La oración - Edición

tendría todo lo necesario para vivir
aquí en la tierra. Tras cuantas
aspiraciones y anhelos busca en
esta vida, si bien ha alcanzado uno
u otro objetivo, queda aún
insatisfecho en lo profundo de su
corazón. Las cosas más bellas de
este mundo no pueden satisfacer al
corazón humano de forma
permanente, aunque
transitoriamente puede alegrar el
corazón por un momento, en el
siguiente, sobreviene una
perturbación sobre otra. Un
hombre de Dios dice al respecto:
“Los placeres, como espuma vi
desvanecer; nada de ello puede
satisfacer, sólo tu Cruz
permanece para mi.”
¿Qué tiene el mundo, que te
ofrece?;
sólo insignificancias y cosas
vanas.
Quién tiene esperanza celestial,
las estima superficiales.
Los bienes materiales y dádivas,
para un hijo de Dios, no deben ser
lo principal, ni ser el objetivo que
anhela alcanzar en esta
vida. Todos los bienes terrenales,
no puede satisfacer el alma. Por lo
tanto, nuestros esfuerzos para el
nuevo año y todos los años de
nuestra vida, deben estar basados
en la comunión con nuestro
salvador y Dios.
Nuestros deseos, la correcta
consagración
PARA EL AÑO NUEVO
Un nuevo año nos ha dado la
gracia y bondad de Dios.
Comenzamos con buenos deseos
para nosotros y los que amamos,
para quienes buscamos lo
mejor. Ciertamente se trata de una
hermosa costumbre, si se desea a
cada uno dicha al comenzar el año
nuevo; sin embargo, a menudo es
sólo un deseo vacío, sin contenido,
donde habla la boca y calla el
corazón. Son solamente augurios
someros al prójimo para el nuevo
año.
Completamente diferente son los
deseos para el año nuevo de los
hijos de Dios, en el centro de sus
deseos está Jesús, quien es el
verdadero sostén y consuelo en la
vida y la muerte. Estar unidos a
Jesús, solamente con Él transitar
la vida y finalizarla, y ser feliz en
Él, esto es lo que los cristianos
quieren expresar en sus deseos.
Nuestro destino, la verdadera
transfiguración
El hecho de que Dios tiene
solamente buenas intenciones,
teniendo en vista lo mejor para
nosotros, podemos ver claramente
en el sacrificio de su hijo. Esta es
la mejor y segura promesa de que
Dios nos ama, y lo confirma por
medio de su Santa Palabra, a la
vez nos da en su palabra promesas
consoladoras y reconfortante
seguridad, tales como Mt. 10, 29-
31 y otras.
Por cuanto Él fue exaltado y está a
la diestra del Padre, dirige el
destino de todo el mundo, y eso
incluye nuestro bienestar temporal
y eterno. Lo dijo en su maravilloso
mensaje, en el sermón del monte:
“Vuestro Padre celestial sabe que
tenéis necesidad de todas éstas
cosas” (Mt. 6, 32). El ha sido
tentado teniendo experiencia
humana, y tiene compasión de
nosotros en nuestras debilidades.
(Heb. 4, 15). Él sabe que es bueno
y saludable para nosotros, y el
camino por el que nos conducirá,
para ser perfectos para la Gloria
eterna. Un hijo de Dios, en la
misma mañana de un nuevo año
entrega todo su destino en manos
de Dios. Venga lo que venga,
alegría o tristeza, felicidad o
angustia, días de sol o nublados,
mi vida pertenece a Jesús, y él
quiere, por medio de estas cosas
acercarme más a Él, y recordarme
su imagen divina. Aunque los ojos
de un hijo de Dios se llenaran de
lágrimas, cuando él, Dios fiel, en
su sabiduría divina nos da o quita,
aprende a expresar: “Proviene de
las manos amorosas, Dios no
enviará nada malo”
Sólo así será este año para
nosotros y todos aquellos con
quienes entramos en contacto, un
año de bendición. Y para ello que
nos ayude el Señor por medio de
su Gracia.
F.M.
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