Manuel Buendía
Manuel Buendía
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El Nivel<br />
bles que, al recordarlos cuatro décadas después,<br />
pintaba con nostalgia:<br />
“Vale la pena haber visto el mundo con<br />
ojos de periodista durante estos cuarenta<br />
años. La más fascinante, dramática y febril<br />
historia se ha desarrollado sobre el planeta,<br />
sacudiendo almas colosales y llevando<br />
a cumbres imponderables a gigantes y a<br />
pigmeos. La llama de la libertad ha fundido<br />
muchas cadenas y el vasto movimiento<br />
humano sobre el globo ha superado el de<br />
todos los mares. Muchas ilusiones precarias<br />
fueron dispersas por el viento, muchas esperanzas<br />
de cíclope fueron realizadas y los<br />
grandes sueños, fulgurantes, siguen ardiendo.<br />
El hombre enamora a las estrellas con<br />
mayor eficacia y arrebata sus misterios a los<br />
electrones. La mujer es más bella y el niño<br />
nace con mayor número de posibilidades.”<br />
José Alvarado se define a sí mismo, dice<br />
la recopilación citada, para formular la definición<br />
de la condición del oficio, a través de<br />
una yuxtaposición de afirmaciones y oposiciones.<br />
Él mismo es referencia por el bagaje<br />
acumulado:<br />
“Los periodistas, según nos place creer,<br />
no son migaja de soberbia, estamos curados<br />
de vanidad literaria o política; el trabajo<br />
nos inmuniza contra la solemnidad o almidón<br />
académico. No se conoce el origen, o<br />
tal vez resulte ilusorio, pero es uno de los<br />
gremios en cuyo seno dura más la juventud,<br />
quizá por la necesidad de ver al mundo y<br />
Juego de Ojos<br />
la vida todos los días y encontrarlos, pese a<br />
todo, como objetos recién hechos o regalos<br />
con la envoltura acabada de romper. Hay,<br />
claro está, el accidente: desfile de miserias<br />
humanas y feria de títeres vestidos, según el<br />
caso, de Robespierre con traje adquirido en<br />
Laredo, Texas; Casanova de chaqueta prestada;<br />
Talleyrand de Pungarabato o Fouché<br />
de Cineguilla; bueno, hasta de Kissinger de<br />
Santa María la Redonda. Pero todo enseña<br />
y tiene algún grano de sal.” Yo agregaría<br />
al listado a los Savonarolas de banqueta de<br />
Paseo de la Reforma.<br />
De igual modo ocurre en el artículo “”:<br />
“Ardua, pero bella, fascinante, la tarea<br />
del reportero. Quien lo ha sido una vez, no<br />
dejará de serlo nunca. Se trabaja, a veces, al<br />
filo de la madrugada, en los rincones más<br />
sombríos de la noche, en medio de la luz<br />
de mediodía o en la hora violácea del crepúsculo.<br />
El mundo ofrece así todos sus aspectos,<br />
el hombre todos los escondrijos del<br />
alma. El reportero transforma en tinta todos<br />
los jugos de la vida, da aliento a los números<br />
e infunde espíritu a las palabras.”<br />
José Alvarado nos recuerda que la vida<br />
toda es materia de periodismo y que hay<br />
que servirse de toda la realidad para convertir<br />
en escritura todo lo que ocurre, en<br />
una labor fundamentada en honestidad,<br />
voluntad para una preparación constante y<br />
sensibilidad.<br />
Para fortuna de nosotros, la de José Al-<br />
Artículo<br />
varado no es obra de las que descansan en<br />
paz.<br />
Molcajete…<br />
Creo que fue Leo Zuckerman quien publicó<br />
en su columna la siguiente historia, que<br />
cito de memoria a la desaparición de Jorge<br />
Rafael Videla, el metódico asesino militar<br />
a quien la muerte, dicen las crónicas, sorprendió<br />
en el retrete: en el campo de concentración<br />
un rabino oraba piadosamente.<br />
“Padre”, preguntó su hijo, “¿qué hace usted?”<br />
El viejo respondió con cierta dulzura<br />
que daba gracias a Dios. “¡Gracias!”, se<br />
escandalizó el vástago. “Nosotros aquí a<br />
punto de ser asesinados por estas bestias<br />
¿y usted da gracias?” “Sí”, respondió el<br />
rabino. “Doy gracias a Dios porque nosotros<br />
no somos iguales”. La hija de una de<br />
las víctimas escribió: “Se murió la muerte”.<br />
// A propósito de mi comentario sobre “La<br />
mejor manera de ser eterno” de Rosa Montero,<br />
con alegría y admiración me entero que<br />
mi viejo cuate Memo K., quien ya rebasa la<br />
séptima década, da los últimos toques a un<br />
viaje largo por el viejo continente con su esposa…<br />
en motocicleta. ¡Eso es juventud! //<br />
Mientras, yo sigo en espera de que se confirme<br />
mi lugar en el viaje a Marte.<br />
Profesor–investigador en el Departamento<br />
de Ciencias Sociales de la UPAEP Puebla.<br />
Tuit: @sanchezdearmas<br />
Blog: www.sanchezdearmas.mx<br />
LUNES 3 DE JUNIO 2013 18 BRUMARIO<br />
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