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CAPITULO III

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ciudad metropolitana parece disgregarse cada vez más.<br />

La centralización de la gestión de la ciudad (en el gobierno federal) se acentúa ya que las<br />

empresas privadas de servicios son en realidad mediadoras de la instancia federal, por lo que los<br />

gobiernos locales no tienen relaciones institucionales con ellas.<br />

La ciudad metropolitana, y de manera particular su ciudad central, queda subordinada por la<br />

imposición de una política que es definida fuera de su ámbito. Esta vez no se trata de un gobierno<br />

militar sino de una municipalidad controlada por un ejecutivo que forma parte de un gobierno<br />

federal elegido popularmente. Sin embargo la sociedad local no logra incidir en esos procesos. Sus<br />

representantes locales en el Concejo Deliberante no logran controlar al ejecutivo municipal. La<br />

aplicación de esas medidas conducirán a la crisis y al escándalo a fines de 1992.<br />

3. Heterogeneidad social y división del trabajo en la gestión metropolitana<br />

La heterogeneidad social y económica de la ciudad metropolitana indica la convivencia de sectores<br />

sociales con fuertes desigualdades en sus necesidades y recursos, así como con diferentes<br />

orientaciones hacia los aparatos públicos comprometidos en la gestión local.<br />

En la ciudad metropolitana de Buenos Aires, con una multiplicidad de unidades gubernamentales<br />

(y privadas a ellas asociadas), encontramos lo que podemos llamar una "división estatal del<br />

trabajo" correlacionada con las desigualdades de la sociedad.<br />

Existe cierta distribución de las diferentes situaciones socio-económicas de la población entre los<br />

distintos niveles estatales. Mientras las necesidades de las actividades económicas se ven<br />

atendidas por los organismos públicos federales o provinciales o por empresas privadas<br />

correspondientes a esos niveles gubernamentales, las municipalidades tienden a hacerse cargo de<br />

manera creciente de la población de menores ingresos. Debido a su debilidad financiera, la<br />

municipalidades atienden a esa población con recursos que provienen, al menos en un porcentaje<br />

importante, de otros niveles estatales, enfrentando así las necesidades crecientes e inmediatas de<br />

quienes no encuentran respuesta en ellos. Se produce un acercamiento de los sectores sociales<br />

más pobres de la ciudad metropolitana a los aparatos municipales en mayor grado que a los otros<br />

niveles gubernamentales, más aún cuando cada vez menos son tenidos en cuenta en las políticas<br />

nacionales.<br />

Ese acercamiento se relaciona, además, con la creciente dificultad para movilizarse dentro de la<br />

ciudad de esa población 70 . Son cada vez más, en consecuencia, quienes se quedan en sus<br />

lugares de residencia y se vinculan crecientemente con el aparato público inmediato,<br />

fundamentalmente, mediante demandas vinculadas a las condiciones de consumo 71 .<br />

70 Esa dificultad se observa en la disminución del número de traslados en transporte colectivo. Entre 1987<br />

y 1990 el uso del ferrocarril disminuyó un 20%, el de los subterráneos un 25% y el de los autobuses un<br />

23.8%. Es evidente el peso de las diferencias sociales: los autobuses disminuyeron dentro de la Capital<br />

Federal un 8% y un 15% en el Gran Buenos Aires, salvo en su parte norte (donde se asientan sectores<br />

medios y altos) (La Nación, 18-6-90).<br />

71 El crecimiento de los sectores de menores recursos en la Capital Federal desde los años ochenta

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