Nº 30 - Casa de Cadiar

La Casa de
CÁDIAR
YÁTOR Y NARILA
una empresa… Pero si hoy se calculan
los glóbulos de la sangre, el nivel de
colesterol, de ácido úrico…; los sentimientos,
actitudes, memoria…; se mide
la inteligencia, diseccionada en sus
diversos factores, hasta se ha descubierto
la “inteligencia emocional” (¡qué bárbaros!).
¿Por qué no se va a medir también
la malafondinga? Ciertamente, el
fonsecatómetro deberá mejorarse, pero
como decía don Hilarión, el popular
vejestorio de La verbena de la Paloma:
“Hoy las ciencias adelantan que es una
barbaridad” Le confieso que a mí me
interesan más los fonsecatones de un
individuo que sus centímetros o sus quilos,
pongamos por caso.
-Hay que ver, Paco, las cosas que
hacen los que no tienen nada que hacer.
-Pues sí, señora, cosas muy prácticas
y muy sensatas. Yo creo que todo lo que
sea un mejor conocimiento del prójimo
nos ayudará a tratarlo como se merece.
Y nos evitaríamos muchos sinsabores y
sofocones.
-Y eso de la malafondinga ¿no tiene
arreglo? Una campaña promovida por el
Campanillo, campanillo,
Campanillo de San Blas
No me despiertes al niño
Que lo acabo de acostar.
San Blas, San Blas
Tu te vienes
Tu te vas
Por la calle Real.
Igual que recordamos a través del
tiempo sonidoS, olores o paisajes, la
gente recuerda siempre sus fiestas
patronales, que como todos sabemos
en Cádiar, se celebran en honor de
San Blas el día tres de febrero.
El año pasado tuve la agradable
sorpresa de haber sido nombrada
mayordoma y es por eso que quiero
señalar que, aunque los años se
suceden y parece que siempre son
iguales, con el paso del tiempo se
puede comprobar que las distintas
mayordomías van dejando su buen
hacer en beneficio de la comunidad,
uniendo esfuerzos y trazándose
objetivos a conseguir con la ayuda
“Gobierno de España” con anuncios en
la tele, la actuación de Psicólogos y
Pedagogos en la escuela, el nombramiento
de una Comisión en el Congreso
de los Diputados… ¿no podrían erradicar
tan vergonzosa lacra? Vamos, digo
yo.
-Me temo, doña Eulalia, que es
punto menos que imposible su erradicación.
Los granadinos debemos llevar
con entereza y la cabeza bien alta nuestra
malafondinga. Yo creo que forma
parte de la naturaleza humana y nadie,
absolutamente nadie, granadino o no,
está libre de caer en la malafondinga. Ya
vio usted el caso del pobre clérigo. A
poco que nos analicemos, comprobaremos
que todos en alguna ocasión nos
hemos comportado como auténticos
malafondingas.
-Creo que exageras.
-No, señora, no. La malafondinga no
respeta credo religioso, ni ideología
política; ambiente cultural o actividad
profesional; clase social o sexo. Ni la
edad: hay niños que ya apuntan cualidades
malafondinganescas o ancianos
SOBRE LA FIESTA DE SAN BLAS
de los vecinos que se distinguen por
su generosidad.
Obligación de siempre es sufragar
los gastos de electricidad de la iglesia
y de la ermita durante todo el año,
conservar y si es posible mejorar el
edificio de la ermita y a su vez los
mayordomos también desean prodigar
a los ciudadanos unos días de
fiesta que perduren, con agrado, en
su recuerdo.
Hablando de recuerdos, creo que
todos los tenemos de los que nos precedieron
por diversas razones y
muchos serán los que recuerden a
Rosalía García ( la Cohetera ) o
Gabriela Manzano ( la Guijarra ), que
destacaron entre otras que también lo
hicieron muy bien cantando los solos
del himno de San Blas durante las
novenas. Yo, además de añorar por
estas fechas algunas ausencias, a mi
mente viene el recuerdo del característico
olor de la cera fundida de las
velas , mezclado con el de los primeros
narcisos, pues entonces no se
Núm. 30 · Mayo 2008
que aún las conservan; ya sabe: “El que
tuvo y retuvo…”
-“Guardó para la vejez”
-Vergüenza me da confesarle a usted
la cantidad de veces que yo me he comportado
como un auténtico malafondinga,
con profundas meteduras de pata. Y
eso hablando sólo de las que soy consciente,
que de las inconscientes sería
legión.
-¡Qué horror, hijo, qué horror! O
como diría mi nieta: ¡qué fuerte!
Paco Alcázar
Nota bene:
Este articulillo es fundamentalmente
teórico. Quiero decir que no se ha
hecho en nuestros pueblos lo que se
llama en “trabajo de campo”, que no se
ha observado ni tenido en cuenta a ningún
paisano. Si alguien quiere buscar
ejemplos entre nosotros, lo hace bajo su
exclusiva responsabilidad. Dicho
queda.
podía acceder a otras flores como,
gracias a Dios, pasa ahora.
Los estadales o listones, como
antiguamente los llamaban, los hacen
los mayordomos para lo cual compran
lazos e hilos de seda de diversos
colores, aunque impera el rojo, por
ser el que escoge ese día el santoral
ya que San Blas fue obispo y mártir.
Con la venta de los estadales, que
es la principal forma de obtener
ingresos, la de la recaudar pidiendo a
los vecinos o vendiendo lotería o
boletos para diferentes sorteos se forja
entre los mayordomos una convivencia
de autentica camaradería, pues si
7