CAPITULO III

mayorista de productos perecederos, por ejemplo, es regulada por el Mercado Central, sociedad
tripartita del Gobierno Nacional, el Gobierno de la Provincia y la MCBA; la recolección y disposición
de los residuos sólidos depende de la Coordinación Ecológica del Gran Buenos Aires Sociedad del
Estado (CEAMSE), propiedad de la Provincia de Buenos Aires y de la MCBA, que se analiza más
adelante.
Tradicionalmente la ciudad metropolitana ha sufrido las acciones descoordinadas de los distintos
niveles de gobierno. Los organismos nacionales y provinciales suelen operar sin la participación ni
aun el conocimiento de las municipalidades. Así, se hacen obras que no respetan los planes
locales, muchas veces impulsadas por las empresas interesadas.
En la medida que la gestión urbana en la ciudad metropolitana fue casi exclusivamente parcial
(local), los diferentes momentos del proceso de metropolización -con sus distintas coyunturas
económicas y sociales y diferentes políticas públicas- se reflejaron en las formas de gestión que se
llevaron a cabo en cada una de las unidades metropolitanas y, paulatinamente, en la configuración
de los territorios que se incorporaban 18 . Habiendo sido la MCBA el primer gobierno de la actual
zona metropolitana se explica que en su territorio se iniciaran, no solamente mucho antes sino en
coyunturas económicas de relativa bonanza, las obras de infraestructura y equipamiento urbano
(Capítulo II).
A lo largo del desarrollo histórico de la ciudad metropolitana, en la medida que la realidad urbana
se fue haciendo más compleja, la centralización inicial (por el peso del gobierno federal) dio paso a
nuevas formas de gestión. Estas no se orientaron hacia la descentralización en unidades políticas
locales (los municipios), sino que acentuaron un modelo funcional. Con base en los órganos
políticos centrales se formó una red de unidades técnica y ejecutivamente autónomas, que dio
lugar a una descentralización sectorial que no contempló los intereses de las municipalidades
metropolitanas.
Este esquema fue visible en las empresas estatales de servicios (Obras Sanitarias de la Nación -
OSN- y Servicios Eléctricos del Gran Buenos Aires-SEGBA-, por ejemplo), que en su
funcionamiento escaparon tanto al control político de los poderes locales como a la fijación de
políticas con base una estrategia metropolitana centralmente determinada 19 .
Las políticas divergentes en la prestación de servicios y la falta de coordinación intersectorial de las
operaciones de cada unidad y de las subunidades componentes, si bien permitieron cierta
adaptación a las necesidades inmediatas y a las demandas sectorialmente dirigidas, a largo plazo
determinaron la falta de gestión global. Por eso mismo se desarrollaron mecanismos poco
eficientes de ocupación del suelo y se generaron estímulos erráticos para el asentamiento de las
actividades, creando problemas de gestión local e incrementando a largo plazo la subutilización de
inversión e infraestructura, la ineficacia de las intervenciones y la ineficiencia de los servicios e
infraestructuras provistos.
18 Artemio Abba, A. Gil y H. Poggiese, op.cit.
19 A medida que las empresas nacionales de servicios crecieron en importancia, los aparatos estatales de
control la perdieron. En consecuencia, las políticas no se elaboraron por las unidades centrales (en el
Ministerio de Obras Públicas) ni se mantuvieron los aparatos de control. Ello quedó sectorialmente
descentralizado, empobreciendo técnicamente al aparato central.