DRÁCULA BRAM STOKER - Portal Académico del CCH
DRÁCULA BRAM STOKER - Portal Académico del CCH
DRÁCULA BRAM STOKER - Portal Académico del CCH
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
Drácula Bram Stoker<br />
popular. Evidentemente, alguien ha estado contando cuentos chinos. Era el señor Holmwood. Viene a<br />
menudo a vernos, y se lleva muy bien con mamá; tienen muchas cosas comunes de que hablar. Hace<br />
algún tiempo encontramos a un hombre que sería adecuado para ti si no estuvieras ya comprometida con<br />
Jonathan. Es un partido excelente; guapo, rico y de buena familia. Es médico y muy listo. ¡Imagínatelo!<br />
Tiene veintinueve años de edad y es propietario de un inmenso asilo para lunáticos, todo bajo su<br />
dirección. El señor Holmwood me lo presentó y vino aquí a vernos, y ahora nos visita a menudo. Creo<br />
que es uno de los hombres más resueltos que jamás he visto, y sin embargo, el más calmado. Parece<br />
absolutamente imperturbable. Me puedo imaginar el magnífico poder que tiene sobre sus pacientes.<br />
Tiene el curioso hábito de mirarlo a uno directamente a la cara como si tratara de leerle los<br />
pensamientos. Trata de hacer esto muchas veces conmigo, pero yo me jacto de que esta vez se ha<br />
encontrado con una nuez demasiado dura para quebrar. Eso lo sé por mi espejo. ¿Nunca has tratado de<br />
leer tu propia cara? Yo sí, y te puedo decir que no es un mal estudio, y te da más trabajo <strong>del</strong> que puedes<br />
imaginarte si nunca lo has intentado todavía. Él dice que yo le proporciono un curioso caso psicológico, y<br />
yo humildemente creo que así es. Como tú sabes, no me tomo suficiente interés en los vestidos como<br />
para ser capaz de describir las nuevas modas. El tema de los vestidos es aburrido. Eso es otra vez slang,<br />
pero no le hagas caso; Arthur dice eso todos los días. Bien, eso es todo. Mina, nosotras nos hemos dicho<br />
todos nuestros secretos desde que éramos niñas; hemos dormido juntas y hemos comido juntas, hemos<br />
reído y llorado juntas; y ahora, aunque ya haya hablado, me gustaría hablar más. ¡Oh, Mina! ¿No pudiste<br />
adivinar? Lo amo; ¡lo amo! Vaya, eso me hace bien. Desearía estar contigo, querida, sentadas en<br />
confianza al lado <strong>del</strong> fuego, tal como solíamos hacerlo; entonces trataría de decirte lo que siento; no sé<br />
siquiera cómo estoy escribiéndote esto. Tengo miedo de parar, porque pudiera ser que rompiera la carta,<br />
y no quiero parar, porque deseo decírtelo todo. Mándame noticias tuyas inmediatamente, y dime todo lo<br />
que pienses acerca de esto. Mina, debo terminar. Buenas noches.<br />
Bendíceme en tus oraciones, y, Mina, reza por mi felicidad.<br />
LUCY<br />
"P. D. No necesito decirte que es un secreto. Otra vez, buenas noches."<br />
24 de mayo<br />
"Mi queridísima Mina:<br />
Carta de Lucy Westenra a Mina Murray<br />
"Gracias, gracias y gracias otra vez por tu dulce carta. ¡Fue tan agradable poder sentir tu<br />
simpatía!<br />
"Querida mía, nunca llueve sino a cántaros. ¡Cómo son ciertos los antiguos proverbios! Aquí me<br />
tienes, a mí que tendré veinte años en septiembre, y que nunca había tenido una proposición hasta hoy;<br />
no una verdadera, y hoy he tenido hasta tres. ¡Imagínatelo! ¡TRES proposiciones en un día! ¿No es<br />
terrible? Me siento triste, verdadera y profundamente triste, por dos de los tres sujetos. ¡Oh, Mina, estoy<br />
tan contenta que no sé qué hacer conmigo misma! ¡Y tres proposiciones de matrimonio!<br />
Pero, por amor de Dios, no se lo digas a ninguna de las chicas, o comenzarían de inmediato a<br />
tener toda clase de ideas extravagantes y a imaginarse ofendidas, y desairadas, si en su primer día en<br />
casa no recibieran por lo menos seis; ¡algunas chicas son tan vanas! Tú y yo, querida Mina, que estamos<br />
comprometidas y pronto nos vamos a asentar sobriamente como viejas mujeres casadas, podemos<br />
despreciar la vanidad.<br />
Bien, debo hablarte acerca de los tres, pero tú debes mantenerlo en secreto, sin decírselo a<br />
nadie, excepto, por supuesto, a Jonathan. Tú se lo dirás a él, porque yo, si estuviera en tu lugar, se lo<br />
diría seguramente a Arthur. Una mujer debe decirle todo a su marido, ¿no crees, querida?, y yo debo ser<br />
justa. A los hombres les gusta que las mujeres, desde luego sus esposas, sean tan justas como son ellos;<br />
y las mujeres, temo, no son siempre tan justas como debieran serlo. Bien, querida, el número uno llegó<br />
justamente antes <strong>del</strong> almuerzo. Ya te he hablado de él: el doctor John Seward, el hombre <strong>del</strong> asilo para<br />
lunáticos, con un fuerte mentón y una buena frente. Exteriormente se mostró muy frío, pero de todas<br />
maneras estaba nervioso. Evidentemente estuvo educándose a sí mismo respecto a toda clase de<br />
32