20%)<br />
65 En los municipios metropolitanos de La Matanza, Merlo, Moreno, Morón, General Sarmiento, Tres de<br />
febrero, San Martín, Tigre, San Fernando, San Isidro, Vicente Lopez y la porción norte de la Capital Federal,<br />
desde las Avenidas Córdoba y San Martín.<br />
66 Cuyos propietarios privados son argentinos (40.5%), chilenos (59.5%) y norteamericanos (10%)<br />
67 En los municipios de Avellaneda, Lanús, Lomas de Zamora, Esteban Echeverría, Almirante Brown,<br />
Quilmes, Florencio Varela, Berazategui y la parte sur de la Capital Federal.<br />
68 Durante poco más de los dos primeros años de la privatización, no fue posible utilizar la misma tarjeta<br />
magnética para los teléfonos públicos, debido a la diferente tecnología de las compañías.<br />
69 El control de los estacionamientos públicos se concesionó por 5 años; el mantenimiento urbano y su<br />
control por 12 años; las instalaciones del Golf municipal, jardín zoológico, polideportivos y parte del Centro<br />
Cultural Recoleta por 20 años; las funciones de la Dirección de Rentas, mantenimiento de hospitales y<br />
funciones de la D. de Catastro por 10. Cfr. G. González, 1992, "Mantenga limpia a Buenos Aires" en Noticias,<br />
1-11-92, Buenos Aires.
ciudad metropolitana parece disgregarse cada vez más.<br />
La centralización de la gestión de la ciudad (en el gobierno federal) se acentúa ya que las<br />
empresas privadas de servicios son en realidad mediadoras de la instancia federal, por lo que los<br />
gobiernos locales no tienen relaciones institucionales con ellas.<br />
La ciudad metropolitana, y de manera particular su ciudad central, queda subordinada por la<br />
imposición de una política que es definida fuera de su ámbito. Esta vez no se trata de un gobierno<br />
militar sino de una municipalidad controlada por un ejecutivo que forma parte de un gobierno<br />
federal elegido popularmente. Sin embargo la sociedad local no logra incidir en esos procesos. Sus<br />
representantes locales en el Concejo Deliberante no logran controlar al ejecutivo municipal. La<br />
aplicación de esas medidas conducirán a la crisis y al escándalo a fines de 1992.<br />
3. Heterogeneidad social y división del trabajo en la gestión metropolitana<br />
La heterogeneidad social y económica de la ciudad metropolitana indica la convivencia de sectores<br />
sociales con fuertes desigualdades en sus necesidades y recursos, así como con diferentes<br />
orientaciones hacia los aparatos públicos comprometidos en la gestión local.<br />
En la ciudad metropolitana de Buenos Aires, con una multiplicidad de unidades gubernamentales<br />
(y privadas a ellas asociadas), encontramos lo que podemos llamar una "división estatal del<br />
trabajo" correlacionada con las desigualdades de la sociedad.<br />
Existe cierta distribución de las diferentes situaciones socio-económicas de la población entre los<br />
distintos niveles estatales. Mientras las necesidades de las actividades económicas se ven<br />
atendidas por los organismos públicos federales o provinciales o por empresas privadas<br />
correspondientes a esos niveles gubernamentales, las municipalidades tienden a hacerse cargo de<br />
manera creciente de la población de menores ingresos. Debido a su debilidad financiera, la<br />
municipalidades atienden a esa población con recursos que provienen, al menos en un porcentaje<br />
importante, de otros niveles estatales, enfrentando así las necesidades crecientes e inmediatas de<br />
quienes no encuentran respuesta en ellos. Se produce un acercamiento de los sectores sociales<br />
más pobres de la ciudad metropolitana a los aparatos municipales en mayor grado que a los otros<br />
niveles gubernamentales, más aún cuando cada vez menos son tenidos en cuenta en las políticas<br />
nacionales.<br />
Ese acercamiento se relaciona, además, con la creciente dificultad para movilizarse dentro de la<br />
ciudad de esa población 70 . Son cada vez más, en consecuencia, quienes se quedan en sus<br />
lugares de residencia y se vinculan crecientemente con el aparato público inmediato,<br />
fundamentalmente, mediante demandas vinculadas a las condiciones de consumo 71 .<br />
70 Esa dificultad se observa en la disminución del número de traslados en transporte colectivo. Entre 1987<br />
y 1990 el uso del ferrocarril disminuyó un 20%, el de los subterráneos un 25% y el de los autobuses un<br />
23.8%. Es evidente el peso de las diferencias sociales: los autobuses disminuyeron dentro de la Capital<br />
Federal un 8% y un 15% en el Gran Buenos Aires, salvo en su parte norte (donde se asientan sectores<br />
medios y altos) (La Nación, 18-6-90).<br />
71 El crecimiento de los sectores de menores recursos en la Capital Federal desde los años ochenta
Así, en esa división del trabajo que se perfila, las municipalidades deben enfrentar, en primera<br />
línea, los efectos sociales de la crisis económica y, particularmente, la disminución de las<br />
condiciones de la reproducción popular, aunque no tengan plena capacidad para responder<br />
satisfactoriamente 72 .<br />
Como consecuencia de la insuficiencia de los programas sociales nacionales que ayudaban a la<br />
alimentación de la población de menores recursos y de los llamados "desbordes" sociales de 1989<br />
y 1990, las municipalidades, especialmente las del GBA y, entre ellas de manera particular las de<br />
la segunda corona, reorientaron la mayor parte de su acciones.<br />
Se dio produjo un cambio en los estilos de gestión caracterizado por la articulación de<br />
organizaciones de base de la población de menos recursos. Ante la crisis económica y social y la<br />
falta de respuestas estatales, las municipalidades enfrentaron los problemas locales con<br />
alternativas que se fundaron en la solidaridad de los necesitados.<br />
Por una parte atendieron la emergencia. El Municipio de Moreno, por ejemplo, brindó servicios de<br />
promoción y protección de la familia, concentrándose en la atención de menores y discapacitados,<br />
derivando subsidios que eventualmente recibía del nivel nacional. En los meses de mayor crudeza<br />
de la crisis, esa Municipalidad organizó la distribución de los Bonos Solidarios 73 asignados por el<br />
Gobierno Nacional, distribuyó alimentos recibidos del Gobierno Provincial o de donaciones,<br />
igualmente se encargó de los comedores populares (a fines de mayo de 1989 funcionaban<br />
alrededor de 286 ollas populares además de los comedores escolares). La MCBA, por su parte,<br />
financió comedores escolares. En mayo de 1990 cubría unos 45 mil platos y refrigerios en 258<br />
escuelas.<br />
Más allá de responder de manera inmediata a la crisis, las municipalidades iniciaron acciones que<br />
articulaban los esfuerzos de las organizaciones populares para enfrentar cuestiones no<br />
coyunturales. De esa manera se enfrentó la carencia de tierras de los sectores de menores<br />
recursos, elaborándose planes de regularización (Florencio Varela y Moreno). Las municipalidades<br />
administraron programas desarrollados por el gobierno provincial destinados a resolver los<br />
problemas de tierra y vivienda (Planes Protierra y Procasa), que se ejecutaban con una importante<br />
participación de los pobladores en los esfuerzos, especialmente, con trabajo.<br />
Esas experiencias de gestión, en algunos casos llegaron a concretarse en formas de<br />
representación popular paralelas a las instituciones municipales, como lo fue el Consejo de la<br />
Comunidad del Cuartel V en la municipalidad de Moreno 74 , induciendo así modificaciones en las<br />
también parece estar asociado a estos procesos.<br />
72 Las municipalidades metropolitanas, exceptuando la de la ciudad de Buenos Aires, tienen fuertes<br />
limitaciones, al igual que las municipalidades de ciudades intermedias. Puede mencionarse insuficiencia de<br />
recursos financieros, exceso de personal, falta de mano de obra calificada y predominio de relaciones<br />
clientelares. Cfr. Pedro Pírez, 1991, Municipio, necesidades sociales y política local, Ed. Grupo Editor<br />
Latinoamericano/IIED-AL, Buenos Aires.<br />
73 Intercambiables por alimentos en comercios de gran tamaño (supermercados).<br />
74 Cfr. Hilda Herzer y Pedro Pírez, 1988a, "Gobierno local en América Latina" en Varios, Repensando la<br />
ciudad latinoamericana, Grupo Editor Latinoamericano/IIED-AL, Buenos Aires.
instituciones locales de gobierno. Sin embargo, tales cambios no llegaron a formalizarse ni lograron<br />
consolidarse. Quizás el problema mayor haya sido la imposibilidad de superar las prácticas<br />
clientelares que predominaban en la política local de esas municipalidades, al tiempo vez que la<br />
crisis había debilitado los nexos de solidaridad de la población. En ese sentido, las organizaciones<br />
populares tendieron, como ya se mencionó, a subordinarse a las prácticas partidarias y a las<br />
estrategias de lo que más adelante llamaremos la acumulación política a nivel local (Capítulo V<strong>III</strong>).<br />
La gestión urbana local en la ciudad metropolitana marca así, tanto posibilidades como limitaciones<br />
para el enfrentamiento de las condiciones de la vida cotidiana de la población más necesitada y, de<br />
esa forma, para contribuir al mejoramiento de la calidad de vida en la ciudad global.<br />
La ciudad metropolitana de Buenos Aires no solamente no tiene quien se haga cargo de sus<br />
dimensiones globales sino que está sujeta a una multiplicidad de agentes públicos y privados que<br />
actúan en ella de acuerdo a lógicas muy diferentes. De todas formas puede aceptarse nuestra<br />
hipótesis de la falta de un actor público responsable, tanto en el sentido de responsable de la<br />
gestión metropolitana como de promotor de una gestión pública en la ciudad.<br />
El modelo de gestión de base centralizada y segmentado sectorialmente con apoyo en empresas<br />
públicas de servicios urbanos, fue el responsable de la bajísima capacidad de enfrentar las<br />
dificultades económicas nacionales y mantener la funcionalidad urbana. Su crisis, por otra parte,<br />
fue enfrentada por medio de la privatización de esas empresa que, sin duda, no cumplían con la<br />
función para la que habían sido creadas. Más allá de esa transferencia no se modificó ninguno de<br />
los otros parámetros de la gestión de la ciudad.<br />
La situación institucional se complementó con el predominio de enfoques privados como<br />
orientaciones de la gestión urbana. Esto es, junto a la incorporación de empresas privadas en la<br />
producción de los servicios se gestionó la ciudad como si constituyera un objeto de libre<br />
apropiación privada, sin salvaguardar los intereses públicos que permitirían garantizar su<br />
funcionamiento pleno.<br />
El panorama no termina aquí, la gestión de los servicios urbanos y las relaciones financieras<br />
metropolitanas consolidaron ese esquema. Los intentos de introducir formas metropolitanas de<br />
gestión, por su parte, no lograron romper con la inercia que ya se había consolidado en la ciudad.<br />
Pero estos temas son objeto de los capítulos que siguen.