Mitos y leyendas del Barroco americano Capítulo 13
Mitos y leyendas del Barroco americano Capítulo 13
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<strong>Mitos</strong> y <strong>leyendas</strong> <strong>del</strong> <strong>Barroco</strong> <strong>americano</strong><br />
Clemente Heimerdinger A, Briceño-Iragorry L, editores. Colección<br />
Razetti. Volumen VIII. Caracas: Editorial Ateproca; 2009.p.511-557.<br />
<strong>Capítulo</strong> <strong>13</strong><br />
<strong>Mitos</strong> y <strong>leyendas</strong> <strong>del</strong> <strong>Barroco</strong> <strong>americano</strong><br />
Drs. José Enrique López, José Enrique López Salazar, Yolanda López<br />
Salazar, Humberto Fasanella, José Enrique López García<br />
El <strong>Barroco</strong> en América fue capaz de incorporar elementos nativos<br />
y africanos en la construcción de su simbología, quizás esto se debe<br />
a que en su origen europeo el <strong>Barroco</strong> tuvo como objetivo principal<br />
el abandono de las reglas clásicas y la búsqueda de la originalidad y<br />
la fantasía.<br />
La cultura es la totalidad de las formas de ser, de pensar y de<br />
actuar, se expresa en los modos de vida, creencias, valores, hábitos y<br />
capacidades de los actores que interactúan en sociedad, esto implica<br />
que todas las culturas tienen el mismo valor.<br />
Solamente existen diversas maneras de manifestarse o<br />
representarse de acuerdo a un contexto histórico determinado.<br />
La memoria colectiva es el motor y sustento de la historia, es lo<br />
que cohesiona a un grupo social, permite auto reconocerse e identificarse<br />
con un destino común. El Patrimonio Oral permite que los saberes<br />
y conocimientos adquiridos a lo largo <strong>del</strong> tiempo se transmitan de<br />
generación en generación, se revitalicen y le den sentido a la existencia.<br />
En sus sonidos, en sus aromas, en sus colores, América Latina ha<br />
sido y será siempre un espacio fértil para la creación de mitos, <strong>leyendas</strong><br />
y toda clase de imaginarios. América Latina se describe a través de<br />
la pasión de su música; ella es el vehículo que alimenta su memoria<br />
e intenta armar el rompecabezas de su propia identidad. El ritmo de<br />
la batucada y el candombe, el colorido de la bossa y el calor de los<br />
ritmos caribeños contrastan, a su vez, con la melancólica sensualidad<br />
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Colección Razetti. Volumen VIII.<br />
<strong>del</strong> tango y con la fuerza descriptiva de ritmos telúricos como la cueca,<br />
el carnavalito, el joropo y la zamba.<br />
Los personajes de las fábulas representan casi siempre figuras<br />
arquetípicas que simbolizan las virtudes y los defectos humanos, y dentro<br />
de una peculiar estructura, el malo es perfectamente malo y el bueno<br />
es inconfundiblemente bueno, y el anhelo de justicia, tan fuerte entre<br />
los niños como entre los desposeídos, se cumple de manera inexorable.<br />
Los mitos, al igual que las fábulas y <strong>leyendas</strong>, fueron llevados por<br />
los pueblos primitivos en sus procesos migratorios y transmitidos de<br />
generación en generación. El mito no sólo enseña las costumbres de<br />
los ancestros, sino también representa la escala de valores existentes<br />
en una cultura. El mito, a diferencia de la leyenda cuyos personajes<br />
existieron en algún momento pretérito de la historia, no tiene un<br />
tiempo definido ni un personaje que existió en la vida real. Por eso el<br />
mito, tradicionalmente, está vinculado a la religión y el culto, pues sus<br />
personajes, admirados y adorados, son seres divinos, algo que tiene<br />
un nombre basado en un credo pero jamás en una prueba concreta (1).<br />
Sensible y voluptuosa, Latinoamérica es la tierra de Bolívar<br />
y Yupanqui, de Zapata y Neruda, de Martí, Pedro Páramo y Gar<strong>del</strong><br />
constituye una fábrica de mundos alejados de la racionalidad, más<br />
cercana a lo numinoso que al logos occidental. Desde el más remoto<br />
pasado, a través de la riquísima tradición oral, hasta el presente perpetuo,<br />
Latinoamérica respira emoción, y transforma todo lo que proviene<br />
<strong>del</strong> intelecto en pasión y sensualidad. Acaso porque «la oralidad es<br />
la forma en que el ethos latino<strong>americano</strong> ha transmitido su historia» y<br />
porque estos relatos orales fueron prodigios de la imaginación popular<br />
con el fin de expresar las sensaciones <strong>del</strong> alma a través de imágenes,<br />
emblemas y símbolos, su lenguaje y contenidos han apelado —como<br />
todo mito— a las emociones.<br />
Esa tradición oral se acentuó, en ocasiones, para cuestionar a<br />
los poderes dominantes, en una suerte de alegórica protesta de los<br />
oprimidos expresada como resistencia. Los mitos revelan, apelan a<br />
la nostalgia y, al mismo tiempo, a la proyección de horizontes. De<br />
alguna manera, constituyen una huida de la historia, pero una huida<br />
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que es también regreso, vuelta a nuestro pasado original; representan lo<br />
opuesto de esa historia, de ese acontecer lineal e irreversible propio de<br />
la idea occidental de progreso. El logos no ha penetrado en las venas<br />
de la América Latina: ella es toda pasión y sentimiento. Su naturaleza<br />
y su pasado fertilizan la imaginación y los sueños: es el continente <strong>del</strong><br />
tango, el bolero, los corridos. Desde los poetas precolombinos, los<br />
modernistas, hasta el realismo mágico y fantástico no ha cesado de<br />
inventar futuros (utopías) y de anhelar un eterno retorno a un pasado<br />
más humanizado (2).<br />
El tiempo circular, reversible y mágico de la cosmovisión<br />
indígena se ha mezclado con el tiempo y el espacio de las tradiciones<br />
conquistadoras: un coctel de imaginarios donde el mito y la utopía<br />
se sacuden y alimentan, se entremezclan y desatan. Una fiesta de la<br />
imaginación. Así, por ejemplo, la tradición europea de brujas, duendes y<br />
fantasmas se mezcló con la indígena y la africana de espíritus <strong>del</strong> agua,<br />
de las selvas y de los montes: de ahí la existencia de mujeres que vuelan<br />
en barcos pintados en los muros, como la Tatuana en Centroamérica o<br />
la Mulata de Córdoba en México (3).<br />
I.- La leyenda de Tatuana.- Apareció en mitad de la plaza <strong>del</strong><br />
pueblo como quien planta un árbol y espera que de fruto al instante<br />
(4). Erguida hasta la arrogancia, saludable y además de invitar a la<br />
cata <strong>del</strong> fruto prohibido (Figura <strong>13</strong>.1). Dijeron que había llegado en<br />
barco sin que pudiera afirmarse que la vieron arribar en la playa o en<br />
puerto seguro alguno.<br />
Apenas transcurridos unos meses, y sin que tampoco nadie pudiera<br />
explicar de dónde salieran los dineros, montó casa. Y era casa de postín<br />
y mucha juerga por la que no hubo hombre maduro ni joven que no<br />
se dejara caer, cuando menos, alguna nochecita. Con mandato de la<br />
Inquisición vinieron a buscarla y a prenderla. Y de qué se me acusa”<br />
quiso saber. La respuesta sólo llegó tras varios días de encierro al<br />
conducirla ante el Tribunal. Se le acusaba de bruja por haber hechizado<br />
a todos los hombres de la localidad, amén de muchos extranjeros de<br />
la localidad de paso. No tuvo defensa ni tortura pues la condena fue<br />
inmediata: moriría quemada viva.<br />
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Colección Razetti. Volumen VIII.<br />
Figura <strong>13</strong>.1. La Tatuana.<br />
La Tatuana, aún espléndidamente ataviada de fiesta en la víspera<br />
de su ajusticiamiento, miró desde lo más profundo de sus negros ojos<br />
a los de su carcelero y le rogó que le concediera un último deseo: un<br />
carbón para dibujar. Por la mañana vinieron a buscarla para conducirla<br />
hasta la pira. En uno de los muros, con trazo firme y algo infantil, se<br />
veía navegando y alejándose un velero como el que decían que la había<br />
traído a las costas de América, el catre aún caliente y la celda vacía.<br />
II. La mulata de Córdoba<br />
Cuentan que allá por el siglo XVII, vivía en la villa de Córdoba,<br />
Estado de Veracruz, México, una hermosa mujer de origen mulato<br />
cuyos padres fueron una negra de quién heredó su porte gallardo y un<br />
caballero español (5).<br />
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Figura <strong>13</strong>.2. La Mulata de Córdoba, México.<br />
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Dicen que esta mujer hermosa se dedicaba a curar a los esclavos<br />
negros y a todos los pobres que se enfermaban. Su vida transcurría<br />
también entre la bondad de brindar limosna y ayuda a los más necesitados<br />
de la villa de Córdoba. La Mulata como todos le llamaban, no vivía<br />
con nadie, y sólo a veces le acompañaba un indio viejo. Ella, en la<br />
soledad de su casa, se dedicaba a la preparación de filtros mágicos y<br />
amuletos para sanar las dolencias <strong>del</strong> espíritu, curar los males de amor,<br />
retirar las envidias y casar a las solteronas. Y también cuentan las<br />
malas lenguas, que la Mulata de Córdoba vivía sola porque tenía como<br />
amante al Diablo. De su casa, por las noches, salían fuertes olores a<br />
azufre y brillantes lenguas de fuego. Aseguraban que algunas veces<br />
se le veía volar con una escoba, con su rostro bello, pero con una risa<br />
que brillaba en sus dientes aperlados.<br />
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Colección Razetti. Volumen VIII.<br />
Un día, una mujer criolla vino desde Córdoba a la Ciudad de<br />
México para denunciarla como hechicera y bruja. Lo cierto es que<br />
esa mujer estaba celosa de la belleza de la Mulata porque su marido<br />
la pretendía. ¡Claro!, la Mulata de Córdoba no tenía ojos para nadie,<br />
sólo eran ella y la bondad para con sus pobres.<br />
Cuando el Tribunal <strong>del</strong> Santo Oficio terminó de escuchar las<br />
infamias hacia la Mulata, mandó al inquisidor Villegas a la villa de<br />
Córdoba para aprehenderla. Ya presa en el Palacio de la Inquisición, se<br />
le preparaba un auto de fe para sentenciarla a la hoguera. Los habitantes<br />
de la Ciudad de México y los pueblos que la rodeaban, se enteraron<br />
que llevarían a la Mulata de Córdoba al quemadero de San Diego,<br />
que estaba a un costado de la Alameda. Pero un día, la Mulata en su<br />
mazmorra, le dijo al carcelero que le llevara un pedazo de carbón. El<br />
carcelero le dijo que en lugar de pedirle carbón le rogara al Santísimo<br />
por la salvación de su alma. Pero seducido por la altiva y hermosa<br />
presencia de la Mulata, le llevó lo que pedía. Al otro día la Mulata<br />
le gritó al carcelero que fuera a ver lo que había pintado en la pared.<br />
Figura <strong>13</strong>.3. La Mulata de Córdoba muestra un barco pintado en la pared.<br />
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En ese momento se escuchó una estruendosa carcajada de mujer<br />
que rebotó en todo el Palacio de la Inquisición. Cuando los guardias<br />
bajaron al lugar donde tenían presa a la Mulata, sólo vieron al carcelero<br />
que estaba muerto, agarrado fuertemente de los barrotes y con los ojos<br />
abiertos y perdidos en un rincón de la mazmorra. La mulata no estaba<br />
en su prisión, se fue en un barco volando.<br />
III. Mujeres atractivas que seducen a los hombres extraviados,<br />
como la K’achachola, Chola hermosa y elegante de la cultura andina (6).<br />
CUENTOS DE LA MINA<br />
Cuentan que Florencio Nina, el charanguero que hacía vibrar el<br />
corazón de las mujeres como las cuerdas de su instrumento, se metió<br />
en la mina dispuesto a quitarse la vida, sus compañeros le apodaron<br />
Nina Nina.<br />
No había mujer que no hubiera caído en las redes de su galantería<br />
ni hombre que no hubiera llorado al ritmo de su charango. Para ellas era<br />
el don Juan de la mina y para ellos el mejor charanguero de la provincia.<br />
Figura <strong>13</strong>.4. El Charango (Guitarra pequeña).<br />
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Colección Razetti. Volumen VIII.<br />
Figura <strong>13</strong>.5. Partes <strong>del</strong> Charango.<br />
Cuando Florencio Nina entró en la mina, todavía borracho y con el<br />
charango en bandolera, no llevaba más ropas que un poncho huairuro<br />
y unas botas de agua. Tenía el pelo alborotado, la barba montaraz y<br />
la mirada perdida en la nada. Cuando alzó la cabeza, maldiciendo la<br />
pérdida de su charango, vio a una mujer envuelta en una aureola rojonaranja,<br />
cuya imagen le recordó a la Virgen <strong>del</strong> Socavón y a la mujer<br />
que él perdió en brazos de otro hombre.<br />
Quién eres?<br />
-La Káchachola —contestó, parándose sobre los rieles que<br />
refulgían como hilos de plata y alejándose unos metros como empujada<br />
por una fuerza misteriosa. Él, iluminado por la luz que ella desprendía<br />
a raudales, clavó su mirada en esos senos que pendían como melones<br />
maduros. La K’achachola, luciendo un cuerpo seductor como su cara,<br />
le enseñó la ranura <strong>del</strong> sexo, esbozó una mueca obscena y pidió que<br />
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apagara en ella el fuego de su deseo. Florencio Nina, atraído por el<br />
imán de ese cuerpo cuyas curvas eran más perfectas y armoniosas que<br />
las <strong>del</strong> charango, se le acercó a paso lento, como quien quiere atrapar<br />
una perdiz con las manos. Al poco tiempo, embelesado por la hermosa<br />
mujer cayó en un hueco inmenso que le produjo un traumatismo<br />
generalizado y la muerte.<br />
Figura <strong>13</strong>.6. La K’achachola, luciendo un cuerpo seductor.<br />
La muerte, disfrazada de K’achachola, lo sorprendió en una galería<br />
abandonada, lo hechizó con sus encantos y lo mató sin asco —dijo una<br />
mujer—. Éste es el precio que pagan los mujeriegos que entran solos<br />
en la mina, donde la K’achachola vaga pidiendo amor a gritos, desde<br />
cuando el Tío la desalojó por el miedo a que su menstruación hiciera<br />
desaparecer el mineral. El día en que Florencio Nina fue enterrado sin<br />
curas ni ceremonias, las chicherías cerraron sus puertas, los mineros<br />
abandonaron el trabajo y las mujeres se vistieron de luto, excepto la<br />
mujer por quien él se quitó la vida en uno de los buzones de la mina:<br />
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Colección Razetti. Volumen VIII.<br />
La Káchachola.<br />
IV. El Sombrerón, El Duende, de Miguel Ángel Asturias.<br />
Las características generales son las mismas, un personaje de<br />
corta estatura, vestido de negro, con un cinturón grueso y brillante.<br />
Usa un sombrero negro grande y unas botas que hacen mucho ruido al<br />
caminar (Figura <strong>13</strong>.6). Le gusta subirse a los caballos y hacerles trenzas<br />
en la cola y las crines. Cuando no hay caballos trenza a los perros (7).<br />
Figura <strong>13</strong>.7. El Sombrerón con su dama.<br />
El sombrerón aparece a la hora <strong>del</strong> crepúsculo, arrastrando un<br />
grupo de mulas de carbonero, con las cuales recorre la ciudad y los<br />
barrios. Cuando es correspondido por una mujer, amarra sus mulas<br />
al poste de la casa donde vive ésta, descuelga la guitarra y empieza a<br />
cantar y bailar. Un día, como a las seis de la tarde, aparecieron en la<br />
esquina de la casa de Celina cuatro mulas amarradas. Pasaron por allí<br />
dos vecinas y una de ellas dijo: “¡Qué raro! ¿No serán las mulas <strong>del</strong><br />
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sombrerón?”. “Ave María purísima”¡Dios nos libre!” dijo la otra, y<br />
salieron corriendo.<br />
A esa hora, Celina comenzaba a dormirse porque ya se sentía<br />
muy cansada. Entonces comenzó a oír una música muy bonita y<br />
una voz muy dulce que decía: “eres palomita blanca como la flor de<br />
limón, sino me das tu palabra me moriré de pasión”. Desde ese día,<br />
todas las noches, Celina esperaba con alegría esa música que sólo ella<br />
escuchaba. Un día no aguantó la curiosidad y se asomó a la ventana<br />
y cual sería su sorpresa, ver a un hombrecillo que calzaba botitas de<br />
piel muy brillante con espuelas de oro, que cantaba y bailaba con su<br />
guitarra de plata, frente a su ventana.<br />
Desde entonces, Celina no dejó de pensar en aquel hombrecito.<br />
Ya no comía, sólo vivía esperando en momento de volverlo a escuchar.<br />
Ese hombrecito la había embrujado. Fue llevada a un Convento, para<br />
su recuperación. Por fin la bella Celina no soportó la tristeza y murío<br />
el día de Santa Cecilia. Su cuerpo fue llevado a la casa para velarlo.<br />
De repente se escuchó un llanto muy triste. Era el sombrerón, que con<br />
gran dolor llegaba a cantarle a su amada: “ay...ay... mañana cuando<br />
te vayas voy a salir al camino para llevarte el pañuelo de lágrimas y<br />
suspiros” Y cuentan que para el día de Santa Cecilia, siempre se ven<br />
las cuatro mulas cerca de la tumba de Celina y se escucha un dulce<br />
canto: “corazón de palo santo, ramo de limón florido ¿por qué dejas en<br />
el olvido a quien te quiera tanto?” Y es que se cuenta que el sombrerón<br />
nunca olvida a las mujeres que ha querido.<br />
V. Barco Negro de Nicaragua<br />
El Barco Negro de Nicaragua.<br />
Hace ya mucho tiempo..tiempales que una lancha cruzaba de<br />
Granada a San Carlos. Una vez muy cerca de la Isla redonda alguien<br />
hacia señas con una sabana blanca para que esta lancha atracara (8).<br />
Cuando los marineros se acercaron a la isla solo escuchaban..Ay.....<br />
Ay......Ay.....Ay...<br />
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Figura <strong>13</strong>.8. Isletas de Granada - Lago Cocibolca, Nicaragua.<br />
Figura <strong>13</strong>.9. Casa cercana al Lago. Cocibolca, Nicaragua.<br />
Las dos familias que vivían en la isla se estaban muriendo<br />
envenenadas, pues se decía habían comido de una res que había sido<br />
picada por una culebra Toboba. Por favor llévennos a Granada, dijeron<br />
y el Capitán preguntó quien pagaría por el pasaje. No tenemos reales,<br />
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dijeron los envenenados pero le pagamos con plátanos. Quien corta<br />
la leña o los plátanos preguntó el marinero. Yo llevo una carga de<br />
chanchos para Los Chiles y si me entretengo allí ustedes se me mueren<br />
en la barcaza... les dijo el capitán.<br />
Pero nosotros somos gente dijeron los moribundos. También<br />
nosotros dijeron los lancheros con esto nos ganamos la vida. Por Diosito<br />
gritó el más viejo de la isla..no ven que si nos dejan nos dan la muerte?<br />
Tenemos compromiso ...dijo el Capitán. Y de facto se volvió con los<br />
marineros y ni por más que se estuvieran retorciendo <strong>del</strong> dolor ahí los<br />
dejaron. No sin antes la abuela de una familia de la isla levantándose <strong>del</strong><br />
tapesco en donde estaba postrada, les echo una maldición... “Malditos..a<br />
como se les cerró el corazón así se les cerrará el lago”.<br />
La lancha se fue. Cogió altura buscando San Carlos y desde<br />
entonces perdió tierra. Eso cuentan. Ya Ellos no vieron nunca tierra. Ni<br />
los cerros podían ver, mucho menos las estrellas en el cielo les pueden<br />
servir de guía....Ya tienen siglos de andar perdidos. Muchos lancheros<br />
en el Lago de Nicaragua aseguran que los han visto..se topan en las<br />
aguas altas con el barco negro..., sus marineros barbudos y andrajosos<br />
les gritan Dónde queda San Jorge? Dónde queda Granada? pero el<br />
viento se los lleva y no ven tierra. Están malditos.<br />
VI. El Caleuche. También se le conoce como Buque Fantasma, Buque<br />
de Arte, Buque de Fuego, Buque de los Brujos y Barcoiche.<br />
Cuenta la leyenda que el Caleuche es un buque fantasma que<br />
navega por los mares de Chiloé y los múltiples canales <strong>del</strong> sur. Poderosos<br />
brujos conforman su tripulación, la que sólo navega por las noches,<br />
jamás con luz de día. En la cubierta de esta legendaria embarcación se<br />
realizan grandiosos bailes y es posible escuchar una maravillosa música<br />
de fiesta. Son justamente estas melodías las que atraen a los náufragos<br />
o tripulantes de lanchas veleras, a los cuales incorpora como parte de su<br />
dotación. Los marineros <strong>del</strong> Caleuche tienen ciertas particularidades<br />
físicas, como una sola pierna para andar, la otra la llevan doblada por<br />
la espalda, y también son desmemoriados, para impedirles que cuenten<br />
el secreto de lo que sucede a bordo (9).<br />
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Colección Razetti. Volumen VIII.<br />
Las personas ahogadas son recogidas por este misterioso barco<br />
desde las profundidades <strong>del</strong> mar para ser acogidas en la vida eterna.<br />
Si bien la embarcación brinda hogar a aquellos que han naufragado, no<br />
es igual de gentil con aquellos que se han atrevido a dirigirle la mirada<br />
de frente. Los tripulantes castigan a los “osados” torciéndoles la boca<br />
o la espalda, e incluso en ocasiones, dándoles la muerte.<br />
Para ocultarse de las miradas no deseadas, el Caleuche tiene la<br />
facilidad de transformarse en un simple madero flotante o simplemente<br />
hacerse invisible. Otros lo identifican como el barco que se oculta en<br />
la neblina que él mismo genera para esconderse de las personas.<br />
No obstante, el Caleuche también puede ser compasivo. Cuando<br />
navega cerca de las costas y se apodera de ciertas personas, las lleva<br />
a visitar las fortunas <strong>del</strong> fondo <strong>del</strong> mar. Permitiéndoles gozar de ellas<br />
con la amenazante condición de que mantengan esos secretos hasta<br />
la muerte. Si no lo hacen se exponen a ser severamente castigados<br />
por los “brujos” tripulantes. Las malas lenguas dicen que cuando un<br />
comerciante logra hacerse de una rápida fortuna, es debido a que ha<br />
tenido contactos ocultos con el barco fantasma.<br />
Figura <strong>13</strong>.10. El Caleuche.<br />
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Figura <strong>13</strong>.11. El Caleuche en la imaginación <strong>del</strong> pueblo.<br />
Figura <strong>13</strong>.12. La Marimonda<br />
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Colección Razetti. Volumen VIII.<br />
Figura <strong>13</strong>.<strong>13</strong>.- Marimonda en Carnaval.<br />
VII. La Marimonda<br />
Es un cuento de la tradición oral colombiana, la madremonte o<br />
la marimonda aparece en todas las regiones rurales de Colombia (10).<br />
Es una mujer hermosísima y quien la ve queda hechizado. Pero es<br />
vengadora y cruel y castiga con la muerte a quienes dañan la naturaleza.<br />
El ambiente donde se desarrollan los hechos es un pueblo rodeado de un<br />
enorme bosque y rodeado por un río, cuyas aguas subían o bajaban de<br />
acuerdo a la voluntad de la marimonda guardiana. Que según la leyenda<br />
es protectora de la naturaleza. Cuida la naturaleza, ella te pertenece.<br />
Este cuento se refiere a una leyenda que comienza relatando el<br />
encuentro de Jacinto un joven de color… que vivía en una zona rural en<br />
Colombia con una viejita llamada Juana que le advertía de la mala señal<br />
según su tradición que cuando el río se secaba, era una señal de aparecer<br />
la marimonda en señal de venganza por que algo le está haciendo daño<br />
a el monte o a la naturaleza. Se acordó entonces de Runcho Rincón.<br />
Hacia mucho tiempo que este hombre tumbaba árboles de la cabecera<br />
de el río, allá arriba en el monte. Cuando los campesinos se dieron<br />
cuenta, y le preguntaban porque lo hacía y él explicó que unos señores<br />
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<strong>Mitos</strong> y <strong>leyendas</strong> <strong>del</strong> <strong>Barroco</strong> <strong>americano</strong><br />
de aserrio (Aserradero) le pagaban por cada árbol cortado y entonces,<br />
serafín el hombre más viejo <strong>del</strong> pueblo le advirtió – mira Runcho no te<br />
metas a dañar el monte. Eso es peligroso puede venir la marimonda.<br />
Al poco tiempo, los campesinos notaron que el río bajaba con<br />
menos agua y que en el monte se escuchaban con menos frecuencia los<br />
gritos de los loros y los cantos de los mirlos… Cuando al rancho llegó<br />
Jacinto pensando que haría con sus naranjos recién sembrados y sin<br />
agua para regarlos. Ya oscurecía y por detrás <strong>del</strong> monte se veía salir<br />
una luna redonda y amarilla. Al poco tiempo, los campesinos notaron<br />
que el río bajaba con menos agua y que en el monte se escuchaban con<br />
menos frecuencia los gritos de los loros y los cantos de los mirlos…<br />
Cuando al rancho llegó Jacinto pensando que haría con sus naranjos<br />
recién sembrados y sin agua para regarlos. Ya oscurecía y por detrás<br />
<strong>del</strong> monte se veía salir una luna redonda y amarilla.<br />
De pronto apareció un resplandor luminoso el cual poco a poco<br />
fue tomando la figura de una hermosa mujer, que no era otra que la<br />
marimonda o madremonte que quería castigar al runcho por estar<br />
dañando la naturaleza. Y lo envolvió en un espeso musgo gris y<br />
gruesos bejucos que parecían serpientes y se enrollaron en el cuerpo<br />
<strong>del</strong> hombre hasta matarlo.<br />
VIII. El Silbón de Guanarito<br />
Es una leyenda <strong>del</strong> llano venezolano cuya autoría discutían varias<br />
poblaciones <strong>del</strong> Estado Portuguesa, al final todos convinieron que esta<br />
leyenda nació en la ciudad de Guanarito (11). Empieza narrando que<br />
El Silbón era un joven consentido, a quien un día se le antojó comer<br />
“asadura” de venado (el hígado, el corazón y el bofe <strong>del</strong> animal). Para<br />
complacerlo, su padre fue de cacería. Pero la jornada estuvo mala, e<br />
iba a ponerse peor.<br />
En vista de esto, el muchacho se fue a buscarlo y al ver que no traía<br />
nada, no había podido cazar el venado, lo mato, le sacó las vísceras y se<br />
las llevó a su madre para que las cocinara. Como no se ablandaban, la<br />
madre sospechó que eran las “asaduras” de su marido. Preguntándole<br />
al muchacho, este confesó la verdad. De inmediato lo maldijo “pa’ to’<br />
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Colección Razetti. Volumen VIII.<br />
la vida”. Su hermano Juan lo persiguió con un “mandador”, le sonó una<br />
tapara de ají y le azuzó el perro “tureco” que hasta el fin <strong>del</strong> mundo lo<br />
persigue y le muerde los talones. Se cree que le succiona el ombligo<br />
a los borrachos, con los mujeriegos, no tiene piedad: cuando tropieza<br />
con uno, lo vuelve pedacitos y le saca los huesos.<br />
Otra tradición señala que El Silbón se presenta en las casas, de<br />
noche, a contar los huesos que lleva en el saco. Si nadie lo escucha,<br />
alguien de la familia morirá al día siguiente. La leyenda <strong>del</strong> Silbón nació<br />
a mediados <strong>del</strong> siglo XIX y algunos estudiosos creen que era una forma<br />
de control social que la tradición creó para evitar las infi<strong>del</strong>idades de<br />
los hombres en una Venezuela rural y sin energía eléctrica. Entretanto,<br />
un silbido o característico anuncia en la distancia la visita de un espíritu<br />
atormentado; un joven que desencadenó el horror dentro de su propia<br />
familia y que anda buscando más tragedia. Este silbido se asemeja a las<br />
notas musicales do, re, mi, fa, sol, la, si, en ese mismo orden subiendo<br />
el tono hasta fa y luego bajando hasta la nota si. Se dice que cuando<br />
su silbido se escucha muy cerca no hay peligro, ya que el silbón está<br />
lejos, pero si se escucha lejos es porque está cerca. También se dice<br />
que escuchar su silbido es presagio de la propia muerte. Su únicas<br />
debilidades son el látigo con el cual le azotaron, el ají que le echaron<br />
en sus heridas, y los perros cuyo ladrido lo hace huir, y son los únicos<br />
que pueden atacarle y hacerle daño, ya que no tienen miedo de él. El<br />
Silbón mide 6 m de altura<br />
La leyenda <strong>del</strong> Silbón nació a mediados <strong>del</strong> siglo XIX y algunos<br />
estudiosos creen que era una forma de control social que la tradición<br />
creó para evitar las infi<strong>del</strong>idades de los hombres en una Venezuela<br />
rural y sin energía eléctrica. Se cree que le succiona el ombligo a los<br />
borrachos, con los mujeriegos, no tiene piedad: cuando tropieza con<br />
uno, lo vuelve pedacitos y le saca los huesos.<br />
IX. La Llorona<br />
La Llorona es una mujer de pelo largo, ojos rojizos, rostro de<br />
calavera, vestido sucio y enlodado que entre sus largos brazos acuna a<br />
un bebé muerto y vaga por los ríos y selvas llorando desconsoladamente.<br />
528<br />
Clemente Heimerdinger A, Briceño-Iragorry L.
<strong>Mitos</strong> y <strong>leyendas</strong> <strong>del</strong> <strong>Barroco</strong> <strong>americano</strong><br />
Figura <strong>13</strong>.14. El Silbón de Guanarito. Obsérvese el saco de huesos que lleva<br />
en sus espaldas.<br />
Se esconde entre quebradas, lagunas y charcos profundos, donde se<br />
oye el chapaleo y sus gritos (12).<br />
La leyenda cuenta que es el alma en pena de una madre que para<br />
esconder su deshonra ahogó a su hijo recién nacido en una quebrada.<br />
Fue esposa de uno de los capitanes <strong>del</strong> ejército que partió a la guerra.<br />
Después de un tiempo, la gente empezó a comentar que el capitán se<br />
había muerto. La mujer siguió en luto hasta que conoció a un soldado<br />
que pasaba con su batallón por la ciudad <strong>del</strong> que se enamoró. Pero el<br />
soldado tenía que partir. La mujer se quedó embarazada. El mismo día<br />
que dio a luz a un niño, volvió a la ciudad la tropa en la que regresaba<br />
el esposo que no estaba muerto. La mujer se vistió rápidamente, cogió<br />
al recién nacido y sin cerrar la puerta abandonó la casa con el niño en<br />
los brazos.<br />
López JE, et al 529
Colección Razetti. Volumen VIII.<br />
Figura <strong>13</strong>.<strong>13</strong>. La Llorona.<br />
Corrío en la noche hasta llegar a un riachuelo que la arrolló<br />
rápidamente. En los estrepitosos rugidos <strong>del</strong> agua se percibía el lamento<br />
de una mujer.<br />
Desde este momento, la Llorona cuenta su desgracia a lo largo<br />
de todo el continente sur<strong>americano</strong>. Existen varias versiones de esta<br />
leyenda. En algunas partes de Colombia se cuenta que es el espíritu de<br />
una madre soltera que echó a su hijo al río para ocultar su vergüenza;<br />
otros dicen que fue una joven que se provocó un aborto o que fue la<br />
miseria la que causó la muerte de los hijos de la pobre infeliz. En<br />
Venezuela, por ejemplo, la Llorona es una mujer que se enteró que<br />
su esposo le ponía los cuernos con su propia madre. La Llorona le<br />
prendió fuego a la casa de su madre y la mató. Desafortunadamente,<br />
olvidó que sus hijos también estaban adentro. Cuando se percató, era<br />
530<br />
Clemente Heimerdinger A, Briceño-Iragorry L.
<strong>Mitos</strong> y <strong>leyendas</strong> <strong>del</strong> <strong>Barroco</strong> <strong>americano</strong><br />
demasiado tarde. Desde este momento vaga por el llano venezolano<br />
(Figura <strong>13</strong>.16).<br />
En todas partes, la característica unificadora de las Lloronas es<br />
el llanto por la muerte de su hijo.<br />
Figura <strong>13</strong>.16. La Llorona con sus lágrimas de sangre.<br />
Mitología griega Medea: hechicera abandonada por su esposo<br />
que se enamoró de una princesa. En venganza, Medea lo castigó<br />
matando a sus dos hijos y asesinando a su rival mediante un velo<br />
nupcial envenenado.<br />
Tradición judía Lilith: la primera mujer de Adán, hecha con<br />
arcilla, igual que él. Cansada de que Dios no escuchaba sus llamados<br />
y no queriendo someterse a Adán, se fue <strong>del</strong> Paraíso para unirse con<br />
Lucifer. Dios envió por ella y la amenazó con dar muerte a sus hijos si<br />
no obedecía. Es por eso que Lilith busca venganza en niños pequeños.<br />
Para que Adán no quedara solo, Dios le mandó una nueva compañera,<br />
López JE, et al 531
Colección Razetti. Volumen VIII.<br />
Eva, esta vez creada a partir de una de sus costillas, y por tanto, sumisa.<br />
532<br />
X. La Sayona<br />
Aparición de una mujer elegante y alta, considerada como una<br />
señal castigadora de los hombres infieles.<br />
La Sayona es un relato originario de los llanos venezolanos y data<br />
de la época colonial (<strong>13</strong>). Cuenta la historia que hace mucho tiempo,<br />
Figura <strong>13</strong>.17. La Sayona.<br />
vivía una mujer muy hermosa, llamada Melisa. Desde chiquita Melisa<br />
había sido muy celosa, Melisa creció, y se casó con un maravilloso<br />
hombre quien era incapaz de herir a nadie, pronto tuvieron un hermoso<br />
hijo. En su pueblo, había un hombre de mala fe, mentiroso y mujeriego<br />
que se enloquecía por ella. Éste la espiaba cada día mientras ella nadaba<br />
Clemente Heimerdinger A, Briceño-Iragorry L.
Figura <strong>13</strong>.18. La casa de la Sayona.<br />
<strong>Mitos</strong> y <strong>leyendas</strong> <strong>del</strong> <strong>Barroco</strong> <strong>americano</strong><br />
desnuda en el río, hasta que ella un día ella lo descubrío: ¿qué haces<br />
aquí espiándome?, de ti me lo podía esperar a lo que este contesto. no,<br />
yo vine a advertirte, mujer, que tu hombre te esta cambiando por otra,<br />
tu marido te esta traicionando con tu propia madre (algo totalmente<br />
incierto), al oír esto Melisa palideció de repente y salió corriendo hacia<br />
su casa. Al llegar encontró a su esposo y a su hijo, llena de celos,<br />
prendió fuego a su propia casa en la cual se encontraba su esposo y su<br />
bebe de 9 meses, desde lejos se podían escuchar los llantos <strong>del</strong> bebé<br />
y los gritos <strong>del</strong> esposo pero para cuando llegaron los vecinos ya era<br />
demasiado tarde.<br />
López JE, et al 533
Colección Razetti. Volumen VIII.<br />
Mientras los vecinos se lamentaban Melisa ya había llegado a<br />
casa de su mamá, a la cual le contó lo que había hecho y porque lo<br />
hizo, la madre horrorizada diciéndole que ella no la había traicionado<br />
mientras huía hacia el patio, pero no pudo escapar y Melisa la atacó<br />
con un machete dándole tres cuchillazos en el vientre, ésta antes de<br />
morir dijo: jamás te mentí, y tu cometiste el peor pecado, matar, pero<br />
yo te condeno Sayona. Desde entonces se cuenta en el pueblo que a<br />
los hombres mujeriegos se les aparece una hermosa mujer, quien les<br />
pide que le enciendan un cigarro. pero no lo hagan porque al hacerlo<br />
verán su espectral rostro, el rostro de la propia muerte y si no mueren<br />
<strong>del</strong> susto al ver esta horrenda cara, ella los acosará tomando diversas<br />
formas hasta producirles un infarto, hacer que se caigan por un barranco<br />
o cualquier otra horrenda muerte.<br />
La Sayona tiene la particularidad de “desdoblarse”, esto quiere<br />
decir que puede presentarse como un perro, un lobo o como la mujer<br />
antes descrita.<br />
Así que si eres uno de esos hombres, que disfrutas pensando que<br />
puedes tener varias mujeres, no te descuides, porque puede que un día<br />
de estos La Sayona decida hacerte una visita.<br />
La tradición oral latinoamericana, desde su pasado milenario,<br />
tuvo innumerables personajes que, aun sin saber leer ni escribir,<br />
transmitieron las fábulas de generación en generación y de boca en boca<br />
(Figura <strong>13</strong>.19). Algunas fábulas de la tradición oral son prodigios de<br />
la imaginación popular, imaginación que no siempre es una aberración<br />
de la lógica, sino un modo de expresar las sensaciones y emociones <strong>del</strong><br />
alma por medio de imágenes, emblemas y símbolos. En tanto otras,<br />
de enorme poder sugestivo y expresión lacónica, hunden sus raíces<br />
en las culturas ancestrales y son piezas claves <strong>del</strong> folklore, pues son<br />
muestras vivas de la fi<strong>del</strong>idad con que la memoria colectiva conserva<br />
el ingenio y la sabiduría.<br />
En la actualidad, las fábulas de la tradición oral, que representan la<br />
lucha <strong>del</strong> débil contra el fuerte o la simple realización de una travesura,<br />
no sólo pasan a enriquecer el acervo cultural de un continente tan<br />
complejo como el latino<strong>americano</strong>, sino que son joyas literarias. Estas<br />
534<br />
Clemente Heimerdinger A, Briceño-Iragorry L.
<strong>Mitos</strong> y <strong>leyendas</strong> <strong>del</strong> <strong>Barroco</strong> <strong>americano</strong><br />
Figura <strong>13</strong>.19. Dos formas de mantener la tradición oral, cantando o recitando.<br />
joyas literarias dignas de ser incluidas en antologías de literatura infantil,<br />
por cuanto la fábula es una de las formas primeras y predilectas de los<br />
niños, y los fabulistas son los magos de la palabra oral y escrita. Los<br />
niños latino<strong>americano</strong>s, como todos los niños <strong>del</strong> mundo, nacen y crecen<br />
en un ámbito en el cual se transmiten cuentos de espanto y aparecidos.<br />
Estos cuentos de espanto y aparecidos, son capaces de superar a<br />
los cuentos crueles de los hermanos Grim. y Charles Perrault. En las<br />
culturas ancestrales latinoamericanas, desde antes de la era cristiana, se<br />
cree que el alma es algo intangible y que puede seguir vivo, en forma<br />
de fantasma o espíritu, tras el deceso <strong>del</strong> cuerpo. Una vez muerta la<br />
persona, su alma se torna en un astro luminoso que se va al cielo o<br />
que, una vez condenada a vagar como alma en pena, vuelve al reino<br />
de los vivos para vengar ofensas, cobrar a los deudores, castigar a los<br />
infieles y espantar a los más incautos. Estos personajes de doble vida,<br />
López JE, et al 535
Colección Razetti. Volumen VIII.<br />
amparados por la oscuridad, aparecen en pozos, parajes solitarios y<br />
casas abandonadas, y su presencia es casi siempre anunciada por el<br />
aleteo de una mariposa nocturna, el trueno <strong>del</strong> relámpago, el crujido<br />
de las maderas, el crepitar <strong>del</strong> fuego y el soplo <strong>del</strong> viento.<br />
La mítica defensa <strong>del</strong> Sertón brasileño, en el calcinante noreste<br />
<strong>del</strong> inmenso país, aparece como otra alegoría de la resistencia al<br />
invasor. Euclides da Cunha ha descrito a esa extraña raza de hombres<br />
y mujeres armados sólo con su estoicismo y determinados por una<br />
inquebrantable fe, que pusieron en jaque a los mejores guerreros de la<br />
entonces incipiente República <strong>del</strong> Brasil (14).<br />
Intensa, excesiva, pintoresca: será Latinoamérica la que desplegará<br />
en su esencia esa identidad barroca, otorgándole especificidad a todo el<br />
territorio. Si bien el barroco define una época cultural, late en plenitud<br />
en el joven continente. El carácter intenso y expresivo de la estética<br />
barroca atraviesa la comprensión de la identidad latinoamericana<br />
(15). Como afirma Sonia Montecino, el barroco alumbra el alma y<br />
no la mente, como la Ilustración, que no ha logrado penetrar en el<br />
corazón de la América mestiza. Las grandes ciudades, en las que<br />
conviven heterogéneas muchedumbres humanas, individuos solitarios y<br />
fragmentados, con una estética alimentada por la prosa callejera, fruto de<br />
elementos racionalistas y de desarraigos, frustraciones, resentimientos<br />
e historias de gentes anodinas, espacios simultáneos, lugares y nolugares,<br />
son absolutamente excesivas e intensas, por lo tanto, barrocas.<br />
XI. Tierra de contrastes: geográficos, culturales, sociales. América<br />
Latina es una de las regiones más desiguales <strong>del</strong> planeta: el 10 % más<br />
rico tiene 84 veces más que el 10 % más pobre. En las grandes urbes,<br />
una inmensa cantidad de urbanizaciones lujosas lindan con el pobrerío<br />
excluido y marginal. Allí, la ostentosa modernidad y las nuevas<br />
tecnologías conviven con los harapos <strong>del</strong> gentío desclasado que habita<br />
las calles y sobrevive de limosna. Argentina nuclea en su capital y<br />
cinturón suburbano a alrededor <strong>del</strong> 30 % de su población. En Brasil,<br />
el impacto colosal de la selva virgen contrasta con las formaciones<br />
urbanas. Un San Pablo industrioso y productivo marca el contraste<br />
con el frenesí carioca y la pasión exaltada de su carnaval y su gente,<br />
536<br />
Clemente Heimerdinger A, Briceño-Iragorry L.
<strong>Mitos</strong> y <strong>leyendas</strong> <strong>del</strong> <strong>Barroco</strong> <strong>americano</strong><br />
un Río de Janeiro que deslumbra con su potente belleza, su inigualable<br />
fama de ciudad maravillosa y su patética pobreza. Río de Janeiro es<br />
un inmenso manual de contrastes (16), un magnífico exponente de la<br />
intensidad y la desmesura barrocas. (Figuras <strong>13</strong>.20, <strong>13</strong>.21)<br />
Figura <strong>13</strong>.20. Carnaval Brasilero. Expresión <strong>del</strong> <strong>Barroco</strong>.<br />
Figura <strong>13</strong>.21. Carnaval Brasilero. Garotas de Ipanema.<br />
López JE, et al 537
Colección Razetti. Volumen VIII.<br />
El <strong>Barroco</strong> europeo se encontró en América con formas indígenas<br />
que también eran, sin saberlo, barrocas y de esa fusión emergió un estilo<br />
híbrido, un barroco multiplicado, un ultra barroco. Esta concepción<br />
no solo se va a reflejar en la arquitectura, la pintura, la literatura, en la<br />
música, sino también en los grandes espectáculos.<br />
XI. La Procesión <strong>del</strong> Nazareno de San Pablo, de la Basílica Santa<br />
Teresa de Caracas, el Miércoles Santo.<br />
Por Real Cédula <strong>del</strong> <strong>13</strong> de noviembre de 1516, se dio inicio a<br />
la provisión de imágenes provenientes de España para esta zona <strong>del</strong><br />
Nuevo Mundo. Se sabe con certeza que en 1654 llegó la imagen de<br />
La Virgen de la Soledad de San Francisco. Sin embargo, no existe una<br />
referencia cronológica exacta sobre la entronización <strong>del</strong> Nazareno en<br />
nuestras tierras. Pero se calcula que su origen podría ser posterior a<br />
1656 (Figura <strong>13</strong>.22). Respecto <strong>del</strong> origen <strong>del</strong> autor fue el escultor artista<br />
sevillano Juan Martínez Montañes, cuenta la leyenda que el escultor<br />
<strong>del</strong> Nazareno lo hizo con tanta exactitud que Dios se le apareció en<br />
sueños y le preguntó: ¿Dónde me has visto que me hiciste tan perfecto?<br />
Asimismo, se dice que la imagen sagrada es tan perfecta que cada día<br />
reduce algunos centímetros su tamaño, apreciándose en cada temporada<br />
su cuerpo más encorvado. La santa imagen permaneció por muchos<br />
años custodiada dentro de los muros de la Iglesia de San Pablo. El<br />
Ermitaño, donde se le rendía culto y veneración. En 1876, el entonces<br />
Presidente de Venezuela General Antonio Guzmán Blanco mandó a<br />
demoler la Iglesia de San Pablo el Ermitaño para construir el Teatro<br />
Guzmán Blanco, actual Teatro Municipal.<br />
Posteriormente ordenó la construcción de una iglesia que llevaría<br />
el nombre de Santa Ana y Santa Teresa, en honor de su esposa Ana<br />
Teresa Ibarra de Guzmán. La obra se inauguró en 1876, pero no fue<br />
sino hasta el 27 de abril de 1880 cuando se trasladó la imagen <strong>del</strong><br />
Nazareno de San Pablo (17).<br />
Andrés Eloy Blanco escribió un hermoso poema “El Limonero<br />
<strong>del</strong> Señor!”<br />
538<br />
Clemente Heimerdinger A, Briceño-Iragorry L.
Figura <strong>13</strong>.22. El Nazareno de San Pablo.<br />
<strong>Mitos</strong> y <strong>leyendas</strong> <strong>del</strong> <strong>Barroco</strong> <strong>americano</strong><br />
XII.- La Procesión <strong>del</strong> Nazareno de Achaguas.<br />
Está íntimamente ligado a la figura de José Antonio Páez, quién<br />
mando a esculpir la imagen para el pueblo, en pago de una promesa<br />
que le hiciera si triunfaba en Carabobo. El 10 de marzo de 1821, Páez<br />
sale de Achaguas con 2 500 hombres, más 2 000 caballos de reserva y<br />
4 000 novillos, en una de las marchas más extraordinarias, hasta llegar<br />
a San Carlos, donde se concentró el ejército Libertador, para librar la<br />
gloriosa y definitiva Batalla de Carabobo. Antes de iniciar el viaje <strong>del</strong><br />
Ejército Patriota de Apure hacia Carabobo, Páez católico de profundas<br />
convicciones oró en la Iglesia de Achaguas, prometiendo regalar la<br />
imagen <strong>del</strong> Nazareno si regresaba triunfante de esta Batalla. En el año<br />
1833, el General Páez cumple su promesa y encarga al tallista español<br />
Merced Rada, dicha imagen y para el año 1835, la Iglesia de Achaguas<br />
ya tiene su Nazareno (Figura <strong>13</strong>.23). El Nazareno de Achaguas, es<br />
una bellísima talla en madera que encarna toda la ternura de Dios....<br />
la imagen tiene 1.80 metros de altura y en su base de madera se lee en<br />
relieve la inscripción “José Antonio Páez” (18).<br />
López JE, et al 539
Colección Razetti. Volumen VIII.<br />
Figura <strong>13</strong>.23. El Nazareno de Achaguas.<br />
XIII. Los Diablos Danzantes de Corpus Christi de Venezuela<br />
son unas de las expresiones <strong>del</strong> patrimonio oral venezolano que por<br />
su riqueza, significación y tradición refleja fielmente la identidad y<br />
diversidad cultural de nuestro país, allí se expresa la influencia indígena,<br />
europea y africana. Gracias a la memoria colectiva de sus miembros<br />
y al conocimiento asociado a esta manifestación cultural, transmitida<br />
en forma oral de generación en generación, esta tradición se mantiene<br />
y revitaliza hasta la actualidad (Figura 24) .<br />
Los Diablos Danzantes de Corpus Christi, Venezuela, constituyen<br />
uno de las fiestas rituales más arraigadas, expresión <strong>del</strong> mestizaje cultural,<br />
vale decir, la diversidad cultural que caracteriza la conformación <strong>del</strong><br />
pueblo venezolano y que perdura hasta nuestros días (19).<br />
XIV. El Baile de San Juan el 24 de junio<br />
La Iglesia católica establece el 24 de junio como día de San Juan<br />
Bautista, apóstol de Jesucristo y a quien se le atribuyen poderes curativos<br />
540<br />
Clemente Heimerdinger A, Briceño-Iragorry L.
Figura <strong>13</strong>.24. Diablos danzantes de Corpus Cristi.<br />
<strong>Mitos</strong> y <strong>leyendas</strong> <strong>del</strong> <strong>Barroco</strong> <strong>americano</strong><br />
y el mejoramiento <strong>del</strong> clima, prosperidad en las cosechas y la concesión<br />
de favores amorosos. Esta fiesta, que comienza en la víspera <strong>del</strong> 24<br />
y se extiende hasta el día 25 de junio, siempre ha estado asociada a<br />
prácticas de purificación con agua y fuego, adivinación, ritos eróticos<br />
y procesiones para limpiar de pecados a sus participantes.<br />
En Curiepe, Miranda, se realiza la celebración más conocida.<br />
La misma se inicia en la tarde <strong>del</strong> 23 “abriendo boca”, es decir, con el<br />
calentamiento de los tamboreros para el día siguiente. En la noche, estos<br />
se dirigen a una casa cercana donde la imagen <strong>del</strong> santo es venerada<br />
en lo que se conoce como “Primer velorio”. Los tambores también<br />
suenan en la calle, donde los habitantes <strong>del</strong> pueblo bailan hasta el<br />
amanecer. El sonido de los cueros sólo se detiene la mañana <strong>del</strong> 24,<br />
cuando se celebra la misa en honor a San Juan a la que las personas<br />
asisten tradicionalmente vestidas de rojo. Luego de ésta, se reanuda la<br />
parranda (sangueo). Los devotos bañan con agua bendita y aguardiente<br />
la imagen que es sacada y llevada en procesión durante todo el día. En<br />
la noche se realiza en otra casa el “Segundo velorio (20).<br />
López JE, et al 541
Colección Razetti. Volumen VIII.<br />
Cada comunidad realiza los bailes y sones de manera peculiar. Hay<br />
algunas diferencias en lo relativo a la salida <strong>del</strong> santo y los instrumentos<br />
empleados, pero en general, la esencia es la misma (Figura <strong>13</strong>.25).<br />
Figura <strong>13</strong>.25. Baile de San Juan, Curiepe, 24 de Junio.<br />
XV. La Parranda de San Pedro, de Guatire y Guarenas el 28 y<br />
el 29 de Junio.<br />
En la mañana de cada 29 de junio, con la celebración de una misa<br />
dedicada a San Pedro Apóstol, se inicia una de las manifestaciones<br />
folklóricas más genuinas e importantes de la nación y orgullo <strong>del</strong><br />
Estado Miranda: La Parranda de San Pedro. Esta tradición, que tuvo<br />
como escenario de origen las diferentes haciendas de caña, data desde<br />
la época de la colonia siendo sus principales protagonistas, los negros<br />
esclavos, venidos <strong>del</strong> África para trabajar en la producción de la caña<br />
de azúcar y sus derivados.<br />
Cuenta la historia, que una negra llamada María Ignacia, esclava<br />
en una de esas antiguas haciendas en lo que hoy en día es Guarenas<br />
y Guatire y quien contaba de buena confianza con los patronos, se le<br />
542<br />
Clemente Heimerdinger A, Briceño-Iragorry L.
<strong>Mitos</strong> y <strong>leyendas</strong> <strong>del</strong> <strong>Barroco</strong> <strong>americano</strong><br />
enferma gravemente su hija Rosa Ignacia. Agotados los recursos para<br />
sanarla a través de la ayuda de brujos y curanderos de la zona, pidió a<br />
San Pedro en medio de una gran desesperación, que sanara a su hija, y<br />
ella a cambio le cantaría y bailaría por las diferentes calles como pago<br />
de promesa. El milagro se cumplió y María Ignacia, tal como lo había<br />
prometido, comenzó a cantar y a bailar todos los 29 de junio como<br />
testimonio de agradecimiento por el milagro concedido.<br />
Al ritmo <strong>del</strong> cuatro y las maracas, improvisando estrofas de<br />
protesta contra el maltrato recibido por sus patronos y colocándose en<br />
los pies, un pedazo de cuero más grande que las alpargatas, para dar<br />
sonoridad y de alguna manera manifestar el repudio de la esclavitud,<br />
pisoteando a su patrono con estos pedazos de cuero llamados cotizas,<br />
dando así inicio a la Parranda de San Pedro. A raíz de la muerte de la<br />
principal protagonista de esta historia, María Ignacia, la Parranda queda<br />
integrada únicamente por hombres (Figura <strong>13</strong>.26) y es por ello, que<br />
vemos en la parranda, a un hombre vestido de mujer con una falda muy<br />
larga de colores, con el abdomen abultado simulando un embarazada,<br />
representando a María Ignacia, quien a su vez carga entre sus brazos<br />
una muñeca de trapo sustituyendo a la niña sanada, Rosa Ignacia (21).<br />
Si San Pedro se muriera,<br />
todo el mundo lo llorara…<br />
por lo menos las mujeres y<br />
los cabellos se arrancaran (bis)<br />
Con la cotiza,<br />
dale al terrón:<br />
vuélvelo polvo<br />
sin compasión.<br />
Dale pisón, dale pisón<br />
San Pedro, como era calvo,<br />
le picaban los mosquitos,<br />
y su madre le decía:<br />
“ponte el gorro, Peruchito”.<br />
Por la calle de mi barrio (bis)<br />
corre el agua y no se empoza,<br />
López JE, et al 543
Colección Razetti. Volumen VIII.<br />
544<br />
por eso es que le llaman calle<br />
la de las Hermosas.<br />
2. El San Pedro de mi tierra y la flor de resedá.<br />
es un Santo milagroso;<br />
juega chapa con los negros<br />
y descubre a los tramposos.<br />
5. Si San Pedro se me muere<br />
(Muérete negro)<br />
lo vuelvo a resucitá<br />
(ya se murío)<br />
(bis) con la flor de clavellina<br />
(ya lo enterraron)<br />
(¡gracia a Dio!)<br />
(Ramón y Rivera.1980. p.106)<br />
Figura <strong>13</strong>.26. Parranderos de San Pedro con su levita y pumpá.<br />
Clemente Heimerdinger A, Briceño-Iragorry L.
<strong>Mitos</strong> y <strong>leyendas</strong> <strong>del</strong> <strong>Barroco</strong> <strong>americano</strong><br />
XVI. Tradiciones de Venezuela. En los estados andinos (Táchira,<br />
Mérida y Trujillo), entre el 24 de diciembre y el 2 de febrero se realiza la<br />
Paradura <strong>del</strong> Niño (22), hermosa fiesta que se celebra en las casas donde<br />
la devoción de sus habitantes se expresa en complejos y elaborados<br />
pesebres y que consiste en pasear al Niño Jesús en un pañuelo de seda,<br />
con cantos y procesiones.<br />
El día de la celebración, músicos, cantantes, rezanderos y padrinos<br />
entonan coplas pidiendo al Niño Dios que bendiga las casas y los campos.<br />
Cuando termina el paseo, el Niño es regresado y vuelto a colocar en el<br />
Pesebre, pero de pie. En algunas poblaciones, una persona simula robar<br />
la imagen, que permanece escondida por tres días, entonces se negocia<br />
con gran ceremonia su devolución por parte de un cortejo integrado por<br />
niños ataviados como la Virgen, San José, los Reyes Magos, pastores,<br />
ángeles, a quienes se suman las autoridades de la localidad. Esta<br />
celebración se llama Robo y búsqueda <strong>del</strong> Niño. Todas las acciones<br />
se acompañan con aguinaldos, romances, décimas y coplas.<br />
La idea popular de representar la vida <strong>del</strong> infante Jesús sigue con<br />
el Robo, Búsqueda y Paradura <strong>del</strong> Niño, desde el primero de enero<br />
hasta el 2 de febrero. Con lo primero se recuerda al niño perdido y<br />
luego hallado por su angustiada madre platicando en el templo con los<br />
doctores de la ley. Este hecho es escenificado mediante la idea de hacer<br />
desaparecer o robarse de un pesebre la imagen <strong>del</strong> Niño, irla buscando<br />
por el pueblo hasta llegar a la casa donde se sabe está. Es un acto de<br />
calle, semejante, en esencia, a la búsqueda de posada por parte de San<br />
José para el nacimiento de su hijo (Figura <strong>13</strong>.27). El hallazgo <strong>del</strong><br />
Niño genera toda una fiesta de la que no están excluidas la diversión<br />
generalizada y el consumo de bebidas espirituosas.<br />
XVII. El carretón fantasma<br />
En la soleada ciudad de puerto cabello, los ancianos cuentan, a<br />
veces, una leyenda fantasmal, con la cual muchos todavía amenazan a<br />
los niños desobedientes. Se trata <strong>del</strong> carretón fantasma, una aparición<br />
que en la época colonial, durante las noches más oscuras, recorría las<br />
principales calles de la ciudad y luego se alejaba hacia el fortín.<br />
López JE, et al 545
Colección Razetti. Volumen VIII.<br />
Figura <strong>13</strong>.27. Participantes de la Paradura <strong>del</strong> Niño.<br />
El carretón fantasma era una especie de carreta grande o carruaje<br />
en llamas, tirado por cuatro briosos caballos que relinchan y corcovean<br />
aterradoramente. Se decía que el cochero de aquel carretón era el mismo<br />
Lucifer, y los pasajeros, las almas condenadas al fuego eterno (23). El<br />
carretón era el vehículo <strong>del</strong> infierno donde el diablo se llevaba a los<br />
que vivían en el pecado y la maldad. También se creía que la visión<br />
de ese carruaje anunciaba muertes y catástrofes. por eso al anochecer,<br />
las personas se iban temprano a sus casas y si escuchaban rechinar<br />
la ruedas o los relinchos de los caballos cerraban bien las puertas y<br />
ventanas para aquel fuego fantasmal no los afectara para librarse <strong>del</strong><br />
carretón fantasma y alejarlo es necesario persignarse y rezar un credo.<br />
origen: desde la época colonial provocado por tantas muertes que la<br />
peste negra dejó.<br />
546<br />
Clemente Heimerdinger A, Briceño-Iragorry L.
Figura <strong>13</strong>.28. El Carretón Fantasma.<br />
<strong>Mitos</strong> y <strong>leyendas</strong> <strong>del</strong> <strong>Barroco</strong> <strong>americano</strong><br />
XVII. La muerte latinoamericana es barroca, intensísima: los<br />
fantasmas que hablan, los muertos que confiesan sus desdichas. En la obra<br />
de Juan Rulfo (24,25), los personajes están muertos, llenos de angustia,<br />
de perdición. «Estamos mucho tiempo enterrados», es la desolación,<br />
la melancolía. La obra de Juan Rulfo está considerada como uno de<br />
los exponentes más significativos e influyentes <strong>del</strong> llamado “realismo<br />
mágico”. Para cumplir una petición de su madre, la Señora Dolores<br />
Preciado en su lecho de muerte, de viajar a Comala para conocer a su<br />
padre Pedro Páramo, ”no vayas a pedirle nada, exígele lo nuestro, lo<br />
que estaba obligado a darme y nunca me dio, reclámele el olvido en<br />
que nos tuvo, mi hijo cóbraselo caro”. Juan Preciado decide viajar a<br />
Comala<br />
Conversa durante varios días con muchas personas, algunos dicen<br />
que era un gran hombre otros le dicen que era de carácter violento y<br />
López JE, et al 547
Colección Razetti. Volumen VIII.<br />
había tenido muchos enfrentamientos con saldos de heridos graves, e<br />
incluso muertes. Juan Preciado comprobará que todas las personas<br />
con las que ha hablado están muertas, y son por lo tanto fantasmas<br />
o almas en pena; sin embargo, esta comprobación, así como sus<br />
consecuencias, se presentan con la claridad y la cotidianeidad propia<br />
<strong>del</strong> relato realista. Otro de los aspectos que contribuye a aumentar la<br />
fama de Pedro Páramo es el estilo <strong>del</strong> autor, sensorial y metafórico,<br />
plagado de imágenes poéticas.<br />
Juan Preciado se ve atrapado en un mundo sin vida, incluso él muere<br />
allí, aterrorizado, y su voz se debilita para dar paso a los susurros de los<br />
muertos que relatan los hechos que sucedieron en Comala en tiempo<br />
de Pedro Páramo, como el reino de la muerte. Las voces “silenciosas”<br />
de los protagonistas nacen en torno de ese medio fantasmal y van<br />
encadenando la historia. La historia de lo ocurrido sobrepasa cualquier<br />
previsión <strong>del</strong> lector. Pedro Páramo se irá convirtiendo en el cacique<br />
violento y codicioso que llega a poseerlo todo empleando cualquier<br />
método con ese fin, pero como contrapartida tiene un amor sin límites<br />
por Susana San Juan, a quien conoce desde su infancia. Él, que lo ha<br />
conseguido todo, no podrá lograr el amor de Susana. La desesperación<br />
en que lo sume la muerte de Susana y la afrenta inconsciente <strong>del</strong> pueblo<br />
de festejar en la feria suponen la ruina de Comala. Así, cuando llega<br />
Juan Preciado, se encuentra con un pueblo desértico, como el reino<br />
de la muerte.<br />
La novela de Rulfo (Figura <strong>13</strong>.29) ha sido considerada como una<br />
de las cumbres de la literatura en lengua castellana por Carlos Fuentes,<br />
Gabriel García Márquez y Jorge Luis Borges. Autores de otros idiomas,<br />
como Günter Grass, Susan Sontag y Gao Xingjian se cuentan también<br />
entre sus grandes admiradores (Figura <strong>13</strong>.30).<br />
En ellos, todo es sueño, almas en pena, murmullos, aridez. Su<br />
mundo es esquizofrénico, lleno de voces, <strong>leyendas</strong>, ecos de ánimas que<br />
vagan en el purgatorio <strong>americano</strong>, soledad agobiante e inmensa. El<br />
latino<strong>americano</strong> conversa con sus muertos, le prende velas, los mantiene<br />
como animitas, a las que les solicita favores ante la desgracia.<br />
548<br />
Clemente Heimerdinger A, Briceño-Iragorry L.
<strong>Mitos</strong> y <strong>leyendas</strong> <strong>del</strong> <strong>Barroco</strong> <strong>americano</strong><br />
Figura <strong>13</strong>.29. Libro de Juan Rulfo: Pedro Páramo. Editorial Cátedra, Letras<br />
Hispánicas 17ª Edición, Madrid, 2003.<br />
XVIII. En pleno Caribe, entre espléndidas palmeras y playas<br />
de aguas cálidas late el país más pobre de América y uno de los más<br />
mágicos <strong>del</strong> mundo: Haití es el territorio de los zombies, el vudú y la<br />
magia, la primera república negra <strong>del</strong> Nuevo Mundo que arrebató su<br />
libertad a los colonos franceses a golpe de machete y cuchillo. El paisaje<br />
tropical se fusiona con el ritmo frenético de los tambores y las danzas<br />
convulsivas. Cantos y letanías suenan a tierras de África, y la muerte se<br />
descubre en una imprecisa mezcla de sangre, estética y violencia, donde<br />
algunas de sus divinidades —como el Barón Samedhí— son invocadas<br />
cotidianamente para sostener el fascinante culto que ha hecho de Haití<br />
un país en el que la muerte no tiene final (Figuras <strong>13</strong>.30, <strong>13</strong>.31): el país<br />
de los zombies, el de los muertos vivientes (26).<br />
López JE, et al 549
Colección Razetti. Volumen VIII.<br />
Figura <strong>13</strong>.30. Zombies.<br />
Figura <strong>13</strong>.31. Zombies.<br />
XIX. La soledad es también barroca: CIEN AÑOS DE SOLEDAD.<br />
García Márquez (27,28).<br />
A lo largo de la novela, todos sus personajes parecen que están<br />
predestinados a padecer de la soledad, como una característica innata<br />
de la familia Buendía. El pueblo mismo vive aislado de la modernidad.<br />
550<br />
Clemente Heimerdinger A, Briceño-Iragorry L.
<strong>Mitos</strong> y <strong>leyendas</strong> <strong>del</strong> <strong>Barroco</strong> <strong>americano</strong><br />
Es una de las obras más traducidas y leídas en español. Fue<br />
catalogada como la segunda obra más importante de la lengua castellana<br />
después de Don Quijote de la Mancha, durante el IV Congreso Internacional<br />
de la Lengua Española celebrado en Cartagena, Colombia, en marzo de 2007.<br />
A lo largo de la novela, todos sus personajes parecen que están<br />
predestinados a padecer de la soledad, como una característica innata<br />
de la familia Buendía. El pueblo mismo vive aislado de la modernidad.<br />
Principalmente se hace evidente la soledad en el coronel Aureliano<br />
Buendía, ya que su inhabilidad para expresar el amor hace que se marche<br />
a la guerra dejando hijos por diversos lugares de madres diferentes; en<br />
alguna ocasión solicitó trazar un círculo de tres metros a su alrededor<br />
para evitar que se le acercaran, y después de firmar la paz, se dispara<br />
en el pecho para no tener que afrontar su futuro, con tan mala fortuna<br />
que no logra su propósito y pasa su vejez en el laboratorio de alquimia<br />
elaborando pescaditos de oro que deshace y rehace en un pacto honrado<br />
con la soledad.<br />
Otros personajes como el fundador de Macondo, José Arcadio<br />
Buendía (quien muere solo, atado a un árbol), Úrsula (quien vive la<br />
soledad en la ceguera de su vejez), José Arcadio (hijo <strong>del</strong> fundador)<br />
y Rebeca (quienes se marchan a habitar solos en otra casa por haber<br />
“deshonrado” a la familia), Amaranta (quien permanece y muere soltera<br />
y virgen), Gerineldo Márquez (quien espera una pensión que nunca<br />
llega y el amor de Amaranta), Pietro Crespi (quien se suicida ante el<br />
rechazo de Amaranta. José Arcadio Segundo (quien desde que vio un<br />
fusilamiento nunca tuvo relación con nadie y pasó sus últimos años<br />
encerrado en el cuarto de Melquíades), Fernanda <strong>del</strong> Carpio (quien fue<br />
criada para ser reina y la primera vez que sale de su casa es a los 12 años<br />
de edad). Remedios ‘Meme’ Buendía (la cual decide exiliarse luego<br />
de que hayan lisiado de por vida a Mauricio Babilonia y se condena<br />
al eterno silencio), y Aureliano Babilonia (quien pasa encerrado en<br />
el cuarto de Melquíades; e incluso hubo un momento en que habitó<br />
completamente solo en la casa de los Buendía, después <strong>del</strong> asesinato<br />
<strong>del</strong> último José Arcadio y la llegada de Amaranta Úrsula) entre otros,<br />
sufren las consecuencias de su soledad y abandono.<br />
López JE, et al 551
Colección Razetti. Volumen VIII.<br />
1. La soledad<br />
En conclusión se puede decir que la soledad está presente en<br />
todas las generaciones. El suicidio, el amor, el desamor, la traición, la<br />
libertad, el rencor, la pasión, el acercamiento hacia lo indebido, entre<br />
otros, son temas secundarios que a lo largo hacen que Cien años de<br />
soledad sea una novela que cambia la perspectiva de muchos y nos da<br />
a entender que en este mundo vivimos y morimos solos.<br />
2. La realidad y la ficción<br />
La narración presenta eventos fantásticos dentro de la<br />
cotidianeidad, situación que para los personajes no es anormal; asimismo,<br />
se hace frecuente la exageración <strong>del</strong> entorno. También se presentan<br />
hechos históricos de Colombia como las guerras civiles entre partidos<br />
políticos y la matanza de las bananeras dentro <strong>del</strong> mito de Macondo.<br />
Eventos como la elevación de Remedios, la profecía en los<br />
pergaminos de Melquíades, la levitación <strong>del</strong> padre Nicanor, la<br />
reaparición de personajes muertos y los inventos extraordinarios que<br />
traen los gitanos como el imán, la lupa, el hielo, etc., rompen con el<br />
contexto de la realidad presente dentro de la obra e invitan al lector<br />
a entrar en un mundo en el cual las situaciones más inverosímiles<br />
también son posibles. Esto encuadra a la obra dentro <strong>del</strong> movimiento<br />
llamado Realismo mágico, una característica importante en la Literatura<br />
Hispanoamericana Contemporánea.<br />
3. El incesto<br />
Las relaciones entre parientes se marcan dentro <strong>del</strong> mito <strong>del</strong><br />
nacimiento de un hijo con cola de cerdo; a pesar de ello, estas son<br />
presentes entre diversos miembros de la familia y diversas generaciones<br />
a lo largo <strong>del</strong> relato. La historia comienza con la relación entre dos<br />
primos: José Arcadio Buendía y Úrsula, quienes crecieron juntos en la<br />
antigua ranchería, y tienen referencia de unos tíos suyos que tuvieron<br />
un hijo con cola de cerdo.<br />
Latinoamérica es el Continente de ciudades encantadas que<br />
desaparecen de la faz <strong>del</strong> mundo, ocultas entre la niebla y sólo visibles<br />
ciertos días <strong>del</strong> año. Territorio florecido por relatos y personajes míticos<br />
que habitan cuevas, grutas, paisajes desolados y escondidos. A cada<br />
552<br />
Clemente Heimerdinger A, Briceño-Iragorry L.
<strong>Mitos</strong> y <strong>leyendas</strong> <strong>del</strong> <strong>Barroco</strong> <strong>americano</strong><br />
paso se encuentran en él cerros, socavones, minas, cavernas, lagos,<br />
ríos, lagunas, plantas y animales asociados con <strong>leyendas</strong>. Mundos<br />
subterráneos habitados por seres deformes, espectrales; pueblos<br />
misteriosos o inaccesibles, luces en medio de los desiertos, personajes<br />
satánicos que siembran el pánico entre los crédulos; todo esto proviene<br />
de la rica tradición oral, así como también ciertos mitos sobre la creación<br />
<strong>del</strong> universo y el hombre.<br />
Junto a la imagen <strong>del</strong> continente construido por la modernidad,<br />
habita ese otro que se conserva en su pureza original, «alteridad que<br />
resiste desde dentro al proyecto mismo de universalización», ya que<br />
«es un hecho cultural insoslayable que las mayorías de América Latina<br />
se están apropiando de la modernidad sin dejar su cultura oral”, esto<br />
es, no de la mano <strong>del</strong> libro sino desde los géneros y las narrativas de<br />
la industria y la experiencia audiovisual» (29).<br />
Esta mezcla de modernidad y tradición, como toda simbiosis,<br />
engendra un barroquismo. «El barroquismo <strong>americano</strong> —decía<br />
Carpentier— se acrece con la criollidad (30). Él fue el primer escritor<br />
latino<strong>americano</strong> que afirmó que Hispanoamérica era el barroco<br />
<strong>americano</strong> abriendo una vía literaria imaginativa y fantástica pero basado<br />
en la realidad americana, su historia y mitos (31). Con la conciencia<br />
que cobra el hombre <strong>americano</strong>, sea hijo de blanco venido de Europa,<br />
sea hijo de negro africano, sea hijo de indio nacido en el continente: la<br />
conciencia de ser otra cosa, de ser una cosa nueva, de ser una simbiosis,<br />
de ser un criollo, y el espíritu criollo de por sí, es un espíritu barroco».<br />
Algunas fábulas de la tradición oral son prodigios de la imaginación<br />
popular, imaginación que no siempre es una aberración de la lógica,<br />
sino un modo de expresar las sensaciones y emociones <strong>del</strong> alma por<br />
medio de imágenes, emblemas y símbolos. En tanto otras, de enorme<br />
poder sugestivo y expresión lacónica, hunden sus raíces en las culturas<br />
ancestrales y son piezas claves <strong>del</strong> folklore, pues son muestras vivas<br />
de la fi<strong>del</strong>idad con que la memoria colectiva conserva el ingenio y la<br />
sabiduría populares.<br />
Estas joyas literarias dignas de ser incluidas en antologías de<br />
literatura infantil, por cuanto la fábula es una de las formas primeras<br />
López JE, et al 553
Colección Razetti. Volumen VIII.<br />
y predilectas de los niños, y los fabulistas son los magos de la palabra<br />
oral y escrita. Los niños latino<strong>americano</strong>s, como todos los niños <strong>del</strong><br />
mundo, nacen y crecen en un ámbito en el cual se transmiten cuentos<br />
de espanto y aparecidos. Estos cuentos de espanto y aparecidos, son<br />
capaces de superar a los cuentos crueles de los hermanos Grim y<br />
Charles Perrault. En las culturas ancestrales latinoamericanas, desde<br />
antes de la era cristiana, se cree que el alma es algo intangible y que<br />
puede seguir vivo, en forma de fantasma o espíritu, tras el deceso <strong>del</strong><br />
cuerpo. Estos personajes de doble vida, amparados por la oscuridad,<br />
aparecen en pozos, parajes solitarios y casas abandonadas, y su presencia<br />
es casi siempre anunciada por el aleteo de una mariposa nocturna, el<br />
trueno <strong>del</strong> relámpago, el crujido de las maderas, el crepitar <strong>del</strong> fuego<br />
y el soplo <strong>del</strong> viento.<br />
Misturado con los cultos populares nativos, confirío cierta<br />
perdurable dimensión espiritual al territorio: de esta forma, la<br />
religiosidad popular hispanoamericana ha exhibido las varias vertientes<br />
de ese barroquismo esencial de la cultura hispano-indígena (32). (El<br />
continente recargado de mitos y pasiones, en el que el barroco ha sido<br />
la manifestación más vigorosa de la fusión racial, ha tenido también en<br />
el catolicismo una de sus originales formas expresiva. Ese sincretismo<br />
ha erigido a la expresión mariana en un «relato fundante de nuestro<br />
continente, fundación expresada en categorías más cercanas a lo<br />
numinoso que a la racionalidad formal, al mito que a la historia; el<br />
carácter inmortal de la divinidad materna mestiza ha saturado el suelo<br />
de la conquista (33).<br />
La distancia y la desolación son espléndidamente barrocas. El<br />
Amazonas y la Patagonia constituyen un exceso de intensidades. El artista<br />
venezolano Víctor Hugo Irazábal propone en su obra un sincretismo<br />
que plasma la naturaleza selvática <strong>del</strong> Amazonas —«la distancia se<br />
oculta en el vacío”. El Orinoco se hace horizonte inagotable»— como<br />
un todo hecho de colores, sonidos, fauna, flora, indiferenciados en un<br />
caos original (34).<br />
554<br />
Clemente Heimerdinger A, Briceño-Iragorry L.
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Clemente Heimerdinger A, Briceño-Iragorry L.