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MAQUETACION ABRIL - Diverdi

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BOLETÍN BOLETÍN DE INFORMACIÓN INFORMACIÓN DISCOGRÁFICA<br />

DISCOGRÁFICA<br />

AÑO IX - Nº 81 - <strong>ABRIL</strong> 2000<br />

c/ELOY c/ELOY GONZALO, GONZALO, 27 • 28010 28010 MADRID MADRID • TFNO.: TFNO.: 914 47 77 24 • FAX: 914 47 85 79<br />

e-mail: diverdi@sintax.es<br />

El disco del mes<br />

Esteban Sánchez:<br />

un Fauré surgido en libertad<br />

<strong>Diverdi</strong> entrevista:<br />

entrevista:<br />

Antonio Armet, fundador de ENSAYO<br />

OPUS 111 cumple 10 años<br />

Novedades GLOSSA: Marais por Pandolfo y Dornel por Hazelzet<br />

Donizetti, Donizetti, Verdi, Marchetti, Marchetti, Gomes, Wagner Wagner y Massenet:<br />

Massenet:<br />

aluvión de novedades novedades operísticas<br />

operísticas<br />

El Brahms sinfónico de Toscanini<br />

Savall y Koopman:<br />

25 años después, el reencuentro en Bach


Sellos en Distribución<br />

exclusiva<br />

(Abril 2000)<br />

Los sellos indicados con un ✺<br />

disponen de catálogo gratuito a<br />

disposición de nuestros lectores<br />

ACCENT✺<br />

AGORA✺<br />

AGRUPARTE✺<br />

ALIA VOX✺<br />

ALMAVIVA<br />

ARCANA✺<br />

ARKADIA✺<br />

ARTS✺<br />

BBC LEGENDS✺<br />

BIS✺<br />

BONGIOVANNI✺<br />

COL LEGNO<br />

CPO✺<br />

DURIAN<br />

DYNAMIC<br />

ENSAYO✺<br />

GLOSSA✺<br />

GOLDEN MELODRAM✺<br />

HARMONIC RECORDS<br />

JUBAL<br />

K 617✺<br />

KOCH✺<br />

LINDORO<br />

MUSIC & ARTS<br />

MYTO✺<br />

NUOVA ERA✺<br />

OLYMPIA<br />

ONDINE<br />

ON STAGE<br />

OPERA RARA✺<br />

OPERA TRES✺<br />

OPUS 111✺<br />

ORFEO✺<br />

PANTON✺<br />

PEARL✺<br />

PREISER✺<br />

RICERCAR✺<br />

RICORDI✺<br />

ROMOPHONE✺<br />

STRADIVARIUS<br />

SUPRAPHON✺<br />

SYMPHONIA✺<br />

SYMPOSIUM<br />

TAHRA<br />

TESTAMENT<br />

TIMA CLUB<br />

TIMPANI✺<br />

WERGO✺<br />

WINTER & WINTER<br />

Apartir del 1 de abril DIVERDI asume la distribución en España del sello alemán Winter &<br />

Winter, catálogo que, por su diseño, filosofía y contenidos, puede situarse entre los más atípicos<br />

y exquisitos que hoy pueblan el mercado independiente. En él, no sólo el repertorio clásico,<br />

sino también jazz, folk y otras músicas se dan cita de la mano de artistas que, como Uri Caine,<br />

Marianne Rônez, La Gaia Scienza, Paolo Beschi y Vittorio Ghielmi, no necesitan presentación. WIN-<br />

TER & WINTER supone, en definitiva, una auténtica caja de sorpresas en la que, de lo más tradicional<br />

a lo más insólito, se acumulan toda clase de tesoros discográficos arropados bajo una vestidura<br />

que, desde el principio, resulta inconfundible.<br />

El lector hallará en nuestro próximo boletín comentarios de varias de sus novedades a cargo de<br />

Federico González, así como una entrevista con Stefan Winter, fundador del sello.<br />

relhkñuwerhjafbdfgneyerrk,gbbasngkjmn<br />

scmncbDhnfnaldiverdimsldlsnw,q.cckdhd<br />

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.yuiukouthdtqwertrtyiuliñ.lçlldfrjkkj<br />

BBC anuncia el lanzamiento de su quinta entrega de la serie BBC Legends, que se abre con un<br />

doble álbum de interpretaciones de Giulini con la Philharmonia de los años sesenta (Réquiem de<br />

Verdi y Misa en mi bemol mayor de Schubert), prosigue con un amplio programa Debussy, Ravel y<br />

Schumann en el teclado de Walter Gieseking y se redondea con sendas y apasionantes primicias discográficas de<br />

John Barbirolli -Séptima de Mahler y Novena de Bruckner- con la Orquesta Hallé, y de Jascha Horenstein, que interpreta<br />

la Quinta de Bruckner con la Sinfónica de la BBC (1971).<br />

TESTAMENT, por su parte, continúa ofreciéndonos los tesoros de los fondos EMI, algunos inéditos, como<br />

el dedicado a Elisabeth Schwarzkopf, con un aria de concierto de Mozart y cantatas y arias de Bach; y<br />

otros nunca publicados en CD: André Cluytens dirigiendo la Pastoral y la Inacabada shubertiana al frente<br />

de la Filarmónica de Berlín. Benno Moiseivitsch acomete los conciertos de Schumann y Grieg con la<br />

Philharmonia y Ackermann, así como otras piezas en calidad de solista. Y el añorado London Baroque Ensemble de<br />

los años cuarenta y cincuenta reaparece con muchos de los grandes solistas de la Philharmonia: Sutcliffe al oboe,<br />

Thurston y De Peyer al clarinete y Brain a la trompa, entre otros, en tres serenatas -la 11 y 12 de Mozart- y esa joya<br />

de Dvorák que es el op. 44, dirigidos por Karl Haas.<br />

ON STAGE regresa a estas páginas con su más reciente tanda de variadas grabaciones operísticas,<br />

que serán comentadas en meses sucesivos: dos piezas representativas del repertorio francés<br />

de comienzos del XIX -el Fernand Cortez de Spontini (1809), en las voces de Ángeles<br />

Gulín, Bruno Prevedi, Bottion, Roni y Blancas (Turín, 1974); y Le cheval de bronze, ópera cómica de Auber (1835),<br />

en versión de Radio France de 1979-; un Don Carlo verdiano ofrecido en Tokio en 1967 con Sandor Konya,<br />

Gwyneth Jones, Biserka Cvejic, Sesto Bruscantini y Nicola Rossi-Lemeni; y, por último, un Marino Faliero procedente<br />

de la RAI y dirigido por Boncompagni en 1977, con Cesare Siepi en el rol titular y nuestra hoy poco conocida<br />

Marisa Galvany como Elena.<br />

TIMPANI, el innovador sello francés del siempre inquieto Stéphane Topakian, amplía su colección<br />

La mélodie française con tres nuevos títulos: el dedicado a Guy Sacre -último exponente,<br />

aún joven y en activo, del género-, una esperada integral Duparc, y un monográfico del siempre<br />

interesante André Caplet. A todo ello hay que añadir el tercer volumen de la serie dedicada a la<br />

música orquestal de Ohana, dirigida por nuestro Arturo Tamayo (Livre des Prodiges, Anneau du Tamarit, Synaxis), y<br />

un disco dedicado a Xenakis que verá la luz después del verano.<br />

CPO continúa su regular lanzamiento de media docena de títulos por mes, entre los que se anuncian<br />

músicas de todas las épocas y géneros, y que casi siempre suponen descubrimientos para el<br />

aficionado español: sinfonías y obras instrumentales de autores nórdicos como Peterson-Berger o<br />

Dag Wirén, alemanes como Henze o norteamericanos como George Antheil o Ruth Crawford-Seeger. También hay<br />

lieder de Robert Stolz, más conocido por sus operetas, y el volumen 5º de obras corales de Schubert por Die<br />

Singphoniker. En el apartado de la música barroca, el Oratorio de la Pasión, de Telemann, con Ludger Rémy; la integral<br />

de Pequeños Conciertos Espirituales de Schütz, las Canciones sacras sobre textos de Sturm, de C.P.E. Bach y las<br />

Siete Sonatas para flauta y cuerdas de A. Scarlatti por la Camerata Köln.<br />

( 2 )<br />

EL TELETIPO


ENSAYO presenta un nuevo registro de Esteban Sánchez con su Fauré «surgido en libertad»<br />

Un artista absoluto<br />

«<br />

Me parece urgente, si de verdad estimamos nuestro acervo cultural y<br />

artístico, la reimpresión de cuanto grabó Esteban Sánchez. Será información<br />

y enseñanza para todos y, además, hará más corta la distancia<br />

que separa su vida y su desaparición». Exactamente tres años después de<br />

que Enrique Franco redactara estas clarividentes palabras -publicadas en<br />

EL PAIS el 4 de febrero de 1997, exactamente al día siguiente de la repentina<br />

muerte del inolvidable pianista extremeño a bordo de un taxi conducido<br />

por su paisano Francisco Fernández Marfil-, parte sustancial de<br />

ese legado único ya felizmente reprocesado al soporte digital y publicado<br />

en óptimas condiciones por el sello español ENSAYO, la modélica y<br />

-en nuestro país- pionera firma en el difícil arte de combinar el tratamiento<br />

de lo autóctono con las máximas exigencias de calidad.<br />

Tras la luminosa, vibrante y coloreadísima Iberia albeniciana, comenzaron<br />

a llegar a los modernos y como nunca surtidos estantes de las tiendas<br />

de discos, casi con cuentagotas, una a una, las lecciones magistrales<br />

de esa «enseñanza para todos» que nos haría «más corta y soportable» la<br />

pérdida del gran artista, del eximio maestro y, sobre todo, de la gran<br />

humanidad que habitaba en un hombre que quiso exiliarse de la multitud<br />

y los competitivos y zancadilleros corrillos musicales para replegarse<br />

al calor y sosiego de su bondadosa y calma tierra natal.<br />

Ejemplo y modelo<br />

Ahora, esta imprescindible y paulatina recuperación en disco compacto<br />

de una parte remarcable de su formidable legado fonográfico está<br />

ayudando a las nuevas generaciones y a todos a comprender mejor y disfrutar<br />

aún más de la música ante el ejemplo y modelo de unas visiones<br />

que subyugan y emocionan por esa imaginación, viva, natural y arrolladora<br />

que siempre desprendían sus interpretaciones. A esa inagotable<br />

naturaleza artística añadía Esteban un virtuosismo trascendente de primer<br />

orden que era siempre regido por un sentido estético que en él era consustancial.<br />

Esteta del teclado, frecuentemente la lógica de sus digitaciones, incluso<br />

la articulación de los ataques o los movimientos de brazos, no respondían<br />

a la conveniencia técnica, sino a su mero impacto estético. «Pon<br />

la mano así, ladeada y bien alta, y luego la dejas caer suavemente en vertical<br />

desde arriba», recomendaba para el inicio de la mano derecha del<br />

Preludio nº 15, en re bemol mayor, de Chopin; mientras que, por ejemplo,<br />

las abundantes notas pedales que pueblan la Iberia, contra toda lógica,<br />

solía atacarlas con el dedo pulgar de la mano izquierda. Cuando sus<br />

alumnos -que le adoraban como a un lama tibetano- le preguntaban el<br />

porqué de tan particulares procederes, la sencilla respuesta solía ser<br />

siempre la misma: «Es que así se ve más bonito».<br />

Alumno de Julia Parody y de Alfred Cortot -quien se entusiasmó con<br />

él hasta tal punto que se lo llevó a París para tutelarlo con vocación paternal-,<br />

Esteban fascinaba allá donde iba. Ya fuera Badajoz, Estados Unidos<br />

o Madrid, donde su debú dejó a todos estupefactos ante una lectura que<br />

aún nadie ha olvidado del Concierto nº 4 de Beethoven junto a la<br />

Nacional. Fascinaba por su pianismo, pero también por su idiosincrasia<br />

personal.<br />

Personaje, gran personaje<br />

Era un personaje, un gran personaje, entrañable y fuera de toda convención.<br />

Su origen humilde y rural -había nacido en 1934 en el remoto<br />

pueblecito badajocense de Orellana la Vieja- no le impidió acumular un<br />

nutrido bagaje cultural que le permitía saborear muy especialmente las<br />

tertulias de algunos amigos y poetas extremeños -Luis Álvarez Lencero,<br />

José Díaz-Ambrona, Manuel Pacheco-. Este contacto casi militante con la<br />

intelectualidad extremeña de los años setenta nunca le limitó la capacidad<br />

de disfrutar de todo. Académico de número de la Real Academia de<br />

las Letras y las Artes, Esteban Sánchez casi nunca dejó de disfrutar del<br />

placer de tomarse una y mil cervezas con un campesino de su pueblo o<br />

con el primer buen amigo que tuviera ante sí.<br />

Viajero del mundo -había tocado por todos sus rincones- se nutrió de<br />

todo para estimular una vida intensa y exagerada que -en el fondo- le<br />

llevó a refugiarse en sí mismo. Había conocido a muchos de los grandes<br />

del siglo, que le admiraron sin recato. Uno de ellos fue Barenboim, rival<br />

y compañero de Esteban en concursos internacionales finalmente ganados<br />

por el extremeño. Siempre deslumbrado por el genio de Esteban, al<br />

pianista y director judeo-argentino aún se le hace la boca agua cuando<br />

habla de las interpretaciones de nuestro pianista.<br />

Artista absoluto<br />

Como Barenboim, Esteban fue un artista absoluto, capaz de asumir<br />

con análogo éxito los más diversos pentagramas. Nunca fue solamente<br />

«el gran intérprete de la música de Albéniz, Falla o Turina», bieninten-<br />

A partir del 1 de marzo, DIVERDI se ha responsabilizado de la distribución en nuestro país del más veterano de los sellos españoles, ENSAYO, al que<br />

debemos tantas grabaciones hoy consideradas históricas por la crítica y el público nacional e internacional. Junto al comentario de su más reciente<br />

reedición, que figura en esta página, el lector encontrará en las páginas 24 y 25 una amena e ilustrativa entrevista con el creador del sello, Antonio<br />

Armet, así como, junto a este Boletín, su catálogo completo, fresco aún de la tinta de imprenta.<br />

Agradecemos a ENSAYO la confianza depositada en DIVERDI e invitamos a nuestros lectores a examinar con atención su variadísima oferta.<br />

( 3 )<br />

EL DISCO<br />

cionado pero insuficiente sambenito que parece<br />

haberle caído tras el deslumbramiento producido<br />

por las reediciones de sus referenciales discos de<br />

música española. Fue, además, intérprete ejemplar DEL MES<br />

y refinadísimo de Chopin, Liszt, Brahms -¡quién<br />

olvida su Scherzo, op. 4!-, Schumann,<br />

Mendelssohn, Chaikovski, Rachmáninov, Beethoven, Saint-Saëns,<br />

Fauré...<br />

Ahora, tras la cuidada recuperación de los discos de Albéniz, de las<br />

ingeniosas y escuetas bagatelas de Beethoven, del fulgurante y recóndito<br />

Falla o del por él universalizado pintoresquismo de Turina, le ha llegado<br />

el turno al fragante e imaginativo disco Fauré que grabó en 1972 bajo la<br />

ejemplar producción del infatigable y jamás suficientemente reconocido<br />

Antonio Armet, creador y alma mater de ENSAYO. Dice Luis Gago en el<br />

muy perspicaz y valioso texto que acompaña la grabación que, ya en la<br />

primera pieza del disco -el Impromptu nº 1, op. 25-, se percibe de inmediato<br />

«una manera de tocar que nada tiene que ver con el Fauré sobrio y<br />

equilibrado de la escuela pianística francesa. El extremeño es mucho más<br />

libre, menos manierista o exquisito si se quiere, y los contrastes entre<br />

unas y otras secciones se extreman en sus interpretaciones».<br />

Como siempre, Luis Gago dice muy bien. Pero Esteban, que ciertamente<br />

era un artista libre y extremado como el que más, fue al mismo<br />

tiempo un perfeccionista indagador y escrupuloso hasta lo inimaginable.<br />

Nadie que haya trabajado cerca de él dudará acerca del afán perfeccionista<br />

que siempre le guió. La idea que, de alguna manera, se está estableciendo<br />

de que fue un artista genial e intuitivo pero ajeno a escuelas,<br />

estilos y, hasta cierto punto, desinformado, es absolutamente falaz. Tenía<br />

una cultura musical y pianística que envidiarían la mayoría de sus colegas.<br />

Intuitivo sí, pero manejando y considerando siempre enorme información.<br />

Se sabía de memoria las sonatas de Beethoven de Schnabel o<br />

Gulda; las Iberias de todos sus colegas; el Prokófiev de Petrov o<br />

Ashkenazy o los Brahms de su amigo Katchen (con quien, por cierto,<br />

compartió muchas cosas en París) o Richter... pero también conocía de<br />

pe a pa las sinfonías de Mahler o Rachmáninov, compositor al que adoraba<br />

y del que corre por los coleccionistas del mundo un disco suyo<br />

tocando el Segundo Concierto para piano grabado en Copenhague bajo<br />

la dirección de Pietro Gamba que quita el aliento y que, ¡ojalá!, llegue<br />

algún día al compacto.<br />

Profundamente francés<br />

Este Fauré, referencial como casi todo lo que hizo Esteban, es, además<br />

de intuitivo y documentado, profundamente francés. No al modo «sobrio<br />

y equilibrado» al que alude Gago mirando probablemente más a Ravel<br />

que a Debussy, sino a la manera de una tradición y de una escuela en las<br />

que el pianista extremeño bebió y se sumergió durante sus bien aprovechados<br />

años parisienses. En este sentido, sus románticas lecturas -pero<br />

también muy analíticas y meditadas, como fue todo el pianismo de<br />

Esteban- entroncan con las interpretaciones de artistas como Samson<br />

François -una figura genial como el extremeño, pero mucho más irregular-<br />

y una pléyade de herederos -a través de Cortot y Marguerite Long- de<br />

la escuela francesa establecida por Georges Mathias y su maestro<br />

Chopin.<br />

Tenuemente sensual y exento de cualquier amaneramiento, este Fauré<br />

«surgido en libertad» (Gago) explora la tímbrica del piano a través de<br />

aquella envidiable capacidad de Esteban de extraer colores del teclado.<br />

Sus sólidos dedos (tenía una privilegiadísima mano para el teclado que<br />

incomprensiblemente él se empeñaba en calificar de «pequeña») podían<br />

mutarse en un santiamén de ser como un sólido y punzante garfio a mostrar<br />

una capacidad tan sedosa que podrían dibujar una raya en el agua.<br />

Esta suntuosa riqueza tímbrica, apoyada en una muy aséptica e inteligente<br />

utilización del pedal (he aquí otra de las variadas señas de identidad<br />

del pianismo estebaniano), configura, junto con la enorme vitalidad<br />

interna y el natural entronque con su entorno francés, el punto fuerte de<br />

este Fauré tan hondamente sentido y tan alejado de las voluptuosas y preciosistas<br />

elucubraciones rubinsteinianas. Las ocho cristalinas (escúchense,<br />

por ejemplo los arpegios del Impromptu nº 3, op. 34) y desinhibidas<br />

(Vals- capricho nº 2, op. 38) versiones que anima Esteban en este nuevo<br />

y afrancesado compacto suponen nueva y enriquecedora oportunidad de<br />

disfrutar las «enseñanzas» de uno de los músicos más magistrales y ejemplares<br />

surgidos en la geografía española.<br />

Justo Romero<br />

[justito@arrakis.es]<br />

G. FAURÉ: Musique pour piano / Esteban Sánchez (piano) / ENSAYO / Ref.: ENY 9738<br />

(1 CD) D10


Música orquestal y vocal de<br />

Johann Friedrich Fasch (1688-1758), en CPO<br />

Ampliando el<br />

repertorio<br />

Poco a poco y sin alardes, el sello CPO se ha convertido<br />

en uno de los más serios promotores europeos de<br />

la música renacentista y barroca. Raro es el mes que<br />

no presenta novedades en este campo, casi siempre con<br />

novedosos programas centrados preferente, pero no exclusivamente,<br />

en el área germánica, y no pocas veces con<br />

intérpretes poco o nada conocidos en el mundillo discográfico,<br />

pero con un encomiable nivel de calidad. Simple<br />

cuestión de política editorial que, por lo visto, no todas las<br />

empresas del sector están dispuestas a asumir. Porque materia<br />

prima existe, y no poca. Abundan, en Europa y fuera de<br />

ella, los grupos y orquestas<br />

barroquizantes que piden su<br />

oportunidad. Y renovar el<br />

repertorio no es excesivamente<br />

difícil: según los datos<br />

publicados en la época por<br />

Johann Nikolauss Forkel,<br />

sólo en el territorio germano<br />

había en 1784 más de 340<br />

compositores en activo que,<br />

lógicamente, se transformarían<br />

en una cifra mucho más<br />

elevada al ampliar el período<br />

y el espacio considerados.<br />

No eran -no podían sertodos<br />

de primera fila, ni siquiera de segunda, pero aun así<br />

hay montañas de excelentes partituras, publicadas o inéditas,<br />

esperando recibir el aliento vital de la interpretación.<br />

Lo demuestra bien a las claras este disco dedicado al<br />

más afamado en su tiempo que en nuestros días (aunque no<br />

sea precisamente un desconocido) J.F. Fasch, durante casi<br />

cuarenta años maestro de capilla de la corte de Anhalt-<br />

Zerbst, desde donde organizó un activo intercambio de partituras<br />

con Telemann, Pisendel y Graupner, entre otros, para<br />

estar al tanto de las novedades estilísticas que se iban produciendo.<br />

Su interés por los instrumentos de viento y las<br />

combinaciones tímbricas audaces (chalumeaux, oboes y, en<br />

su caso, fagot, además de la cuerda) queda patente en tres<br />

de las obras seleccionadas: una espléndida obertura en que<br />

los inevitables ecos franceses se adornan con multitud de<br />

toques personales y movimientos de danza de acusado<br />

ritmo; una página concertante justamente famosa (es la<br />

única del disco grabada con anterioridad) por su originalidad<br />

y belleza melódica; y una Cantata de Pentecostés para<br />

bajo que pone de relieve las más que notables cualidades<br />

del compositor en el campo de la música vocal. Algo que<br />

se remacha con la Cantata de Año Nuevo, también para<br />

bajo, de estructura algo más arcaica que la anterior (lo que<br />

no va en detrimento de sus cualidades estéticas), y con la<br />

grácil miniatura sobre el Salmo Laetatus sum para soprano<br />

y bajo, donde es la cuerda quien proporciona el soporte a<br />

los solistas. Klaus Mertens, el gran protagonista vocal del<br />

registro, nos deleita una vez más con su bello timbre y matizada<br />

emisión, resolviendo con su habitual seguridad los<br />

pasajes virtuosísticos, que no faltan en estas páginas. Le<br />

acompaña en el Laetatus la soprano Deborah York, de quien<br />

sólo lamentamos la brevedad de su intervención. La parte<br />

instrumental corre a cargo de la Academia Daniel, joven<br />

grupo israelí fundado y dirigido por Shalev Ad-El, cuyos<br />

integrantes están curtidos en otras renombradas orquestas<br />

europeas y que exhibe un envidiable nivel técnico -por destacar<br />

a alguno de sus solistas lo haremos con Gili Rinot<br />

(chalumeaux)-, una cabal comprensión de las gradaciones<br />

estilísticas y una sonoridad redonda y refinada. Buena toma<br />

de sonido. Y, en consecuencia, plena satisfacción para el<br />

aficionado.<br />

Mariano Acero Ruilópez<br />

J.F. FASCH: Obertura en re menor; Concierto en si bemol mayor; Cantatas /<br />

Klaus Mertens (barítono); Deborah York (soprano) / Accademia Daniel. Dir.:<br />

Shalev Ad-El / CPO / Ref.: 999674-2 (1 CD) D2<br />

Il Complesso Barocco presenta la primera grabación mundial de<br />

Assalonne Punito, oratorio de Pietro Andrea Ziani (1616-1684)<br />

La grandeza del<br />

oratorio barroco<br />

La composición de oratorios se convirtió durante el Barroco en objetivo<br />

prioritario para la mayoría de los compositores, que encontraron<br />

en esta forma musical todo un filón que les permitía aunar el nuevo<br />

lenguaje operístico, la brillantez de la música instrumental y los reflejos<br />

de la polifonía sacra. Aunque ciertamente durante el último tercio del<br />

siglo XVII los oratorios pasaron a ser<br />

auténticas óperas encubiertas -valiéndose<br />

de un «libreto» sacro-, fueron<br />

muchos los años del Seicento en los<br />

que se cultivó la forma más ortodoxa<br />

del oratorio, siguiendo los modelos de<br />

Carissimi. Así se desarrolló una frenética<br />

actividad musical en la Italia de<br />

mediados de siglo, con una legión de<br />

compositores que ponían música a las<br />

historias bíblicas, con frecuencia<br />

adaptadas por los poetas barrocos,<br />

que oportunamente acercaban la<br />

hagiografía a la estética del momento.<br />

Un hito extraordinario de este panorama<br />

lo constituía la música veneciana, dominada primero por los influjos<br />

de las obras de Monteverdi -que tantos años duraron- y luego, en la década<br />

de 1670, por las de Giovanni Legrenzi. Es en este contexto donde<br />

emergió un excelente compositor, hoy apenas conocido, llamado Pietro<br />

Andrea Ziani (1616-1684) -tío de Marco Antonio Ziani, otro formidable<br />

compositor contemporáneo de Corelli-, quien desplegó una intensa actividad<br />

musical por toda Italia, siendo maestro de capilla en Bérgamo,<br />

organista de la basílica de San Marcos y maestro de música de la capilla<br />

real de palacio en Nápoles, ciudad en la que encontró la muerte. Con<br />

todo, aún tuvo tiempo para pasar un fructífero periplo (1663-1667) en<br />

Austria, al servicio de la casa real en calidad de maestro de capilla de la<br />

emperatriz Eleonora. Allí compuso Assalone Punito, un oratorio en dos<br />

partes para cinco voces, cuerdas y bajo continuo, que se ejecutó en Viena<br />

en la capilla de la emperatriz, sobre la adaptación poética del Padre<br />

Lepori. Es esta una joya del Barroco central que atesora todos los elementos<br />

del repertorio y que atestigua la soberbia maestría de Ziani en la<br />

pintura de la palabra en música, valiéndose de una riquísima sabiduría<br />

contrapuntística -cristalizada en el entretejido de voces e instrumentos- y<br />

de una apasionada vena lírica con la que describe las emociones de la<br />

historia. Música que, basada todavía en el idioma monteverdiano, acaricia<br />

ya los nuevos procedimientos de Legrenzi, Stradella o Pasquini, y nos<br />

brinda toda una suerte de barroquismo exuberante, con arias y madrigales<br />

de incesantes ideas melódicas y tensiones polifónicas. Il Complesso<br />

Barocco, el veterano conjunto historicista que dirige el clavecinista Alan<br />

Curtis, con renovada plantilla, ofrece en primicia la grabación mundial<br />

del Assalone Punito de Ziani, complementado con un bellísimo<br />

Magnificat del propio compositor veneciano; y lo hace con todas las<br />

garantías de la autoridad musicológica de Curtis, que dispone un enfoque<br />

sumamente camerístico para los instrumentos -uno por parte, más un florido<br />

bajo continuo- y un planteamiento vocal muy clarificador de texturas<br />

y planos. Así, las partes polifónicas, como cuando intervienen todos<br />

los cantantes e instrumentistas, quedan transparentemente expuestas y<br />

empastadas, con afinación impoluta y pleno conocimiento estilístico. La<br />

labor de los cantantes resulta por completo adecuada a la estética y retórica<br />

de la obra, con gran cuerpo sonoro y nulo vibrato. Hay que destacar<br />

a la soprano Roberta Invernizzi en el papel protagonista de Assalone, que<br />

canta con dramatismo y elegancia, exhibiendo grandes agilidades.<br />

Muy bien también el contratenor Roberto Balconi, caracterizando con<br />

mucho calor y color vocal a Architofele, así como el excelente tenor Gian<br />

Paolo Fagotto, que logra un expresivo magnetismo desempeñando el consabido<br />

papel del teatral Testo barroco de la historia. Furio Zanasi -barítono-<br />

y Carlo Lepore -bajo- redondean con sus sobrias intervenciones esta<br />

nueva y excelente producción de STRADIVARIUS, a la que sólo le podríamos<br />

reclamar una cosa: la inclusión como apertura del oratorio de una<br />

sinfonía instrumental original de Ziani, de quien se conservan magníficos<br />

ejemplos instrumentales a tres y cuatro partes, lo cual hace incomprensible<br />

que para el CD se haya recurrido a la composición actual -una sinfonía<br />

al estilo del período, por otra parte muy filológica y meritoria- del violinista<br />

barroco Alessandro Ciccolini.<br />

( 4 )<br />

Pablo Queipo de Llano<br />

P.A. ZIANI: Assalonne punito [Oratorio en 2 partes]; Magnificat / Invernizzi, Balconi, Fagotto,<br />

Zanasi, Lepore, Ciccolini / Il Complesso Barocco. Dir.: Alan Curtis / STRADIVARIUS / Ref.: STR<br />

33548 (1 CD) D2


Jordi Savall y Ton Koopman: una nueva referencia absoluta para Bach<br />

Que veinte años son nada<br />

Bien, helos aquí de nuevo reunidos al calor del venerable<br />

Bach. Se les esperaba. La primera vez ante el micrófono fue<br />

hace casi cinco lustros, y su fruto ha sido durante este tiempo<br />

en nuestras discotecas un polo luminoso, un tibio céfiro latino frente<br />

a los rigores implacables de Wieland Kuijken y Leonhardt, sin los<br />

cuales, ay -ese oscuro mecanismo comprensivo de la emoción, que<br />

se burla del principio de no contradicción-, tampoco sabríamos<br />

pasar. Unos con otros, desmintiéndose mutuamente, como alguien<br />

ha dicho, se complementan y ensanchan nuestro horizonte. Por no<br />

entrar en las versiones «tradicionales»: cuántas a violonchelo y -<br />

horror- piano, empezando por aquella de Casals y Baumgartner.<br />

Estas Sonatas en trío para viola de gamba con clave obbligato, de<br />

incierta procedencia, netamente flautística (!) en alguna ocasión, se<br />

prestan tanto a la viola como a lo más insospechado: dentro de un<br />

orden, claro está, lo admiten prácticamente todo. Y lo del violonchelo<br />

no es sólo una extravagante traición anti-historicista: oigan,<br />

óiganlas también en el grandísimo chelo piccolo de Bylsma y el<br />

órgano positivo de Van Asperen.<br />

Aquellos chiflados con sus viejos cacharros eran in illo tempore,<br />

mediados los setenta, unos jovenzuelos casi (pantalones de campana<br />

el catalán, en quien hoy se acentúan sus rasgos de talla románica;<br />

«lisérgico» a lo Timothy Leary el holandés, con pinta ahora de<br />

científico loco) que celebraban felices el descubrimiento de sus afinidades<br />

musicales, plasmadas con los años en hitos discográficos<br />

imposibles de olvidar: Marais, Couperin, Ortiz... La historia queda<br />

evocada a través de una serie fotográfica y una doble entrevista de<br />

la radio francesa, recogidas en el libreto del digipack.<br />

Las discretas melenas que lucían no impedían ya por entonces<br />

«ver la oreja» sin equívoco a su talante como intérpretes: enemigo<br />

de cualquier anquilosis, volcado en el canto y el color, generoso<br />

con el ornamento. Siempre vital, cálido, atrevido como una improvisación.<br />

Un espíritu al que siguen siendo fieles. Carácter es desti-<br />

Misa Non sine quare, de Johann Caspar Kerll (1627-1693), en SYMPHONIA<br />

El siniestro jinete de la peste cabalga de nuevo<br />

Como espoleadas aún por los ecos del<br />

revuelo suscitado por los originales<br />

puntos de vista sobre la creación<br />

musical y su relación con los procesos infecciosos,<br />

brillantemente expuestos por los<br />

doctores Manuel Gomis y Beatriz Sánchez<br />

en su recién aparecido libro Las enfermedades<br />

infecciosas y la música (Círculo<br />

Médico/Bristol-Myers Squibb), a cuya presentación<br />

en el Teatro Real de Madrid tuve<br />

la fortuna de asistir hace unas semanas, las<br />

casas discográficas parecen haber coincidido<br />

en poner en circulación referencias que<br />

vinculan música y peste. Si en el mes de<br />

febrero reseñábamos en este querido boletín<br />

nuestro la reconstrucción de una misa de<br />

Gabrieli en el sello RICERCAR en acción de<br />

gracias por la finalización de la peste en<br />

Venecia (207412), hoy es la casa SYMPHO-<br />

NIA quien nos brinda la oportunidad de destacar<br />

desde estas páginas las concomitancias<br />

entre la Yersinia pestis (antes<br />

Pasteurella), bacilo causante de este terrorífico<br />

azote de la humanidad, y la bellísima y<br />

escasamente conocida producción vocal de<br />

Kerll.<br />

La interesante vida de este brillante compositor<br />

y virtuoso organista sajón nos daría<br />

pie para escribir varias páginas. Siendo aún<br />

muy joven, su talento fue recompensado<br />

con el privilegio de recibir las enseñanzas<br />

de Valentini, entonces maestro de capilla en<br />

Viena. Fue enviado luego a Roma para estu-<br />

diar con Carissimi y quizá con Frescobaldi.<br />

Encontramos su primera obra publicada en<br />

la Musurgia Universalis de Kircher.<br />

Pachelbel, y probablemente Fux, fueron<br />

alumnos suyos. Desgraciadamente, no se<br />

conserva la partitura de ninguna de sus 11<br />

óperas, pero sí sabemos que la primera,<br />

L’Oronte, fue un encargo para la inauguración<br />

de la Ópera de Múnich. Aunque casi<br />

todos los aficionados a la música antigua le<br />

recordamos por su Capriccio sopra il cucu,<br />

la calidad de su música sacra es incuestionable.<br />

La Missa non sine quare («no sin<br />

razón») es la primera de la colección Missae<br />

Sex a IV.V.VI Vocibus, cum Instrumentis concertantibus<br />

et vocibus in Ripieno, Adjuncta<br />

una pro Defunctis cum seq. Dies Irae (1689),<br />

dedicada a Leopoldo I. El propio Kerll nos<br />

explica en un larguísimo prefacio que las<br />

( 5 )<br />

no. El clave expansivo de<br />

Koopman es lo contrario de<br />

una inerte «dama de compañía»,<br />

sin por ello comprometer<br />

a su partenaire ni<br />

frivolizar el discurso. No<br />

han envejecido un ápice,<br />

pero la estupenda toma<br />

sonora les sirve hoy mejor.<br />

El juego de la transcripción, que está implícito en el origen de<br />

las obras, se prolonga -esto es novedoso- al adoptar como preámbulo<br />

del disco la quinta Triosonata para órgano (BWV 529), en la<br />

que la viola (una altus Andreas Doerffel para el caso) asume la voz<br />

intermedia, en sandwich entre las dos manos del teclado, con<br />

resultados perfectamente «naturales», como si así se hubiese conocido<br />

toda la vida. A fin de cuentas, logros bachianos de la rotundidad<br />

de la tercera de las sonatas (en sol menor, BWV 1029), o cualquiera<br />

de las maravillas que pueblan las tres de este ciclo tan querido<br />

del aficionado, tampoco se sabe con qué excusa instrumental<br />

vieron primitivamente la luz.<br />

Ya que ha salido a colación, el instrumentarium usado merece<br />

quizá nota expresa. Además de la Doerffel citada y la inseparable<br />

siete cuerdas Barak Norman de Savall, aún puede escuchársele una<br />

Pellegrino Zanetti de 1550. Koopman, por su parte, se sirve de un<br />

Christian Zell, joya del Museo de la Música de Barcelona. Un señor<br />

clave asimismo, para una señora grabación. Señora y señera.<br />

Jesús S. Villasol<br />

J.S. BACH: Las Sonatas para viola de gamba y clave / Sonatas I-IV, BWV 1027, 1028,<br />

1029 y 529 / Jordi Savall (viola de gamba); Ton Koopman (clave) / ALIA VOX / Ref.: AV<br />

9812 (1 CD) D2<br />

cinco partes del ordinario de esta misa están<br />

basadas en un versículo para órgano de la<br />

colección Modulatio Organica super<br />

Magnificat, escrita en trágicas circunstancias,<br />

durante la epidemia de peste en Viena<br />

de 1679-82.<br />

La exquisita exhibición de recursos estilísticos<br />

expuestos en esta grabación nos ayudarán<br />

a entender por qué este compositor<br />

fue tan admirado por Pasquini o el gran<br />

Bach, y por qué el propio Haendel usó alguno<br />

de sus motivos melódicos para teclado<br />

en obras de la categoría de El Mesías.<br />

Para este registro (cuyo único inconveniente<br />

es quizá su escasa duración: no supera<br />

los 54 minutos), el grupo La Risonanza,<br />

de Fabio Bonizzoni, ha escogido una acertada<br />

instrumentación a base de cornetto y<br />

grupo de cuerdas, cuyos razonamientos para<br />

la elección se incluyen en las notas del<br />

libreto (traducidas al español, como ya<br />

viene siendo habitual en los discos de este<br />

sello). Para el propio de la misa se han<br />

empleado tres Sacrae Cantiones y unas deliciosas<br />

sonatas instrumentales obtenidas de<br />

manuscritos inéditos en vida del compositor<br />

y que por primera vez han sido llevadas al<br />

disco.<br />

Rafael del Fresno<br />

J.C. KRELL: Missa «Non sine quare» / Franzetti, Bianchi,<br />

Cecchetti, Foresti / La Risonanza / SYMPHONIA / Ref.: SY<br />

99171 (1 CD) D2


STRADIVARIUS afronta un nueva integral<br />

de las Sonatas de Scarlatti<br />

Una propuesta<br />

diferente<br />

Aningún amante de la historia de la música para tecla se le escapa la trascendencia<br />

que en la misma tiene la figura de Domenico Scarlatti, autor<br />

de una monumental obra para tecla que comprende más de quinientas<br />

sonatas de una variedad extraordinaria en cuanto a colorido y ámbito de<br />

expresión. Para nosotros, la influencia del<br />

músico napolitano va aún más allá, a través<br />

de su prolongada estancia española, su<br />

relación con María Bárbara de Braganza y<br />

la indudable influencia que nuestro país,<br />

los ritmos y colores de nuestra música,<br />

tuvieron en buena parte de su obra, además<br />

de la que introdujo él mismo a través de su<br />

enseñanza a uno de nuestros grandes autores,<br />

el padre Antonio Soler, que sin embargo<br />

evolucionaría hacia un lenguaje bien<br />

individualizado y a quien constituye una<br />

notoria injusticia considerar -como se ha<br />

hecho alguna vez- un mero epígono de su<br />

maestro. El atractivo colorido, la fantasía, el<br />

carácter a menudo casi improvisatorio, el muchas veces contagioso ritmo,<br />

constituyen ingredientes que hacen de esta música un bocado de gran atractivo<br />

para el público. Sus elevadas demandas técnicas y su carácter a menudo<br />

virtuoso pero siempre lleno de un singular encanto, las han convertido en piedra<br />

de toque muy codiciada por los pianistas, que sin embargo tan a menudo<br />

ignoran la producción de otros compositores de la época menos, por así decirlo,<br />

«digeribles». El carácter monumental de la producción ha hecho, por su<br />

parte, que la historia discográfica sólo haya conocido un integral, eso sí, extraordinario:<br />

el llevado a cabo por el clavecinista canadiense prematuramente<br />

desaparecido Scott Ross para Erato. El sello discográfico italiano STRADIVA-<br />

RIUS afronta ahora con decisión la nada fácil empresa de ofrecer una alternativa<br />

al ciclo de Ross. Y los primeros ejemplares demuestra que, como mínimo,<br />

lo hace con inteligencia. La empresa será acometida por diferentes artistas italianos,<br />

aunque la «coordinadora» del asunto, según parece evidente en las<br />

notas de estos tres primeros volúmenes, será Emilia Fadini. Ninguno de los tres<br />

artistas hasta ahora escuchados supera -ni supongo lo pretende- la excelencia<br />

técnica y artística de Ross. Sin embargo, todos ofrecen una perspectiva no<br />

exenta de atractivo: su aproximación es rítmicamente más libre, propende más<br />

a destacar ese carácter de fantasía antes apuntado, aunque en algunos casos<br />

bien conocidos -así las K159 y K460- la flexibilidad de tempo puede hacer<br />

levantar las cejas a más de un oído acostumbrado a aproximaciones más<br />

«regulares» en este sentido. Otro aspecto interesante lo constituye la variedad<br />

de instrumentos empleados -con total legitimidad-, que incluirá no sólo distintos<br />

tipos de clave (los dos primeros presentan una copia de un Taskin y otra<br />

de un instrumento portugués de Antunes), sino otros como el órgano, el fortepiano<br />

o, como en el tercer volumen, una espineta «grande» con la insólita<br />

extensión de seis octavas, que posee un timbre precioso aunque adolece de<br />

indudable debilidad en la zona más aguda de la tesitura. En una «carrera de<br />

fondo» como ésta es difícil pronunciarse sobre resultados artísticos con apenas<br />

tres volúmenes escuchados. Sí puede anticiparse, por las razones apuntadas,<br />

que la colección no carece de ingredientes de interés. Entre los aspectos a<br />

mejorar, la información sobre los intérpretes, que distan de encontrarse entre<br />

los nombres más destacados del panorama internacional. Personalmente tengo<br />

también mis dudas de que los sistemas de afinación elegidos sean los óptimos<br />

en algunas obras, e incluso de que la afinación misma sea perfecta en algunas<br />

de ellas, aspecto que debería cuidarse más en futuras entregas. Por lo demás,<br />

estos primeros volúmenes permiten disfrutar de manera más que aceptable de<br />

una música para teclado que cuenta, sin duda alguna, con muchas, muchísimas<br />

páginas de enorme belleza. No es poco bagaje.<br />

Rafael Ortega Basagoiti<br />

D. SCARLATTI: Integral de las Sonatas para teclado - Vol. I: La influencia española / Sonatas K 99,<br />

105, 115, 119, 132, 133, 184, 185, 192, 193, 208, 209, 215, 216 y 239 / Emilia Fadini (clave) / STRA-<br />

DIVARIUS / Ref.: STR 33500 (1 CD) D2<br />

D. SCARLATTI: Integral de las Sonatas para teclado - Vol. II: El estilo italiano / Sonatas K 37, 43, 46,<br />

51, 52, 53, 54, 56, 59, 60, 61, 63, 67, 69, 77 y 87 / Ottavio Dantone (clave) / STRADIVARIUS / Ref.:<br />

STR 33501 (1 CD) D2<br />

D. SCARLATTI: Integral de las Sonatas para teclado - Vol. III: Nápoles ibérica / Sonatas K 159, 287,<br />

288, 328, 394, 420, 421. 460, 461 y 477 / Sergio Vartolo (clave y órgano) / STRADIVARIUS / Ref.:<br />

STR 33502 (1 CD) D2<br />

( 6 )<br />

Un paisaje alemán de la transición XVII-XVIII<br />

A nadie le amarga<br />

un dulce<br />

Presenta el sello italiano<br />

DYNAMIC un<br />

disco misceláneo de<br />

música alemana, instrumental<br />

y vocal, próxima o<br />

inmersa de lleno en la<br />

estética galante. Concretamente,<br />

dos conciertos,<br />

dos sonatas a cuatro y tres<br />

arias. De aquéllos, para flauta dulce y cuerda, el primero<br />

(precioso, de verdad) es del otro Graun, el hermano<br />

pequeño del autor de La muerte de Jesús. El<br />

segundo, abiertamente italianizante y con un delicioso<br />

Andante en que la flauta es mecida por la cuerda en<br />

pizzicato, fue escrito por J.C. Graupner, el prolífico<br />

maestro de capilla de Hesse-Darmstadt. De J.F. Fash,<br />

aquel compositor tan dado a escribir conciertos para<br />

dos instrumentos y cuyas obras fueron interpretadas, al<br />

menos, por Telemann, Pisendel y J.S. Bach, son las dos<br />

graciosas y amables sonatas, una de ellas con original<br />

y atractiva distribución (traverso, dos flautas dulces y<br />

continuo); la otra, para flauta dulce, dos violines y continuo<br />

(de ambas recordamos otra versión a cargo de la<br />

Camerata Köln cambiando, por cierto, un violín por el<br />

oboe en el segundo caso). Y también de Graupner y<br />

Fash son las arias (de origen no especificado), deleitables<br />

y no exentas de virtuosismo y cuyo carácter religioso,<br />

cosa frecuente por aquellos años, se revela más<br />

por el contenido de sus letras que por el fervor emanado<br />

de su música. El italiano y ya curtido Collegium<br />

Pro Musica realiza una interpretación totalmente satisfactoria,<br />

con destacadas intervenciones de su director<br />

Stefano Bagliano a la flauta dulce y Fabrizio Cipriani al<br />

violín, aunque tal vez la parte vocal habría requerido<br />

mayor ligereza que la exhibida por la joven mezzosoprano<br />

Susanne Kelling. No se trata, ciertamente, de un<br />

repertorio esencial, pero ¿no aprecia el buen gastrónomo<br />

un aperitivo estimulante, un exquisito postre o<br />

incluso una comida completa a base de delikatessen?<br />

Pues mutatis mutandis... O dicho de otra forma: a<br />

nadie le amarga un dulce.<br />

M.A.R.<br />

J.F. FASH: Sonata en sol mayor; Aria para mezzosoprano; Sonata en si<br />

bemol mayor - J.C. GRAUPNER: Concierto en fa mayor; 2 Arias para<br />

mezzo - J.G. GRAUN: Concierto en do mayor / Susanne Kellying<br />

(mezzo); Fabrizio Cipriani (violín) / Collegium Pro Musica. Dir.:<br />

Stefano Bagliano / DYNAMIC / Ref.: CDS 186 (1 CD) D2<br />

O P U S 1 1 1<br />

A. VIVALDI: Stabat Mater; Conciertos y<br />

sonatas / Sara Mingardo / Concerto<br />

Italiano. Dir.: Rinaldo Alessandrini /<br />

OPUS 111 / Ref.: OPS 30-261 (1 CD) D2<br />

OPUS 111 PRESENTA<br />

EL PRIMER VOLUMEN<br />

DE UNA COLECCIÓN<br />

HISTÓRICA QUE IN-<br />

CLUIRÁ TODAS LAS<br />

OBRAS DEL ANTONIO<br />

VIVALDI SEGÚN LAS<br />

COLECCIONES FOÀ Y<br />

GIORDANO CONSER-<br />

VADAS EN LA BIBLIO-<br />

TECA DE TURÍN. CIEN-<br />

TOS DE MANUSCRITOS<br />

INÉDITOS SE DISPO-<br />

NEN, POR FIN, A SALIR<br />

A LA LUZ.


Dos nuevos títulos en el catálogo del sello GLOSSA: obras de Marais por Paolo Pandolfo<br />

y música para flauta de Dornel por Wilbert Hazelzet<br />

El barroco francés en sus luces y sombras:<br />

el deleite y el tormento<br />

EL DELEITE...<br />

¿Fue Dornel un compositor secundario, autor de obras de<br />

carácter intrascendente? Quizá este disco de serenas y dulces<br />

piezas para flauta contribuirá a matizar esta generalizada opinión<br />

sobre quien ha tenido la desgracia de ser coetáneo de<br />

figuras de la categoría de Michel de la Barre, Hotteterre,<br />

Rameau, Campra, Charpentier, Chambonnières, Clérambault<br />

o los Couperin. Su música vocal, que desgraciadamente no se<br />

conserva, parece haber sido muy apreciada<br />

en su tiempo. Su obra para teclado,<br />

muy irregular, fue tenida en gran<br />

estima por la burguesía, tal vez por la<br />

facilidad de su ejecución, muy apta para<br />

los diletantes.<br />

Los salones del duque Philippe<br />

d’Orléans, quien se convertiría en<br />

regente de Francia a la muerte de Luis<br />

XIV, ofrecían una muestra del contraste<br />

entre el gusto aristocrático y el monárquico.<br />

El duque había recibido lecciones<br />

del propio Charpentier (formado en<br />

Italia) y favoreció la expansión del estilo<br />

musical italiano. De esa forma, y bajo su<br />

mecenazgo, lo que podía escucharse en<br />

París sin miedo a ser tildado de «traidor<br />

a la patria» era muy diferente de lo que<br />

se oía en la corte de Versalles. Dornel<br />

gozó de su protección, y esto se percibe<br />

en la variedad de las formas que se exhiben<br />

en su música, donde las suites como<br />

agrupaciones de movimientos de danzas<br />

(típicamente francesas) coexisten con las<br />

sonatas italianas, aunque se trata de<br />

sonatas híbridas: terminan con una chacona,<br />

pero fugada. Otra peculiaridad<br />

francesa es que en la designación de los<br />

movimientos aparecen a menudo dedicatorias<br />

a personalidades del momento<br />

(sobre todo musicales) en lugar de indicaciones<br />

de tempi: De la Barre, Forqueray... algunas son incluso<br />

alusiones crípticas de difícil descodificación, presumiblemente<br />

de personajes vinculados a la masonería, como se nos<br />

dice en el libreto de la grabación.<br />

Se trata de una música luminosa, encantadora, deliciosa,<br />

aunque encadenada a las normas entonces vigentes, quizá sin<br />

grandes alardes de creatividad, similar al alegre -pero aprisionado-<br />

gorjeo procedente de la pajarera de un jardín, obras<br />

galantes sin enormes pretensiones, aptas para permitir el goce<br />

de nuestros sentidos sin llegar a conturbarlos, en las muy<br />

correctas interpretaciones de Hazelzet junto a Jacques Ogg,<br />

Jaap ter Linden y Brian Berryman.<br />

... Y EL TORMENTO<br />

Adoro los laberintos desde que era un niño. Bajo sus sugerentes<br />

imágenes subyace siempre la idea atávica del viaje iniciático<br />

que todo hombre debiera emprender a lo largo de su<br />

vida, en su eterna búsqueda del conocimiento.<br />

Hace unos meses recibí como regalo una hermosa fotografía<br />

del laberinto de Chartres. Se la enseñé orgullosamente, a<br />

modo de trofeo de caza, a un buen amigo que por aquellas<br />

fechas yacía en el lecho del dolor, forzado por la enfermedad<br />

a otorgarse a sí mismo más tiempo para cultivar la capacidad<br />

de observación del que probablemente nunca se hubiera atrevido<br />

a desear. Fue él quien me hizo notar que hay varios tipos<br />

de laberintos: unos poseen múltiples caminos, tan sólo uno de<br />

los cuales lleva al objetivo final, generalmente el centro; otros,<br />

poseen un solo recorrido arrollado en numerosas circunvoluciones,<br />

a la manera de un cerebro o de un intestino, y es obligado<br />

pasar por todas y cada una de las vueltas para alcanzar<br />

( 7 )<br />

el centro. Hay incluso un tercer tipo, el que vuelve siempre al<br />

punto de partida. (Para el lector interesado en estas reflexiones,<br />

recomiendo El libro de los laberintos de Paolo<br />

Santarcangeli, en Siruela.) Si no es mirándolo desde arriba, a<br />

vista de pájaro, no hay manera de saber cuál es el laberinto<br />

que nos ha tocado hasta que estamos dentro, rodeados por<br />

paredes más altas que nosotros, desconcertados, sin saber si el<br />

sendero escogido será el correcto, eligiendo la ruta al azar,<br />

quizá desesperados, dejándonos arrastrar<br />

por el instinto. ¿Puede el lector imaginar<br />

la traducción en música de tal<br />

sentimiento? Tal música existe: es Le<br />

Labyrinthe de Marin Marais. Sumido<br />

aún en estas meditaciones, llega a mis<br />

manos este nuevo disco (¿casualidad?)<br />

de Paolo Pandolfo con la colaboración<br />

de Mitzi Meyerson, Thomas Boysen,<br />

Juan Carlos de Mulder, Alba Fresno y<br />

Pedro Estevan, amén del recitador<br />

François Fauché, que interviene en la<br />

famosa Le Tableau de l’Operation de la<br />

Taille, detallada descripción de una<br />

operación quirúrgica de cálculos biliares.<br />

Pandolfo siempre había soñado con<br />

añadir a estas bellísimas obras para viola<br />

de gamba unos comentarios que despertasen<br />

la imaginación dormida del oyente.<br />

En sus notas destaca el paralelismo<br />

entre los laberintos de los jardines de<br />

Versalles, el laberinto armónico de esta<br />

música y el propio laberinto de nuestro<br />

devenir existencial. Pandolfo no se limita<br />

a tocar las obras de Marais; toma partido,<br />

argumenta una historia, radicaliza<br />

su versión. Su acertada meditación, traspasada<br />

a sus textos casi poéticos, se<br />

funde así con su inflamada interpretación,<br />

realzándola. Una vez más, nos fascinará<br />

el virtuosismo que nos anonadó<br />

en A solo (GCD 920403) y la asombrosa capacidad expresiva<br />

a la hora de hacer hablar a su instrumento, cuyo discurso<br />

resulta exquisito, glorioso, tempestuoso, arrebatador; jamás<br />

música alguna describió tan exactamente el pánico, la desolación,<br />

el miedo ante el inexorable avance del destino; el llanto,<br />

el agotamiento, el dolor lacerante que, como el bajo continuo,<br />

sirve paradójicamente de soporte a la melodía de nuestra<br />

existencia; la melancolía, la exasperante ansiedad, el terrible<br />

sentimiento de soledad interior, ese «Dios mío, si es que<br />

existes, ¿por qué me has abandonado?» Y también el agradecimiento<br />

y la rabia por la autocompasión irrefrenablemente<br />

desbocada, y la alegría desbordante, capaz de destruir nuestros<br />

fantasmas interiores. Un disco de Marais diferente... aunque<br />

quizá sólo los que hemos tenido la oportunidad de besar<br />

a la Muerte seamos capaces de entender la desgarradora caricia<br />

destilada por la sutileza presente en cada una de sus notas.<br />

Mas, dejadme; la viola llora en mi salón. Me llama, me busca,<br />

me atisba, me besa, me espera... Debo partir. Todo yo soy<br />

dolor, todo yo soy esperanza.<br />

R.F.<br />

MARIN MARAIS: El laberinto y otras historias - Piezas características / Paolo<br />

Pandolfo (viola de gamba); Mitzi Meyerson (clave); Thomas Boysen (tiorba, guitarra);<br />

Juan Carlos de Mulder (guitar); Alba Fresno (viola de gamba); François<br />

Fauché (narrador); Pedro Estevan (percusión) / GLOSSA / Ref.: GCD 920404 (1<br />

CD) D2<br />

RÉFLEXIONS - (c.1685-c.1775) / LOUIS-ANTOINE DORNEL: Sonatas,<br />

Conciertos y Sinfonías / Wilbert Hazelzet (flauta); Brian Berryman (flauta); Jaap<br />

Ter Linden (viola de gamba); Jacques Ogg (clave) / GLOSSA / Ref.: GCD 920806<br />

(1 CD) D4<br />

[oferta especial de lanzamiento válida hasta el 30 de junio]


El sopranista Angelo Manzotti interpreta seis cantatas de G.F. Haendel en el sello BONGIOVANNI<br />

Una gota más en el vaso<br />

La música vocal de cámara es uno de los apartados menos nutridos<br />

de la discografía de Haendel, sobre todo en comparación<br />

con otros géneros. Sin agotar todos los campos de su muy considerable<br />

producción, comprobamos que están<br />

disponibles en disco, con criterios historicistas y<br />

hasta en varias versiones, la inmensa mayoría de<br />

las óperas (faltan sólo cinco, si no nos equivocamos),<br />

la totalidad de los oratorios (The Choice of<br />

Hercules, por excepción, sólo con instrumentos<br />

convencionales), la mayoría de la música religiosa,<br />

lo esencial de la música orquestal y de<br />

cámara instrumental, y buena parte de la música<br />

para clave (aquí las faltas son numerosas, debido<br />

a la abundancia de obras menores)... Y aunque<br />

los dúos están registrados casi en su totalidad y<br />

sobreabundan las versiones de las Nueve arias<br />

alemanas (y siguen llegando nuevas), nada<br />

puede encontrarse de las otras arias de cámara<br />

ni de las canciones inglesas. Y del centenar casi<br />

justo de cantatas recogidas en el catálogo de B. Baselt (HWV 77-<br />

177), unas cuantas en dos o más versiones), no llegan a sesenta las<br />

llevadas al disco, aunque, eso sí, las hay hasta con ocho grabaciones;<br />

incluso la discreta, pero original Cantata española cuenta con<br />

cuatro, entre ellas la recientísima de María Bayo. Habrá, sin duda,<br />

quien vea el vaso medio lleno, pero a nosotros nos parece medio<br />

vacío.<br />

Y no es que las cantatas carezcan de música de calidad. Si exceptuamos<br />

un puñado, de mayor envergadura, fueron en general composiciones<br />

de circunstancias, acogidas escrupulosamente a las convenciones<br />

formales establecidas poco antes por A. Scarlatti (con<br />

leves modificaciones ocasionales, dos o, a lo sumo, tres bloques de<br />

recitativo secco-aria da capo), y a veces casi improvisadas sobre la<br />

marcha: uno de los ejercicios intelectuales practicados por los<br />

miembros de la romana Academia Arcadia, frecuentada por el compositor<br />

con sus aristocráticos patronos, consistía en escribir la letra,<br />

componer la música e interpretarla inmediatamente en el transcurso<br />

de una de sus periódicas reuniones. Pero Haendel, que avanzaba<br />

hacia la madurez a pasos agigantados, dejó en ellas magníficos frutos<br />

de su genio a los que volverá después asiduamente para injertar<br />

sus fragmentos en otras obras mayores, donde fueron cumplidamente<br />

celebrados.<br />

( 8 )<br />

Por eso no deja de tener algo de contradictorio nuestro sentimiento<br />

ante un disco como el que ahora comentamos: de satisfacción,<br />

porque reúne seis cantatas del caro Sassone; de cierta decepción,<br />

porque sólo contiene una inédita («Un sospir<br />

a chi si more»; de «Un’alma innamorata»<br />

había una versión, hoy de difícil acceso) y dos<br />

(«Nel dolce dell’oblio» y «Mi palpita il cor») que<br />

son de las más trilladas, por ser también de las<br />

más hermosas. Pero, al menos, hay una gota más<br />

en el vaso y, además, la selección, repartida a partes<br />

iguales entre las cantatas con instrumento obligado<br />

(flauta travesera en este caso, a veces suplantando<br />

a los tradicionales violín o flauta dulce) y<br />

las acompañadas sólo por el bajo continuo, es<br />

acertada y constituye una buena muestra del<br />

género, contando con los reducidos límites de un<br />

sólo disco, aunque sea, como éste, de larga duración.<br />

Y tiene el quid añadido de escuchar al<br />

sopranista Angelo Manzotti, peculiar integrante<br />

del grupo de los comúnmente denominados contratenores. Según se<br />

dice en las notas, ha desarrollado tras larga experimentación una<br />

técnica propia que le permite, cuando es necesario, «hacer vibrar<br />

sólo la parte anterior de las cuerdas vocales, reduciendo así su longitud<br />

al arquetipo femenino, por naturaleza más corto que el masculino».<br />

De esta forma, su voz posee más cuerpo y mayor extensión<br />

que las habituales entre los contratenores, lo que le permite afrontar<br />

cómodamente las tesituras de soprano y contralto a las que fueron<br />

destinadas las cantatas que interpreta. Su timbre no carece de atractivo,<br />

tampoco le falta musicalidad y se muestra aceptablemente<br />

seguro en las agilidades. Cuenta ya con un puñado de discos en su<br />

haber (alguno, premiado) y merece que sigamos con atención su trayectoria:<br />

si lima algún defectillo -nadie es perfecto- puede dar bastante<br />

juego en el futuro. La flauta obligada -¿por qué metálica?- y el<br />

bajo continuo -violoncelo y clave, como suele ser habitual- desempeñan<br />

discreta y eficazmente su papel. Interesante.<br />

M.A.R.<br />

G.F. HAENDEL: 6 Cantatas italianas para soprano y contralto, HMV 125b, 132c, 134,<br />

172a, 173 y 174 / Angelo Manzotti / Georges Kiss (clave); Massimo Mercelli (flauta);<br />

Sofia Ruffino (cello) / BONGIOVANNI / Ref.: GB 5568-2 (1 CD) D2<br />

Diego Fasolis dirige notables versiones de Dixit Dominus y Te Deum de Dettingen, de G.F.Haendel (1685-1759) en el sello ARTS<br />

Haendel católico y anglicano<br />

Afortunadamente, ya no es raro encontrar en los sellos económicos grabaciones que superen abiertamente<br />

el nivel de la mera dignidad (con el que, dado su precio, debería supuestamente conformarse el<br />

comprador) y puedan codearse sin desdoro con otras aparecidas bajo etiquetas de postín (y dos o tres<br />

veces más caras). Es lo que ocurre en este caso. Diego Fasolis, que tiene en su haber muy estimables versiones<br />

de obras de J.S. Bach (Misa en si menor, por ejemplo), Monteverdi o Carissimi en este mismo sello ARTS,<br />

firma ahora dos notables interpretaciones de obras religiosas de Haendel. Son piezas distantes en el tiempo<br />

y escritas en muy distintas circunstancias: de su juventud italiana (1707) y concebido para la liturgia católica,<br />

el Dixit Dominus, un salmo que formaba parte de la ceremonia de Vísperas; de su madurez inglesa (1743)<br />

y destinado al ritual cortesano anglicano, el Te Deum de Dettingem, cantado en acción de gracias por una<br />

victoriosa batalla en que el monarca Jorge II tuvo un heroico comportamiento... como resultado del súbito e<br />

imprevisto desbocamiento de su caballo. Tampoco poseen el mismo nivel de calidad: la primera es una<br />

auténtica obra maestra; la segunda, abundante en «préstamos» (sobre todo, de otro Te Deum del oscuro Francesco Antonio Urio, que también<br />

utilizara en Israel en Egipto), es más discreta, aunque no carezca de pasajes destacables. Pero en las dos desempeña un papel esencial el coro,<br />

ambas derrochan la fuerza y vitalidad característica de su autor y son de las partituras más apreciadas por el público (durante la segunda mitad<br />

del siglo XVIII y todo el XIX, el de Dettingen fue en Inglaterra el Te Deum por antonomasia). Fasolis, que dirige con autoridad y energía y sin descuidar<br />

matices y contrastes, cuenta con un coro, el de la Radio Suiza de Lugano, que reverdece bajo su batuta pasados laureles; con un grupo<br />

instrumental historicista, el Ensemble Vanitas, todavía no muy experimentado, pero que cumple sobradamente y cuyas trompetas (en el Te Deum)<br />

son particularmente brillantes; y con unos meritorios solistas, que en el caso de las voces femeninas del Dixit -no se sorprenderán quienes las<br />

conozcan por otras grabaciones- rayan la excelencia: oigan, si no, a la contralto Gloria Banditelli en «Virgam virtutis», a la soprano Roberta<br />

Invernizzi en «Tecum principio» y a esta última acompañada por Lena Lootens en el «De torrente» (como es sabido, uno de los más sublimes<br />

momentos de toda la creación haendeliana). La toma de sonido es muy buena y sólo unos segundos de aplausos al final testimonian que se trata<br />

de grabaciones en directo. Estamos, pues, ante un disco de gran calidad que puede recomendarse abiertamente. El Dixit, en una discografía de<br />

competencia casi feroz, está a sólo un paso de las dos o tres referencias indiscutibles (Gardiner, Parrott, ¿Minkowski?). Del Te Deum apenas hay<br />

actualmente alguna versión en el mercado español. Y cuenta, además, con el consabido aliciente del precio.<br />

M.A.R.<br />

G.F. HAENDEL: Dixit dominus; Dettingen Te Deum / Cecchi-Fedi, Lootens, Invernizzi, Schofrin, Banditelli, Beasley, Abete, Zanasi / Coro de la Radio de Suiza y Ensemble Vanitas.<br />

Dir.: Diego Fasolis / ARTS / Ref.: 47560-2 (1 CD) P.V.P.: 995 ptas.-


STRADIVARIUS presente una selección de piezas de Dionisio Aguado (1784-1849)<br />

Sólo Aguado<br />

El pecado mayor de los guitarristas de los<br />

últimos tiempos es que no se deciden a<br />

colocar definitivamente a Dionisio<br />

Aguado en el lugar que le corresponde entre<br />

Sor y Giuliani, dejando injustificadamente<br />

coja la trinidad de músicos que dio a la guitarra<br />

moderna su primer repertorio. La razón de<br />

esto es tan misteriosa como tantas otras que<br />

rigen la formación de los repertorios, pero<br />

cabría reflexionar sobre el hecho de que las<br />

obras completas de Aguado se acaben de<br />

publicar a mediados de los 90, cuando las de<br />

Sor y las de Giuliani fueron saliendo en la primera<br />

mitad de los 80: eso explicaría al menos<br />

una década de desfase entre uno y otros. No<br />

hay un estudio de referencia sobre Aguado<br />

como los que Brian Jeffery y Thomas Heck<br />

dedicaron respectivamente a Sor y a Giuliani,<br />

y además, habría que considerar en último término<br />

la situación miserable de desmantelamiento<br />

de la guitarra en España, sin una editorial<br />

que difunda el patrimonio guitarrístico<br />

de forma sistemática, sin una revista digna que<br />

articule y organice la afición a la guitarra, con<br />

los festivales de capa caída, los concursos en<br />

fase regresiva, y un único sello discográfico -<br />

OPERA TRES, por fortuna- que, en cualquier<br />

caso, no puede dar abasto con todo lo que<br />

queda por hacer de forma urgente.<br />

Por ello, lo primero que llama la atención<br />

ante una grabación como la que comentamos<br />

aquí es que se dedique monográficamente a la<br />

música de Aguado, lo cual ya es de por sí bastante<br />

extraordinario. El guitarrista francés<br />

Frédéric Zigante, como director de la serie de<br />

grabaciones guitarrísticas del sello STRADIVA-<br />

RIUS, ha decidido que el volumen segundo -<br />

después del monográfico que él mismo dedicó<br />

a Alexander Tansman (STR 33534)- se dedique<br />

íntegramente a Aguado. Decisión atinada<br />

por lo interesante de la música del guitarrista<br />

madrileño y muy oportuna por la necesidad<br />

perentoria de difundir este repertorio y sacar a<br />

Aguado del encierro en que se le tiene dentro<br />

de los confines de la didáctica. Efectivamente,<br />

Aguado fue un pedagogo excepcional, el más<br />

grande del siglo XIX, pero fue también un<br />

compositor de gran mérito, un hombre muy al<br />

día de las corrientes musicales de su tiempo<br />

que contribuyó en gran medida al desarrollo<br />

de la guitarra en los primeros pasos de su existencia<br />

moderna. Dedicándose en cuerpo y<br />

alma a este instrumento porque su posición<br />

social así se lo permitía (mejor que a muchos<br />

músicos profesionales), Aguado contribuyó al<br />

desarrollo de la técnica, de la música y de la<br />

propia guitarra como instrumento de una<br />

manera determinante. Esta grabación de tres<br />

de sus obras y de una pequeña selección de<br />

una docena de sus estudios es buena muestra<br />

de su faceta creativa.<br />

J.S. BACH<br />

Integral de<br />

Cantatas<br />

(Vol. 12)<br />

Cantatas<br />

BWV 21 y 147<br />

Bach Collegium<br />

Japan<br />

Masaaki Suzuki<br />

Ref.: BIS 1031<br />

(1 CD) D2<br />

Digo que es buena muestra, pero podía ser<br />

mucho mejor, porque la selección del repertorio<br />

interpretado da demasiado peso a la vena<br />

pintoresquista que en la obra de Aguado,<br />

como en la de Sor, es sólo un aspecto muy<br />

marginal. Es decir, que no creo que tenga<br />

mucho sentido dedicar casi un tercio de la<br />

duración total del disco a las variaciones<br />

sobre el Minué afandangado op. 15 y a las<br />

variaciones sobre el Fandango op. 16, porque<br />

son obras demasiado similares. Y en el catálogo<br />

de Aguado hay muchas opciones para elegir<br />

sin caer en el tópico en el que se cae aquí.<br />

Por ejemplo, lo que a mi juicio es la obra<br />

maestra de Aguado -junto a los Tres rondós<br />

brillantes op. 2 con los que se inaugura esta<br />

grabación- es la Colección de Andantes, Valses<br />

y Minuetos publicada en 1844 y, en especial,<br />

los diez andantes con los que empieza la<br />

colección, que podrían haber reemplazado a<br />

las variaciones sobre el Minué afandangado<br />

dando lugar a un programa mucho más redondo<br />

y representativo. Extraña que a un guitarrista<br />

con vocación y formación musicológica<br />

como es Zigante se le escape esto y firme unas<br />

notas tan insulsas como las que acompañan al<br />

disco, cuando las que acompañaban sus grabaciones<br />

de Tansman y Villa-Lobos son casi<br />

trabajos de investigación. En cualquier caso, si<br />

se tiene muy presente que el tema español es<br />

sólo una anécdota en la obra de Aguado, aunque<br />

no lo parezca en esta grabación, se puede<br />

ver cierto sentido al programa en el que se ha<br />

tenido el buen criterio de separar los dos fandangos<br />

con 20 minutos de estudios del Nuevo<br />

método (1843), siendo el Estudio nº 18 también<br />

bastante afandangado, dicho sea de<br />

paso.<br />

El intérprete es un joven discípulo de<br />

Zigante, el italiano Lorenzo Micheli, que toca<br />

una guitarra romántica parisina. Frente a la<br />

homogeneidad de sonido que se tiende a perseguir<br />

en la mayoría de las guitarras actuales,<br />

en la guitarra de Micheli -una Husson, Buthod<br />

et Thibouville en torno a 1850- se distinguen<br />

con bastante claridad tres registros: el agudo<br />

de la primera cuerda, el registro central de las<br />

cuerdas segunda, tercera y cuarta, y un nivel<br />

de bajos formado por los dos primeros bordones.<br />

Micheli saca el mayor partido de este instrumento<br />

articulando unos arpegios clarísimos<br />

y brillantísimos, produciendo un sonido lleno<br />

que nunca se rompe y cantando con aliento<br />

las melodías en allegro cantabile tan características<br />

de la música de aquella época. Su<br />

buena dosificación del tempo, por otra parte,<br />

le ayuda a expresar muy musicalmente las texturas<br />

más violinísticas que guitarrísticas con<br />

las que Aguado construye algunas secciones<br />

de sus obras.<br />

En su interpretación, Micheli se permite<br />

( 9 )<br />

C.P.E. BACH<br />

Los Conciertos<br />

para teclado<br />

(Vol. 9)<br />

Conciertos H. 407,<br />

446, 449 y 451<br />

Miklós Spányi<br />

Concerto Armonico<br />

Dir.: Péter Szúts<br />

Ref.: BIS 868<br />

(1 CD) D2<br />

algunas<br />

licencias.<br />

Unas, guitarrísticas<br />

y<br />

más o menos<br />

justificadas,<br />

como añadir<br />

un bajo antes<br />

de la primera<br />

cadencia del<br />

segundo rondó,repercutir<br />

los bajos<br />

con el trino del Estudio nº 16 o terminar octavando<br />

el último sonido de la escala de octavas<br />

partidas de la última variación del fandango,<br />

por ejemplo; otras más dudosas, como la de<br />

los primeros tiempos de los compases 5, 9 y<br />

13 del Estudio nº 17 en los que Aguado pide<br />

en el texto de su método que se apaguen los<br />

sonidos con los mismos dedos con los que se<br />

han pulsado las cuerdas y Micheli, sin embargo,<br />

les da el valor completo de negras, perdiendo<br />

la articulación que quiere Aguado; o la<br />

mala lectura del bajo en los compases 23 y 25<br />

del Estudio nº 26. Hay una resolución poco<br />

meditada de los compases 44, 45 y 47 del<br />

segundo rondó, muy mal escritos en las diferentes<br />

ediciones de esta obra. Algunas ligaduras<br />

directas y casi todas las indirectas que funcionan<br />

mejor en instrumentos románticos que<br />

en la guitarra actual, se resuelven como glissandi<br />

perdiéndose aquella forma de articulación<br />

que enriquece tanto la guitarra clásicoromántica<br />

y exagerándose la proporción de<br />

glissandi en un momento en el que todavía no<br />

corresponde. Y, finalmente, también con respecto<br />

a las ligaduras, Aguado se preocupó en<br />

escribir en sus obras la forma exacta en la que<br />

él ligaba (a veces de forma distinta grupos<br />

similares) y Micheli prefiere la uniformidad de<br />

las ligaduras siguiendo prácticas interpretativas<br />

contemporáneas. Se ve, no obstante, que<br />

cuando Micheli tiende a hacer algunas de las<br />

ligaduras marcadas caprichosamente por<br />

Aguado, como en la última cadencia del tercer<br />

rondó, el fraseo se enriquece notablemente.<br />

Pero todo esto son pequeñeces que se pueden<br />

resumir en que Micheli opta por una articulación<br />

moderna con una guitarra antigua.<br />

Eso es todo, de modo que no quitan un ápice<br />

de valor a una grabación óptima y muy recomendable<br />

que me ha interesado hasta el<br />

punto de analizarla con mayor detalle que el<br />

acostumbrado. Y así siempre salen cosas.<br />

Javier Suárez-Pajares<br />

D. AGUADO: 3 Rondós brillantes, op. 2; Minueto afandangado,<br />

op. 15; 12 Estudios; Le Fandango varié, op. 16<br />

/ Lorenzo Micheli (guitarra) / STRADIVARIUS / Ref.: STR<br />

33563 (1 CD) D2<br />

Los BANDIDOS<br />

El trombón<br />

criminal (Vol. 2)<br />

Obras de<br />

diversos autores<br />

Christian Lindberg<br />

(trombón)<br />

Roland Pöntinen<br />

(piano)<br />

Ref.: BIS 988<br />

(1 CD) D2


KOCH prosigue con su integral de<br />

divertimentos y casaciones de F.J. Haydn<br />

Exquisita melancolía<br />

Entre la extensa producción discográfica del gran Joseph Haydn es<br />

sorprendente comprobar cómo apenas hay grabaciones referidas<br />

a sus composiciones de juventud, sobre todo cuando al escuchar<br />

algunas de ellas en este magnífico CD comprobamos que no sólo<br />

son obras de una excelente calidad musical sino que, además, en la<br />

mayoría de los casos nos anuncian el magistral músico que llegó a<br />

ser durante sus años de madurez.<br />

El prolífico director austríaco Manfred Huss, sabedor de esta enorme<br />

deuda musical, continúa con la exitosa colección de divertimentos<br />

y casaciones que viene realizando con la todopoderosa orquesta<br />

de instrumentos originales Haydn<br />

Sinfonietta Wien para el sello alemán<br />

KOCH. Este volumen, el 4º<br />

de la serie, viene a confirmar lo<br />

que los otros tres anteriores ya nos<br />

habían revelado, es decir, que<br />

estamos ante una orquesta y un<br />

director realmente extraordinarios<br />

y grandes conocedores del estilo y<br />

la época musical, pero además<br />

tiene el enorme acierto de incluir<br />

obras del genio de Rohrau -hasta<br />

ahora muy poco conocidas y grabadas<br />

en contadas ocasiones- que<br />

nos aportan mucha luz sobre los<br />

años iniciales de su actividad<br />

como compositor al servicio de sus primeros patronos, allá por<br />

1755-1760.<br />

Conforman el programa de este interesante CD tres divertimenti y<br />

una cassatio que podemos calificar, sin temor a equivocarnos o excedernos,<br />

de obras maestras de juventud, todas ellas rebosantes de una<br />

gracia exquisita, de un delicado y elegante perfume de primavera, de<br />

un equilibrio formal que sólo Haydn sabía dar a sus composiciones<br />

ya desde sus primeros pasos como compositor.<br />

Nos resulta difícil resaltar unas obras sobre otras, pues todas son<br />

portadoras de verdades musicales absolutas, de momentos irrepetibles,<br />

como el Adagio inicial del Divertimento en re para barytón,<br />

viola y bajo continuo, que además abre el CD, como adelantándonos<br />

a los tesoros que vendrán después. La Cassatio o Divertimento<br />

en sol para dos oboes, dos trompas, dos violines, cello y contrabajo,<br />

que cierra la grabación también nos reserva sorpresas deliciosas, en<br />

especial el corte número 12, Adagio, de una belleza melódica que<br />

nos produce una exquisita melancolía, casi divina, evocándonos<br />

cualquiera de las iluminadas salas de estilo rococó del palacio del<br />

conde Morzin, en Lukavec, muy cerca de la ciudad bohemia de<br />

Plzen, primer patrono de Haydn, para quien fue compuesto hacia<br />

1758.<br />

De la orquesta, ¿qué se pueden decir sino los más altos elogios?<br />

Seguramente estamos ante los mejores conocedores del estilo y la<br />

obra instrumental de Haydn. Aquí todo suena equilibrado, armónico,<br />

perfectamente afinado (ya lo demostraron en los dos volúmenes<br />

dedicados a las oberturas de ópera de este mismo compositor), con<br />

unas trompas naturales que debemos resaltar de manera muy sobresaliente,<br />

y todo ello envuelto en un sonido nítido y transparente que<br />

ayuda a dar un mayor vigor a las obras comentadas. En fin, un registro<br />

desde todos los puntos de vista muy recomendable, que nos hace<br />

esperar con ansiedad futuros lanzamientos y, sobre todo, ¿por qué<br />

no?, una futura integral de las sinfonías de Haydn.<br />

Francisco de Paula Cañas Gálvez<br />

F.J. HAYDN: Los divertimentos (Vol. 4) - Divertimento en re mayor, Hob. X:10;<br />

Divertimento en mi bemol mayor, Hob. IV:5; Divertimento en do mayor, Hob. II:11, El<br />

cumpleaños; Divertimento (Casación) en sol mayor, Hob. II:G1 / Haydn Sinfonietta<br />

Wien. Dir.: Manfred Huss / KOCH / Ref.: 314822 (1 CD) D2<br />

También disponibles:<br />

F.J. HAYDN: Los divertimentos (Vol. 1) - Divertimentos Hob. II:20-22 / Haydn Sinfonietta<br />

Wien. Dir.: Manfred Hsss / KOCH / Ref.: 312742 (1 CD) D2<br />

F.J. HAYDN: Los divertimentos (Vol. 2) - Divertimentos Hob. II:1, 9, D22 / Haydn<br />

Sinfonietta Wien. Dir.: Manfred Huss / KOCH / Ref.: 312862 (1 CD) D2<br />

F.J. HAYDN: Los divertimentos (Vol. 3) - Divertimentos Hob. II:2, 24, 17 / Haydn<br />

Sinfonietta Wien. Dir.: Manfred Huss / KOCH / Ref.: 314812 (1 CD) D2<br />

( 10 )<br />

KOCH añade a su catálogo un nuevo disco<br />

de obras religiosas de E.T.A. Hoffmann<br />

Romanticismo entrevisto<br />

Poco a poco se va conociendo algo de la producción musical<br />

del famoso romántico E(rnst) T(heodor) A(madeus)<br />

Hoffmann, venido al mundo en 1776 en la cuna de Kant,<br />

Königsberg, y fallecido en 1822 en Berlín. En medio, una corta<br />

vida agitada, viajera, cambiante y aventurera desarrollada entre<br />

las pandectas, la música y la literatura. Fue esta última la que sin<br />

duda le dio celebridad. Sus Cuentos, base de inspiración para<br />

Offenbach, sus artículos y escritos en la prensa y otros medios,<br />

muchos en forma de crítica musical, firmados con el seudónimo<br />

de Kapellmeister Johannes<br />

Kreisler, caldo de cultivo para<br />

un músico como Schumann<br />

(Kreisleriana), que convirtió al<br />

ficticio personaje en una especie<br />

de alter ego, han tenido<br />

enorme importancia para la<br />

posteridad. Aunque las teorías<br />

hoffmannianas sobre el arte de<br />

los sonidos conectaban curiosamente<br />

con el pasado, el<br />

suyo a través de la influencia<br />

de Gluck o Mozart, y el de<br />

otras latitudes, como los Países<br />

Bajos, en algunos de sus<br />

Cuentos deliberadamente se trasladaba al pasado y tomaba el<br />

papel de un compositor de la escuela polifónica neerlandesa, lo<br />

mismo que en otros interpretaba el de un coetáneo de Mozart.<br />

Su admiración por este compositor le llevó a sustituir su verdadero<br />

tercer nombre, Wilhelm, por el de Amadeus.<br />

No es de extrañar por tanto que su música, de excelente factura<br />

técnica -aprendida aquí y allá, en buena parte durante una<br />

de sus estancias en Berlín con su paisano Johann Friedrich<br />

Reichardt-, sin plantear ninguna ruptura esencial con la forma,<br />

intentara en ocasiones utilizar estilemas del pasado más o<br />

menos próximo. Lo apreciamos, por ejemplo, en partes del trazado<br />

y armonía de las seis Canciones para cuatro voces a cappella<br />

(1808), donde hallamos, al lado de un evidente aire<br />

mozartiano, aspectos nítidamente heredados de Palestrina.<br />

Menos presencia tiene la música antigua en su Misa en re menor<br />

(1805), de línea tradicional y construcción grandiosa, sólidamente<br />

levantada y sin duda muy mozartiana en sus planteamientos<br />

generales y aun particulares: los diseños descendentes<br />

de la cuerda en el Kyrie nos traen a la memoria los del<br />

Recordare del Requiem del salzburgués, obra escrita en la<br />

misma tonalidad. En el resplandeciente Gloria hallamos la huella<br />

de las misas de Haydn, especialmente en el comienzo y en<br />

la entrada en canon de los solistas. El Credo es quizá el número<br />

más flojo, el que se revela menos concentrado y en ciertos<br />

momentos más vacuo. No hay la más mínima unción en instantes<br />

clave como el Crucifixus. Tras un Sanctus conciso y de sabor<br />

schubertiano y una hermosa y apretada fuga en el Hosanna, el<br />

Benedictus nos suena a un joven y apacible Beethoven. El<br />

Agnus, coronado por una solemne y bien trabada fuga, cierra<br />

con brillantez una obra estimable, aunque no del todo representativa<br />

de la importancia que para la cultura posterior tuvo el<br />

compositor-director-narrador-abogado-amante-etc.-etc. Como<br />

músico, Hoffmann daría una medida mayor en algunas de sus<br />

óperas, singularmente en Undine (1816), obra clave para el<br />

romanticismo alemán.<br />

No es el Coro de la Capella Cracoviensis el más refinado y<br />

empastado del mundo, pero actúa, bajo la funcional y conocedora<br />

batuta del especialista Roland Bader, con el suficiente<br />

impulso y vigor. Mejor en la Misa, que requiere menos sutilezas,<br />

que en las canciones a cappella. Los innominados solistas<br />

resuelven con discreción las no demasiadas dificultades de<br />

aquella composición, en la que cumple bien la Orquesta del<br />

grupo.<br />

Papageno<br />

E.T.A. HOFFMANN: Canciones para 4 voces a cappella; Misa en re menor /<br />

Solistas, Coro y Orquesta de la Capella Cracoviensis. Dir.: Roland Bader / KOCH /<br />

Ref.: 314452 (1 CD) D2


Primera grabación digital de un gran título donizettiano: Parisina d’Este<br />

Alexandrina es Parisina<br />

1833 fue un año extraordinariamente activo para Donizetti,<br />

ausente de su residencia napolitana y dedicado a viajar intensamente<br />

por la Península: Il furioso all’isola di San Domingo<br />

(Roma, 2 de enero), Parisina (Florencia, 7 de marzo), Torquato<br />

Tasso (Roma, 9 de septiembre) y Lucrezia Borgia (Scala de Milán,<br />

26 de diciembre) fueron las cuatro nuevas óperas, todas ellas bien<br />

recibidas, que marcaron un significativo progreso<br />

del compositor bergamasco hacia el pleno dominio<br />

de sus recursos como dramaturgo musical,<br />

con la colaboración de los dos libretistas italianos<br />

más importantes del momento, Jacopo Ferretti y<br />

Felice Romani. Parisina, debut florentino del bergamasco,<br />

ofrece un especial interés; fue escrita<br />

para el empresario Alessandro Lanari, quien ya<br />

comenzara su larga y fecunda colaboración con<br />

Donizetti encargándole, un año antes, el sonoro<br />

triunfo milanés de L’elisir d’amore; especialmente<br />

activo en Florencia y Venecia, la gestión de<br />

Lanari se caracterizaba por lo cuidado de sus<br />

compañías de canto y lo lujoso de sus producciones.<br />

Segunda de las tres óperas de Donizetti con argumento tomado<br />

de Byron (entre Il diluvio universale y Marino Faliero), Parisina es<br />

una de sus obras más trágicas por su tema y más sombrías por el<br />

clima de desesperanza, de inexorable destino que, de principio a<br />

final, marca el fatum de sus personajes, sin apenas momentos luminosos<br />

que sirvan de contraste. Su argumento, que en 1913 retomará<br />

Mascagni sobre texto de D’Annunzio, recrea una historia real<br />

acaecida en la corte del soberano de Ferrara, Niccolò III d’Este<br />

(Azo para Byron, Azzo para Romani y Donizetti), que en 1431 hizo<br />

ejecutar a su esposa y su hijo bastardo por sus amores adulterinos.<br />

Byron, en su narración en verso, fechada en 1816, envuelve en<br />

misterio, tras la decapitación de su joven amante, el destino final<br />

de Parisina, cuyo nombre desaparece de labios y oídos («Her name<br />

-as if she ne’er had been- / Was banish’d from each lip and ear»).<br />

Romani y Donizetti, amigos del coup de scène, hacen morir de<br />

dolor a Parisina y convierten a Ugo, de bastardo, en hijo legítimo y<br />

desconocido de Azzo, cuya filiación se revela en una escena de<br />

gran efecto al final del segundo acto, aunque, previamente, el clímax<br />

de la historia se ha alcanzado cuando Parisina, espiada por<br />

Azzo, pronuncia en sueños el nombre de Ugo, con el consiguiente<br />

enfrentamiento violento entre los esposos. Con esta obra,<br />

Donizetti crea una espléndida figura femenina, patética y doliente<br />

en el primer acto («È in me natura il pianto», dirá al comparecer en<br />

escena), desafiante tras el descubrimiento de su amor en el segundo<br />

acto, y anonadada por la tragedia, pero a la vez imprecadora,<br />

en el acto conclusivo. Desde su aparición en una larga escena inicial<br />

con coro y pertichini hasta el breve tercer acto a ella sola confiado,<br />

su figura domina el escenario, del que sólo se ausenta en una<br />

breve secuencia. Los demás personajes, aun sirviendo de contrapunto<br />

a la protagonista, no carecen de interés: Ugo, con su imprudente<br />

vehemencia de joven amante romántico, y Azzo, con su violento<br />

y celoso amor por Parisina.<br />

Al servicio de los formidables intérpretes reunidos por Lanari -la<br />

húngara Carolina Ungher, quien, jovencísima, había participado<br />

como contralto en los estrenos de la Novena Sinfonía y la Missa<br />

Solemnis de Beethoven, luego reaclimatada en Italia como soprano<br />

limitato, cuyos agudos, trabajosamente adquiridos, eran considerados<br />

«puñaladas» (stillettate) por Bellini, grande y expresiva actriz;<br />

el joven tenor francés Gilbert Duprez, en el primer gran papel protagonista<br />

de su mítica carrera, que seguidamente crearía para<br />

Donizetti los roles tenoriles de Rosmonda, Lucia y, ya en París, los<br />

de Mártires, Favorita y Don Sebastián; y Domenico Coselli, excelente<br />

barítono dramático y creador asimismo del Ashton de Lucia-,<br />

Donizetti compone una música que, si no alcanza las últimas cotas<br />

de inspiración de Lucia o Elisir, ofrece abundantes situaciones de<br />

alta tensión dramática e intensidad lírica, especialemente el dúo<br />

Ugo-Parisina del primer acto, el dúo del enfrentamiento Azzo-<br />

Parisina, consecutivo a la revelación en sueños de su pasión, el<br />

cuarteto que cierra el segundo acto tras descubrirse la filiación<br />

secreta de Ugo, y todas las escenas a solo, una por acto, de<br />

Parisina. Pero, sobre todo, Parisina resulta, vista con ojos de hoy,<br />

especialmente interesante por suponer un paso esencial en la con-<br />

( 11 )<br />

figuración de una vocalidad romántica di forza; la crónica del<br />

estreno en la Gazzetta di Firenze refiere las apasionadas discusiones<br />

en la platea entre los detractores de un canto próximo al urlo<br />

(grito) y sus defensores por exigencias expresivas de la situación<br />

dramática. Y, en efecto, Parisina prefigura una vocalidad luego definida<br />

como «verdiana»: voz con mucho cuerpo de la Ungher, voix<br />

sombrée de Duprez, de potencia sonora entonces<br />

desconocida, en contraste con la voz mixta y clara<br />

de un Nourrit o un Rubini; vocalidad baritonal de<br />

un Coselli, distinta de la tradicional figura del bajo<br />

cantante.<br />

Parisina, que fue la primera ópera donizettiana<br />

representada en los Estados Unidos (Nueva<br />

Orleans, 1837), sufrió un largo eclipse hasta la<br />

década de los sesenta de este siglo, en que<br />

comenzó a ser repuesta en diversas ciudades italianas,<br />

a las que tomó el relevo Nueva York en<br />

1973, en célebre versión de concierto a cargo de<br />

una Caballé en excelente momento vocal, ocasión<br />

preservada por el disco y actualmente disponible en el sello<br />

Myto. Con motivo de las conmemoraciones del bicentenario donizettiano,<br />

se repuso en Wexford, Lugano y Lugo de Romagna. Si esta<br />

última reposición dio lugar a una discreta versión publicada por<br />

Bongiovanni y comentada por Fernando Fraga en estas páginas en<br />

octubre de 1998, la radiofónica de Lugano, que ahora nos ofrece<br />

DYNAMIC, contó, para una grabación digital en estudio abierta a<br />

un reducido público, con excelentes mimbres: ante todo, la<br />

Orquesta y el Coro de la Radio Suiza Italiana dirigidos por<br />

Emmanuel Plasson y Diego Fasolis, respectivamente, junto a un<br />

reparto de juvenil atractivo: el tenor napolitano Amedeo Moretti,<br />

presente en las tres citas del bicentenario arriba reseñadas, quien,<br />

sin poseer un timbre especialmente atractivo, resuelve más que<br />

airosamente las múltiples dificultades del rol creado por Duprez; el<br />

barítono español -tal condición le atribuía, al menos, Alexander<br />

Weatherson, presidente de la Donizetti Society, en su crónica aparecida<br />

en el Boletín nº 71 de la entidad- Ramón de Andrés, de<br />

medios no muy refinados pero efectivo y temperamental en el<br />

desagradable rol del celoso Azzo; a ellos hemos de añadir el par de<br />

excelentes contribuciones ofrecidas por el bajo Eldar Aliev y la prometedora<br />

mezzo Daniela Barcellona (que ha sido un sugestivo<br />

Tancredi en Pésaro el pasado verano).<br />

Pero el mayor interés del registro lo ofrece la sensacional prestación<br />

de la joven soprano búlgara Alexandrina Pendatchanska,<br />

estrella ascendente en el firmamento donizettiano tras sus Parisinas<br />

de Wexford y Lugano y sus inolvidables Elisabettas de Roberto<br />

Devereux en el Regio de Turín y el San Carlo de Nápoles, ocasión<br />

esta última en la que el abajo firmante pudo admirarla en junio de<br />

1998 (aunque, todo hay que decirlo, su reciente Adina de Pésaro<br />

resultó bastante pálida): voz lírica con cuerpo, provista de un efectivo<br />

mordiente, excelente zona aguda y graves suficientes, agilidades<br />

impecables y, sobre todo, temperamento, credibilidad escénica<br />

y capacidad para, a través del canto, transmitir intensidad y<br />

emoción a la sufrida Parisina, que resulta no ser ya un personaje de<br />

patetismo pasivo y monocolor, sino una mujer que sufre, lucha e<br />

increpa. Y, para evitar ser tachado de parcial, recurro al testimonio<br />

del antes citado Weatherson en la ocasión arriba mencionada:<br />

«Todo parecía diseñado para arropar la interpretación de la prima<br />

donna, y logró hallarse una espléndida joya para tan cuidado<br />

entorno: Alexandrina Pendatchanska, tan seductoramente joven y<br />

hermosa como era la trágica duquesa de la historia, si bien dotada<br />

de una perspectiva psicológica de este gran papel que fascinó al<br />

auditorio, [...] la soprano muestra una voz dramática capaz de<br />

enfrentarse a todos los desafíos vocales, una voz cuidadosamente<br />

afinada y de notable contraste entre sus abrasadores pianissimi y su<br />

enorme vehemencia». Aunque el registro contiene mucho más,<br />

sólo por ella merecería la pena poseerlo. Colegas donizettianos:<br />

no se lo/la pierdan.<br />

Santiago Salaverri<br />

G. DONIZETTI: Parisina d’Este / Pendatchanska, Moretti, De Andrès, Aliev, Barcellona<br />

/ Orquesta de la Suiza Italiana. Dir.: Emmanuel Plasson / DYNAMIC / Ref.: CDS 227/1-<br />

2 (2 CD) D2 x 2


PREISER recoge en disco una selección<br />

de grabaciones de Charles Dalmorès<br />

Empaste fino<br />

Charles Dalmorès no tiene una entrada propia en el diccionario<br />

Le Grandi Voci; ni en el estudio más específico de<br />

Celletti sobre la voz de tenor; ni tampoco en el de intérpretes<br />

editado por su compatriota Robert Lallont. Sin embargo,<br />

pertenece a un momento en que el canto francés tenía infinitamente<br />

más nivel que el actual, de ahí que la historia se pudiera<br />

permitir el lujo de silenciar algunos nombres importantes.<br />

Kutsch y Riemens seguramente sí advirtieron su posición de<br />

inferioridad, a todas luces injusta, pues incluyeron una nota<br />

sobre Dalmorès (fundamentalmente biográfica) en su propio<br />

gran diccionario universal de voces, publicado en Berna en<br />

1979.<br />

Con los discos, pocos y dispersos, había tenido hasta ahora<br />

pareja suerte. Sus grabaciones pertenecían a sellos más bien<br />

raros, como Rococó, TAP o<br />

Scala, para gente con mucha<br />

fortuna en su vida auditiva. De<br />

lo poco localizable, en tiempos<br />

del gran paisajista y tenedor de<br />

discos Turner, era el «Arrêtez, ô<br />

mes frères!» de Sansón y Dalila,<br />

contenido en el segundo volumen<br />

de A Record of Singers (en<br />

el espacio que tales discos asignaban<br />

a la escuela francesa), o<br />

el «Aria de la flor» de Carmen,<br />

que incluía la edición de Pearl<br />

Covent Garden on Record,<br />

también en su volumen nº II.<br />

Así estaban las cosas cuando de golpe se nos vienen encima<br />

dieciséis facciatas con la aguerrida presencia de dieciséis hidalgos<br />

infanzones. Son caras mejor rasuradas, de eso no hay duda,<br />

que atestiguan incluso la elegancia y el estilo del tenor francés,<br />

su voz de empaste fino y el uso que de ella hacía. Héroes mitológicos,<br />

trovadores, poetas que suspiran por quimeras o militares<br />

enamorados de gitanas, se agrupan con una unidad de tono<br />

que no implica forzosamente uniformidad. Llaman la atención,<br />

dentro de la colocación de las vocales, sus preciosas úes, a las<br />

que -siendo la más difícil de todas- sabe buscar una posición<br />

muy adelantada en los centros de resonancia faciales. La emisión<br />

de la vocal que parecía patrimonio casi secreto de Schipa,<br />

Pertile o Kraus, es ahora uno de los sonidos clave en la organización,<br />

vocal también, de Dalmorès.<br />

Pese a no tener la voz de un Franz, ni probablemente la de<br />

un Scaramberg, Dalmorès busca sonoridades de cierta amplitud,<br />

un poco a la italiana y, además, no recurre virtualmente<br />

nunca al uso del falsete (lo que bien pensado, hecho por gentes<br />

de su época y latitud, puede ser hermoso), optando por sonidos<br />

naturales, de pecho o cabeza. En «Ah! si ben mio», de El trovador,<br />

se recrea en un trino bellísimo, del que luego sabe desasirse<br />

suavemente. Su aria de Carmen, sin la talla de otra tríada<br />

inalcanzable (Fleta, Thill y el propio Pertile), está muy bien cantada,<br />

respirada y hasta suspirada, aunque la vocalidad no sea<br />

perfecta como consecuencia de los contrastes dinámicos algo<br />

bruscos. El Lohengrin (una de sus especialidades interpretativas;<br />

debutó con Wagner) tiene una dicción alemana que se le deshace<br />

literalmente en el paladar, y de Los cuentos de Hoffmann<br />

grabó varios de los momentos más delicados, dejando constancia<br />

de algún problema en el pasaje. Cantando con menos gasto<br />

de aire, frasea admirablemente en tres obritas que satisfarán a<br />

los buscadores de rarezas: Ninon, de Tosti y, especialmente -por<br />

su deje nostálgico-, «Je t’aime», de Massenet, y «Bonjour,<br />

Suzon!», de Leo Delibes.<br />

El disco finaliza con unos bonus de infrecuente humildad<br />

para Lebendige Vergangenheit, donde nos es presentado el<br />

impávido e inexpresivo tenor yanqui Riccardo Martin, quien<br />

luce furibundos mostachos de general mexicano de aquellos<br />

que se devoraban unos a otros en escaramuzas revolucionarias.<br />

Tiene bonita voz, pero la artillería pesada del elogio ha de<br />

enmudecer en esta ocasión.<br />

Joaquín Martín de Sagarmínaga<br />

RECITAL CHARLES DALMORÈS - Obras de Verdi, Gounod, Bizet, Meyerbeer,<br />

Offenbach, Wagner, Saint-Saëns, etc. / Grabaciones de 1907-1912 / (+<br />

Registros de Riccardo Martin cantando Massenet, Mascagni, Dvorák, etc.) /<br />

PREISER / Ref.: 89506 (1 CD) D2<br />

Una rareza se añade al catálogo BONGIOVANNI:<br />

Ruy Blas, de Filippo Marchetti (1831-1902)<br />

Descubriendo a Ruy Blas<br />

Cuando en 1857 se le pidió a Giuseppe Verdi componer una ópera para<br />

el Teatro Imperial de San Petersburgo, el maestro propuso Ruy Blas de<br />

Victor Hugo, un autor y un tema bien a propósito para despertar su<br />

entusiasmo creativo. La censura dio al traste con el proyecto, porque no se<br />

podían ver en escena a un criado enamorado de una reina y correspondido<br />

por ella, que además era, al menos de pensamiento, adúltera. (Recordemos<br />

que Verdi, al final, compondría para aquel teatro la fabulosa Forza del destino).<br />

Varios años después, las circunstancias<br />

políticas eran otras y, por tanto, la<br />

mentalidad de los censores había «mejorado»,<br />

pudiendo el drama de Victor<br />

Hugo acceder a los escenarios operísticos.<br />

Pero no asistido por notas verdianas,<br />

que por entonces se ocupaban en<br />

ponérselas a Aida, sino por las de un<br />

músico de cerca de Macerata, que se<br />

hallaba agotando la tercera década de su<br />

vida y que parecía no superar un bache<br />

compositivo desde su triunfante y primeriza<br />

Gentile da Varano de 1856.<br />

(Aquí es preciso hacer un inciso:<br />

hubo adaptaciones operísticas previas<br />

del tema huguiano, como la del triestino Giuseppe Rota, que estrenó un Ruy<br />

Blas en Teatro Carcano de Milán en 1858. Pasó la censura porque no era tan<br />

notorio, y por tanto «peligroso», como Verdi, y porque se adaptó a todos los<br />

cambios exigidos).<br />

Fue Filippo Marchetti (1831-1902) quien con esta obra se aseguró una<br />

merecida presencia en la historia de la ópera italiana del Novecientos.<br />

Estrenada en la Scala de Milán en 1869, Ruy Blas viajó por los principales<br />

escenarios europeos, llegando a escucharse hasta en Nueva York. En Madrid<br />

se estrenó en 1873, parece que con poco éxito, a pesar de que la acción de<br />

la obra transcurre en esta capital, algo susceptible de despertar inmediatas<br />

simpatías; pero meses antes gustó bastante a los espectadores del Liceo barcelonés.<br />

La popularidad de la ópera se extendió hasta principios del siglo<br />

veinte, y muchos tenores (Fernando de Lucia, Bernardo de Muro, Francesco<br />

Marconi, Giovanni Zenatello), sopranos (sobre todo, Celestina Boninsegna)<br />

y algún barítono (Mattia Battistini) inmortalizaron en disco selectas páginas<br />

de la ópera, en especial el dúo del tercer acto entre soprano y tenor, que es<br />

de enorme calidad dramática y musical, hermosísimo.<br />

Si en la década de los veinte del Ochocientos no se podía hacer ópera en<br />

Italia sin oír y dejarse influenciar por Rossini, en la época de Franchetti nadie<br />

se sustraía al influjo verdiano, y Ruy Blas suena a Verdi por los cuatro costados,<br />

dicho todo a su favor y no en su contra. Las partes tenoriles, sobre todo,<br />

tienen el aliento y la virilidad propias del bussetano, como demuestra a primera<br />

vista, especialmente, el gran monólogo del protagonista titular del acto<br />

III, «Già l’Olanda e la Bretagna». La obra tiene de todo para gustar al seguidor<br />

de la ópera italiana más genuina, o sea, arias, dúos, coros y concertantes;<br />

permite a los cantantes, además, su lucimiento vocal y expresivo, ya que<br />

las melodías son de calidad y surgen espontáneas y fáciles.<br />

El Teatro Pergolesi de Jesi (la rima es involuntaria) tiene la costumbre de<br />

rescatar partituras de compositores nacidos en su región de Le Marche y, en<br />

septiembre de 1998, le tocó el turno a Marchetti. Pese a lo que pensarse<br />

pueda de un teatro de provincias (pero, ojo, de provincias italianas), el reparto<br />

elegido funciona a la perfección. Comenzando por el más conocido de<br />

todos, el tenor Mario Malagnini, que pone en Ruy Blas una voz brillantísima<br />

de timbre y una bravura de acentos convincente. La griega Dimitra<br />

Theodossiou está equipada con un centro robusto de colorido dramático y<br />

sabe adaptarlo a los momentos sentimentales y líricos de los muchos que<br />

tiene su personaje de la reina Maria de Neubourg. La sorpresa viene, sin<br />

embargo, por parte del joven barítono Alberto Gazale (Don Sallustio), al que<br />

se augura una excelente carrera gracias a unos medios por encima de lo normal<br />

y a un talante interpretativo de consideración. Ya se va destacando como<br />

barítono verdiano, según llegan noticias de su reciente Rolando de La battaglia<br />

di Legnano en esa plaza fuerte del músico que es el Teatro Regio de<br />

Parma. El bajo Gabriele Monici saca adelante al antipático Don Guritano<br />

con más voluntad que provecho, pero los restantes papeles están bien servidos,<br />

como el de Casilda, que es de bastante relieve, que bien sabe dar la<br />

soprano Sylvia Marini. Todos bajo la ponderada dirección de Daniel Lipton.<br />

Sólo una pega a esta lectura: ¿por qué los cortes?<br />

( 12 )<br />

Fernando Fraga<br />

F. MARCHETTI: Ruy Blas / Theodossiou, Gazale, Malagnini, Marini, Consolini, Nencini /<br />

Orchestra Filarmonica Marchigiana. Dir.: Daniel Lipton / BONGIOVANNI / Ref.: GB<br />

2237/38-2 (2 CD) D2 x 2


MASTER CLASS prosigue con su difusión de las óperas del «Verdi brasileiro»<br />

Cuatro óperas más de Carlos Gomes<br />

En la segunda entrega de grabaciones completas de óperas de Gomes<br />

se incluyen cuatro títulos del brasileño, cada uno aportando un interés<br />

añadido más: A noite do castelo («La noche en el castillo») es su<br />

primera ópera; Il guarany, su partitura más famosa y la primera estrenada<br />

en Italia; Salvator Rosa es la que aporta su música más personal; y<br />

Maria Tudor será su último título «italiano». Con las cuatro grabaciones<br />

se redondea plenamente el marco sonoro de este músico, brasileño de<br />

nacimiento e italiano de corazón, muy dotado para el escenario lírico y<br />

la melodía, autor de numerosas páginas al servicio del lucimiento y la<br />

expansión vocal de los cantantes.<br />

La noche en el castillo se estrenó en Rio de Janeiro en 1861, cuando<br />

Gomes tenía 25 años y aún no había viajado a Italia. No importa: la<br />

ópera es tan italiana como cualquier partitura de ese momento estrenada<br />

en la Península, aunque esté cantada en portugués. Dos años posterior<br />

al Ballo in maschera verdiano y perfectamente contemporánea del<br />

Lohengrin wagneriano, Gomes jalona su obra de magníficos momentos<br />

solistas, briosos despliegues corales y muy bien construidos concertantes.<br />

Y, quizá sin querer, parece evocarnos el mundo nocturno, tétrico,<br />

exasperado de Il trovatore, codeándose con la húmeda Escocia de la<br />

Lucia donizettiana, con cuya protagonista comparte destino su Leonor.<br />

En el bellísimo preludio se adelanta la melodía en que se basará la<br />

espléndida aria de la soprano y, a partir de ahí, el tema será como el<br />

estandarte del primer amor entre Leonor y Henrique, o sea, el detonante<br />

de la tragedia, que reaparecerá en las oportunidades dramáticas más<br />

relevantes. La clásica distribución vocal a la italiana en «A noite» se altera<br />

un tanto. La pareja amorosa sigue siendo de soprano y tenor, mientras<br />

que otro tenor más lírico hace las veces de rival del primero. No es un<br />

barítono porque en realidad es un rival sin quererlo: Fernando, pues así<br />

se llama, va a casarse con Leonor, y en ese momento aparece Henrique,<br />

dado por muerto en Tierra Santa. Barítonos son el padre de Leonor, el<br />

conde Orlando y Raymundo, un viejo servidor, papel que bien podía<br />

haberle sido atribuido a un bajo. Las voces están tratadas a lo grande, y<br />

el coro cuenta con destacada presencia. La soprano necesita una auténtica<br />

intérprete dramática de agilidad, con un registro agudo animoso<br />

(escúchense las palabras «Escuta, atende» que dan paso a su aria, o las<br />

de la escena del delirio) y un empuje y una coloratura (cabaletta de la<br />

citada aria) de órdago. Exigencias bien sacadas adelante por Niza de<br />

Castro Tank, a quien ya conocíamos por la interpretación de Adin de<br />

Condor. Los tenores, Luiz Tenaglia y Alcides Acosta, responden a la vocalidad<br />

exigida por sus respectivos Henrique y Fernando, lírico uno y lírico<br />

spinto el otro. El personaje del conde Orlando, poco a poco, va<br />

tomando interés en la trama y, en el tercer acto, tiene a su cargo una hermosa<br />

página solista donde el barítono José Dainese se emplea a fondo.<br />

Todas las cualidades que distinguen a Gomes (habilidad constructiva,<br />

equilibrado desarrollo escénico, encanto melódico, interés por el lucimiento<br />

de las voces, orquestación sencilla pero diferenciada y adecuada<br />

a las situaciones dramáticas) confluyen perfectamente en su ópera más<br />

conocida: Il guarany. Obra que se enriquece escénicamente por el exotismo<br />

de sus situaciones, debe a ello que mantenga una irresistible atracción<br />

para el público, pese a que, actualmente y salvo en tierras brasileñas,<br />

no goce de la atención que, sin duda, merece. Esta versión de 1970<br />

viene a sumarse a dos anteriores en mercado: una «histórica», también<br />

brasileña, de 1959 (donde Cecilia es aquella Niza de Castro Tank, precisamente)<br />

y otra registrada por la Sony en la Ópera de Bonn con el Pery<br />

del incansable Plácido Domingo. La versión que ahora nos llega se interpretó<br />

en 1970 en el Municipal de Río, y esa velada se motivó por un<br />

acontecimiento especial: recordar el estreno escalígero de la obra en<br />

centenario. Convocó a un equipo de intérpretes de los más populares por<br />

entonces en Brasil y, aunque haya de enfrentarse a la competencia<br />

comercial del llamativo equipo que preside Domingo, la lectura brasileña<br />

resulta de una enorme sinceridad y eficacia teatral, porque todos los<br />

cantantes dan lo mejor y más valioso de sí.<br />

Salvator Rosa hace referencia al pintor napolitano del Seicento del<br />

mismo nombre, quien además fue poeta y músico, y trabajó en la corte<br />

de los Médici de Florencia, a quien el libretista Ghislanzoni (el de Aida<br />

de Verdi y el de la Fosca del propio Gomes) sitúa en Nápoles en la época<br />

de la revuelta popular contra los españoles en Masaniello (1647), héroe<br />

operístico también de Auber, Keiser y Telemann. (Curiosa semejanza:<br />

Masaniello, aquí barítono, canta un aria, «Povero nacqui», que se corresponde<br />

perfectamente, en intenciones dramáticas, con «Du pauvre seul»<br />

del homónimo protagonista tenoril de la partitura de Auber.) La trama<br />

política se entrecruza con otra sentimental protagonizada por Salvator e<br />

Isabella, la hija del gobernador español, el duque de Arcos, enemigo de<br />

Masaniello y Salvator. Tema muy verdiano que permite a Gomes lucirse<br />

tanto en los momentos heroicos como en los líricos, con páginas de<br />

enorme fuerza y belleza, tal y como se evidencia en las arias para tenor,<br />

soprano y bajo. Avalan este interés las grabaciones efectuadas en su<br />

época por Enrico Caruso y Claudia Muzio de «Mia piccirella» (cancioncilla<br />

de Gennariello, travestido personaje en la línea del Oscar verdiano)<br />

o la de «Di sposo, di padre», aria del duque de Arcos, de la que se conservan<br />

precisas lecturas de Adamo Didur, José Mardones y Mark Reizen.<br />

La representación del 11 de septiembre de 1977 en el Teatro Municipal<br />

( 13 )<br />

de San Paolo, base de la presente<br />

grabación, transcurre en un clima<br />

de entusiasmo que se corresponde<br />

con la entrega vocal de todos los<br />

intérpretes, desde el director musical<br />

Simon Blech a todo el equipo<br />

vocal, en el que destaca el cuarteto<br />

protagonista formado por Nina<br />

Carini en Isabella, un emulador de Mario del Monaco, Benito Maresca,<br />

en el papel de Rosa, Edilson Costa en Arcos y Paolo Fortes en Masaniello.<br />

Este veterano barítono, bastantes años atrás en los inicios de su carrera,<br />

en 1951, había protagonizado un destacado De Siriex en la Fedora de<br />

Giordano, al lado de un inconmensurable Loris de sesenta y una primaveras:<br />

Beniamino Gigli. La obra se estrenó en Génova en 1874; cuatro<br />

años atrás, en Nápoles, el compositor local Giovanni Zoboli daba a<br />

conocer otro Salvator Rosa.<br />

Con Maria Tudor, su última partitura destinada a un teatro italiano, la<br />

habitual Scala milanesa, donde se estrenó en 1879, Gomes parece recuperar<br />

aires, a una década de la aparición del verismo, del primer romanticismo<br />

italiano al elegir una reina inglesa, como si siguiera ejemplos de<br />

Rossini, Mayr, Pavesi, Palumbo, G.B. Ferrari, Coccia, Donizetti, Pacini...<br />

El exigido cuarteto vocal sobre el que Gomes construye su trama musical<br />

y dramática ha de ser de nivel. Piénsese que quienes estrenaron la<br />

obra en Milán se llamaban Anna D’Angeri, a quien Verdi directamente<br />

eligió para que estrenara su Simon Boccanegra, revisado en 1881,<br />

Francesco Tamagno, Giorgio Kaschmann y Edouard De Reszke. La madurez<br />

compositiva de Gomes aparece ya en el soberbio y melancólico preludio<br />

que da inicio a la composición donde, como es su costumbre, adelanta<br />

los principales motivos de la ópera.<br />

Con el personaje de Maria, Gomes culmina su trayectoria de heroínas<br />

fuertes pero vulnerables, capaces de los mayores sacrificios y renuncias<br />

cuando encuentran un ideal en su vida que no es el simple acomodo a<br />

laa convenciones. Aquí, la Reina inglesa se ve indecisa ante dos dilemas:<br />

perdonar o castigar a su amante italiano Fabiano Fabiani (el tenor), que<br />

le traiciona con la plebeya Giovanna (otra soprano). El italiano irá finalmente<br />

al patíbulo, por un malentendido en torno a un puñal que lleva su<br />

nombre en la empuñadura. Y todo ocurre ante la mirada desesperada de<br />

la Reina, en una situación que recuerda la escena final de Roberto<br />

Devereux de Donizetti. Por consiguiente, se precisa para la Tudor, de<br />

nuevo, un tipo de soprano spinto, vigorosa en los acentos y sobrada de<br />

registros, como la argentina Mabel Veleris, que luce un temperamento<br />

considerable y unos agudos firmísimos, particularmente en sus dos y<br />

magníficas páginas solistas, al final del acto II y al comienzo del IV. Tenor,<br />

barítono y segunda soprano están correctamente representados, respectivamente,<br />

por las voces de Eduardo Alvares, Wilson Carrara y Adriana<br />

Cantelli, cada uno de ellos, como corresponde, con numerosos instantes<br />

de lucimiento. Dirige el compositor argentino Mario Perusso, autor de La<br />

voz del silencio, una de las óperas argentinas contemporáneas más singulares.<br />

Estas cuatro grabaciones, todas en vivo, sumadas a las comentadas en<br />

el anterior boletín, ofrecen una visión completísima del mundo de<br />

Gomes, tienen un sonido en general suficiente y, por ello, son capaces<br />

de aproximarnos a un compositor tan dotado para el escenario musical,<br />

permitiéndonos así el gozar de partituras tan atractivas.<br />

A.C. GOMES: Maria Tudor / Veleris, Alvarez, Teixeira, Carrara, Kiulitzian / Orquesta y<br />

Coro del Teatro Municipal de São Paulo. Dir.: Mario Perusso (1978) / MASTER CLASS /<br />

Ref.: MC 009 (2 CD) D2 x 2<br />

A.C. GOMES: Il Guarany / Pacheco, Azevedo, Ditter, Prochet, Braga / Orquesta del<br />

Teatro Municipal de Rio de Janeiro. Dir.: Santiago Guerra (1970) / MASTER CLASS / Ref.:<br />

MC 008 (2 CD) D2 x 2<br />

A.C. GOMES: La noche del castillo / De Castro Tank, Dainese, Tenaglia, Costa, Pessagno<br />

/ Orquesta Sinfónica Municipal de Campinas. Dir.: Benito Juárez (1978) / MASTER<br />

CLASS / Ref.: MC 005 (2 CD) D2 x 2<br />

A.C. GOMES: Salvator Rosa / Maresca, Carini, Fortes, Staerke, Costa / Orquesta y Coro<br />

del Teatro Municipal de São Paulo. Dir.: Simon Blech (1977) / MASTER CLASS / Ref.:<br />

MC 010 (2 CD) D2 x 2<br />

También disponibles:<br />

A.C. GOMES: Fosca / Miccolis, Marques, Ayres, Mascitti, Rinaudo / Orquesta y Coro del<br />

Teatro Municipal de São Paulo. Dir.:Armando Belardi (1973) / Ref.: MC 001-1/2 (2 CD)<br />

D2 x 2<br />

A.C. GOMES: Odalea / Lucci, Albertini, De Castro, Boschetti, Silva / Orquesta y Coro<br />

del Teatro Municipal de São Paulo. Dir.:Armando Belardi (1986) / Ref.: MC 007-1/2 (2<br />

CD) D2 x 2<br />

A.C. GOMES: Colombo / Mascitti, Morsello, Albertini, Adonis, Scavone / Orquesta y<br />

Coro del Teatro Municipal de São Paulo. Dir.:Armando Belardi (1964) / Ref.: MC 0011<br />

(1 CD) D2<br />

A.C. GOMES: Lo schiavo / Miccolis, Braga, Colosimo, Nascimento, Claudia, Terranova<br />

/ Orquesta y Coro del Teatro Municipal de São Paulo. Dir.:Armando Belardi (1959) /<br />

Ref.: MC 006-1/2 (2 CD) D2 x 2<br />

F.F.


Una década de O P U S 1 1 1<br />

OPUS 111 cumple diez años esta primavera. <strong>Diverdi</strong>, nacida contemporáneamente, quiere dedicarle esta doble página central de nuestro número<br />

de abril de 2000, en la que se recogen comentarios a diversas colecciones y novedades recientes, a la vez que aprovechamos para informar<br />

a nuestros lectores de los múltiples tesoros que la infatigable actividad de Yolanta Skura (ver entrevista publicada en el número 75, de octubre<br />

de 1999) prepara para todos nosotros, cualquiera que sea nuestra particular afición: la evocación de la cultura italiana medieval en Cantico<br />

della terra, a cargo de Micrologus y el cuarteto vocal Giovanni Marini; un mosaico de música ortodoxa de diversos países, conservado en el<br />

manuscrito del monasterio polaco de Suprasl (siglo XVI), con el Coro del Patriarcado Ruso de Moscú que dirige A. Grindenko; un álbum de piezas<br />

pianísticas de Tchaikovsky, conteniendo Las Estaciones, Dumka y Tema y Variaciones, en versión de Olga Tverskaya en un piano Érard de<br />

1867; el oratorio Cristo en el Monte de los Olivos, de Beethoven, con Christoph Spering al frente de Das Neue Orchester y, como nuevo proyecto<br />

monstruo, pensado para conmemorar su décimo aniversario y digno de figurar al lado de los Tesoros de la música napolitana y tantos<br />

otros, la OPUS 111 Vivaldi Collection, que irá publicando todas las obras de Antonio Vivaldi contenidas en las colecciones Giordano y Foà de<br />

la Biblioteca Nacional de Turín: más de 110 discos de los que ya está en la calle el volumen I, que será comentado en el próximo boletín.<br />

Felicidades, OPUS 111, y ¡adelante!<br />

OPUS 111 presenta el CD del Jubileo:<br />

2.000 años de Cristiandad<br />

O Jerusalem,<br />

aurea civitas<br />

El grupo Discantus, formado exclusivamente por<br />

voces femeninas bajo la dirección de Brigitte<br />

Lesne, presenta en el sello OPUS 111, como<br />

conmemoración del bimilenario del nacimiento de<br />

la religión cristiana, un recital de motetes, organa,<br />

rondeaux, tropos, secuencias e himnos dedicados a<br />

la ciudad de Jerusalén. El disco comprende 17<br />

composiciones de estilos muy diversos; no en vano<br />

pertenecen a un intervalo de más de siete siglos -<br />

aunque inevitablemente la interpretación de las<br />

que tienen un origen más antiguo (s. V) está basada<br />

en la notación rítmica de documentos provenientes<br />

del s. X y en la tradición<br />

oral transmitida<br />

hasta nuestros días- y<br />

proceden de fuentes<br />

tan diversas como<br />

ma-nuscritos de la<br />

Es-cuela de Notre-<br />

Da-me, el himnario<br />

de Nevers, los graduales<br />

de<br />

Moosburgo, Laon o<br />

Gaillac, colecciones<br />

alemanas o le-mosinas<br />

(San Mar-cial), y<br />

hasta una obra de Hildegarda de Bingen.<br />

Tanta abundancia de alusiones musicales a los<br />

Santos Lugares no parece fruto de la casualidad;<br />

algunos de sus textos casi podrían parecer panfletos<br />

propagandísticos realizados con el fin de promocionar<br />

entre los feligreses el fenómeno de las<br />

Cruzadas que tantas repercusiones tuvo en ámbitos<br />

tan diversos como el social y el económico, a la par<br />

que un intento de recaudar fondos para fines militares<br />

durante la colecta en los servicios.<br />

El conjunto constituye una especie de pequeña<br />

corona engastada con diminutas joyas procedentes<br />

de parajes muy diversos, todas ellas diferentes y a<br />

cual más valiosa. La grabación -realizada en la<br />

abadía francesa de Caunes Minervois, y coproducida<br />

por la abadía de Sylvànes- goza de una agradable<br />

toma de sonido. No deja de ser interesante<br />

escuchar algunas de estas piezas en voz femenina,<br />

apesar de algunos detalles extraños, como la mención<br />

en las fuentes de un corte 18 procedente del<br />

Códice de las Huelgas, cuando tal corte no existe<br />

en el compacto.<br />

R.F.<br />

JERUSALEM - Canto gregoriano y antiguas polifonías de<br />

los siglos V al XIII / Conjunto vocal femenino Discantus.<br />

Dir.: Brigitte Lesne / OPUS 111 / Ref.: OPS 30-291 (1 CD)<br />

D2<br />

Dos excelentes recopilaciones del folklore ruso<br />

Por los caminos de la<br />

vieja y santa Rusia<br />

stos dos nuevos discos de la serie<br />

E<br />

que el sello OPUS 111 dedica a la<br />

música rusa poseen un rasgo común:<br />

su vinculación con el folclore, en el<br />

más amplio sentido de la palabra. Aunque<br />

desde ópticas radicalmente distintas. El primero<br />

de ellos está destinado a ilustrar el<br />

interés existente a finales<br />

del siglo XVIII en los<br />

ambientes cultos del país<br />

de los zares por su música<br />

popular, concretada en las<br />

composiciones de Ivan<br />

Khandoshkin (1747-1804)<br />

sobre melodías tradicionales.<br />

Khandoshkin, muy afamado<br />

en su tiempo, fue un<br />

virtuoso violinista, quizá<br />

discípulo de Tartini, compositor<br />

de renombre y acreditado<br />

profesor, gran conocedor<br />

de la música popular<br />

de su tierra, que gustaba de<br />

introducirla en sus interpretaciones<br />

y emplearla como<br />

base para sus brillantes<br />

improvisaciones.<br />

Desgraciadamente, la<br />

mayor parte de su muy<br />

copiosa producción instrumental<br />

y vocal se ha perdido,<br />

pero entre lo conservado<br />

figuran 6 Melodías<br />

populares con variaciones,<br />

para dos violines sin bajo, publicadas en<br />

1783, que constituyen el grueso del disco.<br />

Casi todas van precedidas de la canción en<br />

la que se basan, procedente de alguna de<br />

las recopilaciones contemporáneas (se<br />

citan dos, una de las cuales, debida a Ivan<br />

Pratsch y el príncipe N.A. Lvov, tuvo gran<br />

éxito en toda Europa, siendo la fuente en<br />

que bebieron cuantos compositores decimonónicos,<br />

Glinka y Tchaikovski incluidos,<br />

adornaron sus obras con aires rusos). Y, a<br />

modo de colofón, se incluye una sonata<br />

para violín solo que hará las delicias de los<br />

amantes del instrumento. La interpretación<br />

corre a cargo del grupo Musica<br />

Petropolitana, reducido a su mínima expresión:<br />

la soprano Olga Pasiechnyk, que dice<br />

con encanto y tiñendo de cierto aire de<br />

melancolía las sencillas, pero hermosas,<br />

melodías populares, acompañada al clave<br />

por Irina Shnyerova, y los violinistas Andrei<br />

Rechetin y Sergei Filchenko, que asumen la<br />

parte del león (el primero, también la sona-<br />

( 14 )<br />

ta a solo), sobrados de técnica y cargados<br />

de expresividad, logrando en conjunto un<br />

atractivo trabajo que invita a la escucha<br />

repetida y sosegada.<br />

El segundo disco, del que comenzamos<br />

por destacar su original y rica presentación<br />

en forma de libro ilustrado con imágenes<br />

inéditas del fotógrafo<br />

Andreï Kolosov, se interna<br />

por los sendero del más<br />

puro folclore, presentando<br />

veintidós temas, la mayoría<br />

(unos pocos proceden de la<br />

liturgia ortodoxa) tradicionalmente<br />

interpretados por<br />

los putnik, cantores ambulantes<br />

que recorrían a pie la<br />

vieja Rusia difundiendo a<br />

los cuatro vientos pequeñas<br />

composiciones de contenido<br />

espiritual: alabanzas al<br />

Creador o a su Santa<br />

Madre, enseñanzas evangélicas,<br />

reflexiones sobre la<br />

brevedad de la vida y la<br />

confianza en Dios... Su origen,<br />

al parecer, es antiquísimo<br />

y subsistieron hasta<br />

mediados del siglo XX para<br />

después caer en el olvido.<br />

Los ha rescatado el grupo<br />

Sirine, especializado desde<br />

su fundación en 1989 en la<br />

investigación de la música<br />

popular de su país. Acompañándose con<br />

instrumentos tradicionales de singulares<br />

timbres o cantando, coro y solistas, a cappella,<br />

van desgranando tersa o desgarradamente,<br />

según los casos, este rosario de<br />

extrañas y audaces melodías en las que no<br />

faltan los contornos angulosos y las armonizaciones<br />

sorprendentes, pero siempre llenas<br />

de una profunda belleza que no dejará<br />

indiferente a nadie dispuesto a sumergirse<br />

en los más recónditos recovecos del alma<br />

rusa. Una aventura cargada de inesperadas<br />

y gratas sorpresas.<br />

M.A.R.<br />

I. KHANDOSHKIN: Canciones populares para los<br />

salones rusos - Músicas galantes sobre temas populares<br />

rusos / Musica Petropolitana. Dra.: Olga<br />

Pasiechnyk / OPUS 111 / Ref.: OPS 30-259 (1 CD)<br />

D2<br />

PUTNIK - Canciones de los peregrinos rusos / Sirine<br />

Ensemble / OPUS 111 / Ref.: OPS 30-300 (1 CD +<br />

libro) D2


OPUS 111 aporta a las conmemoraciones bachianas una exquisita colección a precio especial<br />

Bach, comme tout le monde!<br />

Permitirá el paciente lector de esta hoja parroquial que el abajo firmante<br />

-tan sólo una vaga sombra que se agita en una de las grandes<br />

películas de Robert Bresson- rememore una visita que hace<br />

años realizara al apartamento que el recientemente desaparecido cineasta<br />

poseía en uno de los cabos de la isla de San Luis, en pleno centro<br />

de París. El amplio salón en el que discurrió la conversación, desde<br />

cuyas ventanas la fachada oriental de Notre Dame se adivinaba discreta<br />

y majestuosa, estaba forrado de una amplia librería, uno de cuyos<br />

flancos había sido reservado a una bien nutrida colección de discos.<br />

Pudo más mi curiosidad que mi pudor cuando, ya al término de la visita<br />

y en el momento en que franqueábamos el umbral de la puerta que<br />

comunicaba con el recibidor, osé formular al maestro la pregunta:<br />

«Robert, ¿cuál es la música que más le gusta escuchar?» Bresson me<br />

lanzó una mirada de perplejidad desde sus ojos profundos<br />

y clarísimos, agitando al tiempo su enorme melena<br />

blanca, como si acabase de preguntarle la más estúpida<br />

de las obviedades, y me respondió secamente: «Bach,<br />

comme tout le monde!»<br />

Si es cierto que el arte pertenece al dominio de la subjetividad<br />

y que no hay verdad ni valor artístico que pueda<br />

considerarse inamovible, no lo es menos que algunas<br />

obras, algunos autores, parecen querer escapar<br />

a esta relativización imponiéndose a la<br />

conciencia histórica con una unanimidad<br />

que se diría científica. Kierkegaard, en un<br />

ejercicio de sublime extravagancia, trató de<br />

demostrar matemáticamente que el Don<br />

Giovanni de Mozart representaba el punto<br />

más alto de la creación artística<br />

universal, no sólo<br />

insuperado sino aun insuperable<br />

en los siglos y<br />

milenios venideros. Pero<br />

si un artista existe que<br />

haya congregado en torno<br />

a su obra el acuerdo más<br />

completo en cuanto a<br />

supremacía y permanencia,<br />

ese artista responde al<br />

nombre de Johann Sebastian<br />

Bach.<br />

La avalancha discográfica<br />

motivada por el aniversario<br />

de su muerte,<br />

como hace años ocurriera<br />

con el propio Mozart, puede provocar indigestiones<br />

múltiples si no se aplican estrictas<br />

normas prescriptivas que, bien entendu,<br />

pasan por una adecuada y minuciosa selección<br />

de la gigantesca oferta. Permítale de<br />

nuevo el lector de esta gaceta a este humilde<br />

ratero bressoniano hacer hincapié -sin<br />

perjuicio de importantísimas novedades<br />

como el nuevo Savall con Koopman (casi<br />

nada) o la excelsa Pasión según san Mateo de Suzuki y<br />

sus nipones- en la Edición Bach que acaba de lanzar al<br />

mercado el bien conocido sello francés OPUS 111 y que<br />

supone, pese a su escueta modestia, una de las aportaciones<br />

más exquisitas, suculentas y digestivas de todas las<br />

realizadas hasta la fecha.<br />

Nada nuevo bajo el sol: tan sólo siete volúmenes -los<br />

justos para hilvanar en la parte superior de sus respectivos<br />

cantos las cuatro letras sagradas: BACH- que reúnen<br />

lo que hasta hoy llevan producido Yolanta Skura y su<br />

equipo en torno a la obra del Cantor. Sin ánimo pedagógico, sin estructura<br />

interior que justifique colección alguna, sin mayor relación entre<br />

obras e intérpretes; simplemente siete volúmenes -número que al propio<br />

Bach no hubiera disgustado- que son siete joyas de la discografía<br />

bachiana, que se bastan a sí mismos y que componen una especie de<br />

camafeo en el que se refleja en todo su esplendor la proteica, multiforme<br />

e ilimitada invención del más grande de los ángeles de la música.<br />

Está, por supuesto, esa imprescindible Pasión según san Mateo en la<br />

versión que Mendelssohn realizara en 1841 en Leipzig y que supuso el<br />

definitivo acceso de Bach a la gloria, presentada en primicia por el<br />

espléndido Christoph Spering y su grupo Das Neue Orchester, los cuales<br />

logran que la arriesgada empresa trascienda la anécdota musicológica<br />

mediante un trabajo de traducción y adaptación musical que seduce<br />

y asombra a la vez; con sus cortes -impuestos por el propio<br />

Mendelssohn-, sus cambios instrumentales y la transformación cromática<br />

que de ellos se deriva, esta atípica Pasión es uno de los más bellos<br />

homenajes que un intérprete moderno haya realizado a la figura de<br />

( 15 )<br />

Bach. Están también las celebérrimas Variaciones Goldberg que en<br />

1992 grabara Pierre Hantaï y que pasaron a colocarse, de forma casi<br />

inmediata, a la cabeza de las interpretaciones con clave de esta obra<br />

fundamental. El tiempo no ha hecho sino confirmar las iniciales impresiones:<br />

estas Goldberg de Hantaï congregan en extraña síntesis la aritmética<br />

y la fantasía, la poesía y el<br />

pensamiento, el virtuosismo y la inspiración,<br />

siendo servidas por una<br />

toma sonora en verdad magnífica.<br />

Están las Suites para violoncello de<br />

Peter Bruns, casi contemporáneas de<br />

las de Rostropovich, al que literalmente<br />

desenmascara en su bachiana<br />

ineficacia. ¿Por qué tanto arrebato si,<br />

como aquí hace Bruns, se puede<br />

alcanzar la expresión justa mediante<br />

una sabia combinación de fuerza y<br />

contención? ¿Por qué tanta gestualidad<br />

añadida si esta música la contiene en sí misma,<br />

reclamando del ejecutante una sobria adecuación a<br />

su germinal potencia? No decepcionará a nadie esta<br />

lectura de unas obras demasiado cocidas por el<br />

ardor romántico de intérpretes que gritan y gimen<br />

convencidos de servir con mimo al delicado<br />

Sebastian. Está, cómo no, el Bach meridional, ligero<br />

y transparente, de Fabio Biondi y Rinaldo<br />

Alessandrini, juntos una vez más para realizar una antológica<br />

versión de las Suites para violín y clave, sin duda una de las joyas<br />

máximas de esta colección de joyas. ¡Qué sensualidad, qué emocionante<br />

despliegue de lirismo el de estos dos portentos italianos<br />

que nos devuelven una música deliciosa en su más deliciosa exuberancia!<br />

Poco menos se puede decir de las otras dos aportaciones<br />

de Alessandrini al frente del Concerto Italiano: la versión instrumental,<br />

pletórica de vida y de color, de El Arte de la Fuga fue<br />

recientemente comentada en estas páginas por Rafael Ortega. En cuanto<br />

al registro que reúne los Conciertos para clave, baste decir que es una<br />

fiesta del ritmo, una bacanal armónica y melódica que arrebatará al<br />

oído más perezoso. Y está, por fin, el Bach alucinante y alucinado de ese<br />

prodigio llamado Grigory Sokolov, quien recupera la gran tradición pianística<br />

rusa para brindarnos su increíble visión de la más abstracta y esotérica<br />

de las obras del alemán. Su Arte de la Fuga no se parece a nada:<br />

Sokolov se encierra en el sublime laberinto de esta música terminal<br />

para, desde él, ir sutilmente desgranando sus infinitos matices<br />

con un sentido del detalle en el que cabe todo: la meditación, el<br />

cálculo, la introspección, el humor, la melancolía, transformando<br />

el aritmético juego de sus fugas y contrapuntos en un viaje iniciático<br />

al universo, erótico y magnético, de la música pura.<br />

La colección se ofrece, con carácter temporal, a precio especial,<br />

y gráficamente se presenta con un atractivo diseño unificador. Sin<br />

duda un gran antídoto contra indigestiones conmemorativas y un<br />

remedio infalible para el aburrimiento integralista. La coherencia<br />

está en la propia música, la de aquel al que volvemos<br />

y volveremos siempre como se vuelve al primer<br />

amor, aquí servida de la más primorosa de las maneras.<br />

Bach es eterno, ¡qué obviedad!, y el regusto de<br />

eternidad es placer al que hasta el más humilde ratero<br />

no puede sustraerse. Comme tout le monde.<br />

Martin Lasalle<br />

J.S. BACH: 6 Sonatas para violín y clave,<br />

BWV 1014-1019 / Fabio Biondi (violín);<br />

Rinaldo Alessandrini (clave) / OPUS 111 /<br />

Ref.: OPS 2016/17 (2 CD) D2 x 2 [-25%]<br />

J.S. BACH: Conciertos para clave BWV 1044,<br />

1052, 154 y 1057 / Rinaldo Alessandrini<br />

(clave) / Concerto Italiano. Dir.: Rinaldo<br />

Alessandrini / OPUS 111 / Ref.: OPS 2018 (1<br />

CD) D2 [-25%]<br />

J.S. BACH: El Arte de la Fuga / Concerto<br />

Italiano. Dir.: Rinaldo Alessandrini / OPUS<br />

111 / Ref.: OPS 2019 (1 CD) D2 [-25%]<br />

J.S. BACH: 6 Suites para violoncello solo, BWV 1007-1012 / Peter Bruns (violoncello) /<br />

OPUS 111 / Ref.: OPS 2020/21 (2 CD) D2 x 2 [-25%]<br />

J.S. BACH: La Pasión según San Mateo [Versión F. Mendelssohn, 1841] / Jochens, Lika,<br />

Kasimierczuk, Browner, Schäfer, Selig / Chorus Musicus & Das Neue Orchester. Dir.:<br />

Christoph Spering / OPUS 111 / Ref.: OPS 2022/23 (2 CD) D2 x 2 [-25%]<br />

J.S. BACH: Variaciones Goldberg, BWV 988 / Pierre Hantaï (clave) / OPUS 111 / Ref.:<br />

OPS 2024 (1 CD) D2 [-25%]<br />

J.S. BACH: El Arte de la Fuga / Grigory Sokolov (piano) / OPUS 111 / Ref.: OPS 2025/26


E<br />

PREISER, ORFEO y GOLDEN MELODRAM compiten en nuevas recuperaciones wagnerianas<br />

Sesenta años de Wagner<br />

ntre estas misceláneas mías en la «Hoja parroquial», llega hoy el<br />

turno de una wagneriana muy interesante, pues ahí es nada retroceder<br />

a 1907, para escucharle al legendario Jacques (Jacobus)<br />

Urlus la Despedida del cisne (primer acto) más todo lo que sigue, sal-<br />

tar luego a la primera Walkyria que dirigió Solti (1947) en su larga e<br />

intensa actividad como gran profesional de la batuta y cerrar con algo<br />

que pertenece a mi experiencia propia, esto es, el Tannhäuser bayreuthiano<br />

de 1966, que presencié inquietado por los alarmantes rumores -<br />

¡y tan alarmantes!- sobre el estado de salud de Wieland Wagner.<br />

Seguiré, pues, el orden cronológico.<br />

Jacques Urlus (1867-1935) era holandés y empezó a cantar en este<br />

idioma, aunque con el tiempo llegó a hacer el repertorio alemán, el italiano<br />

y el francés en los idiomas originales cuando así se lo requerían;<br />

por desgracia, LEBENDIGE VERGANGENHEIT nos lo ofrece sólo en la<br />

lengua de los teutones, sin duda por el origen de las grabaciones y lo<br />

temprano de la mayoría de ellas (1907-1912). Urlus debutó en 1894<br />

(Beppo), pero siguió estudiando, con la particularidad de que en 1898<br />

preparó sus papeles wagnerianos en Bayreuth, supongo que en la<br />

escuela que, bajo el patrocinio de Cosima, dirigía Julius Kniese; sin<br />

embargo, no actuó allí hasta 1911 (Siegmund, Siegfried), justo un año<br />

antes de debutar en Nueva York, aquí como Tristán. Curiosamente, no<br />

es en Wagner donde ahora me ha entusiasmado<br />

más Urlus, salvo en los dos registros, aparentemente<br />

tardíos, de 1924, de los que el último de<br />

ellos, el Höchstes Vertraun del tercer acto de<br />

Lohengrin, suena fulgurante y corona la muestra<br />

de esta voz privilegiada; pues, a juzgar por los<br />

hechos, digo y sostengo: Urlus es el paradigma<br />

de tenor heroico aun en mayor medida que<br />

Melchior, ya que el holandés no provenía de la<br />

cuerda de barítonos y mantuvo toda su vida un<br />

repertorio considerablemente más amplio que el<br />

del danés. Además, Urlus debe de haber sido «de<br />

verdad» uno de los tres o cuatro tenores más versátiles<br />

y capaces conservados por el disco, brillante<br />

tanto en Bach como en Mozart, Beethoven,<br />

Weber, Rossini, Verdi (¡espléndida Muerte de<br />

Otelo!), Bizet (¡bella línea en la flor, francesa a<br />

pesar de estar cantada en alemán!), Gounod,<br />

Saint- Saëns, D’Albert, Massenet, Leoncavallo,<br />

Mahler (retirado de la escena, aún cantó en 1934<br />

La canción de la tierra) y obviamente Wagner. Por<br />

último, la condición «sana» de la voz era asombrosa,<br />

como lo demuestran los registros de 1924,<br />

donde el maduro cantante, curtido ya por treinta<br />

años de profesión, aparece como si tal cosa, con<br />

la frescura, la tersura y el brillo de la juventud. La<br />

conclusión es que este documento precioso<br />

recrea en conjunto una verdad, pues, además, la<br />

voz de Urlus «funcionaba» muy bien en las condiciones<br />

técnicas de los registros de su tiempo.<br />

Así, sabemos que el tenor heroico genuino o<br />

natural no es una utopía, puesto que ha existido.<br />

He aquí la prueba. (1)<br />

* * *<br />

Ya en las primeras páginas de su autopanegírico, The Ring<br />

Resounding, John Culshaw relata la gran impresión que le produjo una<br />

Walkyria de Georg Solti en el Prinzregententheater, en 1950. Culshaw<br />

dice allí que la representación era de puro repertorio, sin grandes estrellas,<br />

(2) realizada con una orquesta de buena pero no excepcional calidad;<br />

sin embargo, Solti dirigió con tanto poder y nobleza que aquello<br />

le pareció parangonable sólo a sus experiencias recientes de un Tristán<br />

de Beecham, una Salomé de Clemens Krauss y el concierto que<br />

Richard Strauss dirigió en el Albert Hall el día 19 de octubre de 1947.<br />

Pues bien, lo que edita ahora ORFEO es el primer acto de la primera<br />

función de esa Walkyria de puro repertorio, que tuvo lugar el 7 de<br />

mayo de 1947. Para el joven director húngaro, aquello supuso también<br />

la primera Walkyria de su vida, pues él era director titular de la Ópera<br />

de Múnich desde enero de ese mismo año (presentación con Carmen),<br />

y las óperas que dirigió allí hasta 1952 -un total de 259 representaciones<br />

de 23 obras distintas- fueron todas para él novedad absoluta. (3)<br />

Confieso que el documento me ha sorprendido, y no porque yo le<br />

niegue el pan y la sal -no soy tonto ni tan sectario, que viene a ser la<br />

misma cosa- a sir Georg como director wagneriano, sino porque los<br />

registros de diez años después (tercer acto de La Walkyria, El oro del<br />

Rin, Tristán) no dejan adivinar a un maestro -éste de 1947- tan directamente<br />

proveniente de la gran tradición alemana. En mis garrapateos de<br />

audición puede descifrarse: preludio bien medido y con las violas con<br />

el color adecuado, bellos chelos, madera destacada, entrada orquestal<br />

( 16 )<br />

de Hunding amenazadora, estupendo ritmo en el relato de Siegmund,<br />

relato de Sieglinde claro y limpio aunque la espada no se envaina en<br />

el tronco del fresno, canción de la primavera llevada lírico-épica, finura<br />

en el acompañamiento a la Schech, poco crescendo para no sofocar<br />

a Völker, final: el Solti, posterior, casi histérico. Es decir, salvo en la precipitada<br />

resolución del acto, por otra parte habitual a no ser que se<br />

imite el ritardando exclusivo de «Kna», Solti insufla el hálito de la vida<br />

y su suma teatralidad al maravilloso acto.<br />

En el reparto de este acto inicial de una función, sin duda, de gran<br />

nivel, (4) la baza segura es Friedrich Dalberg, Hunding robusto y suficientemente<br />

ominoso sin exceso. Al contrario, los welsungos resultan<br />

un tanto complicados. Ya he declarado en varias ocasiones que rechazo<br />

las burdas descalificaciones galas de Marianne Schech, quizá porque<br />

yo sí tuve la oportunidad de oírla al natural, en Madrid, justamente<br />

en este mismo papel, mas en la versión de concierto pagada del bolsillo<br />

de su señora y dirigida -es un decir- por el pintoresco César de<br />

Mendoza Lasalle; el tenor fue Ramón Vinay. En 1947 la soprano tenía<br />

33 años y aquí demuestra que era entonces una Sieglinde sensible y<br />

expresiva, dentro de una línea vocal que recuerda a Pilar Lorengar. La<br />

voz corre bien, el temperamento es generoso y apasionado, la progresión<br />

culmina con ese grito exultante, cuando Siegmund arranca la<br />

espada, que algunos creen que fue invención de<br />

Leonie Rysanek; pero hay en su canto una parte,<br />

que va desde el momento en que Sieglinde quiere<br />

saber cómo perdió Siegmund sus armas hasta el<br />

comienzo del dúo subsiguiente a la Canción de<br />

primavera, donde la voz se afea de improviso, da<br />

la impresión de estar mal sustentada y, sacada de<br />

contexto, puede avivar la guasita de los hijos de<br />

Chauvin: Voilà. Respecto a Völker, el gran<br />

Siegmund de los años treinta, viene aquí al caso el<br />

recuerdo del incombustible Urlus porque, a una<br />

edad todavía buena (48), el antiguo contable aparece<br />

ya relativamente envejecido y con su otrora<br />

bello esmalte desgastado. Por supuesto, el oficio,<br />

la experiencia y el pleno conocimiento de causa<br />

le bastan para salir en general airoso y convencer<br />

al oyente, pues la articulación sigue siendo clara y<br />

a Völker no le faltan el valor y la decisión necesarios<br />

para llegar a un final en punta algo preparado,<br />

pero firme. Mas lo en verdad importante hoy<br />

es el poder comprobar la convicción, el amor y la<br />

autoridad con que el casi desconocido Georg<br />

Solti, salido de la noche del inmediato pasado<br />

con terribles heridas en el alma, comenzaba a<br />

caminar por el vastísimo reino de la obra de arte<br />

total.<br />

* * *<br />

La última producción wielandiana de Tannhäuser,<br />

en Bayreuth, tuvo dos formatos: el primero, los<br />

años 1961 y 1962, con el escenario muy abierto<br />

y la famosa Bacanal a cargo del Ballet del Siglo<br />

XX, de Maurice Béjart; el segundo, desde 1964 a<br />

1967, con el escenario delimitado por el ciclorama<br />

y una coreografía menos espectacular; pero la<br />

producción era en sustancia la misma -concepto, vestuario, color,<br />

dirección de escena-, y puede decirse, así, que el nuevo documento de<br />

GOLDEN MELODRAM es el tercero aparecido, ya que existe otro<br />

registro «privado» (1961) y uno oficial (Philips, 1962).<br />

En 1966 hubo renovación de efectivos. Para suceder a Sawallisch y<br />

a Cluytens, se contrató a un prometedor director húngaro de 40 años,<br />

Carl Melles, a quien ya había oído yo con la ONE unas estupendas<br />

Danzas de Galanta. Pero Melles fue flor de un día en Bayreuth y no<br />

cuajó en general, al parecer por un problema de su personalidad en el<br />

que no puedo entrar. Este Tannhäuser era, además, su primera ópera, y<br />

así las dificultades se le acumularon durante el primer acto después de<br />

una obertura -en la versión preparada por Wieland se tocaba completa-<br />

entendida más como pieza de concierto que como prólogo instrumental<br />

a una representación de ópera. Todo le sonó muy fuerte, poco<br />

diferenciado, y si las cosas discurrieron mejor en los actos segundo y<br />

tercero, hay que anotar el haber en la cuenta de resultados a los coros<br />

de Pitz, los cuales, favorecidos por este segundo formato del dispositivo<br />

escénico, contaron con una presencia -nada diré de la afinación- en<br />

verdad protagonista. Ellos son lo mejor de este registro, en el que hay<br />

también otras cosas buenas y hasta muy buenas.<br />

Asimismo eran nuevos, como Tannhäuser y Venus, Jess Thomas y<br />

Ludmilla Dvoráková, ésta sustituyendo a Anja Silja, con quien iba a<br />

alternarse en un principio. El tenor americano cantó con frescura,<br />

potencia y resistencia; además el timbre era entonces grato; pero el


antiguo psicólogo no era<br />

capaz de llevar de la teoría<br />

a la práctica sus consideraciones<br />

sobre el complejo<br />

personaje que tan<br />

acabadamente había realizado<br />

desde 1961 el gran<br />

Windgassen: (5) este<br />

Tannhäuser nos deja en<br />

conjunto un poco indiferentes.<br />

Por su parte, la<br />

soprano checa se mostró<br />

en todo -la presencia, el<br />

canto- como una notable<br />

Venus. Por el contrario,<br />

no eran «nuevos» la<br />

Rysanek, Prey y Talvela,<br />

aunque sí «recientes». La<br />

gran Leonie está inmensa en el segundo acto, que es el gran logro de<br />

esta representación. Si ya canta admirablemente la hermosa y radiante<br />

aparición de Elisabeth, es en el conjunto de la acción dramática<br />

donde impone su arrolladora personalidad: ¡así se domina y se aplaca<br />

a una tropa de guerreros dispuesta a aniquilar al blasfemo entre<br />

ellos!; sin embargo, el canto es un punto lineal en la plegaria, y la<br />

expresión resulta algo afectada, como deliberada: nadie es perfecto.<br />

Prey, en sus gloriosos 37 años, canta y dice con la nobleza de los<br />

mejores las bellas canciones del minnesänger Wolfram y, además,<br />

sostiene con suficiencia la pugna con el desesperado Tannhäuser. Al<br />

menos, esta es mi sincera opinión. Pero hace poco más de una semana,<br />

un notable Wolfram actual, Eike Wilm Schulte, me comentó en<br />

Santa Cruz de Tenerife que a Prey le faltaba el lado dramático del personaje;<br />

quizá tenga razón su colega. (6) Quedan aún el buen Walther<br />

de Willy Hartmann, el notable Biterolf de Gerd Nienstedt, un todo<br />

terreno de Bayreuth durante catorce años, y sobre todo el magno<br />

Landgrave de Martti Talvela, lujo de su cuerda por la figura, la voz y<br />

la nobilísima expresión a los 31 años de edad.<br />

La muerte de Wieland iba a abatirse sobre el «Nuevo Bayreuth»<br />

tres meses después. La decadencia proyectaba una sombra aún<br />

pequeña -por el momento extendida ya al foso- sobre la magnificencia<br />

de aquel bello Tannhäuser. Entre Urlus y los cantantes de 1966<br />

hay ya sesenta años de distancia. Luego, han transcurrido casi treinta<br />

y cinco más de creciente ruina acumulada detrás de la fachada de la<br />

técnica y del dinero. Estos documentos me ponen alegre y a la vez<br />

triste. Alegre, porque son testimonios de la historia, pruebas, información<br />

real. Triste, porque vienen a hacer aún más evidente la estupidez<br />

del último cuarto de siglo, que se ha complacido y hasta refocilado al<br />

hacer de «lo más grande» un horroroso esperpento o una nadería<br />

Notas:<br />

Ángel-Fernando Mayo<br />

(1) Urlus no aparece relacionado en el Diccionario de intérpretes que más<br />

circula, traducido, en España, el de Alain Pâris. ¡Qué bonito!<br />

(2) Wotan fue Ferdinand Frantz, y Brünnhilde, su mujer, Helena Braun.<br />

Una curiosa opinión más de John Culshaw sobre lo que es o no es primera<br />

fila.<br />

(3) Como Celibidache en Berlín, Solti fue elevado al cardenalato, en<br />

Múnich, por los rectores culturales de las fuerzas de ocupación, aprovechando<br />

que los «colaboracionistas» no podían dirigir temporalmente. Una<br />

cosa que tengo que averiguar es el porqué de que Knappertsbusch, ciudadano<br />

de honor, colmado de honores y venerado en la ciudad del Isar,<br />

no recuperara su titularidad vitalicia en la ópera al marcharse Solti. Los<br />

sucesivos titulares en vida de «Kna» fueron Kempe, Fricsay y Keilberth.<br />

(4) El Wotan de esta función fue Hotter; la Brünnhilde, Helena Braun.<br />

(5) En 1966, Windgassen tenía ya bastante con Tristán, los dos Sigfridos y<br />

Loge.<br />

(6) Schulte fue el Wolfram del Tannhäuser de Werner Herzog en Sevilla.<br />

Cantó francamente bien, pero la figura no le ayuda en este papel. Por el<br />

contrario, es en todo un Beckmesser excelente.<br />

RECITAL JAQUES URLUS - Registros de 1907, 1910, 1911, 1912 y 1924 de fragmentos<br />

de obras de Bizet, D’Albert, Halévy, Leoncavallo, Meyerbeer, Mozart, Verdi,<br />

Wagner y Weber / Con Melanie Kurt (soprano) y Desider Zador (bajo) / Orquestas y<br />

directores desconocidos / Registros originales: Gramophone y Odeon / PREISER /<br />

Ref.: 89502 (1 CD) D2<br />

R. WAGNER: La Walkyria - Primer acto / Völker, Schech, Dalberg / Orquesta de la<br />

Ópera de Baviera. Dir.: Georg Solti (7.5.47) / ORFEO / Ref.: C019991Z (1 CD + catálogo<br />

de ORFEO D’OR) D14<br />

R. WAGNER: Tannhäuser (Versión mixta) / Thomas, Rysanek, Prey, Talvela,<br />

Hartmann, Nienstedt, Winkler, Slembeck, Miljakovic / Orquesta y Coro del Festival<br />

de Bayreuth de 1966. Dir.: Carl Melles / GOLDEN MELODRAM / Ref.: GM 1.0033<br />

(3 CD) D10 x 3<br />

( 17 )<br />

Fricsay dirige Verdi, con un Fischer-Dieskau<br />

recién estrenado en la ópera<br />

Don Carlo en disco:<br />

los primeros pasos<br />

En la biografía de Fischer-Dieskau siempre hemos leído que su<br />

primera función de ópera fue un Don Carlos en Berlín, 1948,<br />

dirigido por Fricsay: helo aquí, gracias a MYTO. Cantado en alemán<br />

y acogido por el público<br />

con entusiasmo creciente,<br />

acorde con la calidad superior<br />

de la interpretación en<br />

los dos últimos actos, tiene<br />

varios puntos de interés. En<br />

1948, Don Carlo era un título<br />

muy poco habitual, y en el<br />

catálogo discográfico no figuraba<br />

versión alguna. Tanto<br />

mayor, entonces, el mérito de<br />

un casi debutante Ferenc<br />

Fricsay, sensible a las muchas<br />

bellezas de una partitura de la<br />

que ofrece la versión en cinco<br />

actos -aunque el de Fontainebleau está muy abreviado y hay cortes<br />

frecuente en los demás- con la inclusión, al comienzo del tercero,<br />

de música infrecuente.<br />

Lo más flojo del reparto es, como de costumbre, el protagonista,<br />

que ha de medirse con un papel largo, difícil y poco agradecido.<br />

Boris Greverus poseía medios considerables y un buen registro<br />

agudo, pero su prestación tiene muchos altibajos, y la línea de<br />

canto es muy poco depurada. Los nombres de Irma Demuth, Isabel,<br />

y Johanna Blatter, Eboli, no nos dicen hoy gran cosa; también el<br />

libreto es parco en información sobre sus carreras, pero ambas cumplen<br />

con bastante acierto en sus temibles papeles. Dieskau firmaría<br />

para DECCA, unos 20 años más tarde, un Posa excelente, que ya se<br />

anuncia aquí, especialmente en el fraseo elegante e imaginativo y<br />

en la bella calidad vocal, sólo empañada por algunos defectos de<br />

emisión (agudos abiertos) que siempre limitaron sus prestaciones en<br />

las óperas de Verdi. Bien en conjunto Greindl como Felipe II, especialmente<br />

a partir de su gran escena del cuarto acto: su línea canora<br />

es poco verdiana -en buena medida, por cantar en alemán- pero<br />

interpreta con acierto y se adivina su presencia escénica imponente.<br />

Y muy bien Josef Herrmann como Gran Inquisidor; el estuche de<br />

3 CD se completa con un recital de este notable barítono en páginas<br />

de Wagner (muy buen Sachs) y Verdi, dirigidas por Karl Böhm.<br />

Sonido bastante bueno para la época, procedente de transmisión<br />

radiofónica.<br />

Roberto Andrade<br />

G. VERDI: Don Carlo / Fischer-Dieskau, Greindl, Demuth, Greverus, Herrmann, Blatter<br />

/ Coro y Orquesta de la Ópera Estatal de Berlín. Dir.: Ferenc Fricsay (1948) / +Bonus:<br />

Arias por Josef Greindl / MYTO / Ref.: 3CD 001.H038 (3 CD) D10 x 3<br />

SAMPLER OPERA RARA<br />

(Vol. II)<br />

Extractos de las mejores óperas,<br />

recitales y antologías del sello.<br />

(Incluye catálogo actualizado<br />

de la marca)<br />

OPERA RARA<br />

Ref.: ORR 209 (1 CD+catálogo) D6<br />

BELLA IMMAGIN<br />

RECITAL DIANA MONTAGUE<br />

Obras de Rossini, Mosca, Mayr,<br />

Benedict, Meyerbeer, Paer,<br />

Mercadante, Winter y Donizetti<br />

Dir.: David Parry<br />

OPERA RARA<br />

Ref.: ORR 210 (1 CD) D1


CPO publica los dos últimos volúmenes de su integral de lieder de Hans Pfitzner<br />

Un pino se alza solitario<br />

Así comienza uno de los poemas, éste<br />

del gran Heinrich Heine, a los que<br />

Hans Pfitzner (1869-1949) puso<br />

música en plena juventud y que no llevan<br />

número de opus. Visto hoy el panorama de<br />

su vida y el del conjunto de su obra, este<br />

lied de 1884 o 1885 ha de parecernos premonitorio;<br />

pues Pfitzner fue siempre ese<br />

pino solitario «en el Norte sobre la altura<br />

pelada», que siempre soñó con la palmera<br />

que está triste, a causa asimismo de su soledad,<br />

en una pared rocosa ardiente del sol<br />

de Oriente.<br />

Ya he dicho en otras ocasiones que<br />

Pfitzner, tan poco utilizado en los programas<br />

de conciertos, recitales<br />

y óperas, sí está,<br />

curiosamente, bastante<br />

bien representado en el<br />

disco; en realidad,<br />

cuando se graben La<br />

rosa del jardín del amor<br />

y El corazón, podrá<br />

decirse que ya disponemos<br />

de su producción<br />

completa a falta sólo de<br />

cosas menores. A esta<br />

feliz realidad ha contribuido<br />

CPO con ejemplares<br />

visión y dedicación,<br />

seguramente poco<br />

rentables además en términos de suma y<br />

sigue, pues aunque «el bicho que picó al<br />

tren», como he llamado a Pfitzner en otra<br />

ocasión y en otro lugar, murió en la indigencia,<br />

la editorial que posee sus obras<br />

exige un dineral por su programación o<br />

emisión. ¿Cambiará este estado de cosas -<br />

me refiero ahora a un hipotético boom<br />

Pfitzner- cuando prescriban estos derechos<br />

de autor? Traiga lo que quiera traer el futuro<br />

internetizado que se nos viene imparablemente<br />

encima, no creo que la música<br />

del autor de Palestrina llegue a ser nunca<br />

cuestión de multitudes (obviamente las<br />

melómanas, que forman sólo un puñado de<br />

arena en la inmensa playa de las masas);<br />

por el contrario, insisto ya por tercera o<br />

cuarta vez en señalar a Pfitzner como buen<br />

compañero doméstico, educado, nada<br />

escandaloso, abstemio -aunque en esta<br />

vida bebía a su gusto, como relata Thomas<br />

Mann- con el encanto de lo melancólico<br />

exterior que oculta el fuego, por otra parte<br />

no abrasador, existente en las almas solitarias.<br />

Lo que antecede como pronóstico puede<br />

fallar en parte y a contrario en el terreno del<br />

lied. CPO ha culminado felizmente con los<br />

volúmenes cuarto y quinto la aventura de<br />

grabar todas las canciones de Pfitzner para<br />

voz solista y piano: en conjunto 115 piezas<br />

compuestas entre 1884 y 1931, que en su<br />

mayoría aparecen agrupadas en conjuntos<br />

de tres a ocho, dando lugar a números de<br />

opus: la gama de voces comprende todas<br />

las fundamentales masculinas y femeninas,<br />

a excepción de la de contralto. No hay<br />

aquí, pues, grandes ciclos, reemplazados<br />

en el propósito de Pfitzner por su magna<br />

cantata Del alma alemana sobre poemas de<br />

su poeta más afín, Joseph von Eichendorff;<br />

por cierto, son diecinueve los lieder sobre<br />

textos de éste, mientras que el conjunto de<br />

autores, empezando por Walther von der<br />

Vogelweide, Petrarca, Uhland, Bürger y<br />

Goethe para acabar con los contemporáneos<br />

Dehmel, Grun o Huch, se eleva a cuarenta<br />

más tres anónimos. Suele hablarse<br />

siempre, en estos casos, de la «distinta calidad»<br />

de los poemas. Como yo sé cual es su<br />

calidad singular y de conjunto, porque los<br />

he traducido ahora para <strong>Diverdi</strong>, puedo<br />

decir que, efectivamente, Grun no es<br />

Heine, por referirme sólo a dos de los poetas<br />

que ya he citado, pero también puedo<br />

asegurar que no hay en estos textos una<br />

sola obra vulgar o prosaica:<br />

véanse, por ejemplo<br />

Historia curiosa (R.<br />

Reinick), Ave de paso (J.<br />

Grun), De los hijos del<br />

pescador (W. Müller<br />

von Königswinter), El<br />

organillero (C. Busse), La<br />

ciudad callada (R.<br />

Dehmel), las Seis canciones<br />

de amor, de<br />

Ricarda Huch, tan inequívocamentefemeninas,<br />

o las Viejas melodías<br />

del escritor suizo<br />

Gottfried Keller, muy<br />

apreciado en su tiempo, quien conoció y<br />

trató a Wagner en Zúrich. Las atmósferas<br />

románticas reinan en la mayoría de estos<br />

poemas: anhelos, soledades, silencios, nieblas,<br />

espacios vacíos, caballeros y corceles,<br />

viejos relatos, caminantes, alegorías y símbolos<br />

del amor, de la vida y de la muerte.<br />

Pero también aparece aquí y allá otro<br />

Pfitzner más risueño e incluso el satírico de<br />

sus diatribas y polémicas, que escoge cosas<br />

como Gretel (C. Busse), La canción del<br />

cuco (M. Graf-Bartholomew), Revelación<br />

(A. Kaufmann), De otro modo (J. Von<br />

Eichendorff), o el grotesco Historia trágica<br />

(A. von Chamisso), donde un desdichado se<br />

empeña en vano en tener la coleta no<br />

detrás, sino delante.<br />

Mas visto por encima el fino gusto literario<br />

de Pfitzner, lo que nos interesa aquí es la<br />

calidad, el sabor de sus lieder. Al comentar<br />

las dos entregas anteriores de CPO, ya<br />

expuse que nuestro hombre no poseía la<br />

maravillosa inventiva melódica de<br />

Schubert, la hermosa reciedumbre renana<br />

de Schumann, el poderoso aliento de<br />

Brahms ni la fabulosa creatividad de Wolf.<br />

Es más, hay cuarenta o cincuenta lieder de<br />

Richard Strauss fastuosos que, una vez más,<br />

postergan a su coetáneo al ingrato puesto<br />

de segundón, que le marcó de por vida.<br />

Pero dicho esto, y limitándonos al territorio<br />

de la canción alemana de concierto, el<br />

mundo de Pfitzner es sugerente, diverso y<br />

rico. No se encontrará aquí la imitación de<br />

los grandes modelos. Este músico alemán<br />

amaba y respetaba a sus mayores, pues él se<br />

sentía como «el último eslabón de la cadena»<br />

(Palestrina); pero tenía una personalidad<br />

no por poco comunicativa menos interesante.<br />

Si la línea vocal es siempre clara y<br />

la cantabilidad, en el sentido más bienhe-<br />

( 18 )<br />

chor, jamás<br />

queda sacrificada,<br />

el<br />

piano si-gue<br />

sus ca-minos<br />

con la libertad<br />

que ya<br />

había conquistado en Wolf. Una de las<br />

cosas que más me impresionan son algunas<br />

introducciones donde el piano obtiene<br />

sonoridades correspondientes a acordes<br />

propios de la madera a tres, en la orquesta;<br />

otra, el sentido de lo estático o «suspendido»,<br />

como si el tempo no existiera: el ejemplo<br />

más acabado de esta singularidad lo<br />

ofrece la Canción nocturna del caminante,<br />

de Goethe, con su anhelo infinito de descanso:<br />

«Tú, que eres del cielo, que acallas<br />

toda pena y dolor al que es doblemente<br />

desdichado...». Atractivos, pues, para los<br />

pianistas, novedad asimismo para los cantantes,<br />

quiero decir -y así retomo el hilo de<br />

la quiebra de mi pronóstico general- que<br />

los conjuntos de lieder, como por ejemplo<br />

los dedicados a Heine (Op. 4), a<br />

Eichendorff (Op. 9), a Meyer (Op. 30), a<br />

Keller (Op. 33) y a Ricarda Huch (Op. 35),<br />

bien pueden pasar poco a poco a formar<br />

parte de recitales que busquen salirse de los<br />

caminos más trillados.<br />

No me extenderé sobre los intérpretes,<br />

pues son los mismos de toda la serie: cantantes<br />

importantes y con estilo; pianistas<br />

creativos y acompañantes habituales de<br />

aquéllos. Los comentarios canción por canción<br />

se ofrecen en alemán, inglés y francés,<br />

y los poemas, en los dos idiomas primeramente<br />

citados, a los que puede añadirse mi<br />

versión española si cada interesado se pone<br />

de acuerdo con <strong>Diverdi</strong>, cuestión que a mí<br />

no me concierne.<br />

Y ahora, a esperar la llegada de Das<br />

Christelflein, grabado por ORFEO en colaboración<br />

con la Radio de Baviera, otra rama<br />

verde y sana del «pino solitario», a la que<br />

también procuraré abrirle las piñas para<br />

que todos podamos probar sus piñones.<br />

Á.-F.M.<br />

H. PFITZNER: Integral de Lieder (Vol. 4) / 5 Lieder, op.<br />

22; 4 Lieder, op. 24; 5 Lieder, op. 26; 4 Lieder, op. 29 /<br />

Julie Kaufmann (soprano); Iris Vermillion (mezzo);<br />

Christoph Prégardien (tenor); Andreas Schmidt (barítono);<br />

Robert Holl (bajo) / Donald Sulzen, Axel Bauni,<br />

Michael Gees y Rudolf Jansen (piano) / CPO / Ref.:<br />

999490-2 (1 CD) D5<br />

H. PFITZNER: Integral de Lieder (Vol. 5) / 4 Lieder, op.<br />

30; 4 Lieder, op. 32; Alte Weisen, op. 33; 6 Liebeslieder,<br />

op. 35; 6 Lieder, op. 40; 3 Sonetos, op. 41 / Julie<br />

Kaufmann (soprano); Iris Vermillion (mezzo); Robert<br />

Holl (bajo); Donald Sulzen, Axel Bauni y Rudolf Jansen<br />

(piano) / CPO / Ref.: 999491-2 (1 CD) D5<br />

También disponibles:<br />

H. PFITZNER: Integral de Lieder (Vol. 1) / Ref.: 999228-<br />

2 (1 CD) D5<br />

H. PFITZNER: Integral de Lieder (Vol. 2) / Ref.: 999364-<br />

2 (1 CD) D5<br />

H. PFITZNER: Integral de Lieder (Vol. 3) / Ref.: 999461-<br />

2 (1 CD) D5<br />

NOTA: CON LA COMPRA DE LOS LIEDER DE<br />

HANS PFITZNER, DIVERDI OFRECE GRATUITA-<br />

MENTE A SUS LECTORES UN DISQUETE DE ORDE-<br />

NADOR CON LA TRADUCCIÓN COMPLETA DE<br />

LOS MISMOS POR ÁNGEL-FERNANDO MAYO.


Una nueva recuperación de CPO:<br />

obras orquestales de Richard Wetz (1875-1935)<br />

Singular<br />

personalidad<br />

Aporta el sello discográfico CPO un compositor y<br />

profesor germano apenas conocido, ya que no le<br />

veremos reflejado en los habituales diccionarios de<br />

música, aunque sí, con escaso comentario, en el célebre<br />

New Grove. Se trata de Richard Wetz, del que podemos<br />

afirmar, una vez oídas las dos obras que el CD de referencia<br />

contiene, que su música goza de un rico cromatismo<br />

y de un<br />

minucioso y<br />

escrupuloso contrapunto.Características<br />

éstas<br />

que han hecho<br />

que sus creaciones<br />

se vieran<br />

calificadas, con<br />

cierta lógica, como<br />

fruto de profundasreflexiones<br />

a la vez que<br />

como obras totalmenteracionales.<br />

Juicios que<br />

a la vista del compositor eran totalmente erróneos, pues<br />

siempre, según él, abordaba sus composiciones sin el<br />

menor trabajo preliminar, no reflexionaba en términos<br />

de estructura, armonía o instrumentación, y los temas de<br />

sus creaciones se encadenan unos a otros como si estuvieran<br />

movidos por una voluntad propia, lo que no tiene<br />

nada que ver con la razón y todas sus sutilidades.<br />

Hasta 1900 estudiaría en Leipzig y Múnich. A partir<br />

de 1906, tomaría la dirección de la Musikverein y de la<br />

Academia de Canto de Erfurt. Después de 1916, fue profesor<br />

de la Escuela de Música de Weimar. Sería elegido<br />

en 1928 para enseñar en la Academia de las Artes de<br />

Berlín. Su producción no abarca más de sesenta obras,<br />

entre las que se encuentran piezas para orquesta: tres<br />

Sinfonías, la Kleist Overture, op. 16 y sus dos Conciertos<br />

para violín, op. 33 y op. 57, este último en un solo movimiento.<br />

Obras vocales: Hyperion, op. 32, para barítono,<br />

coro mixto y orquesta; su notable Réquiem, op. 50 y el<br />

voluminoso Oratorio de Navidad, op. 53, como ejemplo.<br />

Obras de cámara: dos Cuartetos para cuerda, a los<br />

que se unen unas Variaciones románticas, op. 42, y una<br />

Toccata, Passacaglia y Fuga, op. 55 para órgano.<br />

Richard Wetz era un gran admirador de la cultura alemana,<br />

como lo demuestran su pasión por Johann<br />

Wolfgang Goethe y sus homenajes a dos grandes poetas<br />

por los que confesaba igual admiración: Hölderlin y Von<br />

Kleist, así como su interés por el estudio de la creación<br />

musical de los grandes maestros clásicos, Mozart,<br />

Beethoven, Mendelssohn, para llegar a Liszt y Bruckner,<br />

cuya influencia es decisiva en su obra como podremos<br />

comprobar en el registro que se nos brinda, con una<br />

Kleist Overture que fue un verdadero éxito y de la que<br />

Arthur Nikisch haría una revisión, y su Sinfonía nº 2, op.<br />

42, concebida en tres movimientos (renuncia al Scherzo<br />

para hacer del tiempo central un amplio y bello Adagio).<br />

Así, reconocemos a un Wetz que permanece casi impasible<br />

ante las modernas tendencias, manteniendo su<br />

lealtad romántica a las formas establecidas pero, todo<br />

hay que decirlo, con una personalidad muy singular. La<br />

experimentada batuta de Werner Andreas Albert le da la<br />

relevancia que se merece.<br />

Manuel García Franco<br />

R. WETZ: Sinfonía nº 2, op. 47; Obertura Kleist, op. 16 / Orquesta<br />

Filarmónica Estatal de Rheinland- Pfalz. Dir.: Werner Andreas Albert /<br />

CPO / Ref.: 999695-2 (1 CD) D2<br />

Ustedes perdonen, pero el<br />

mejor Massenet -el de<br />

Werther y el de Manon,<br />

el de Don Quijote y, sobre todo,<br />

el de su obra maestra,<br />

Chérubin- me parece un músico<br />

fascinante. Malquerido por<br />

muchos que<br />

lo considerandemasiadosensible<br />

-o sea,<br />

sensiblero-,<br />

se olvida su<br />

sentido de la<br />

progresión<br />

dramática,<br />

su sabiduría<br />

orquestadora,<br />

su talento<br />

para el<br />

detalle expresivo. Ya sabemos<br />

que le gustaba a Fauré, que no<br />

dejó de gustarle a Debussy, que<br />

su público le adoraba, que fue<br />

el epítome de una música finisecular<br />

sin futuro alguno, pero<br />

su toque personalísimo, sus guiños<br />

llenos de inteligencia acaban<br />

por rendir a cualquier<br />

oyente que deje a un lado las<br />

obligaciones a que la cátedra<br />

parece conducirle. Roma es la<br />

última de sus óperas estrenadas<br />

en vida, pues luego, ya póstumas,<br />

vendrían Panurge -asombrosa<br />

la dedicación de un hombre<br />

en sus últimos días a componer<br />

una ópera cómica-,<br />

Cleopatra y Amadis. Estrenada<br />

en 1912 -naturalmente en<br />

Monte Carlo-, la verdad es que<br />

Roma nada añade a la gloria de<br />

quien ya había dado a la escena<br />

Chérubin y Don Quijote como<br />

verdaderos testamentos en vida<br />

de lo que había sido lo mejor de<br />

su obra. Roma es la obra de un<br />

creador doliente, que vuelve la<br />

mirada atrás, hacia un tema que<br />

ya parecería rebasado con creces<br />

si no fuera porque hay<br />

entonces en Europa una suerte<br />

de deseo de reafirmaciones<br />

patrióticas que hacen que el<br />

libreto de Henri de Bornier -<br />

basado en Tito Livio y con parada<br />

intermedia en Alexandre<br />

Parodi, sin olvidar que en el<br />

mismo asunto se fija Spontini<br />

en La vestale- lleve una peligrosa<br />

carga de autocomplacencia -<br />

Roma es una entidad metafísica<br />

trasplantable a la Francia que<br />

quiere ser grande- que seguramente<br />

le agradaría al público<br />

burgués a quien tanto complacía<br />

Massenet. Pero sentada la<br />

base de su calidad intrínseca,<br />

( 19 )<br />

Roma, por primera vez en grabación completa<br />

en el sello DYNAMIC<br />

La Roma francesa de<br />

Jules Massenet<br />

de sus limitaciones, digamos<br />

también que hay en ella, como<br />

señalara Fauré en su crítica al<br />

estreno, un admirable uso de<br />

los medios que el propio autor<br />

se proporciona y que la grandeza<br />

buscada llega a través de una<br />

economía<br />

de medios<br />

que la aleja<br />

del cromo<br />

que pudo<br />

ser. No hay<br />

desarrollos<br />

adecuados<br />

de la personalidad<br />

de<br />

sus personajesprincipales<br />

-la aristócrata<br />

Fausta y su amante el soldado<br />

Lentulus, tras los cuales tiene<br />

lugar la afirmación patrióticapero,<br />

claro está, ahí aparecen<br />

los detalles massenetianos, esta<br />

vez transidos de un anhelo por<br />

hacer más esencial su escritura:<br />

el preludio del tercer acto, la<br />

preciosa aria de Lentulus «Soir<br />

admirable», la de Junia «Le<br />

soleil se couchait», únicos fragmentos<br />

conocidos, siquiera<br />

medianamente, antes de esta<br />

primera grabación de la ópera<br />

completa recogida en una de<br />

las sesiones del Festival de<br />

Martina Franca -cuyo productor<br />

es el conspicuo Sergio Segalinide<br />

1999. La versión que se nos<br />

ofrece da de la obra de<br />

Massenet una lectura intensa y<br />

entregada al mando de Marco<br />

Guidarini, con destacada calificación<br />

para los dos personajes<br />

principales: la Fausta de la<br />

excelente -y cada vez más dada<br />

a unas rarezas cuya recuperación<br />

hay que agradecerle- Iano<br />

Tamar, y el Lentulus de Warren<br />

Mock, con el apoyo del Sumo<br />

Sacerdote del bien conocido<br />

Francesco Ellero D’Artegna, sin<br />

olvidar al siempre solvente<br />

Coro de Cámara de Bratislava.<br />

Ningún amante de la obra de<br />

Massenet se perderá esta irregular<br />

pero bella Roma que, sin<br />

alcanzar otras glorias, nada desdice,<br />

en definitiva, del genio de<br />

su autor.<br />

Luis Suñén<br />

J. MASSENET: Roma / Tamar, Arginbaeva,<br />

Franzil, Masi, Mitchell / Orquesta<br />

Internacional de Italia. Dir.: Marco<br />

Guidarini / DYNAMIC / Ref.: CDS 267/1-<br />

2 (2 CD) D2 x 2 [1ª grabación mundial]


TESTAMENT presenta una integral sinfónica de Brahms a cargo de Arturo Toscanini<br />

La Filarmonía acerca a Brahms y a Toscanini<br />

Los dos conciertos que Toscanini ofreció en 1952, al frente de la<br />

Filarmónica de Walter Legge, señalaron su retorno y última aparición<br />

en Londres. TESTAMENT ha reprocesado las cintas originales<br />

en que EMI los grabó y nos ofrece su mejor edición hasta la fecha, con<br />

sonido seguramente no mejorable. En el aspecto musical, este ciclo<br />

Brahms con la Filarmonía es superior<br />

al que Toscanini grabó con la NBC.<br />

En primer lugar, la toma de sonido,<br />

aunque monoaural y con las limitaciones<br />

inherentes a sus casi cincuenta<br />

años, es más cálida que las de<br />

RCA en el estudio 8H o el Carnegie<br />

Hall. Además, la admirable sonoridad<br />

de la Filarmonía de aquellos<br />

años queda patente en esta cuidada<br />

edición. Por último, en estos dos<br />

conciertos -precedidos de unos ensayos,<br />

muy relajados, cosa poco habitual<br />

en el maestro- Toscanini suavizó bastante su concepto brahmsiano,<br />

casi siempre rápido y enérgico hasta la brusquedad. Aquí, los tempi,<br />

aunque movidos, son más elásticos y relajados; el fraseo, más cálido, y<br />

la dinámica, de mayor riqueza de matices, por lo que las obras suenan<br />

más centradas estilísticamente, en especial la Tercera, la mejor de sus<br />

versiones de esta obra tan problemática y la más perfecta de las ofrecidas<br />

en Londres. Creo que el punto débil de Toscanini en estas sinfonías<br />

fueron siempre sus movimientos centrales, cuyo carácter íntimo, frecuentemente<br />

expresado con texturas camerísticas e impregnado de un<br />

sentimiento de la naturaleza sólo explícito en el Adagio de la Segunda,<br />

pero siempre perceptible, no hallaban eco en la sensibilidad del maestro<br />

italiano. La música de Brahms tardó en abrirse camino en la Europa<br />

meridional y, salvo la excepción de Victor de Sabata, hasta la llegada<br />

de Cantelli y -sobre todo- Giulini, no hallamos a directores italianos<br />

identificados plenamente con ella.<br />

En esta ocasión los movimientos centrales de la Tercera resultan muy<br />

hermosos: la aterciopelada sonoridad de cuerda y madera de la<br />

Filarmonía, muy preferible a la seca de sus colegas de la NBC, resulta<br />

admirable; los tempi son perfectos; y el fraseo, cálido y flexible. En el<br />

Allegro inicial, Toscanini repite acertadamente la exposición y consigue<br />

el necesario equilibrio entre el todo y las partes; el contrapunto es<br />

claro, y el impetuoso fraseo habitual del maestro se matiza con los contrastes<br />

y remansos que pide Brahms. Y si las versiones de la NBC nos<br />

Obras orquestales de Josef Suk, en CPO<br />

Los sinfonismos crepusculares<br />

( 20 )<br />

habían hecho dudar de que Toscanini conociera el pianissimo, en estos<br />

conciertos los hay en abundancia. El Finale redondea una gran interpretación,<br />

que entusiasmó a Legge con todo motivo. No cabe duda de<br />

que el impacto de estos conciertos en el recién inaugurado Royal<br />

Festival Hall, a cargo de quien pasaba por ser batuta número uno del<br />

mundo y de la mejor orquesta de Londres, que se contaba entre las más<br />

perfectas de la época, hubo de ser inolvidable. Mucho de ella se percibe<br />

en esta excelente publicación.<br />

En la Primera Sinfonía, los movimientos extremos, de gran dramatismo,<br />

son muy impresionantes, aunque no se aproximen a la intensidad<br />

y emoción conseguidos por el inalcanzable Furtwängler (TAHRA: con<br />

la NDR y la Concertgebouw; o con Berlín, DG) y por Giulini (EMI). En<br />

la Segunda, el final es electrizante y provoca el delirio del público; es<br />

obligado destacar el fraseo cálido y amplio del segundo tema que,<br />

como en la Primera Sinfonía, Brahms pide «largamente». Pero los dos<br />

«allegrettos», es decir los terceros tiempos de ambas sinfonías, resultan<br />

apresurados, impacientes, bruscos, o todo a la vez; así, su magia se<br />

esfuma y, con ella, el contraste que han de aportar, con lo que la versión<br />

no alcanza la plenitud y equilibrio de las que firmaron los citados<br />

u otros grandes brahmsianos (Wand, Bruno Walter o Sanderling). La<br />

Cuarta no me parece particularmente lograda: pese a su admirable<br />

dinamismo, los movimientos primero y segundo se hallan carentes de<br />

la atmósfera adecuada, y quedan muy, muy lejos del ideal que señaló<br />

Furtwängler (TAHRA, ORFEO, EMI), y el final transmite una extraña<br />

sensación, pues su segunda parte -es decir, desde la variación 16 hasta<br />

que concluye- está llevada a tempo más retenido que la primera mitad.<br />

Impecables, por el contrario, las versiones de obras tan diferentes entre<br />

sí como las Variaciones Haydn y la obertura Trágica.<br />

En suma, una óptima ocasión de conocer el Brahms de Toscanini en<br />

las mejores condiciones musicales y técnicas; un Brahms que parte de<br />

la crítica americana e inglesa sigue considerando de referencia y que,<br />

a despecho de las reservas expuestas, revela la calidad indiscutible de<br />

uno de los grandes directores del siglo XX, que a los 85 años aún daba<br />

lecciones de energía y de entusiasmo por esta música imperecedera.<br />

Muy buenos comentarios de Alan Sanders.<br />

R.A.<br />

J. BRAHMS: Integral de las 4 sinfonías; Obertura Trágica, op. 81; Variaciones sobre un<br />

tema de Haydn, op. 56a / Philharmonia Orchestra. Dir.: Arturo Toscanini (1952) / TES-<br />

TAMENT / Ref.: SBT 3167 (3 CD) D2 x 3<br />

Sabemos que el compositor checo Josef Suk (1874-1935) es uno de los grandes posteriores a Dvórak<br />

y contemporáneos de ese otro compositor especialísimo que, pese a ser veinte años mayor, se dio a<br />

conocer más o menos al mismo tiempo que la generación de Suk. Suk, además, fue yerno y discípulo<br />

de Dvorák. Su cometido no fue el de innovar, sino el de continuar una tradición nacional y consolidarla,<br />

junto con músicos como Foerster o Novák. Ahora bien, como intérprete, Suk fue un espléndido<br />

segundo violinista del Cuarteto Checo, que dio a conocer las grandes obra de la especialidad de su<br />

patria y de otras patrias. El propio Suk compuso un par de cuartetos para cuerda y alguna otra obra para<br />

esa formación.<br />

El gran Josef Suk orquestal no se limita a os cuatro poemas sinfónicos compuestos entre 1905 y 1933 y que formaban algo parecido<br />

a un ciclo o un legado (Asrael, Cuento de estío, Maduración, Epílogo), sino que tiene su correspondencia en obra como las dos aquí<br />

incluidas. Hasta hace algún tiempo, era imposible conseguir un registro del poema sinfónico Praga, pero ahora es posible acudir a varias<br />

lecturas fonográficas, entre las que necesariamente destacará ésta, la de Alun Francis con la Filarmónica del Nordeste de Alemania, que<br />

no se le debe a una orquesta ni a un director checos, y que acaso sea muestra de la salida del repertorio nacional fuera de las fronteras<br />

y los estudios de grabación de la pequeña república centroeuropea.<br />

El poema sinfónico Praga (que, por cierto, empezó Suk a esbozar durante una gira por España del Cuarteto Checo) incluye el motivo<br />

del mismo coral husita utilizado por Smetana para los dos poemas sinfónicos históricos de Mi patria, Tábor y Blánik (los otros cuatro se<br />

refieren a la naturaleza y a la leyenda), y este tema le presta carácter a la obra, recorriéndola como un hilo conductor unitario, como un<br />

nervio dramático esencial para el sentido del discurso. Pero Suk incluye también en Praga el tema de amor de la música incidental que<br />

compuso en plena juventud, en 1897, para Radúz y Mahulena, drama de Julius Zeyer. Y aquí es donde entra Pohádka, Cuento de hadas<br />

(¡cuántos compositores checos, entre ellos Smetana, no tienen su propio Pohádka!), porque esta suite sinfónica, esta sinfonía en cuatro<br />

movimientos, utiliza música de esas piezas incidentales mediante una transformación posterior que no se atiene por completo a la propuesta<br />

original. En ambas obras, el sinfonismo de Suk queda patente por la fuerza expresiva de sus planteamientos y desarrollos, por el<br />

lirismo sugerente de los episodios lentos, por el pathos poderoso de su dramatismo. Alun Francis y esta orquesta consiguen con esos<br />

materiales y su comprensión de los discursos un CD realmente notable.<br />

J. SUK: Praga, op. 26; Cuento de hadas «Pohádka», OP. 16 / Filarmonía del Noroeste de Alemania. Dir.: Alun Francis / CPO / Ref.: 999576-2 (1 CD) D14<br />

Santiago Martín Bermúdez


CPO expende la docena de Sinfonías completas de Darius Milhaud (1892-1974), en edición galardonada<br />

con el premio CANNES CLASSICAL AWARDS 2000 en la categoría de estrenos orquestales en CD<br />

Insaciable anhelo de componer<br />

Entre los títulos seruendos del copioso catálogo creativo de<br />

Milhaud fue el postrero Ani maamin, un canto perdido y<br />

recobrado, cantata compuesta para la edición de 1973 del<br />

Festival de Israel sobre un texto de Elie Wiesel con la cual alcanzó<br />

su opus 441. Escribió en 1962 Claude Samuel: «¿Puede una<br />

producción inmensa ser acaso perfecta? ¿Puede uno imaginarse<br />

cuatrocientas obras todas igualmente impregnadas por la gracia<br />

del genio? [...] Incluso en sus páginas<br />

más flojas, Milhaud conserva un estilo,<br />

su estilo...» Observó atinado Adolfo<br />

Salazar: «La facilidad y la fecundidad de<br />

Milhaud se hicieron pronto legendarias».<br />

Incomparablemente industrioso en el<br />

marco del siglo XX, se mantuvo activo<br />

por igual en la salud como postrado en<br />

su lecho de enfermo o incluso sumido en<br />

las molestias de los viajes, creando obras<br />

voluminosas (óperas, ballets, conciertos,<br />

partituras sinfónicas) a la par que otras<br />

numerosas de reducido formato (ciclos<br />

de canciones, piezas de cámara e instrumentales).<br />

Enemigo de los sistemas,<br />

Milhaud utilizó todos los procedimientos<br />

de expresión factibles con un estro melódico<br />

innovador sin cesar, en una desconcertante<br />

mezcolanza de sencillez y complejidad<br />

siempre ajena al hermetismo.<br />

«Soy un francés provenzal y por religión un judío», declaró al<br />

comienzo de su autobiografía Ma vie heureuse. Si bien transitó<br />

por múltiples movimientos estilísticos (neoclasicismo, exotismo,<br />

influencias del jazz, politonalismo) debido a su curiosidad y<br />

goloso apetito, se desenvolvió por los cauces del gusto armónico<br />

latino y la claridad francesa pero sin desdeñar cierta monumentalidad<br />

altilocuente. De la causticidad cara a Les Six hasta un lirismo<br />

denso, el politonalismo -que no anula la tonalidad sino<br />

superpone tonalidades diversas- ejemplifica la particularidad técnica<br />

más lucida de su música.<br />

Las seis sinfonías de cámara previamente compuestas por<br />

Milhaud entre 1917 y 1923 equivalieron al ejercicio de estilo<br />

propedéutico a su inmersión en el genuino elemento sinfónico,<br />

requeridor de una más nutrida plantilla orquestal. Promediada su<br />

prolífica andadura artística y recluido en su residencia de su natal<br />

Aix-en-Provence a causa de la artritis reumática que le aquejaba<br />

y ocasionalmente le confinó en una silla de ruedas, afrontó en<br />

1939 la escritura de su Primera sinfonía, portadora del núm. 210<br />

de opus. Acicateado por esta comisión de la Orquesta Sinfónica<br />

de Chicago que celebraba así su aniversario, pudo enfrentarse a<br />

su severa incapacidad física y sobrellevar la inquietud suscitada<br />

por las expectativas aciagas que los acontecimientos de la contienda<br />

bélica hacían presagiar. Ilustra sus cuatro movimientos la<br />

premisa que Milhaud se propuso imprimir en sus demás obras<br />

sinfónicas: esbozar estampas características discordantes entre sí<br />

mas concertados sus contrastes en el lienzo conjuntivo, fuesen de<br />

talante jubiloso, extravagante, solemne, vigoroso o relajado.<br />

Huido en 1940 de la Francia invadida por y rendida a los<br />

nazis, el semita Milhaud durante el resto del transcurso de la conflagración<br />

europea se refugió en los Estados Unidos, donde<br />

ocupó un puesto de profesor en el Mills College de Oakland<br />

(California) y luego aceptó, en 1944, el encargo de componer su<br />

Segunda sinfonía (en cinco movimientos), proveniente de la<br />

Fundación Koussevitzky en memoria de Nathalie. En 1946 la<br />

estrenó el mismo compositor al frente de la Orquesta Sinfónica<br />

de Boston, desplegando una sucesión de acentos serenos, misteriosos,<br />

fúnebres o recónditamente gozosos.<br />

A modo de manifestación del regocijo inspirado por la finalización<br />

de una guerra de tan funestos efectos para la humanidad<br />

cuan execrable sea para siempre el recuerdo de sus instigadores,<br />

Henri Barraud, director de la Radiodifusión francesa, pidió a<br />

Milhaud en 1946 que compusiera un Te Deum según el himno<br />

ambrosiano en alabanza de Dios -como, asimismo, hiciese en<br />

1936 Kodály con su Budavári Te Deum («Tedéum del castillo de<br />

( 21 )<br />

Buda»), en conmemoración del 250 aniversario de la reconquista<br />

de la plaza húngara del dominio otomano-. Regresó Milhaud<br />

a su ciudad natía para crear una obra festiva y de gran envergadura<br />

en cuatro tiempos que revistiera forma de sinfonía -su<br />

Tercera- para coro (sin palabras en el segundo movimiento y<br />

sobre el texto latino en el último) y orquesta, avivada por un<br />

ánimo laudatorio debido al desenlace acaecido.<br />

Retornado a su morada estadounidense<br />

recibió Milhaud en 1947 la proposición<br />

del ministro francés de Educación nacional<br />

de escribir una composición para la<br />

ocasión del centenario de la Revolución<br />

de 1848. De ella derivó la Cuarta sinfonía,<br />

en cuatro evocativos cuadros con<br />

música programática sin acción, reminiscente<br />

de marcialidad y tonos insurreccionales,<br />

plena de elocuencia y sugestivo<br />

colorido.<br />

Fechadas en la década de los cincuenta,<br />

las sinfonías Quinta (1953), Sexta (1955),<br />

Séptima (1955), Octava (1957; Del<br />

Ródano: descriptiva del curso de este río,<br />

crucial para la historia de Francia, desde<br />

su nacimiento entre las brumas alpinas<br />

suizas hasta su desembocadura del delta<br />

de La Camargue en tierras provenzales) y<br />

Novena (1959), fueron originadas por las<br />

respectivas encomiendas de la itálica RAI, Charles Münch y la<br />

Orquesta Sinfónica de Boston, la Radio belga, la Universidad de<br />

Berkeley (California) y Mario de Bonaventura para la Orquesta de<br />

Fort Lauderdale. Presentan recíprocas concomitancias tales como<br />

la duración oscilante entre los veinte y treinta minutos y una grafía<br />

suelta impelida por un ímpetu de alígera progresión, embebida<br />

en la tinta secretada por un abundante e inextinguible ideario<br />

estético.<br />

La tríada sinfónica final de Milhaud data del bienio 1960-61,<br />

época en que el autor mantenía -en transoceánico acaballamiento-<br />

la responsabilidad de sus puestos americanos y franceses.<br />

Cimentado su estilo en el formalismo tradicional, difería palmariamente<br />

del furibundo vanguardismo de sus contemporáneos.<br />

Mientras que la Décima (1960; compuesta por el centenario del<br />

estado de Oregón) inhala el alborozo neoclásico, la Undécima<br />

(1960; Romántica: encargo de la Biblioteca pública de Dallas)<br />

consecuentemente exhala un aire meditativo y la Duodécima<br />

(1961; Rural: requerida por la Universidad de Davis) muda con<br />

naturalidad las impresiones en sensaciones sonoras, y la luminosa<br />

sustancia mediterránea en cálida claridad californiana.<br />

CPO realizó entre 1992 y 1997 la primera grabación integral<br />

de las doce sinfonías (invariablemente perspicuas) de Milhaud<br />

con la estimable aportación de la Orquesta Sinfónica de la Radio<br />

de Basilea y la participación del Coro del Teatro basiliense en la<br />

Tercera, regidas ambas formaciones por la diligente (y ducha en<br />

el repertorio coetáneo) batuta de Alun Francis. La edición (en un<br />

estuche de cinco discos) añade el aliciente gráfico de reproducir<br />

en las portadas de los librillos cuadros de Paul Cézanne, ínclito<br />

conciudadano del compositor.<br />

Podría la sinfonía coral Pacem in terris (1963) ser considerada<br />

cual Decimotercia integrante del ciclo sinfónico de Milhaud.<br />

Basó el músico judío esta obra en fragmentos de la encíclica<br />

homónima dirigida por el papa Juan XXIII al orbe católico (provocadora<br />

del interés universal), cuyo estreno fue conducido por<br />

el protestante Charles Münch. Consistía su mensaje ecuménico<br />

en una llamada para terminar con el racismo, por el reconocimiento<br />

de la igualdad de todos los pueblos en dignidad y derechos,<br />

así como por el desarme mundial y la consiguiente desaparición<br />

de las armas nucleares: fruslerías utópicas.<br />

José Luis Gómez Lozano<br />

D. MILHAUD: Integral de sinfonías - Sinfonías 1-12 / Orquesta Sinfónica de la Radio<br />

de Basilea. Dir.: Alun Francis / CPO / Ref.: 999656-2 (5 CD) D14 x 5


BIS presenta su segundo y último CD dedicado<br />

a las sinfonías de Albéric Magnard (1865-1914)<br />

La summa sinfónica de un<br />

creador insobornable<br />

Con la publicación del presente disco, BIS completa la integral sinfónica de Albéric<br />

Magnard a cargo de Thomas Sanderling y la Orquesta Sinfónica de Malmö, iniciada el<br />

pasado verano con el dedicado a las Sinfonías 1 y 3, que fue comentado en estas páginas<br />

en el Boletín nº 74. Razones de minutaje han obligado a utilizar dos discos de corta<br />

duración, uno por sinfonía, aunque el álbum se vende a precio de un disco sencillo; ya<br />

puestos, quizá hubiera sido preferible aprovecharlos<br />

para editar una auténtica integral orquestal del compositor<br />

francés, incluyendo en el álbum sus restantes<br />

obras, de dimensiones más reducidas, encuadradas en<br />

el género sinfónico-poemático: el Canto fúnebre, la<br />

Obertura, el Himno a Venus y el Himno a la justicia.<br />

En el artículo anterior ya se comentó la importancia del<br />

legado sinfónico de Magnard como lazo de unión del<br />

sinfonismo francés de los años ochenta (Saint-Saëns,<br />

Franck, Lalo, Chausson) y el del nuevo siglo, cuyo<br />

representante más egregio será Albert Roussel. La personalidad<br />

de Magnard no ha dejado de intrigar a quienes<br />

se han acercado a su figura: hombre de insobornable<br />

honestidad y consecuente con sus ideas, vivió en<br />

un creciente aislamiento frente al tumulto parisino,<br />

retirándose con su familia a Baron, pequeña población<br />

en el nordeste de Francia, donde le sorprendió el estallido<br />

de la Guerra del 14. Tras evacuar a su mujer e hijas, permaneció tranquilamente componiendo<br />

hasta que el avance del ejército alemán le llevó, en un acto de absurdo heroísmo<br />

-ilustrativo de su intransigente personalidad- a enfrentarse en solitario desde su propiedad<br />

con las tropas enemigas, que arrasaron su casa, pereciendo su autor y destruyéndose todos<br />

sus papeles, recuerdos y manuscritos, incluidas las obras en curso de composición.<br />

La Segunda Sinfonía, compuesta entre 1892 y 1893 -una vez concluidos sus estudios con<br />

D’Indy-, no siendo una obra perfecta, supone un avance sobre la inmadura Primera. Tras<br />

una inicial ejecución pública en Nancy en 1896 a cargo de su amigo Guy Ropartz, mal acogida<br />

por la crítica, que la motejó de complicada, oscura y «logarítmica», Magnard sustituyó<br />

el segundo movimiento -Fugas- por el frescor popular de unas Danzas «deliciosas de inspiración<br />

y ritmo» a juicio de Ropartz. Cuatro movimientos componen la obra: una Obertura<br />

(Assez animé) en forma sonata con un doble tema, el primero, lleno de energía, a cargo de<br />

los cellos, y el segundo, más lírico y soñador, confiado a las maderas; un Scherzo -las<br />

Danzas antes citadas-; un extenso y apasionado tiempo lento (Chant varié), consistente en<br />

un expresivo tema a cargo de los violines seguido de tres desarrolladas variaciones, cerrándose<br />

la obra con un Final (Vif et gai) coronado por un fortissimo en unísono.<br />

La Cuarta Sinfonía, compuesta entre 1911 y 1913, a más de quince años de distancia de<br />

la anterior, la sugestiva Tercera (1895-96), es una página de plena madurez, sin duda la obra<br />

maestra del entero ciclo y una de las más elevadas muestras del quehacer sinfónico francés,<br />

digna de figurar entre las mejores de su tiempo al lado de las de Franck, Dukas o Roussel.<br />

Su estreno triunfal tuvo lugar en la Sociedad General de Música el 16 de mayo de 1914, dos<br />

meses antes del estallido de la conflagración que acabaría con sus días. Obra que transpira<br />

serenidad por todos sus poros, y sin embargo compuesta «en un completo marasmo», a juicio<br />

de su autor, cuenta con una orquesta rica: maderas a dos, más piccolo, corno inglés y<br />

clarinete bajo; cuatro trompas y restantes metales por tres, arpa y percusión. El primer movimiento<br />

se abre con un Moderé -que contiene el tema generador de la obra, con tres células<br />

o elementos que reaparecerán a lo largo de la sinfonía en citas textuales, desarrollos o<br />

superposiciones con otros temas-, seguido del tradicional Allegro bitemático, que respeta<br />

todos los cánones del género (exposición, desarrollo, reexposición y coda con cita del tema<br />

generador; el segundo (Vif), es un Scherzo también con dos temas, el segundo de los cuales<br />

es una transposición de la recurrente célula inicial, al que sigue sin interrupción un tiempo<br />

lento, aunque precisamente titulado Sans lenteur et nuancée (Sin lentitud y matizado),<br />

extenso lied variado en cinco secciones que alternan pasajes líricos y otros de mayor inquietud<br />

e inestabilidad, y que a su vez se encadena con un grandioso final (Animé) que concluye<br />

en la calma y la serenidad. Pero toda descripción técnico-estructural, aun la más precisa,<br />

no alcanzará a expresar lo que constituye el rasgo más característico de esta summa<br />

sinfónica magnardiana: lo noble y bello de sus ideas, su contagiosa energía, su optimismo<br />

y ternura, su amor a la vida. Auténtica radiografía del alma exigente y autocrítica de su<br />

autor, resulta merecedora del conocimiento de un público todavía alejado del mundo sinfónico<br />

francés, al que esta brillante interpretación de la centuria sueca, dirigida por un heredero<br />

de la mejor tradición directorial alemana como Thomas Sanderling, puede desvelar<br />

nuevos horizontes, insospechadas cimas. Un disco de los que hacen afición.<br />

A. MAGNARD: Sinfonía nº 2 en mi mayor; Sinfonía nº 4 en do sostenido menor / Orquesta Sinfónica de Malmö.<br />

Dir.: Thomas Sanderling / BIS / Ref.: BIS 928 (2 CD) D2 [2 CD al precio de 1]<br />

También disponible:<br />

A. MAGNARD: Sinfonía nº 1 en do menor, op. 4; Sinfonía nº 3 en si bemol menor, op. 11 / Orquesta Sinfónica<br />

de Malmö. Dir.: Thomas Sanderling / BIS / Ref.: BIS 927 (1 CD) D2<br />

( 22 )<br />

S.S.<br />

BIS publica el segundo volumen de la<br />

integral pianística de Isaac Albéniz,<br />

por Miguel Baselga<br />

Añorada en<br />

la lejanía<br />

Se ha dicho que de un modo original, y<br />

un tanto tardío, España se incorpora<br />

con Albéniz al lado pianístico del<br />

romanticismo europeo. Cierto es que el<br />

músico aglutina todas las características del<br />

intérprete romántico: niño prodigio triunfante,<br />

nomadismo, autodidacta, desbordante<br />

humanidad, viajero con Liszt por varias ciudades<br />

europeas...<br />

Si en un principio, como todos los compositores<br />

de la época, Albéniz aprende a<br />

hacer música siguiendo fielmente el concepto<br />

de lo «español» que les venía de<br />

fuera: Glinka, Liszt, Lalo, Bizet, con ese<br />

carácter pintoresco y «tópico», finalmente,<br />

su instinto de<br />

gran músico,<br />

su autodidactismoperfecto,<br />

le encumbrarán<br />

a<br />

sobrepasar<br />

esa estética<br />

costumbrista,<br />

llegando a ser<br />

uno de los<br />

grandes hitos<br />

del pianismo<br />

del siglo XX.<br />

Su música no<br />

ha nacido de una escuela, y aunque lleve<br />

asimilada los postulados de la nueva escuela<br />

francesa, es más fiel al radical individualismo<br />

español, en su caso decidido a tomar<br />

la vieja raíz hispana para expresarla con<br />

savia nueva.<br />

Casi año y medio después de la grabación<br />

del primer volumen de la obra completa<br />

para piano de Isaac Albéniz, el sello BIS<br />

pone a nuestro alcance este segundo álbum<br />

registrado en julio de 1999 en el Auditorio<br />

de Zaragoza por el pianista que ha iniciado<br />

la serie: Miguel Baselga, quien está comprometido<br />

a finalizarla. El CD incluye esta vez<br />

el segundo de los cuatro cuadernos de esa<br />

síntesis colosal del virtuosismo romántico<br />

que es Iberia. Las tres piezas que lo componen,<br />

Triana, Almería y Rondeña, se nos ofrecen<br />

por el orden en que se publicaron por<br />

vez primera en 1907. Habitualmente estamos<br />

acostumbrados a escucharlas invertidas<br />

las secuencias de las piezas, al tomarse<br />

como modelo una segunda edición que el<br />

compositor publicó poco tiempo después y<br />

en la que la gracia impresionante de<br />

Rondeña aparece en primer término con<br />

Triana en último lugar, manteniéndose<br />

Almería en el lugar central. El segundo cuaderno<br />

de Iberia fue dado a conocer por la<br />

pianista Blanca Selva en septiembre de 1907<br />

en St. Jean de Luz, aunque Triana se daría a<br />

conocer, meses antes, por Joaquim Malats<br />

en Barcelona y Madrid, respectivamente.<br />

Siguen a estas piezas los 7 Estudios en los<br />

tonos naturales mayores, op. 65, deudores<br />

de la estética listziana, aunque también<br />

podemos averiguar tras sus notas a<br />

Schumann y a Chopin. Estudios éstos de


gran expresividad y de cierta<br />

complejidad para el intérprete.<br />

Las dos mazurkas de salón:<br />

Amalia, op. 95 y Ricordatti,<br />

op. 96, son tributos al concepto<br />

burgués de la música<br />

de salón en la que si no hay<br />

hondura sí hay algo del alma<br />

y musicalidad de su autor.<br />

Continúa con las dos piezas<br />

que forman la colección<br />

Espagne (Souvenirs), que<br />

apuntan al estilo maduro en<br />

un alarde de cálida sensibilidad<br />

poética y de audacias<br />

armónicas. El disco se completa<br />

con la única obra escrita<br />

y acabada que está pensada<br />

para suite sinfónica articulada<br />

en seis piezas y denominada<br />

Alhambra. En La Vega,<br />

que así se llama la pieza en<br />

cuestión, se nos muestra<br />

como una «reflexión musical»<br />

en su mismo forcejeo formal.<br />

Ella nos indica el tránsito<br />

hacia una unión del gran virtuosismo<br />

pianístico, con un<br />

sentido claramente «nacionalista»<br />

de la composición: la<br />

evocación de la vega granadina,<br />

el fondoso paisaje que<br />

bordea la ciudad. No es tanto<br />

una descripción, es una interiorización<br />

la que nos hace<br />

sentir esa música de Albéniz:<br />

la vieja raíz hispana añorada<br />

en la lejanía. Indiquemos que<br />

esta bella pieza está colocada<br />

en la banda 11 en lugar de en<br />

la 15 como se señala en los<br />

créditos del disco.<br />

Si a Miguel Baselga ya en<br />

sus inicios se le daba como<br />

un prometedor ejecutante,<br />

hoy ya no queda duda de su<br />

ascenso en el escalafón. Nos<br />

proporciona un registro del<br />

todo atractivo, con un piano<br />

brillante y ágil al que no le<br />

falta expresividad. La forma<br />

de presentarnos la obra del<br />

compositor hace interesante<br />

su audición, ya que en su<br />

simultaneidad pueden distinguirse<br />

las distintas etapas y<br />

evolución del maestro catalán<br />

que le llevaron a ocupar un<br />

puesto de privilegio en el universo<br />

musical. Excelentes<br />

comentarios de Jacinto Torres<br />

en el librito que acompaña al<br />

disco.<br />

M.G.F.<br />

I. ALBÉNIZ: Integral de la obra para<br />

piano (Vol. 2) - Iberia (Cuaderno II);<br />

Siete Estudios en los tonos naturales<br />

mayores, op. 65; Amalia, op. 95;<br />

Ricordatti, op. 96; Espagne<br />

(Souvenirs); La Vega / Miguel Baselga<br />

(piano) / BIS / Ref.: BIS 1043 (1 CD) D2<br />

También disponible:<br />

I. ALBÉNIZ: Integral de la obra para<br />

piano (Vol. 1) - Iberia (Cuaderno I); 12<br />

Piezas características, op. 92; Mallorca<br />

(Barcarola), op. 202 / Miguel Baselga<br />

(piano) / BIS / Ref.: BIS 923 (1 CD) D2<br />

ALMAVIVA publica una cuidada selección de grabaciones históricas de Joaquín Turina<br />

Sombras benefactoras<br />

Rebuscando en el túnel del tiempo y en<br />

archivos raros, el sello ALMAVIVA, dependiente<br />

del Centro de Documentación<br />

Musical de Andalucía, ha espigado una serie de<br />

recónditos tesoros: interpretaciones históricas de<br />

pentagramas de Joaquín Turina, un compositor<br />

andaluz de mucho tronío, un competente artesano,<br />

dotado de una preparación musical importante,<br />

de una notable inspiración para aprovechar<br />

temas populares de su tierra, de una formación<br />

académica -la parisina Schola Cantorum de por<br />

medio- a prueba de bomba y de una sutil capacidad<br />

para, desde esa altura, colorear todo tipo de<br />

imágenes musicales; siempre partiendo de una<br />

por lo común impecable factura en la que lo folklórico<br />

no llegaba a adquirir casi nunca el vigor,<br />

el grado de estilización, la trascendencia que<br />

entrañaban algunas de las mejores composiciones<br />

de Albéniz, Falla o, incluso, Granados. Gusta<br />

siempre en todo caso escuchar la música del sevillano,<br />

aunque a veces, a fuerza de repetir esquemas,<br />

giros, diseños melódicos y rítmicos, se sitúe<br />

próxima al cliché.<br />

Cómo no seguir con atención, por ejemplo,<br />

esa sensacional interpretación de los cuatro<br />

números vocales -no se incluyen los tres instrumentales-<br />

del Canto a Sevilla, en los que brilla<br />

como un diamante la impoluta voz de una<br />

Victoria de los Ángeles de 28 añitos (1951), tersa,<br />

cristalina, capaz de dar a unas piezas algo anodinas<br />

y repetitivas un misterio y un encanto que no<br />

poseen en tal grado; ni siquiera en la versión con<br />

acompañamiento orquestal, que es la que en este<br />

caso se brinda y en la que presta su brío la batuta<br />

de Antal Dorati, que hace vibrar a la Orquesta<br />

de la Residencia de La Haya. Siguiendo con lo<br />

sinfónico, hay que resaltar la presencia de una<br />

soberana recreación, plena de vida y color -en<br />

ocasiones solamente entrevisto dada la pobreza<br />

del espectro sonoro-, fechada en 1954, de La procesión<br />

del Rocío, debida a Argenta y la Nacional<br />

de las grandes épocas, y la estupenda aunque<br />

lejana lectura de Ensueño, una de las tres Danzas<br />

fantásticas, con nada menos que Fernández Arbós<br />

y su Sinfónica (1929); la sensitiva y poética narración<br />

de La oración del torero de Toldrá y la<br />

Sinfónica de Barcelona (1949) y la curiosa interpretación<br />

de la Rapsodia sinfónica, op. 66 a cargo<br />

de la pianista inglesa Moura Lympany y el director<br />

checo Walter Süsskind con la Philharmonia de<br />

Londres (1947).<br />

En lo vocal, aparte lo comentado acerca de<br />

Victoria de los Ángeles, nos encontramos con una<br />

auténtica joya: Cantares, del ciclo Poema en<br />

forma de canciones, op. 19, en versión de<br />

Conchita Supervía (1928), que despliega, en un<br />

tono más bajo del habitual, una magistral lección<br />

de gracia, intención y arte, con la palabra muy<br />

dicha y la voz, con su característico trémolo, en<br />

sazón: timbrada, caliente, llena de sugerencias y<br />

de envolventes significados. No es corriente escuchar<br />

hoy en día grabaciones de la durante tantos<br />

años profesora y fundadora de la Escuela de canto<br />

de Madrid, Lola Rodríguez de Aragón. Aquí la<br />

tenemos a sus 36 primaveras (1946), con su fresca<br />

y ligera sonoridad de jilguero, una moderna<br />

Elisabeth Schumann -de quien había sido pasajera<br />

discípula- pero con menor encanto tímbrico y<br />

unas dosis mayores de infantilismo interpretativo.<br />

Algunos ocasionales ataques al agudo faltos de<br />

redondez y de exactitud tonal perjudican una<br />

plausible aproximación a las cuatro canciones del<br />

Canto a Sevilla, esta vez en su versión con piano,<br />

( 23 )<br />

instrumento que tañe el propio Turina. Bastantes<br />

grados peor que la ya citada Victoria, Los dos miedos<br />

y Tu pupila es azul son otras dos páginas para<br />

soprano que aborda doña Lola.<br />

Dos obras para guitarra, la Sonata, op. 61 y el<br />

Fandanguillo,<br />

op. 36, nos recuerdan<br />

las habilidades<br />

de<br />

los dos quizá<br />

más grandes<br />

guitarristas<br />

españoles de la<br />

posguerra,<br />

Narciso Yepes<br />

y Andrés Segovia,respectivamente,<br />

en<br />

grabaciones<br />

muy alejadas en el tiempo. La del primero, tomada<br />

en el Teatro Real en 1969, suena con mucha<br />

presencia aunque un tanto oscura; la segunda es<br />

de 1928 y pese a ello se sigue con cierta limpieza.<br />

Dos relevantes pianistas se hacen cargo de<br />

tres de las Cinco danzas gitanas, op. 55 y de<br />

Mujeres españolas, op. 17. El uno, José Cubiles,<br />

que toca con su sentido del ritmo y su gracia tradicionales<br />

en un registro de los años cuarenta; el<br />

otro, Esteban Sánchez, que exhibe su digitación<br />

primorosa y su fraseo incisivo en una exultante<br />

interpretación para RNE de 1974 perjudicada por<br />

una toma sonora metálica en la que el piano<br />

parece una pianola; algo en lo que intervenía<br />

también la tímbrica agresiva y el estilo percutivo<br />

del instrumentista extremeño, un artista de talla<br />

que, inexplicablemente y por diversos problemas<br />

que no vienen al caso, no llegó a hacer, en contra<br />

de lo que se podía prever, una carrera internacional<br />

de altura pareja a sus dotes y méritos, fácilmente<br />

comprobables en esta marchosa y calurosa<br />

recreación del juvenil Op. 17, uno de cuyos<br />

números, el segundo, La andaluza sentimental,<br />

encuentra un arreglo abreviado en los precisos y<br />

garbosos palillos de Antonia Mercé, La Argentina.<br />

Otra bailarina no menos famosa, Encarnación<br />

López, La Argentinita, nos obsequia con el<br />

Zapateado, de tres Danzas andaluzas, op. 8, grabación,<br />

como la anterior, de 1930.<br />

Un álbum de dos discos que, según lo expuesto,<br />

nos trae, como apunta Justo Romero en sus<br />

documentadas notas, un cierto olor a naftalina:<br />

no porque la música recogida en sagaz labor de<br />

producción por José María Martín Valverde no<br />

posea un valor artístico innegable, sino por la<br />

antigüedad de las tomas y por las características<br />

de unos pentagramas que, en algunos aspectos,<br />

más allá de su acertada configuración formal,<br />

podían acercarse demasiado a la frontera del sentimentalismo<br />

y no llegaban a trascender del todo<br />

el límite de lo genial. La publicación tiene en<br />

todo caso calidades suficientes y ofrece aspectos<br />

instrumentales y vocales de rango y categoría<br />

indiscutibles, contenidas en una selección que no<br />

guarda ningún aparente orden.<br />

Papageno<br />

GRABACIONES HISTÓRICAS DE JOAQUÍN TURINA -<br />

Registros de 1928 a 1974 / Interpretaciones de Victoria de los<br />

Ángeles, Antal Dorati, Esteban Sánchez, Narciso Yepes, Ataúlfo<br />

Argenta, Conchita Supervía, A. Mercé «La Argentina», E.F.<br />

Arbós, José Cubiles, Lola Rodríguez Aragón, Eduardo Toldrá,<br />

Andrés Segovia y Joaquín Turina / ALMAVIVA / Ref.: DS 0128<br />

(2 CD) D10 x 2


DIVERDI:<br />

Es sabido que ENSAYO se creó en Barcelona en 1968. ¿Quiénes fueron<br />

las personas y entidades involucradas en la aventura fundacional, cuáles<br />

fueron las razones que llevaron a la creación del sello y qué criterios<br />

editoriales se formularon?<br />

ANTONIO ARMET:<br />

ENSAYO nació en el ámbito de una pequeña empresa ubicada en<br />

Barcelona y pionera en el mundo de la alta fidelidad, una empresa que<br />

distribuía algunas de las mejores marcas del momento, marcas míticas<br />

algunas de las cuales aún perduran. En ella se vivían y recomendaban<br />

con fervor aquellas grabaciones que destacaban por sus méritos técnicos<br />

y musicales. ENSAYO se gestó en este ambiente como un proyecto<br />

personalizado, y sin ambiciones profesionales ni empresariales. Sólo<br />

como un reto ilusionado, ingenuo, un punto osado, de emular aquello<br />

que tanto admirábamos. Por supuesto, no olvidábamos nuestros escasos<br />

recursos, las dificultades del empeño... Creo que el nombre de la marca,<br />

ENSAYO, ya insinúa las aprensiones de nuestro entusiasmo.<br />

D.: ¿Cuál fue el primer disco grabado y publicado por el sello, y por qué<br />

precisamente ése? ¿Recuerda usted alguna anécdota relevante en el proceso<br />

de su elaboración? ¿Cómo fue recibido por el público y la crítica?<br />

A.A.: La primera producción grabada enteramente y publicada fue el<br />

Trío con piano de Tchaikovsky. ¿Por qué? Fue el primer proyecto que<br />

encontró las maneras adecuadas para poder plasmarse en realidad.<br />

Admiraba y defendía la música de Tchaikovsky, en gran parte desconocida<br />

en aquellos tiempos y algo menospreciada por la crítica y los iniciados.<br />

Tenía predilección por su hermoso Trío, del que sólo existía una<br />

versión que apenas se encontraba. Por otro lado, Víctor Martín, uno de<br />

los primeros intérpretes admirados con quien contacté, era un magnífico<br />

intérprete del Concierto para violín del compositor ruso. Él se puso<br />

en contacto con el violonchelista italiano Marco Scano y con el pianista<br />

Jorge Bolet. Me extendería en exceso hablando de ello: ¡son tantas<br />

cosas, tantas circunstancias aleatorias que se encadenaban...! ¿Cómo<br />

fue recibido? Con sorpresa y admiración. Año 1968, un sello autóctono<br />

graba en Barcelona, un trío apenas conocido de un compositor ruso,<br />

interpretado por un español, un italiano y un cubano... era un hecho singular.<br />

Y la vehemencia y emoción que rodeó los preparativos y las sesiones<br />

de grabación casaban perfectamente con las que emanan de la obra<br />

de Tchaikovsky. Y esto se nota.<br />

D.: En ENSAYO grabaron algunos de los artistas líricos españoles más<br />

importantes de aquellos años, en un momento de espléndida plenitud<br />

vocal, señaladamente Teresa Berganza y José Carreras. ¿Cómo y por qué<br />

se grabaron esos discos? ¿Cuáles le resultan especialmente próximos o<br />

mejor conseguidos? En este mismo sentido, ¿qué nos diría de los proyectos,<br />

realizados o no, con Carlo Bergonzi?<br />

A.A.: Permítame que altere el orden de las preguntas. Un cierto pudor<br />

que se siente al comentar públicamente aquello que se ha vivido personal<br />

y entrañablemente se hace evidente con fuerza al hablar de Carlo<br />

Bergonzi. Me limitaré a decirle que desde 1960, en que le escuché la<br />

Madama Butterfly que grabó para la Decca junto a Renata Tebaldi, he<br />

sido un admirador-cómplice de su forma de cantar, de interpretar, a<br />

niveles más comprensibles en edades tempranas. Fue mi ídolo, como lo<br />

fueran Leonard Warren y Ettore Bastianini, y se me morían prematuramente<br />

por aquella época. Pues bien, que en el año 1972, con un<br />

pequeño catálogo como único reclamo, lo que sólo tenía que ser un<br />

encuentro para conocerle y expresarle mi admiración se convirtiera en<br />

propuesta y origen de un proyecto que se plasmaría seis meses después<br />

en los estudios Fonogram de Madrid, aún hoy en día me parece una<br />

pirueta, un golpe del destino con ribetes mágicos. Cosas parecidas<br />

ANTONIO ARMET<br />

( 24 )<br />

DIVERDI<br />

entrevista<br />

ENSAYO es el sello español que, desde finales de los años sesenta, supuso sin duda la aventura más exitosa de la industria discográfica<br />

nacional. En su rico catálogo es posible hallar lo mejor de muchos de los grandes nombres de la música española, tanto autores<br />

-de Albéniz, Arriaga o un hispanizado Boccherini, pasando por Falla, Guridi y los Halffter, hasta Sor, Toldrá y Turina- como intérpretes<br />

-ante todo, Federico Mompou y Esteban Sánchez, y también Ros Marbá, López Cobos, Achúcarro, Zanetti, los García Asensio y cantantes<br />

de la talla de Teresa Berganza y José Carreras-; pero no es menos posible encontrar los nombres de Beethoven, Brahms, Liszt,<br />

Mozart, Pergolesi o Vivaldi, o los de Bergonzi, Bolet, Marco Scano, el Cuarteto Rasoumovsky o la Orquesta de Cámara Inglesa. Y, como<br />

muestra de la apertura de horizontes del sello, que nunca se planteó la falsa dicotomía música culta-música popular, la zarzuela, las canciones<br />

de toda la vida, los pasodobles, los boleros, la música sudamericana y las grandes aportaciones jazzísticas de Tete Montoliu se<br />

codean en condiciones de igualdad en sus páginas con los grandes clásicos.<br />

Hemos pedido a Antonio Armet, alma mater del sello desde su creación, que nos hable de sus orígenes, su historia, sus proyectos y<br />

sus sueños, realizados o no. Estas son sus confesiones.<br />

comentaríamos acerca de Teresa Berganza y José Carreras, sin olvidar a<br />

Renato Capecchi, uno de los artistas que más me han impresionado<br />

humana y artísticamente. Hemos tenido suerte con las voces. A todos les<br />

propuse repertorios que a un tiempo no colisionaran con sus grabaciones<br />

habituales y que casaran con el carácter eminentemente latino de<br />

ENSAYO. Todas estas producciones han merecido premios y galardones,<br />

y creo que el paso del tiempo no las dejará en el olvido.<br />

D.: Dos grandes figuras del piano español, Esteban Sánchez y Federico<br />

Mompou, han hecho aportaciones sustanciales al catálogo de ENSAYO,<br />

ambos como intérpretes y el segundo, además, como compositor.<br />

¿Cómo se produjeron sus respectivas colaboraciones con el sello? ¿Qué<br />

hitos recuerda como especialmente significativos en ambas relaciones?<br />

A.A.: En el avión, regresando de Londres, donde habíamos grabado los<br />

salmos y motetes de Vivaldi con Teresa Berganza y la Orquesta de<br />

Cámara Inglesa, Ros Marbá y yo especulábamos acerca de futuros proyectos.<br />

Dos de ellos se harían realidad con el tiempo: Ros Marbá sugirió<br />

el enorme interés que supondría que Mompou grabara su propia<br />

obra pianística; y yo tracé el esbozo de lo que más adelante sería El<br />

Madrid de Chueca. Colaborar con Mompou, tratarle personalmente,<br />

compartir su entrañable personalidad, su mundo musical hecho de ternura,<br />

de magia... ¡extraordinario! ¿Y qué voy a decir de Esteban<br />

Sánchez? Desde su primer disco Albéniz de 1968, año fundacional de<br />

ENSAYO, se convirtió en un amigo y colaborador de nuestros proyectos,<br />

hasta que decidió tomar el camino de su pudoroso retiro de la escena.<br />

Significativo en nuestra relación y que define anecdóticamente su personalidad,<br />

era cuánto disfrutaba yo cuando preparando un nuevo proyecto<br />

le hacía leer a primera vista partituras candidatas. Era sorprendente,<br />

cautivador, genial...<br />

D.: ¿Hay alguna peculiaridad especial en el proceso de grabación de sus<br />

discos? ¿Existe un especial «sonido ENSAYO», un estilo de la casa que<br />

Vd. quiera resaltar? Y, como complemento a esta pregunta, ¿de qué premios<br />

conseguidos por el sello a lo largo de su trayectoria se siente usted<br />

más satisfecho?<br />

A.A.: Creo que sí tengo una cierta idea, una cierta sensibilidad acerca<br />

de cómo debe ser una grabación discográfica. Tenía mis admiraciones<br />

cuando inicié el periplo de ENSAYO y, de algún modo, intenté emularlas.<br />

Pero las posibilidades de una pequeñísima empresa, en tiempos en<br />

que en este país no había tradición ni estructuras adecuadas, eran más<br />

bien escasas. He amado el disco; he visto en él algo más que el simple<br />

testimonio enlatado de unas interpretaciones musicales. He creído que<br />

tiene un lenguaje, una emoción propia; que ha de ser respetuoso con el<br />

hecho musical, pero sin complejos... En definitiva, siempre me he propuesto<br />

cotas muy altas y nunca, ni en el mejor de los casos, la dicha ha<br />

sido completa. Deseo que lo poco alcanzado sea suficiente para darle a<br />

ENSAYO una cierta personalidad. Con respecto a los premios alcanzados<br />

a lo largo de nuestra trayectoria, acudiré al tópico: todos y cada uno<br />

de ellos me han dado momentos de alegría y reconocimiento. Los años<br />

relativizan, un tanto, su importancia. Ahora, el mejor premio es ver que<br />

alguien compra un disco en el que has involucrado razones y emociones<br />

personales y se lo lleva a su casa, a su ámbito. E imaginar que cundo<br />

lo escuche percibirá alguna de esas razones y emociones.<br />

D.: ¿Qué discos hubiera deseado grabar en esa etapa que no llegaron a<br />

hacerse realidad?<br />

A.A.: En treinta años, sobre todo en los períodos más entusiastas, es lógico<br />

que proyectos imaginados no fueran posibles. Deseo y realidad<br />

pocas veces coinciden. Pero recordaré un caso por su trascendencia:


paseando con Carlo Bergonzi por Villa Agata, residencia de Verdi, le<br />

propuse una grabación en la que interpretara todas las romanzas para<br />

tenor habidas en la obra verdiana y cuya edición coincidiría con el 75<br />

aniversario de su muerte (1976). Aceptó y puse manos a la obra.<br />

Cuando todo estaba a punto, tuve que cancelarlo porque la envergadura<br />

económica y el riesgo que comportaba era superior a nuestras posibilidades.<br />

Afortunadamente, una gran empresa retomó el proyecto y lo<br />

llevó a cabo tal y como Carlo y yo lo habíamos planeado. Ahí está, y<br />

eso es lo importante. Algo parecido me ocurrió con los conciertos de<br />

Liszt proyectados con Jorge Bolet y la New Philharmonia; un Retablo de<br />

Falla al que le faltó un último detalle, etc.<br />

D.: ¿Cómo afrontó ENSAYO la transición al CD? ¿Cuáles han sido las<br />

premisas de su relanzamiento actual?<br />

A.A.: Sin entrar en las sutilezas que han venido cuestionando las cualidades<br />

del CD, he de confesar que fui un decidido partidario desde su<br />

aparición, convencido de que venía a solventar milagrosamente<br />

muchos problemas del vinilo que siempre me habían perturbado. Tuve<br />

la suerte de que un distribuidor y amigo en Holanda tuviera buenas relaciones<br />

con las fábricas (en 1983, en los inicios, no sobraba la producción),<br />

y eso nos permitió que ENSAYO fuera una de las pioneras en la<br />

edición en CD. En cuanto al actual relanzamiento, éste significa el<br />

punto de partida, el arranque de una etapa, en un contexto de nueva<br />

savia, de nuevas aportaciones y expectativas acordes con los tiempos<br />

que corren, ¡tan distintos!, pero sin traicionar el talante de ENSAYO. Este<br />

relanzamiento nos ha permitido editar aquellas producciones del fondo<br />

de ENSAYO que consideramos vigentes y hacerlo en las mejores condiciones.<br />

A la vista del catálogo alcanzado, creo que es una buena credencial<br />

para acometer futuras ambiciones.<br />

D.: ¿Qué discos importantes de la etapa anterior están aún pendientes<br />

de lanzamiento? ¿Cuáles son las novedades discográficas más significativas<br />

de la nueva etapa?<br />

A.A.: Con los anunciados para este año 2000 creo que ya hay poco por<br />

reeditar. Quedarán grabaciones que sí fueron muy importantes y significativas<br />

en su momento, pero que por diversas razones han perdido<br />

actualidad. De la nueva y aún breve etapa, viniendo de hablar de la<br />

anterior, en la que el tiempo ya ha hecho su criba y selección, se me<br />

hace difícil e incluso inoportuno destacar nada. Sólo desear que todo lo<br />

hecho esté justificado y tenga un digno nivel de calidad.<br />

D.: ¿Qué distribución internacional tiene actualmente ENSAYO? ¿Está<br />

usted satisfecho de los dos años transcurridos desde el relanzamiento<br />

del sello?<br />

A.A.: ENSAYO se distribuye en Francia, Benelux, Alemania, Japón,<br />

Estados Unidos, Suiza... con las esperanzas y dificultades que comparte<br />

la industria discográfica en general. Estoy satisfecho (o todo lo satisfecho<br />

que puede estar un perenne insatisfecho) del trabajo realizado en<br />

esta nueva etapa. He de reconocer que ENSAYO, por razones personales<br />

que no vienen al caso, languidecía, y tengo que agradecer los nuevos<br />

entusiasmos personalizados en la juventud de David Martí, ¿eco de<br />

los de 1968?, que han venido a reconducir la situación.<br />

D.: Y, por último, las preguntas obligadas: ¿Cuáles son los futuros planes<br />

del sello? ¿Cuáles los anhelos que espera ver satisfechos?<br />

A.A.: Esta es la pregunta que me resulta más difícil de contestar. En<br />

treinta años largos de actividad hace uno acopio de mucho escepticismo<br />

o, como mínimo, de mucha prudencia hablando del futuro. Mi<br />

talante natural ya era ése, y las experiencias vividas me han reafirmado<br />

en él. Déjeme que le diga, simplemente, que los hay, y que algunos me<br />

recuerdan sensaciones pretéritas un tanto olvidadas.<br />

Entre los próximos lanzamientos del sello se encuentran la reedición<br />

de su primer disco, publicado en 1968 y ampliamente comentado en<br />

la entrevista que antecede (Trío, op. 50, de P.I. Tchaikovsky), y dos<br />

novedades dedicadas, respectivamente, a obras de autores catalanes<br />

contemporáneos con la London Sinfonietta bajo la dirección de<br />

Edmon Colomer, y a un monográfico de Manuel Castillo (n. 1930),<br />

con Ana Guijarro al piano y la batuta de Juan Luis Pérez al frente de<br />

la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla.<br />

*<br />

Junto con el presente boletín, el lector encontrará un catálogo<br />

completo de la marca. Los códigos de precio correspondientes<br />

a los discos que lo integran son los siguientes:<br />

De ENY 9701 a ENY 9738: D10(salvo el ENY 9710 [Iberia], un<br />

disco doble a precio sencillo D2)<br />

De ENY 9770 a ENY 9806: D3<br />

( 25 )<br />

ONDINE prosigue su recorrido por la obra<br />

del finlandés más actual, de la mano de Ashkenazy<br />

Recientísimo<br />

Rautavaara<br />

Estamos ante dos obras recientísimas de Einojuhani Rautavaara,<br />

el compositor finlandés nacido en 1928 al que estas páginas<br />

le han dedicado ya considerable atención. Rautavaara, pese a<br />

su fecha de nacimiento, no tiene nada que ver con los compositores<br />

vanguardistas de su generación.<br />

Obras como el Concierto para<br />

piano nº 3 (1998), aquí incluido,<br />

podrían hacernos deducir que se<br />

trata de un creador apegado a la tradición.<br />

En efecto, este Concerto en<br />

tres ortodoxos movimientos y con la<br />

carga enfática y dramática de las<br />

grandes obras del repertorio, desde<br />

Grieg a Rach-maninov, desde<br />

Schumann a Chai-kovski (e incluso<br />

parodias cinematográficas como el<br />

Concerto macabro de Herrmann o<br />

el Concerto de Varsovia de<br />

Addinsell). Pero los niveles de conciencia sonora e histórica no<br />

admiten marcha atrás así como así. El tenso discurso de<br />

Rautavaara no responde en esta obra concertante a las referencias<br />

heroicas de sus modelos, ni siquiera a sus demandas virtuosísticas,<br />

y mucho menos a la lucha que, pretendiéndolo o no, retratan<br />

aquellos artistas y retrata éste. El Concerto de Rautavaara es muy<br />

fin de siglo, y en su desarrollo a partir de acordes plenamente<br />

tonales hay al menos uno de los hallazgos de la música del siglo<br />

XX, la desolación. Y la desolación, descubierta por Mahler y desarrollada<br />

por compositores tan distintos como Shostakovich y unos<br />

cuantos soviéticos más; como Bernd Alois Zimmermann o Luigi<br />

Nono, es marca de una época, de una conciencia y de una crisis<br />

que va más allá del derrumbamiento de la tonalidad clásica y la<br />

generalización del serialismo (lo integral: ¿lo integrista?). El lirismo<br />

del Concerto es desbordado, pero esto no es noticia en<br />

Rautavaara. Como tampoco lo es que ese lirismo se convierta en<br />

abierto drama. Y hasta en sugerencia de tragedia, si es que la tragedia<br />

es posible en música no teatral.<br />

El Concerto nº 3 es encargo de Ashkenazy, como pianista y<br />

director. Si sabemos esto, descubriremos un sentido profundo en<br />

el discurso de estos tres movimientos, un sentido más allá del simple<br />

divismo, del puro virtuosismo.<br />

Por título, por planteamiento y por modelos, Jardines de otoño<br />

(1999) tiene presente nombres como Debussy, el maestro que<br />

desmiente el monopolio vienés; como Messiaen, incomprensible<br />

sin la comprensión espiritual de los materiales; como Takemitsu,<br />

el de los sueños sonoros. Pero el cromatismo de los acordes básicos<br />

y la reorganización del material sitúan a Rautavaara en otra<br />

línea, la de un lirismo ajeno a Debussy; la de un sinfonismo extraño<br />

a Messiaen y a Takemitsu; la de una tradición que tiene a gala<br />

reivindicar las modernidades del pasado, que no son muerte, sino<br />

vida que transcurre por caminos paralelos. Por eso, de nuevo está<br />

aquí el gran finlandés, Sibelius, con el poderío de sus frases<br />

inmensas y desmentidas, inspirador de ideas y episodios que se<br />

abren, culminan y decrecen, que viven y se extinguen, inquietos<br />

y se diría que sin fin y sin solución de continuidad. Pero hay gesticulaciones<br />

británicas en esta obra en tres movimientos cercana<br />

a la ópera del compositor La casa del sol: Delius, pero también<br />

Vaughan-Williams. En rigor, Jardines de otoño, que parece menos<br />

tradicional que el Concerto nº 3, muestra un apego más cerrado<br />

con los modelos tradicionales de los que saca inspiración y fuerza.<br />

La belleza sonora de este CD la consigue Vladimir Ashkenazy<br />

en lo que sin duda es uno de sus mejores discos como director, al<br />

margen de su espléndido cometido como pianista en el Concerto.<br />

El CD se cierra con una jugosa conversación en inglés entre el<br />

compositor y su intérprete, que es algo más que una propina<br />

(como el encargo era algo más que lo de siempre).<br />

S.M.B.<br />

E. RAUTAVAARA: Concierto para piano nº 3, Regalo de sueños; Jardines de otoño /<br />

Entrevista de Einojuhani Rautavaara por Vladimir Ashkenazy / Vladimir Ashkenazy<br />

(piano) / Orquesta Filarmónica de Helsinki. Dir.: Vladimir Ashkenazy / ONDINE /<br />

Ref.: ODE 950-2 (1 CD) D2


BIS presenta nuevas grabaciones<br />

de un prometedor Ilya Gringolts<br />

Savia joven<br />

para el<br />

repertorio<br />

infrecuente<br />

En el Boletín nº 72 comenté el CD<br />

con que se presentaba el jovencísimo<br />

violinista Ilya Gringolts (San<br />

Petersburgo, 1982). BIS anunciaba<br />

entonces la publicación de éste que<br />

ahora ve la luz y que propone una<br />

combinación, el dúo de violines,<br />

infrecuente y muy difícil, pues los problemas<br />

técnicos que acehan al instrumentista<br />

se multiplican no por dos,<br />

sino por cuatro, cuando ha de tocar a<br />

dúo con otro colega: el fraseo, el<br />

encaje rítmico, la afinación, la compatibilidad<br />

de timbres y de vibrato...<br />

Todos estos problemas, que los aprendices<br />

conocen bien, parecen inexistentes<br />

para estos dos jóvenes<br />

(Alexander Bulov nació en 1983) que<br />

tan admirablemente tocan. De las tres<br />

obras incluidas, la más interesante son<br />

los 8 Estudios-Capricho, op. 18 de<br />

Wienawski (1835-1880), en los que el<br />

gran violinista y compositor polaco<br />

derrocha ingenio, encanto e inspiración,<br />

y que halla perfecta respuesta en<br />

estos intérpretes. El Dúo, op. 27/3 de<br />

Alard (1815-1888), profesor nada<br />

menos que de Sarasate y Auer, resulta<br />

grato; e incluso la obra más convencional,<br />

la Suite para dos violines y<br />

piano, op. 71, de Moszkowski, se<br />

escucha con gusto, admitiendo su<br />

estética de salón. En esta última página,<br />

nuestro dúo resiste sin pestañear la<br />

comparación con Perlman y<br />

Zukerman (EMI); creo que sobran más<br />

elogios. La excelente toma sonora<br />

pone de relieve la excepcional calidad<br />

tímbrica de estos dos músicos -<br />

Bulov toca un Stradivarius deslumbrante-<br />

cuya carrera hay que seguir.<br />

R.A.<br />

H. WIENIAWSKI: 10 Estudios-capricho, op. 38 -<br />

J.-D. ALARD: Dúo nº 3 (De los Dúos brillantes,<br />

op. 27) - M. MOSZKOWSKI: Suite para dos violines<br />

y piano, op. 71 / Ilya Gringolts y Alexander<br />

Bulov (violín) / BIS / Ref.: BIS 1016 (1 CD) D2<br />

ORFEO publica los lieder de Ernst Krenek (1900-1991)<br />

Un universo fascinante<br />

El caso del compositor Ernst Krenek es bastante atípico dentro<br />

de la música del siglo XX. Nacido en la capital austríaca,<br />

comenzó allí sus estudios musicales con Franz Schrecker,<br />

siguiéndole después a Berlín, donde entró en el círculo de<br />

Ferruccio Busoni y Hermann Scherchen, entre otros. Sus obras<br />

fuertemente disonantes de esta época le alejaron de su profesor, y<br />

pronto asumió también elementos de jazz, que llegarían a su culminación<br />

en su genial ópera Jonny spielt auf. Al mismo tiempo, sus<br />

primeras obra sinfónicas y camerísticas muestran la influencia de Bartók, y también se sintió<br />

fascinado por la elegancia de la música francesa y el neoclasicismo stravinskiano. Por otra<br />

parte, tras una inicial crítica al sistema dodecafónico adoptó en su madurez la música serialista.<br />

Todo esto puede hacernos pensar en un autor de un absoluto eclecticismo, pero esto no<br />

debe entenderse como una crítica sino todo lo contrario. Puede decirse que Krenek mantuvo<br />

siempre una absoluta libertad creativa, que se hace especialmente perceptible en sus canciones,<br />

donde alternó las melodías populares (siempre con un tratamiento muy personal) con<br />

páginas de trasfondo autobiográfico, que reflejan una azarosa trayectoria vital (en 1938, como<br />

tantos de sus coetáneos, tomó el camino del exilio americano), mientras que otras reflejan la<br />

profunda huella que ejerció en su obra su estrecho contacto con el escritor Karl Kraus.<br />

La soprano Katherine Arthur domina apreciablemente bien estos cambios de lenguaje y de<br />

atmósfera, que van desde la ligereza hasta el dramatismo, lo cual se refleja también en una<br />

exigente línea vocal. No menor dificultad implica la escritura pianística, que Reinhard<br />

Schmiedel supera con holgura, tanto en el acompañamiento a la cantante como en las dos<br />

piezas en solitario. Ambos nos conducen por este viaje absolutamente fascinante al universo<br />

de Ernst Krenek.<br />

Rafael Banús Irusta<br />

E. KRENEK: 3 Baladas italianas, op. 77b; Hoja de álbum, op. 228; La balada de los ferrocarriles, op. 98; 4 Canciones<br />

sobre poemas antiguos, op. 53, y otras canciones / Katherine Arthur (soprano); Reinhard Schmiedel (piano) / ORFEO /<br />

Ref.: C383991A (1 CD) D2<br />

Fe de lapsus: En el número anterior indicábamos erróneamente la noble Viena como lugar de estreno de<br />

Capriccio, de Richard Strauss. Como el avispado lector ya sabrá, no fue tal el marco de su presentación,<br />

sino la ciudad de Múnich.<br />

BIS nos ofrece una colección de obras corales «apocalípticas<br />

de Bengt Hambraeus (n. 1928)<br />

Arrepentíos, ha llegado<br />

el día de la bestia<br />

Verdaderamente devastador, este primer<br />

compacto que BIS dedica al<br />

organista, pedagogo, granjero y compositor<br />

Hambraeus. Las dos obras escogidas<br />

tienen relación con el libro del Apocalipsis,<br />

y están escritas para coro y orquesta. En el<br />

Motetum Archangeli Michaelis, este peculiar<br />

creador sueco retrata el paisaje mundial una<br />

vez realizadas sus tareas los correspondientes<br />

ángeles de fuego, pero traslada semejante<br />

panorama al vacío y la soledad de la vida<br />

humana. La obra, especialmente protagonizada<br />

por la sección femenina de los cantores,<br />

se inspira lejanamente en Déserts, de<br />

Varèse, compositor al cual, por cierto, va<br />

dedicada.<br />

Pero este Motetum no es más que un preludio<br />

tras la catástrofe que, mediante un<br />

flash-back, se nos comunica abigarradamente<br />

con este Apocalipsis cum figuris secundum<br />

Dürer, escrito veinte años más tarde y<br />

cuya redacción fue comisionada por la<br />

Iglesia de San Sebaldo, en Nuremberg (también<br />

Motetum fue financiado por una iglesia<br />

de Estocolmo: encomiable la labor artística<br />

de las entidades religiosas de algunos países).<br />

Este Apocalipsis con imágenes según<br />

Durero se basa en la serie de litografías que<br />

( 26 )<br />

el artista de<br />

Nuremberg realizó,<br />

también por<br />

encargo de la<br />

Iglesia de su tiempo,<br />

en 1499, para<br />

«festejar» la llegada<br />

del Apocalipsis<br />

al año siguiente.<br />

Durero tenía entonces 27 años, y la Iglesia<br />

había «declarado» que 1500 iba a ser el año<br />

del Apocalipsis. Como se acababa el<br />

mundo, era necesario realizar una serie de<br />

códices que prepararan al personal de la<br />

comunidad cristiana para la total devastación,<br />

arrepentimiento y redención incluidos.<br />

Si ustedes pudieron asistir el año pasado a la<br />

exposición de estas placas y libros originales,<br />

seguro que quedaron impresionados por<br />

el detalle meticuloso del trazo (en muchos<br />

casos se trata de auténticas miniaturas), así<br />

como de la escatología y violencia dominantes<br />

en las imágenes.<br />

Pues Hambraeus procede, mediante<br />

narrador-bajo, un luciférico gran órgano y<br />

estremecedor coro mixto, a plasmar en<br />

música lo que Durero hizo con sus litografías,<br />

y si este último intentaba conseguir el<br />

arrepentimiento y la redención final, el


Nuevo registro STRADIVARIUS de obras de Franco Donatoni<br />

Aportación y entusiasmo<br />

Me parece que éste es el quinto compacto que STRADIVA-<br />

RIUS nos ofrece de la obra de Franco Donatoni, tras uno<br />

dedicado a la música de cámara,<br />

otro a las obras para piano, otro a Madrigale<br />

(obra para coro de niños y percusiones) y el<br />

más reciente, consagrado a piezas orquestales.<br />

El particular feeling que el sello milanés<br />

ha establecido con el compositor nos va regalando<br />

grabaciones de obra de muy rara audición.<br />

Proporciona cierta curiosidad verificar<br />

el artesanado y la versatilidad de Franco<br />

Donatoni en contacto con la ardua dimensión<br />

de la percusión solista. La verdad es que<br />

tampoco en esta ocasión el compositor<br />

renuncia a los que han venido siendo las<br />

bases de su poética actual. Así, por ejemplo,<br />

en Omar (1985), para marimba, predomina la<br />

manipulación prácticamente exhaustiva de<br />

un material inicial del que emerge una componente<br />

de lúcido intelectualismo y potenciación<br />

de las cualidades artesanales del quehacer compositivo.<br />

De estos presupuestos no se aleja tampoco Clair (1980), para clarinete<br />

(ya un clásico de la literatura contemporánea para este instrumento),<br />

donde las sonoridades más sensuales del instrumento de<br />

viento alcanzan una dimensión casi teatral. Se señala también la<br />

extroversión continuamente renovada de Mari (1992), para marimba,<br />

y sobre todo de Mari II, para cuatro marimbas, donde el material<br />

de la pieza precedente es sometido a un proceso de proliferación<br />

dentro de un contexto rigurosamente contrapuntístico. La<br />

composición más lograda me parece Darkness (1984), para seis<br />

percusionistas. La utilización de percusiones a altura indetermina-<br />

monumental apocalipsis del<br />

sueco reproduce un retrato de<br />

la catastrófica situación mundial<br />

en la actualidad: triunfo<br />

total de la alienación humana<br />

(cuya cúspide se ha alcanzado<br />

con la irrupción del teléfono<br />

móvil), destrucción del<br />

ecosistema y genocidios<br />

constantes.<br />

Recordemos que el personaje<br />

de la novela Doktor<br />

Faustus, de Mann, el compositor<br />

Adrian Leverkühn, acometía<br />

también la creación de<br />

una obra descomunal basada<br />

en el Apocalipsis de Durero.<br />

Hambraeus ha conseguido<br />

una partitura escalofriante, a<br />

la vez tenebrosa y angelical,<br />

un tránsito de la catástrofe a<br />

la paz, expresado este último<br />

concepto con un motivo del<br />

órgano que va salpicando<br />

cada vez más al agitado coro<br />

hasta culminar todos en un<br />

estado de placidez etérea.<br />

Arrepentíos, pues, por no<br />

haber conocido antes a Bengt<br />

Hambraeus.<br />

Mel Smith-Window<br />

B. HAMBRAEUS: Motete para el<br />

Arcángel San Miguel; Apocalipsis con<br />

figuras según Durero 1498 / Hans-Ola<br />

Ericsson (órgano) / Coro de la Radio<br />

Sueca. Dir.: Stefan Parkman / BIS / Ref.:<br />

BIS 1048 (1 CD) D2<br />

( 27 )<br />

da empuja al compositor a plantearse una obra más centrada en las<br />

potencialidades del timbre, con secciones claramente definidas por<br />

el predominio de una determinada familia de<br />

percusiones.<br />

Completa el disco una larga pieza para cinco<br />

percusiones y electroacústica del joven compositor<br />

Andrea Molino, Earth and Heart<br />

Dances, escrita en 1998 y dedicada a los<br />

setenta años de Donatoni. Se trata, pese al<br />

título primitivista, de una composición básicamente<br />

delicada, aunque no faltan en ella<br />

momentos de intensidad sonora. Articulada<br />

en cuatro partes sin interrupción, la obra utiliza<br />

de forma personal procedimientos de<br />

escritura queridos por Donatoni que se<br />

acompañan con una exaltación vital y espontánea<br />

del gesto musical y el ritmo. Esto para<br />

producir, en palabras del autor, «no una<br />

pieza intelectual y tampoco programática. Al<br />

contrario, un trabajo que se reconoce en una<br />

intensa dimensión emotiva». Las prestaciones del Demoé<br />

Percussion Ensemble, otro grupo italiano de formación bastante<br />

reciente, y del clarinetista Edmondo Tedesco, resaltan los valores<br />

de músicas en las que la aportación convencida y el entusiasmo<br />

del intérprete constituyen un elemento indispensable.<br />

Stefano Russomanno<br />

F. DONATONI: Darkness; Omar; Mari; Mari II; Bok; Clair - A. MOLINO: Danzas del<br />

corazón y del hogar [Dedicado a Franco Donatoni] / Edmondo Tedesco (clarinete) /<br />

Conjunto de percusión Demoe’. Dir.: Daniele Vineis / STRADIVARIUS / Ref.: STR<br />

33499 (1 CD) D2<br />

CPO publica Esquisses hébraïques, una colección de quintetos sobre temas judíos<br />

Nostalgia eterna<br />

La música judía está de moda. La variante klezmer, estilo que los ashkenazi<br />

de la Europa oriental trasladaron, en especial a Estados<br />

Unidos, en sus incesantes olas migratorias, está demostrando una<br />

creciente capacidad de influencia. Quizá el caso más llamativo de revitalización<br />

del fenómeno se esté produciendo en el jazz, espacio estético<br />

cada vez más amplio y flexible que en los últimos años ha reforzado<br />

considerablemente sus lazos con el klezmer. El proceso de absorción en<br />

este campo, y en otros colindantes, ha sido tan intenso y rápido que hoy<br />

se cuentan por cientos los grupos que practican esta música desde una<br />

perspectiva tradicional, o incluso con talante decididamente experimental.<br />

En ambos casos, el sabor predominante suele ser popular, y la improvisación<br />

desarrolla un papel crucial.<br />

Por eso tiene particular significación este doble disco que presenta la música judía desde un enfoque bien<br />

diferente. Aunque los compositores propuestos, todos judíos excepto Alexander Gretchaninov, utilizan motivos<br />

tradicionales en abundancia, el carácter camerístico de las composiciones (enteramente escritas), anima<br />

a pensar en una aproximación «culta» al fenómeno. Ninguno de los nombres convocados resulta familiar<br />

pero, a juzgar por lo escuchado en estas genuinas exquisiteces hebraicas, su solvencia musical está fuera de<br />

toda duda.<br />

La inicial Kol Nidrej, una deliciosa miniatura de belleza penetrante y evocadora, enamora a primera escucha.<br />

En sus seis minutos de duración se suceden esas ráfagas de nostalgia incurable tan características de un<br />

pueblo que nació nómada y se vio obligado a crecer lejos de su lugar de origen. La impresión se refuerza después<br />

en el Quinteto, op. 40, cuyo planteamiento más ambicioso no le impide a su autor, Jacob Weinberg, lanzar<br />

guiños festivos de nítida intención danzable. Más adelante van surgiendo pasajes de bravura agitanada<br />

que parecen mirar a un oriente misterioso y espacios en los que menudean melodías tiernas y risueñas.<br />

Lástima que no haya espacio material para detallar todos los matices que convierten estos discos en una muestra<br />

variada pero homogénea y, no menos importante, en un documento de primer orden para todo aquel interesado<br />

en una cultura de tan enorme trascendencia histórica.<br />

Los miembros del Cuarteto de cuerda Vlach de Praga tocan con admirable dominio idiomático y extraen<br />

de las partituras toda la humilde grandeza que encierran. Por su parte, el excelente clarinetista Dieter Klöcker,<br />

gran conocedor de la materia y promotor de la idea, sigue el criterio interpretativo ideal y sabe imprimir, sin<br />

merma de pulcritud, el aliento popular que ha hecho del clarinete judío uno de los emblemas del siglo XX<br />

(¿quién no ha escuchado el glissando inicial de Rhapsody in Blue)?<br />

Federico González<br />

ESQUISSES HÉBRAÏQUES - Quintetos para clarinete sobre temas judíos / Obras de S. Gurowitsch, J. Weinberg, S. Gardner, F.<br />

Gorodezky, A. Krein, S. Secunda, B. Levenson, A. Gretchaninov y Abraham W. Binder / Dieter Klöcker (clarinete) / Cuarteto Vlach de<br />

Praga / CPO / Ref.: 999630-2 (2 CD) D2 [2 discos al precio de 1]


La música de Luciano Berio está arrebatada por una sensualidad luminosa sólo<br />

comparable al insolente virtuosismo de su escritura, a la perfección inverosímil<br />

de su acabado. La de Berio es una música cuyo refinamiento roza la exquisitez:<br />

una perfección que se ha depurado, si cabe, con el curso del tiempo, pero que se<br />

manifestaba con total plenitud desde sus primeras obras importantes. Perfección<br />

inseparable de la naturaleza más o menos interdisciplinar de una creación inscrita a<br />

caballo del espectáculo teatral puro, la acción musical miscelánea y el espacialismo<br />

sonoro, pugnando por articular nuevos ámbitos significantes que integren a la música<br />

el lugar topográfico y el símbolo visible, dotando de nuevas dimensiones al tiempo<br />

y la memoria. Por eso resulta oportunísimo el registro que aquí se comenta: registro<br />

que enfrenta su última composición orquestal anterior a Cronaca del Luogo (la<br />

ópera escrita para la última edición del Festival de Salzburgo) con una de las obras<br />

mayores del período medio (la inmediatamente posterior a Sinfonia), en una suerte<br />

de díptico tan atractivo como revelador. Ekphrasis (Continuo II) fue la obra encargada<br />

por el Festival de Canarias, donde se estrenó en enero de 1997: una de esas iniciativas<br />

que prestigian y definen esta clase de celebraciones filarmónicas. Por su<br />

parte, Coro es una de las más famosas y originales invenciones del músico de<br />

Imperia (y también de las más complejas y difíciles): estrenada en el Festival de<br />

Donaueschingen de 1976 por el autor al frente en aquella ocasión del Coro y la<br />

Orquesta de la Radio de Colonia, fue grabada por DGG tres años más tarde por los<br />

mismos intérpretes, siendo distribuida en 1980 en un registro hoy inencontrable.<br />

De ahí la oportunidad de su retorno, en versión ahora del Coro de la Radiodifusión<br />

de Baviera y la Sinfónica de la Radio de Frankfurt, orquesta con la que Berio había<br />

ofrecido la première de Ekphrasis y que registra ahora su magnífica interpretación.<br />

Ambas obras exploran la espacialidad de las fuentes sonoras: Ekphrasis divide la<br />

orquesta en grupo heterogéneos que se sitúan en diferentes alturas y que, o bien<br />

dialogan entre ellos, o se desarticulan en familias que se reconstruyen desde diferentes<br />

puntos. Coro, como es sabido, es un inmenso fresco en el que cada uno de<br />

los cuarenta cantantes forma dúo con un instrumento de su misma tesitura, con el<br />

que conversa, dobla su parte o se integra en registros de más amplio espectro tímbrico<br />

(para dar una idea de la mixtura: las diez sopranos se asocian a cuatro flautas,<br />

un oboe, un clarinete, una trompeta y tres violines).<br />

Ekphrasis son veinte minutos de música de un misterio, delicadeza e imaginación<br />

admirables: obra de texturas cambiantes que se prolongan y se interpenetran,<br />

texturas cuya mutación define una suerte de continuidad irisada penetrada aquí y<br />

allá por fogonazos contrastantes y fuertemente coloreados que desembocan de<br />

modo gradual en episodios de violenta agitación. Texturas en las que determinados<br />

modos de producción del sonido (trinos, trémolos, frullatti...) asumen una<br />

función sustancial, configurando una obra que exige a los intérpretes una absoluta<br />

exactitud en la emisión y al director una gradación de matices y planos sonoros<br />

de la más variada y sostenida intensidad. Berio habla de analogías arquitectónicas<br />

no deliberadas (con Mies, Sulliva o Renzo Piano), pero semejante imagen<br />

se antoja innecesaria y poco operativa. Ekphrasis es, ante todo, un deslumbrante<br />

itinerario por la infatigable coloración del tiempo, un juego de alturas y tensiones<br />

cuya mutable topología fluye y refluye sobre sí, cristalizando y disolviéndose a<br />

cada paso en lugar de definirse, como la Arquitectura lo hace, por oposiciones tectónicas<br />

y significantes (lleno/vacío-interior/exterior-estructura/cerramiento-sustentante/sustentado-tracción/compresión...):<br />

Ekphrasis es un trabajo magistral que<br />

atestigua un asombroso dominio de la materia sonora y del modo de percibirla.<br />

Coro, además de un monumental collage, es obra al tiempo sencilla en la audición<br />

(por su carácter directo y su arrolladora inventiva) y de una complejidad no<br />

abordable en nota como ésta. Delirante canto a la Música, en tanto que forma<br />

suprema del arte (y de la vida), obra de la que es imposible hablar sin hipérbole o<br />

desmesura, heterofonía de heterofonías en que conviven técnicas y escrituras muy<br />

diferenciadas, la multiplicidad de las citas y las referencias cruzadas se ofrece como<br />

el mapa de una realidad exterior multiforme, inabarcable y arbórea, proliferante<br />

hasta el infinito, en la que la individualidad se subsume para encontrar su más secreta<br />

raíz en la palabra poética, como una selva en que el texto de Neruda que escande<br />

la sucesión (y superposición) de textos anónimos obra como hilo conductor o, si<br />

se prefiere, como inconfeso refrain de un gigantesco rondo, tanto más presente cuanto<br />

menos legible en su lectura coral y multiplicada. Música a la que hay que arrojarse<br />

como a un verdadero río, la nueva interpretación, a dos décadas de distancia,<br />

es aún más madura y matizada si cabe que la antigua (solamente cabe lamentar que<br />

los 31 episodios de la obra no aparezcan indizados, como lo estaban en el disco de<br />

1980), permitiendo apreciar, en su quizá ilógica proximidad con Ekfrasis, la coherencia<br />

y sinceridad de un itinerario creativo que es, por derecho propio, uno de los más imaginativos<br />

y brillantes de esa música que en el año que viene será del Siglo pasado.<br />

Dos Berios imprescindibles: un estreno<br />

canario y una espectacular obra coral<br />

Berio de ayer,<br />

de hoy y de<br />

siempre<br />

por José Luis Téllez<br />

L. BERIO: Ekphrasis [Continuo II]; Coro<br />

/ Orquesta Sinfónica de la Radio de<br />

Stuttgart. Dirs.: Luciano Berio; Lucas<br />

Vis / COL LEGNO / Ref.: WWE 20038<br />

(1 CD) D1<br />

Edita y realiza: DIVERDI, S.L. - Imprime: ESTUDIO - Dep. legal: M-10066-94

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