Nº 30 - Casa de Cadiar

Núm. 30 · Mayo 2008
veces meta la pata hasta el corvejón. No
es tan llamativo ni provocador como el
malafondinga. Lo salva su inocencia y
buena fe. El diccionario de la Real
Academia de la Lengua recoge la voz
sancirole, masculino, y la define con los
sinónimos bobalicón y papanatas.
Procede, especifica, de San Ciruelo, sin
dar mayores detalles sobre el santo y sus
circunstancias. En el mismo diccionario
sansirolé, de origen incierto y usada
coloquialmente por sancirole. De estas
voces proceden las nuestras, sansirolada:
dicho o hecho con poca sustancia o
gracia: La evolución es clara y no es el
momento de entrar en detalles: sanciruelo
> ciruelo > cilorio.
Es conveniente discernir estos conceptos
y proceder consecuentemente:
para los malasangre, nuestro rechazo,
para los malafondinga, nuestra comprensión,
y para los cilorio, nuestra ternura.
Ante el tópico de la malafondinga
los granadinos han reaccionado muy
sensatamente, no negándolo sino asumiéndolo,
y así desarman a los demás.
Suenan por ahí unos versillos en forma
de soleá, creo de Francisco Villaespesa,
aunque cito de oídas: Granada,
Granada/ de tu poderío/ ya no queda
nada. A los que algún “granaíno” con
retranca añadió: Sólo queda mucho frío/
y mucha malafollada.
Otro ejemplo altamente ilustrativo
es el que me relató Antonio Reinoso,
experto zahorí en descubrir curiosos
especímenes. Hay un bar en la carretera
a Santa Fe, espero que alguna vez me
lleve mi sobrino, pues la tentación es
muy fuerte y uno flaquea, cuyo dueño
es un perfecto y acreditado malafondinga.
Algunos de sus clientes le regalaron
un diploma que él, orgullosamente, lo
tiene expuesto en su establecimiento.
Dice aproximadamente así:
6
De mucha mayor enjundia fue la
meritoria iniciativa de un grupo de desocupados
del Casino de Granada (¡Hay
que ver qué ideas tan geniales tienen
estos próceres! ¡Cuánto les debemos en
el Progreso de la Humanidad! ¡Y qué
poco se engríen!). Es muy popular pero
la describiré sucintamente por si alguno
no la conociera:
Hablando sobre la malafondinga y
sus innegables variantes y grados,
alguien consideró la conveniencia de
tener un artilugio que midiera el grado
de malafondinga, ¿no hay un barómetro,
un termómetro, un pluviómetro…,
pues entonces…?
Se hizo el silencio creador, hasta que
un contertulio gritó: ¡Ya lo tengo! Una
báscula pegada a la pared. La aguja será
accionada a través de una manivela
conectada al otro lado de la habitación.
Cuando el sujeto se suba a la báscula y
DIPLOMA
de
MALAFOLLÁ
en Grado Superior
que, tras rigurosa y reñida deliberación, se concede
a
Don Máximo Tostón de Anchorrostro
La Casa de
CÁDIAR
YÁTOR Y NARILA
Para público reconocimiento de sus cualidades y pleno disfrute del
ejercicio que le confiere el presente documento.
Con la cordial felicitación y el patrocinio de la Muy Ilustre y
Esclarecida RAMAGRA (Real Academia de la Malafollá Granaína)
El Presidente,, El Secretario,
Fdo.:……………………. Fdo:………………………..
Dado en la Ciudad de Granada a…….de……..del año……........
mire a la esfera, verá como la aguja,
girada convenientemente por la persona
oculta al otro lado, marcará su “grado
de malafondinga”.
Quedaba un pequeño problema y
era establecer la medida o unidad de
malafondinga. Tras mucho deliberar se
optó por una a la que pusieron el sonoro
nombre de fonsecatón, en honor del
padre Fonseca, canónigo de la Catedral.
La esfera se dividió de uno a diez. Una
puntuación de seis o siete fonsecatones
era un grado considerable de malafondinga.
Llegar a diez se le reservó al
mencionado personaje.
A nadie con dos dedos de frente se le
escapa la importancia del descubrimiento
y sus múltiples aplicaciones en
Medicina, Psicología Clínica,
Enseñanza… Cuántos problemas se evitarían
si se recogiera el grado de fonsecatones
en la ficha de todo empleado de