Candados en el viento - Publicatuslibros.com

Dos lucces
en la ssoledad
Sara, inteentó
ayudarr
a Isabel, y demasiado
a menudo o no sabía ccómo
hacerlo.
Veía a su s madre
sufrir en silencio poor
todo aquuello
que lee
habían qu uitado, y poor
todo lo qque
ahora se moría
lentamennte
en un lánguido
pasar
de los instantes.
Sara connoció
la feliccidad
de tenner
hijos. Peero
a lo larg go de su vidda,
siguió ssufriendo
el recuerdo
de la ausencia de todoos
los que
antes de tiemmpo
se habían marchado. m
Sintió el sabor agriddulce
de la ttraición,
la ddecepción,
la mentira y la desilusión.
Y a pesar
de su
afán por vivir y llevaarse
bien coon
la vida, nunca enco ontró las respuestas
del
cariño ne egado. El
amor sieempre
se mmarchitaba
ccon
el pasoo
de los añ ños. Quizáss
se tratabaa
de ella. Luchó L por
levantar su autoesttima,
luchóó
por encontrar
ese horizonte h qque
hallas al final de e muchos
caminos recorridos, ese horizonte
que muchos
ven y que ella noo
conseguíaa
encontrar. .
Sara no eentendía
poor
qué el ammor
se empeeñaba
en sembrar
la ddesilusión
en
su vida.
Había doos
poderosaas
razones para seguirr
adelante. Dos realidaades
que see
reflejaban n en cada
amaneceer,
y que le daban fuerzzas
en todoos
los atarde eceres de ssu
vida.
La esperranza
era ccomo
la lluuvia,
que pierde
su ra astro cuanddo
el sol seeca
su ese encia, sin
embargo,
su huella hace crecer
las raíces de todo aq quello que florecerá
maañana.
«Dime ppapá…
si aahora
eres capaz de mirarnos sin s derramaar
las lágriimas
que nunca n se
secarán» ».
Sara suppo
que Blanca
se habbía
separaddo
cuando su hijo aúnn
era muy pequeño. Jaime se
marchó dde
Madrid ppara
trabajaar
cerca del mar. Ángel
se casó coon
una niñaa
en sus bra azos. Los
demás see
casaron, se alejaronn,
nunca consiguió
olvidar
las hueellas
que toddos
ellos de ejaron en
su vida. EElla
tambiénn
se casó y se dejó atrrapar
por la vida.
Ahora, loos
instantes eran precioosos
tesoroos,
que cuidaba
a cadaa
paso.
La vida hhabía
aprenndido
a espeerar
igual que
ella. Ella a había aprrendido
a peerdonar,
igu ual que la
vida habíía
aprendido
a perdonaarla
a ella.
Ahora haabía
aprenddido
a reflejaar
sus sentiimientos
en n las letras, que aunque
no tenían n nombre,
se llamabban
siempree
igual que ella, eran ssus
sentimientos
reflejjados
en paalabras
que e llenaban
toda una vida.
Eran nommbres
indeffinidos
en eel
tiempo, eeran
frutos de todos loos
instantess
camuflado os en los
sentimienntos.
Solo ssabía
que en
un instante,
cabe una
vida.
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Candadoss
en el vientoo
Ana Belio
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