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gar don<strong>de</strong> se oyeron los ruidos primero y se<br />
puso a mirar al suelo. No se veía otra cosa que<br />
agua y barro, el cielo estaba encapotado y la<br />
lluvia que caía empezaba a borrar las huellas,<br />
pero cerca <strong>de</strong> la boca <strong>de</strong>l barranco, don<strong>de</strong> los<br />
árboles se hallaban caídos por el suelo, aún<br />
había unas horribles huellas tan gigantescas<br />
como las que vio el lunes pasado.<br />
Al llegar aquí, tomó la palabra el hombre<br />
que había hablado en primer lugar.<br />
—Pero eso no es lo malo; eso fue sólo el<br />
principio. Zeb convocó a la gente y todos estaban<br />
escuchando cuando se cortó una llamada<br />
telefónica que hacían <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la casa <strong>de</strong> Seth Bishop.<br />
Sally, la mujer <strong>de</strong> Seth, no paraba <strong>de</strong><br />
hablar. en tono muy acalorado, acababa <strong>de</strong> ver<br />
los árboles tronchados al bor<strong>de</strong> <strong>de</strong>l camino, y<br />
dijo que una especie <strong>de</strong> ruido acorchado, parecido<br />
al <strong>de</strong> las pisadas <strong>de</strong> un elefante, se dirigía<br />
hacia la casa. Luego, dijo que un olor espantoso<br />
se metió <strong>de</strong> repente por todos los rincones <strong>de</strong> la<br />
casa y que su hijo Chauncey no cesaba <strong>de</strong> gritar