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131 - Diverdi

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H<br />

El Cuarteto LaSalle, una de las grandes formaciones camerísticas de siglo XX<br />

El don de lenguas<br />

ubo un tiempo en que el cuarteto de arcos hablaba en<br />

cuatro idiomas sublimes: el Italiano, el Amadeus, el Julliard<br />

o el LaSalle. A los dieciséis músicos que se expresaban en<br />

cualquiera de estas lenguas (aunque en el Julliard<br />

hubo pronto sustituciones, y los músicos fueron<br />

más), se les entendían maravillas en cualquier<br />

parte del mundo. En este artículo farfullaremos<br />

algo en LaSalle, tal vez el menos hablado y<br />

comprendido de los cuatro.<br />

El Cuarteto LaSalle, hasta el momento de su<br />

inopinada disolución, se distinguió como una<br />

formación de perfiles muy acusados, capaz tanto<br />

de redescubrir a Beethoven (sobre todo el de los<br />

últimos cuartetos) o a Brahms, como de hacer<br />

oportunas visitas a la música contemporánea, a<br />

Schoenberg o a Lutoslawski (cuyo único cuarteto<br />

estrenaron ellos mismos en 1965). A tenor de<br />

estos mimbres, cabe considerarlo -y más de uno ha caído en esa<br />

tentación-, como una formación fría y cerebral. Craso error. El<br />

LaSalle, ciertamente, poseía en su conjunto una masa encefálica<br />

notable, mas en lo temperamental no era nada gélido y, en muchos<br />

momentos, sus integrantes eran expresivos en grado sumo. Sí<br />

fueron algo paradójicos y, como tal, capaces de hacer un<br />

Beethoven (el Cuarteto Op. <strong>131</strong>, por ejemplo), lleno de fogonazos<br />

y visiones anticipatorias, y un Lutoslawski casi contenido, de<br />

superficies extremadamente pulidas.<br />

Schubert dejó numerosas obras incompletas, lo que no suele<br />

disminuir su enorme belleza, tal como atestigua este Quartettsatz,<br />

el cuarto empezando por la cola de su catálogo cuartetístico. La<br />

obra tiene instantes muy apolíneos, pero la versión del LaSalle nos<br />

deja entrever también cierta agresividad en sus perfiles generales.<br />

A sus miembros les gustan los fortes tanto como los pasajes de<br />

agitados trémolos.<br />

Este Schubert es una manera cabal de abrir boca; después<br />

vendrán dos cuartetos que son piezas únicas en el corpus de sus<br />

respectivos autores. En el de Ravel destacan el ensamblaje y la<br />

fusión de los temas, unos en otros. Suaves disonancias, cuya<br />

emancipación amplía nuestra sensibilidad para el goce, melodías<br />

con un punto de exotismo lejano, armonías refinadas, son<br />

condimentos que hallarán sus mejores receptores entre los sibaritas<br />

que tienen el paladar en el oído.<br />

En el tiempo lento, los LaSalle tejen un misterioso cuento<br />

ARTS continúa con la publicación del legado discográfico del director suizo<br />

Maag celebra a Mozart<br />

Afinales de los años 80, Peter Maag emprendió la interpretación de todas las<br />

sinfonías de Mozart en Roma, con la Orquesta Sinfónica de la RAI, un proyecto<br />

que se extendería hasta 1991, año del bicentenario de la muerte del<br />

compositor salzburgués, por el que el maestro suizo demostró un amor y una<br />

dedicación que le acompañaron durante toda su<br />

vida, hasta su fallecimiento en 2001, a los 82 años.<br />

Este disco de ARTS nos presenta tres obras que<br />

muestran esa desbordante pasión, que logró<br />

transmitir a los músicos romanos. Para empezar, la<br />

Sinfonía concertante en mi bemol para<br />

instrumentos de viento (con cuatro excelentes<br />

solistas de la propia orquesta), etérea, de una<br />

extremada elegancia. Le sigue la Sinfonía nº 25 en<br />

sol menor con un arranque de un gran dramatismo<br />

que nos acerca a la atmósfera de Don Giovanni y<br />

que se mantiene durante todo el Andante con brio,<br />

con un final de una rotunda energía que contrasta<br />

con la etérea elegancia del Andante, antes de pasar<br />

a un Minuetto muy teatral y un Allegro en el que<br />

volvemos a encontrar la tensión del primer movimiento. La Sinfonía nº 29 en la<br />

mayor, por el contrario, rebosa de luminosidad, con un brío contagioso que parece<br />

atravesarla de principio a fin.<br />

( 20 )<br />

asordinado, que es como la matriz interpretativa para el Cuarteto<br />

Alban Berg (integrado por discípulos suyos, y cuyo cellista hacía<br />

vibrar sus notas largas con la misma tensión que aquí lo hace un<br />

sublime Lee Fiser). Los del Alban Berg tocaron<br />

hace años en Madrid un concierto memorable con<br />

programa casi idéntico, que incluía a Ravel y a<br />

Lutoslawski. No hay aquí perfil que no esté<br />

atemperado, filtrado a través de la mayor<br />

adherencia estilística, hasta alcanzar el máximo<br />

grado de intimidad. Pero a los miembros del<br />

LaSalle la rítmica nerviosa del cuarto movimiento<br />

y sus detalles brillantes también les caen como<br />

anillo al dedo.<br />

La composición de Lutoslawski se mueve por<br />

completo en otro marco de relaciones. Obra<br />

bipartita -una estructura habitual en su autor-, en<br />

sus esquemas está contemplada activamente la<br />

aleatoriedad. Pero, a fin de preservar la cohesión y la lógica formal<br />

de la obra, se trata de una aleatoriedad controlada, que atañe nada<br />

anecdóticamente a sus aspectos rítmico-temporales, pero cuyas<br />

diversas posibilidades ha previsto de antemano el cacumen de su<br />

inmenso autor.<br />

Estamos ante una versión lutoslawskiana del LaSalle que, sin<br />

desdecirse de otras suyas, parece haber atemperado la violencia<br />

que, a veces muy latentemente, subyace en diversos episodios de<br />

la obra. Lo suyo es la precisión absoluta, unida en este caso a la<br />

mayor sutileza. En verdad hay que oír para creer la forma en que<br />

resuelven un intrincado pasaje de pizzicati de más de dos minutos<br />

de duración (y no es el único de la obra), contenido entre los 9´30´´<br />

y los 11´40´´ (no veo mejor forma de expresarlo, para comodidad<br />

del oyente). Su riqueza de escritura es tal, que no tiene demasiado<br />

parangón, si no es con obras como, por ejemplo, el Tercer cuarteto<br />

de Elliott Carter. Tampoco cargan las tintas los miembros del<br />

LaSalle durante la brevísima segunda parte, de la que se desprende<br />

un tono lamentoso, casi un planto, enfatizado (aunque ello parezca<br />

una contradicción) de nuevo muy sutilmente.<br />

J.M.S.<br />

F. SCHUBERT: Quartettsatz D 703; W. LUTOSLAWSKI: Cuarteto de cuerdas (1964),<br />

M. RAVEL: Cuarteto de cuerdas / Cuarteto LaSalle / Salzburgo, 20.VIII.1976 / ORFEO<br />

/ Ref.: C632041B (1 CD) D4<br />

R.B.I.<br />

W.A. MOZART (1756-1791): Sinfonía concertante K.297b; Sinfonías nº 25 K.183 & nº 29 K.201 / Orchestra<br />

Sinfonica RAI di Roma. Dir.: Peter Maag (1987-1990) / ARTS / Ref.: 43032-2 (1 CD) D5<br />

GEORG SOLTI dirige BARTÓK: Concierto para piano n.3;<br />

MAHLER: Sinfonía n.1 en re mayor, «Titán» / Annie Fischer,<br />

piano. Orquesta Filarmónica de Viena. Dir.: Georg Solti<br />

(16.08.1964) / ORFEO / Ref.: C628041B (1 CD) D4<br />

KLAUS TENNSTEDT dirige BEETHOVEN: Obertura de<br />

Egmont; Sinfonía No.5; Sinfonía No.1. WEBER: Obertura de<br />

Oberon / London Philharmonic Orchestra. Dir.: Klaus<br />

Tennstedt (Londres, 1989/90/91) / BBC / Ref.: BBCL 4158-2 (1<br />

CD) D2<br />

Más información en www.diverdi.com

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