Castilla y León - FECCOOCYL

OPINIÓN
De nosotros
y nosotras depende
Decía Esperanza Lobato en el artículo “Los valores de la clase obrera”
que la caída del Muro de Berlín había dejado a los trabajadores sin referencias
ideológicas, justo cuando el capitalismo se estaba volviendo más
injusto y cruel. Era, por ello necesario reaccionar, recobrando los valores
de la izquierda, que nos habían dado razón de ser.
César Arenas
SIN EMBARGO la caída del
Muro evidenciaba antes que nada el
fracaso de una organización social
que estaba desprestigiando y pervirtiendo
la idea del socialismo. Es cierto
que al desaparecer el contrapeso
geoestratégico que representaba el
poder soviético, se agudizó la línea
dura que encarnaban en los 80,
Ronald Reagan y Margaret Thatcher;
pero fue la propia izquierda, la que,
carente de un modelo creíble, fue
incapaz de defender el sistema de
protección social inherente al estado
de Bienestar, que había asumido
como propio, y que una vez que fue
abandonado por la derecha, estaba
siendo progresivamente desmantelado
por la privatización globalizada.
Esa falta de modelo de sociedad y
el consiguiente retroceso en las posiciones
se trasladó también a los sindicatos,
que reaccionaron a las derrotas
de los años 90, encerrándose en un
papel defensivo e institucional, incapaz
de enfrentarse a los chantajes deslocalizadores
y al progresivo clima de
insolidaridad social.
La historia de CCOO no escapa a
esta tendencia general y en 1996 el
sindicato dio un significativo giro a la
derecha, que acababa con un largo
período de coexistencia de dos líneas
sindicales diferentes, con el desalojo
de los círculos del poder de la izquierda
de la organización. Dicho giro, terminaría
por convertir lo que había
sido un movimiento socio-político,
original y combativo, en un sindicato
clásico con un referente político
social-liberal (en aquel momento el
Partido de la Nueva Izquierda)
Muchos años después, la participación
sindical y la movilización social
La caída del Muro evidenciaba antes que nada el fracaso
de una organización social que estaba desprestigiando
y pervirtiendo la idea del socialismo
de los trabajadores ha tocado suelo,
justo en el momento en el que se vislumbra
una reagudización de la ofensiva
del capital, a la que habrá que
enfrentarse con nuevas ideas y formas
de organización, construyendo en la
movilización una identidad que desplace
a la gestoría subalterna que nos
ha sido adjudicada, construyendo un
proyecto que unifique a los damnificados
por el desorden neoliberal en una
alternativa que ofrecer a la barbarie a
la que nos encaminan . Proyecto que
sea para nosotros como el horizonte,
esa línea imaginaria que se aleja a la
vez que nos acercamos a ella pero que
nos sirve precisamente para eso, como
acicate para caminar.
realidad onírica
Ser o no ser
Maite Ortega
UNA DE LAS mayores dificultades que
tienen los extranjeros que se aventuran a
aprender nuestro idioma consiste en aprender
los usos de los verbos ser y estar, el primer
día el profesor les suele decir: “ser” expresa
permanencia, mientras que “estar” marca
una manera de encontrarse y si les pone un
ejemplo: “soy hombre y estoy soltero” parece
fácil, pero enseguida surgen los problemas,
porque “estar muerto”, por ejemplo, no
suele tener posibilidades de cambio y también
aparecen sutiles cambios de significado:
ser o estar bueno, abierto, fresco o caliente.
Lo que uno no entiende es que estas confusiones
las tengan los responsables de Recursos
Humanos de la Consejería de ¡Educación!,
de nada más y nada menos que de
Castilla y León, la cuna del idioma, allá donde
más cursos de español se dan y donde más
prestigio tiene nuestra lengua.
Todo esto viene a cuento porque en las
prisiones de Castilla y León hay maestros que
dependen de la Consejería de Educación y
enseñan y educan a los presos y resulta que
si un interino renuncia a una de estas plazas
no decae de la lista porque se trata de un
centro penitenciario, esto es, un lugar especial
o de difícil desempeño, de hecho, todos
los funcionarios de prisiones cobran un plus
de peligrosidad por el simple hecho de trabajar
en un centro penitenciario, con lo que la
Administración está reconociendo que se
trata de un lugar especial o con una dificultad
añadida, pero no está considerando esa
dificultad porque a la hora de la verdad los
docentes no cobran ningún tipo de complemento
e impartir docencia allí ni siquiera
tiene ninguna repercusión en el baremo para
los concursos de traslados, por lo que no
queda otra explicación: la Consejería de Educación
confunde ser y estar, porque la prisión
es un centro de difícil desempeño, pero no
está considerado como tal. Y es que no
somos nada.
(Además: CCOO ha exigido en la Comisión
de seguimiento del Acuerdo de 19 de
marzo que a los docentes asignados a los
centros penitenciarios se les considere personal
itinerante y cobren por unos desplazamientos
que están obligados a realizar).
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