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FRIEDRICH NIETZSCHE (1844-1900) - FILOMOLINOS

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ISABEL ZÚNICA TEMA 5. <strong>NIETZSCHE</strong>: CRÍTICA DE LA CULTURA OCCIDENTAL. 5<br />

filólogo. El fin de este periodo está marcado por su ruptura con Wagner, que<br />

comienza a manifestarse en la cuarta de las consideraciones intempestivas.<br />

Su segundo periodo (1877-82) comienza tras el distanciamiento de Wagner y la<br />

publicación de Humano, demasiado humano (1878), donde abandona la idea de que<br />

el genio es el músico para defender la genialidad del científico. A diferencia del<br />

primer periodo Sócrates es presentado de modo más benévolo. En este periodo<br />

aparece un Nietzsche cientifista, ilustrado y antimetafísico, donde defiende un<br />

conocimiento lúcido y libre, y explica la génesis de la moral de modo histórico: la<br />

imposición de la autoridad humana (profesores, padres) hace que surja la conciencia.<br />

En este periodo Nietzsche está influido por el positivismo inglés y la Ilustración<br />

francesa; y abandona a Schopenhauer.<br />

Su endeble salud, debilitada aún más por las enfermedades contraídas en el mes<br />

que sirvió de camillero en la guerra franco-prusiana, entró en crisis en 1879, a lo<br />

cual se añadió su malestar y dudas sobre su docencia en filología. En consecuencia,<br />

renunció a su cátedra en 1879 y se dedicó a viajar. Otras obras de este periodo son<br />

Aurora (1881), donde Nietzsche comienza su ataque a la moral y La Gaya ciencia<br />

(1882), donde el cristianismo es presentado como el enemigo de la vida y se<br />

anuncia la muerte de Dios.<br />

Su tercer periodo (1883-89): crítica a la cultura occidental. Es el más<br />

característico y desarrolla sus temas más importantes: Así habló Zaratustra (1883-<br />

85), en donde su estilo y pensamiento alcanzan cotas elevadísimas de madurez, no<br />

alcanzadas por ninguna de sus obras posteriores. Ahí expone sus ideas sobre el<br />

superhombre y la transmutación de los valores. Otras obras de este periodo son Más<br />

allá del bien y del mal (1886), Genealogía de la moral (1887) y El crepúsculos de<br />

los ídolos (1889). En 1888 redactó Ecce homo, una autobiografía, publicada<br />

póstumamente, de gran importancia para la interpretación de su obra.<br />

En 1889 fue internado en un psiquiátrico, tras sufrir un colapso mental, del que<br />

nunca se recuperaría. Murió en <strong>1900</strong>, en Weimar (Turingia).<br />

II. TEXTO PARA LA SELECTIVIDAD Y RESÚMENES<br />

Friedrich Nietzsche El crepúsculo de los ídolos, capítulo “La ‘razón’ en la<br />

filosofía”, apartados 1, 4, 6.<br />

a) Texto I: La idiosincrasia de los filósofos: el miedo al devenir.<br />

1. “¿Me pregunta usted qué cosas son idiosincrasia en los filósofos?... Por ejemplo,<br />

su falta de sentido histórico, su odio a la noción misma de devenir, su<br />

egipticismo. Ellos creen otorgar un honor a una cosa cuando la deshistorizan, sub<br />

specie aeterni [desde la perspectiva de lo eterno] –cuando hacen de ella una<br />

momia–. Todo lo que los filósofos han venido manejando desde hace milenios<br />

fueron momias conceptuales; de sus manos no salió vivo nada real. Matan, rellenan<br />

de paja, esos señores idólatras de los conceptos, cuando adoran –se vuelven<br />

mortalmente peligrosos para todo, cuando adoran–. La muerte, el cambio, la vejez,<br />

así como la procreación y el crecimiento son para ellos objeciones –incluso<br />

refutaciones–. Lo que es no deviene; lo que deviene no es... Ahora bien, todos ellos<br />

creen, incluso con desesperación, en lo que es. Mas como no pueden apoderarse de<br />

ello, buscan razones de por qué se les retiene. «Tiene que haber una ilusión, un<br />

engaño, en el hecho de que no percibamos lo que es: ¿dónde se esconde el<br />

engañador?: Lo tenemos, gritan dichosos, ¡es la sensibilidad! Estos sentidos, que<br />

también en otros aspectos son tan inmorales, nos engañan acerca del mundo<br />

verdadero». Moraleja: deshacerse del engaño de los sentidos, del devenir, de la<br />

historia [Historie], de la mentira –la historia no es más que fe en los sentidos, fe en<br />

la mentira–. Moraleja: decir no a todo lo que otorga fe a los sentidos, a todo el resto<br />

de la humanidad: todo él es «pueblo». ¡Ser filósofo, ser momia, representar el<br />

monótono-teísmo con una mímica de sepulturero! – ¡Y sobre todo, fuera el cuerpo,<br />

esa lamentable ideé fixe [idea fija] de los sentidos!, ¡sujeto a todos los errores de la<br />

lógica que existen, refutado, incluso imposible, aun cuando es lo bastante insolente<br />

para comportarse como si fuera real!...”.<br />

En este texto, en primer lugar, Nietzsche expone cuál es la idiosincrasia de los<br />

filósofos: su falta de sentido histórico, su odio al devenir, su egipticismo. Ese odio<br />

les ha llevado a deshistorizar la realidad sub specie aeterni, a momificarla. En<br />

segundo lugar, dice que, desde hace milenios, los filósofos:<br />

1. Han matado la realidad convirtiéndola en momias conceptuales. Y además,<br />

han adorado, idolatrado, a los conceptos.<br />

2. Han creado una oposición excluyente entre el ser y el devenir: lo que es no<br />

deviene, lo que deviene no es…<br />

3. Han intentado apoderarse del ser, pero, como no lo consiguen, han culpado a<br />

la sensibilidad de ello, diciendo que les engaña. También acusan a la sensibilidad<br />

de ser fuente de inmoralidad y llaman pueblo a los que creen en los sentidos.<br />

Finalmente, acusa a los filósofos de ser momias, de parecer sepultureros y a su<br />

filosofía de monótono-teísmo y de estar obsesionada por el rechazo de los sentidos.<br />

b) Texto II: La otra idiosincrasia de los filósofos: la filosofía como teología.<br />

4. “La otra idiosincrasia de los filósofos no es menos peligrosa: consiste en confundir<br />

lo último y lo primero. Ponen al comienzo, como comienzo, lo que viene al<br />

final –¡por desgracia!, ¡pues no debería siquiera venir!– los «conceptos supremos»,<br />

es decir, los conceptos más generales, los más vacíos, el último humo de la realidad<br />

que se evapora. Esto es, una vez más, sólo expresión de su modo de venerar: a lo<br />

superior no le es lícito provenir de lo inferior, no le es lícito provenir de nada...<br />

Moraleja: todo lo que es de primer rango tiene que ser causa sui [causa de sí<br />

mismo]. El proceder de algo distinto es considerado como una objeción, como algo<br />

que pone en entredicho el valor. Todos los valores supremos son de primer rango,<br />

ninguno de los conceptos supremos, lo existente, lo incondicionado, lo bueno, lo<br />

verdadero, lo perfecto –ninguno de ellos puede haber devenido, por consiguiente<br />

tiene que ser causa sui–. Mas ninguna de esas cosas puede ser tampoco desigual

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