LA PENSION - Eladio Verde - Obras completas
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Octavio Señor Fiscal. Señor Procesado.<br />
Adela Oye neñu. ¿Tú dónde viste day esi tratamientu al del<br />
banquillu?<br />
Octavio Ye jabón pa todos. ¡Por ser vosotros los depositarios de la<br />
justicia, voy a dirigirme a vuestras conciencias. Ved al<br />
acusado. Es un pobre padre de ocho hijos ¡Ocho hijos!<br />
Ríos Oye rapaz. Cuidao. ¿Sabes tú si tien ocho hijos?<br />
Octavio Si no los tien que los pinte.<br />
Adela Tien salida pa to. Pero si sigues así me parez que vas a<br />
ser un abogau de los más tramposos.<br />
Octavio Usté dejeme a mí. El día de autos fué acostando a sus<br />
hijos uno a uno sin cenar. Los pobres niños no podían<br />
dormirse por proferir al unísono una palabra que<br />
destrozaba su paternal corazón. ¿Sabéis que palabra era?<br />
¡Pan! ¡Queremos pan!<br />
Adela Oye Octavín. Has tener cuidao con eso.<br />
Octavio ¿Por qué?<br />
Adela Porque va a preguntate el Presidente si era que habíen<br />
perdido les cartilles de racionamientu.<br />
Octavio Na. ¡El acusado se echó a la calle en busca de consuelo y<br />
olvido!<br />
Adela Oye. ¿Quién son eses moces?<br />
Octavio ¿Qué moces?<br />
Adela Esa Consuelo y Olvido.<br />
Octavio No me entendió. ¡El acusasdo se echó a la calle en busca<br />
de tranquilidad y sosiego! Pero la palabra ¡pan! seguía<br />
pan, pan, pan martillando su cabeza. Así le dieron las<br />
cinco de la mañana. Sus ojos se pararon a contemplar el<br />
escaparate de restorán lleno de apetitosos manjares.<br />
Quiso huir y no pudo. Pensó en sus pobres hijos y se<br />
decidió a sacar la palanqueta, y la cerradura de la puerta<br />
de entrada, saltó con un crack trágico.<br />
<strong>LA</strong> <strong>PENSION</strong><br />
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