La oración - Edición
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cirugía comenta el caso de un paciente que<br />
lamentablemente no tiene más cura, Bodelschwingh<br />
le pregunta al profesor: “¿Alguna vez ha orado por el<br />
rescate de este paciente?” El médico y sus asistentes<br />
sonrieron con simpatía. Esto vio Bodelschwingh y<br />
dijo: “Pues así no, ahora voy a hablar con Dios acerca<br />
de este caso”. Durante una hora estaba él en su<br />
habitación de rodillas y oraba. Luego entró a la<br />
habitación del paciente. Aquí fue recibido por la<br />
enfermera con estas palabras: “Señor Pastor, hace<br />
media hora que repentinamente el paciente ha<br />
mejorado sorprendentemente. Después de un par de<br />
semanas, el paciente estaba recuperado. En un<br />
tranquilo momento el profesor llamó a la puerta de<br />
Bodelschwingh: “Señor Pastor” dijo en tono de<br />
disculpa, “ciertamente no me sonreiré más cuando<br />
usted sugiere la <strong>oración</strong>”.<br />
Debemos añadir aquí que cada ruego u <strong>oración</strong><br />
ferviente en cualquier momento y en cualquier caso,<br />
no siempre dan resultados tan oportunos y positivos.<br />
De nuestra perspectiva podemos ver lo que es bueno<br />
y necesario; pero Dios sabe lo que es mejor. Él se ha<br />
reservado el derecho de responder a muchas<br />
oraciones diferentes a lo que nosotros deseamos. Aún<br />
así, Jesús dijo: “Orad siempre sin desmayar”. En<br />
Salmos 138,3 leemos: “El día que clamé, me<br />
respondiste; Me fortaleciste con vigor en mi alma”.<br />
Incluso las peticiones de David no siempre se<br />
cumplían, sin embargo el dijo: “¡Tú que me<br />
escuchas!” Si falta la respuesta según nuestros<br />
deseos, aún así una segunda puede suplir nuestras<br />
expectativas. Dios da al alma “Gran poder”, también<br />
MENSAJE DE SALVACIÓN<br />
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así el escuchar. Conservamos el poder, de aceptar y<br />
conformarnos con la voluntad de Dios. Él lo hace a<br />
menudo muy diferente y requiere de una gran fuerza<br />
en el camino a la cruz para decir con Jesús: “Hágase<br />
tu voluntad”. Este poder no proviene de nosotros<br />
mismos, sino que de Dios, y ¡por eso es escuchada!<br />
Nuestros dos versículos Bíblicos, tratan de la <strong>oración</strong><br />
sincera y beneficiosa en la Iglesia. En relación a los<br />
citados textos, encontramos que los fieles, debido a<br />
sus necesidades y sufrimientos, no tenían otro recurso<br />
o salida disponible que solamente la <strong>oración</strong>. Aquí<br />
De nuestra perspectiva podemos ver lo que es bueno<br />
y necesario; pero Dios sabe lo que es mejor.<br />
dependían de la ayuda de Dios, porque no había otra.<br />
No se podía solicitar la liberación de Pedro ante el<br />
rey Herodes, y no se podían apartar las graves y<br />
amenazantes persecuciones. ¡Sólo dependía de la<br />
intervención de Dios!. Pedro fue puesto en libertad -<br />
Esa fue la recompensa de la <strong>oración</strong> ferviente. <strong>La</strong><br />
persecución se detuvo; y dice: “Estaban todos llenos<br />
del espíritu santo. Los predicadores recibieron nuevo<br />
y gran poder, y había gracia entre ellos”.<br />
¿No era esto una <strong>oración</strong> escuchada? Fue incluso más<br />
que escuchada. <strong>La</strong>s condiciones externas no han<br />
cambiado, pero la iglesia experimentó un<br />
avivamiento, una profundización espiritual y un gran<br />
ánimo y fortaleza en la fe. ¡Esa era la recompensa a<br />
la <strong>oración</strong> escuchada! Por lo tanto somos exhortados,<br />
a elevar santas manos en todos los lugares, y hacer<br />
oraciones, súplicas, ruegos y acciones de gracias<br />
incesantemente delante de Dios. Y nuestro sabio<br />
Señor sabrá recompensar eso.<br />
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