Nº 30 - Casa de Cadiar

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Núm. 30 · Mayo 2008 Depósito Legal GR- 1655-2003 Edita: Asociación Cultural “Casa de Cádiar” Presidente de la Asociación Mauricio Luque Coordinación y Selección de artículos José Fco. Álvarez Asesor Santiago Alcázar Diseño y composición José A. Rodríguez y José Jiménez Documentalista A. Ceballos y F. G. Valdearenas Página web Andrés Jiménez y Academia Salvador (en construcción) Impresión Entorno Gráfico 2 HOTEL RESTAURANTE TODO TIPO DE CELEBRACIONES C/. Real, 21 (junto a la iglesia) Telf/Fax 958 768 064 La Casa de CÁDIAR YÁTOR Y NARILA SUSCRIPCIÓN A LA REVISTA Ya son varios los lectores que se han suscrito a la revista. Todos éstos la recibirán en el buzón de su casa de forma preferente. El importe de la suscripción por las cuatro revistas anuales se ha establecido en 15 euros, con los que se cubrirán los gastos de gestión, envío y domiciliación bancaria, y aún quedará una pequeña ayuda para la revista. Los interesados en suscribirse deben hacer una transferencia bancaria a la cuenta ”2031 0188 91 0115065709” de la “Casa de Cádiar”, avisando del ingreso y enviando la dirección postal donde quiere recibir la revista a: cadiar@eresmas.com o bien por correo ordinario a mi domicilio, J. F. Alvarez, c/ Júpiter, 9, cp 18210, Peligros, Granada. Los criterios de distribución tendrán la siguiente prioridad: 1. Suscriptores. 2. Distribución a los patrocinadores y colaboradores 3. En mano para los antiguos socios de la Casa de Cádiar, en los puntos de distribución conocidos. 4. Distribución en el pueblo. Sólo se enviará por correo a los suscriptores. Esta revista se distribuye cuatro veces al año, coincidiendo con la celebración de: San Blas, día 3 de febrero. San Isidro, día 15 de mayo. La feria de agosto La feria de octubre
La Casa de CÁDIAR YÁTOR Y NARILA A Adelina, Dolores, Carmela… y cuantas mozas del pueblo supieron afrontar la vida con dos armas muy poderosas: el trabajo y la alegría. Allá por el mes de mayo, cuando la vida se alegra y los pájaros pregonan que estamos en primavera; cuando insectos y orugas del letargo se despiertan y los otros animales sus miembros desesperezan; cuando las plantas se visten con sus más hermosas prendas… el moral, por no ser menos, se incorpora a la fiesta. Es planta de recio porte, los rigores no le afectan del inclemente invierno, ni pide, aunque pudiera, para él la tierra fértil, con la orilla se contenta; pues sus robustas raíces en lo profundo se entierran, que así busca el sustento y el viento no lo doblega. Su madera se utiliza en múltiples herramientas; resiste la humedad la intemperie e inclemencias: ebanistas, carpinteros y toneleros la aprecian. Si abundosas son sus ramas, más abundosas sus yemas, de las que brotan con brío hojas verdes y morenas, esas que comen golosos los que elaboran la seda. Su fruto agridulzón como una jugosa fresa, delicia de los chiquillos en desayuno o merienda: es la mora y tan oscura que más que mora es negra. Su interior es el refugio donde las aves sestean, tibio frescor en penumbra, hablando de amor y quejas. El moral tiene un pariente cuyo nombre es la morera, para adorno de jardines y planta de las acequias, vino después del moral a vivir en estas tierras. El fruto es la mora blanca, a veces rosa o bermeja, las hojas menos rugosas que las del moral se muestran, el tronco es más delgado y la su figura esbelta. Morus nigra, morus alba EL MILAGRO DE LA SEDA los sabios los etiquetan, familia de las “moráceas” y de Persia por más señas. Como son primos hermanos, sus hojas son la despensa de las voraces orugas de los gusanos de seda. Hay quien dice que el gusano que de moral se alimenta produce seda más basta que el que come de morera. Por nombre el Bómbix mori los estudiosos le cuelgan al insecto coleóptero con escamas y antenas, y sufre metamorfosis al cambiar su forma entera. ¡Qué finolis y qué cultas las palabras de la Ciencia! Hubo un tiempo no lejano, sin Los Simpson, las novelas, internet, la playstation, el móvil y otras monsergas, en que los niños jugaban a diario en la plazuela. La infancia era tan pobre que no tenían pereza, ni hartazgo, ni caprichos, cosas que ahora se llevan; la plaga de aburrimiento no se ensañó en esta época. El contacto era directo, sin técnicas medianeras; juguetes hechos a mano, amigos, naturaleza…; de palo son los caballos y de trapo las muñecas; ocupando el tiempo libre en ingeniosas tareas, aquí recordamos una, criar gusanos de seda. Actividad instructiva además de placentera, por eso la aconsejaban los maestros en la escuela. Una caja de zapatos, unas hojas de morera, unas larvas diminutas… y a esperar lo que suceda. Los chicuelos, diligentes, con ilusión alimentan diariamente las orugas que viven en la cajeta. Cuando ya están ahítas de comer las hojas tiernas se dirigen a un rincón de la rústica vivienda y van hilando un “capillo” que en silencio los rodea, como si fuera un dedil donde la ninfa se encierra. Al cabo de unas semanas de una impaciente espera, el que fue vulgar gusano, tras crisálida incierta, se convierte en mariposa que grácil al cielo vuela; buscará a las de su especie y con ellas se empareja. El fruto de esta unión es de la vida promesa, un huevo que se abrirá al llegar la primavera. Núm. 30 · Mayo 2008 Que no es un juego de niños sino actividad muy seria, lo demuestran los escritos en siglos de la Edad Media cuando floreció pujante la producción de la seda, una técnica que trajo la cultura sarracena. Algo decayó el trabajo allá en la cristiana era, pues los nuevos pobladores, como pastores de ovejas, prefieren la gruesa lana con la que tejer sus telas. Aún se mantuvo activa la tan lucrativa empresa hasta los tiempos recientes 3
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