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María y los malestares del paraíso por Viviana Díaz Balsera

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El personaje más poderoso de la novela es el padre de Efrain. Varios críticos han<br />

apuntado que la casa paterna se representa en este texto como un "<strong>paraíso</strong>" o al menos<br />

como un espacio idílico (Magnarelli, 1981:49; Molloy:36), Un espacio idílico según<br />

Northrop Frye es aquel en que se idealiza la vida simple <strong>del</strong> campo (Frye:43). La<br />

imagineria idilica <strong>por</strong> lo general se vincula al tema de la salvación es decir, el espacio<br />

idilico es un espacio redimido. Así pues, la idílica casa <strong>del</strong> padre de Efraín representa la<br />

mejor cara <strong>del</strong> patriarcado, el espacio más armonioso que éste puede construir. Esa casa<br />

es un lugar privilegiado, estable, lejos de <strong>los</strong> vaivenes de la historia; un lugar en donde<br />

al fin reinan la felicidad y la concordia:<br />

Mi padre, encanecido durante mi ausencia, me dirigía miradas de satisfacción y sonreía con<br />

aquel su modo malicioso y dulce a un mísmo tiempo, que no he visto nunca en otros labios.<br />

Mi madre hablaba poco, <strong>por</strong>que en esos momentos era más feliz que todos <strong>los</strong> que la<br />

rodeaban. Mis hermanas se empeñaban en hacerme probar las colaciones y cremas, y se<br />

sonrojaba aquélla a quíen yo dirigia una palabra lisonjera o una mirada examinadora.<br />

Esta casa es un espacio jerárquico, ritual, ordenado, en que impera sin resistencia, sin<br />

fricciones u oposición, la voluntad todoprestigiosa <strong>del</strong> padre. No es <strong>por</strong> casualidad que<br />

varios de <strong>los</strong> paisajes que la circundan hagan referencia a la hacienda ―El Paraíso‖ en<br />

donde vivió Isaacs en su propia infancia (Moreno:XIV; McGrady:99). Y, sin embargo,<br />

la falta de resistencia, la ausencia de la confrontación no implica el exilio de <strong>los</strong> signos<br />

de la violencia de este espacio cuasiparadisíaco. El poeta Efraín menciona que su padre<br />

había prosperado notablemente mientras él estudiaba en Bogotá, aunque no nos da<br />

<strong>por</strong>menores de sus negocios. Lo que sí sabemos es que hay esclavos, y que obviamente,<br />

la riqueza de la hacienda tiene que ser producto de la mano de obra de éstos. No<br />

obstante, <strong>los</strong> esclavos de la hacienda <strong>del</strong> Paraíso ―bien vestidos y contentos hasta donde<br />

es posible en la servidumbre‖, eran dóciles y amables con el amo, y no resistían. Así, la<br />

esclavitud en la casa <strong>del</strong> padre no se representa como algo negativo en este texto<br />

ejemplar e idealmente patriarcal, <strong>por</strong>que el señor es benévolo con sus objetos humanos:<br />

―Pude notar que mi padre, sin dejar de ser amo, daba un trato cariñoso a sus esclavos‖<br />

Aunque Efraín no nos dice qué significa esto de‖ser amo‖, no es difícil conjeturar que<br />

se trata <strong>del</strong> privilegio de poder utilizar al otro, cuando asi seá necesario, para llevar a<br />

cabo <strong>los</strong> designios de la voluntad propia. La dominación y uso de la otredad aparece<br />

mismo que procura evitar‖(49). Aunque estamos muy de acuerdo con estos asertos, pensamos que el<br />

resultado de este deseo de ganancia es más grave incluso que algo meramente ―irónico‖. El deseo de<br />

ganancia es tan ardiente que se está dispuesto a sacrificar lo que sea necesario con tal de saciarlo,<br />

inclusive la mujer amada.

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