Libro 5 - Paul-Timothy

65
Preparación y Movilización – Libro 5
© 2004 Patterson y O´Connor
Los borrachos entran en el templo y se alegran de esa manera también. No es por
el Espíritu sino por la carne, no rendimos culto
a Dios sólo para entretener a la gente. La
adoración divina es para agradar a Dios, no al
hombre.
Es una alegría superficial, provocada por la
carne.
El culto que agrada a Dios es hecho
decentemente y con orden, sin confusión (I
Corintios 14.33-40). Cantemos en armonía
con amor y alegría.
Muchas iglesias han caído porque no discernieron cuál alegría era de la
carne y cuál del espíritu, se descontrolaron alegrándose de manera carnal,
batiendo las manos ruidosamente, gritando todos juntos y cantando sin
inteligencia. Pensaron que esa emoción era el Espíritu de Dios.
Eso es idolatría o sea “ ”. Los profetas de Baal hicieron
culto frenéticamente, gritaron y brincaron, tal culto falso es común entre las
religiones no cristianas.
A creyentes carnales les falta fe sincera, no reciben al Espíritu Santo sólo por fe
como deben hacer (Gálatas 3.1-5,14). Tienen que sentir algo también, pero la
verdadera fe cree aunque no ve (Hebreos 11.1). El creyente débil busca
“experiencias” como señales. Dios prohibe que busquemos señales. (Mateo 12.38-
39).
Si nos falta fe sincera, Dios aborrece el culto que le rendimos. Prefiere la
obediencia y justicia en nuestras vidas:
“Aborrecí, abominé vuestras solemnidades,
y no me complaceré en vuestras asambleas....
Quita de mí la multitud de tus cantares...
la justicia como impetuoso arroyo.”
Amos 5.21..23,24