Candados en el viento - Publicatuslibros.com

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Ahora al recordarlo, Daniel, se dio cuenta de que su padre penssó en voz alta. Él estuv vo en esa casa, esttaba seguroo porque reecordó con total nitide ez la miradaa de su paddre, una mi irada que guardabaa muchos secretos. Cuando lllegó a su ccasa se acoostó pero noo podía con nciliar el sueeño. Pensaaba en la ca asa, en lo que acabbaba de reccordar. Se aacordó de qque nunca habían h ido durante el día, y que su s madre nunca less acompañóó. Por su mmente empezaron a ccruzarse peensamientos confusoss y mientraas llegaba el e sueño, decidió qque al día siguiente iríaa a bañarse a esa parte e de la playa. Cuando lllegó, la areena quemabba los pies. Se situó ce erca de la ccasa y casi aal mismo tie empo, vio como unaa mujer de mediana eddad, salía ccon un niño a la arena. El niño ccorría entussiasmado hhacia el aguua. Pasaro on por su laado. Al niñoo se le cay yó de las manos unna pala parra jugar conn la arena. DDaniel se la dio. La mujerr al verlo see volvió parra darle lass gracias. Al A mirarle caambió el geesto de su rostro, r se quedó mirando sin ddecir nada. Se quedó pparalizada. — ¿Se encuentra biien? — Disculpe, me recordó ustedd a alguienn que cono ocí. Vamos Rodrigo, nnos quedaremos sin sitio. Rodrigo, igual que ssu padre. FFue tras elloos, tenía qu ue asegurarrse de que lo que pen nsaba era cierto. Hablaronn durante toodo el día. DDaniel, desccubrió que ese e niño eraa su hermaano. Diez añ ños atrás, su padree visitaba esa casa a diario. EElla se llam maba Celiaa, y se ennamoró del l hombre equivocaado. Cuanddo le dijo qque estabaa embaraza ada, su paddre intentó ayudarla, pero sin comprommeterse. «No puedo deejar a mi fammilia. Deber rías haber teenido más ccuidado». Celia, see marchó. CCuando su padre volvió, había de esaparecidoo. Al cabo dde unos añ ños había vuelto cuuando imagiinaba que éél ya la habrría olvidado o. Daniel le contó que había muerrto. Ella le eescuchó sin n demostrar r ninguna emmoción. — Quisieera estar enn contacto ccon él, me ggustaría conocerle. Mee gustaría qque estuviéramos en contacto los tres. Rodrigo eera un niñoo alegre, quee estaba totalmente vinculado al mar. Tenía además en n el brazo derecho, la misma mmarca que ttenía Daniel, la misma marca que tenía su paadre. Le vio duurante todo el mes. Lee habló de lla ciudad, le e dijo que ppodría ir coon su mamá á siempre que quisiiera. — Mamáá, ¿podemos ir? — Quizás en Navidaad. El últimoo domingo ddel mes, Daniel se deespidió de los dos, le hizo promeeter a Celia a, que no alejaría aal niño de él. Se marchhó de vueltaa a la ciudaad con la sensación de que todo hhabía sido uun sueño. Pero sabía que era rreal. Tenía uun hermanoo pequeño, que ya form maba parte de su vida. . Ahora enntendía muchas cosass. Su madrre había mu uerto sin saaber nada. Su padre se había marchado con un secreto. UUn secreto que la ca asualidad hhabía querrido rompe er. Daniel conducíaa con el silencio de un secreto rotoo como com mpañero de viaje. Cuando ppasó la primmera semanna de septieembre, la normalidad ccasi había vvuelto a la ciudad. c El calor se negaba a marcharse, , pero al mmenos por las noches mientras eel mes avanzaba, la brisa ayuudaba a connciliar el sueeño. Candadoss en el vientoo Ana Belio 25
Daniel, llamaba a RRodrigo muyy a menudoo, quería que su hermmano aprendiera a que ererle. La edad de su hermanno le permmitía recurrirr a ciertos trucos quee facilitabann el acerca amiento y Celia, noo lo impedíaa. Daniel, ttemió al principio que ella le alejara de él, ssin embarg go, se dio cuenta de que deseeaba que suu hijo al quee había cria ado lejos y een soledad, no estuvie era nunca solo. Danniel, confió een que ella se daría cuuenta con el e tiempo, dee que él no era como su s padre. Haber enncontrado a ese niño, había sido para Danie el un atenuaante para toodos sus pr roblemas. Ahora traabajaba conn más ilusióón y aunque no conse eguía olvidaar a Nataliaa, aprendía a pensar en ella, ssin sentir doolor. A meddiados de mmes, Tomás s, le llamó. QQuedaron ppara comer r. Cuando Daniel, lee vio, esbozzó una sonnrisa. Tomás tenía muy y pronunciaada la curvaa de la felic cidad. Se abrazaroon y Daniel, bromeó sobre su inmeensa barriga a. Le hablóó a su amiggo de Nataalia. Le conntó cómo ha abía descuubierto a Roodrigo. Su amigo le escuchabba sin sabeer qué decir, , pero se aleegró al ver que ahora nunca estaría solo. El sábado siguiente, salió a coomprar mueebles para rellenar la hhabitación qque le sobra aba en su casa. Quuitó todos loos trastos innútiles. La ddejó vacía, para p ocuparla con todoo lo que su hermano pudiera nnecesitar. Compró dos camass pequeñass, varios piijamas, y algunos a jugguetes. Preparó todo para que cuando Celia y su herrmano llegaran, se sintieran bien. Celia, le había dichoo que seríaa conveniennte hacerse las pruebaas de ADN, para tener una total certeza. Ella deseaba hacerlo, , para estarr más tranq quila. Danieel lo entenddía y no se e negó, lo hacía porr ella. Sabíaa que ese nniño llevabaa parte de su u sangre. Otro mess moría con una ilusióón que se llamaba Rodrigo.Ahora el silenccio no aplastaba los pensamieentos de Daniel. Solo le acompañaba cuand do él lo neccesitaba. Ahhora conviv vía con el silencio bbuscado, esse silencio qque únicammente es patente cuanddo tú decidees abrazarlo o. Daniel, pensaba lo mucho que su vida había caambiado en un año. EEl otoño passado se se entía muy solo. Cuando lllegaba a caasa despuéés de un díaa de trabajo o, muy a menudo volvvía a salir, porque p no podía sooportar el aislamientoo que su casa le da aba. Una vez en la calle, beb bía hasta embriagaarse en algúún local doonde él se cconfundiera a con el ambiente y paasara desap percibido. Ocasionaalmente volvía a casa aacompañaddo. Algunas s veces conocía a alguna mujer qu ue quizás como él, , buscaba sexo fácil, sin involuucrarse sen ntimentalmeente. Danieel recordaba que ni siquiera eera capaz dde besar en la boca a ssus parejas ocasionalees. Ahora toddo era distinto. Evitabaa ese tipo dde encuentr ros, porque había apreendido a dis sfrutar del resto de las personnas. En el ccaso de lass mujeres, no se permmitía ser eleegido. Ahor ra no era capaz dee hacer el amor, si no tenía un senntimiento más o menoss profundo hacia una mujer. m Se habíaa dado cuennta de que antes busccaba la per rfección físiica en el cuuerpo de un na mujer, algo quee era cohereente si tan solo deseaaba disfruta ar del mommento. Sin eembargo, ahora a eso había dejjado de imppresionarle. Desde quue había coonocido a NNatalia, sentía el cuerp po de la muujer de formma diferente. Cuando amabas a una mujer por cómmo era interiormente, su cuerpo era tan soolo un complemento añadido para el placcer comparttido. Natalia eera atractivaa, su bellezza no era demasiado pronunciada p a, no era de esas muj jeres que los hombbres se vuelven a miraarla cuando pasan por su lado. Peero al tratarrla, se acen ntuaba su Candadoss en el vientoo Ana Belio 26
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