La oración - Edición

la experiencia de la perfecta abnegación, pero lo
que aprendió de estas sencillas personas (este
impresionante evento), lo inspiró a buscar esta
experiencia personal.
EN LA CONFIANZA NO HAY
PREOCUPACIÓN
Si estamos preocupados por algo, entonces no
hemos confiado a Dios ese asunto. La confianza
quita cualquier ansiedad o inquietud. Muchas
personas desperdician gran parte de su fuerza y su
energía en preocupaciones. En ellos siempre hay
algo que los inquieta. Tienen días y noches llenas
de ansiedad. Las preocupaciones ya son una
costumbre para ellos. Paz interior, tranquilidad y
seguridad de la fe tienen un espacio muy pequeño
en sus vidas. La mejor medicina para este estado
es la confianza. Una íntima comunión con Dios
da confianza. La confianza nos muestra, que Dios
sostiene con sus fuertes manos el timón del buque
de nuestra vida. Esta confianza nos obliga a tener
buen ánimo, y simultáneamente nos concede la
seguridad de que Dios es nuestros refugio y
nuestra fuerza. Nos deja claro, que toda nuestra
vida está en sus manos y que Él permite
situaciones, que nos ayudan a bien.
¡Oh querido hermano y querida hermana, deja
tus preocupaciones y confía en Dios! ¡Eso hace la
vida mucho más fácil! Si te percatas que estás
muy ocupado con tus preocupaciones, detente
inmediatamente. Aleja tu mirada de las cosas que
te oprimen.
Mira hacia Dios y permanece así, hasta hayas
identificado a Dios y su eterno y fiel cuidado.
Recuerda siempre, que si estás preocupado, no
tienes confianza en Dios. Pero si confías en Él,
¡no estarás preocupado! Las preocupaciones
deprimen, desaniman y debilitan, y esto no nos
ayuda. Preocupación es siempre un obstáculo en
nuestra vida de fe y para la confianza. Dios quiere
colmar nuestra vida con una pacífica tranquilidad,
así como la tranquilidad de un bello y pacífico
atardecer de verano. Él quiere que vivamos sin
miedos y sin preocupaciones, al igual que los
pájaros o los lirios. Podemos tener esta
LO QUE MUEVE AL CORAZÓN
experiencia si confiamos en Él. ¿No quieres
también tú confiar en Él? “¡Echando toda vuestra
ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de
vosotros!” (1 Ped. 5:7).
LA CONFIANZA NO CONOCE LAS QUEJAS
Cuando entregamos todo en manos de Dios,
estamos conformes con el proceder de Dios en
nuestra vida. Y podemos cantar de todo corazón:
“El camino del Señor es siempre el mejor”.
Cuando confiamos en Él, no es difícil alabarle si
nuestro corazón está colmado de agradecida
reverencia. Sin embargo, si tenemos cierta
inclinación a las quejas, entonces no tenemos
confianza en Dios.
Cuando confiamos en Dios, no surgen
amarguras cuando las cosas no se desarrollan
como deseamos. Debido a que la amargura surge
de la renuencia (desobediencia), es imposible
tener confianza asociada a ella. Confiar es ser
capaz de decir: “pero no se haga mi voluntad,
sino la tuya” (Lc. 22:42).
En la confianza hay paz, precisamente la paz de
Dios “que sobrepasa todo entendimiento”. La
persona que confía en Dios tiene tranquilidad en
su alma. En la confianza no hay incertidumbre,
pues la duda es reprimida por la seguridad. La
seguridad a su vez, da paz y tranquilidad.
La confianza implica una íntima relación con
Aleja tu mirada de las cosas que te oprimen. Mira
hacia Dios y permanece así hasta que hayas
identificado a Dios y su eterno y fiel cuidado.
Dios. Por medio de la confianza tenemos la
capacidad de conocer el verdadero carácter de
Dios. A través de ella entendemos la profundidad
de su amor. Nos hace conscientes de la grandeza
de su poder, por el cual sabemos que estamos
seguros bajo sus alas. Por nuestra confianza,
nuestros enemigos y los peligros que acechan
pierden su fuerza. Confiar nos concede un
sentimiento de seguridad y amparo, y eso nos da
sosiego. Él dijo: “y hallaréis descanso para
vuestras almas” (Mt. 11:29). Un alma que confía
en Él, halla este descanso. También dijo: “mi paz
os doy” (Jn. 14:27) ¿No son éstas gratas
promesas? ¿Son también una realidad en tu vida?
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