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Sellos en Distribución exclusiva (Abril 2000) Los sellos indicados con un ✺ disponen de catálogo gratuito a disposición de nuestros lectores ACCENT✺ AGORA✺ AGRUPARTE✺ ALIA VOX✺ ALMAVIVA ARCANA✺ ARKADIA✺ ARTS✺ BBC LEGENDS✺ BIS✺ BONGIOVANNI✺ COL LEGNO CPO✺ DURIAN DYNAMIC ENSAYO✺ GLOSSA✺ GOLDEN MELODRAM✺ HARMONIC RECORDS JUBAL K 617✺ KOCH✺ LINDORO MUSIC & ARTS MYTO✺ NUOVA ERA✺ OLYMPIA ONDINE ON STAGE OPERA RARA✺ OPERA TRES✺ OPUS 111✺ ORFEO✺ PANTON✺ PEARL✺ PREISER✺ RICERCAR✺ RICORDI✺ ROMOPHONE✺ STRADIVARIUS SUPRAPHON✺ SYMPHONIA✺ SYMPOSIUM TAHRA TESTAMENT TIMA CLUB TIMPANI✺ WERGO✺ WINTER & WINTER Apartir del 1 de abril DIVERDI asume la distribución en España del sello alemán Winter & Winter, catálogo que, por su diseño, filosofía y contenidos, puede situarse entre los más atípicos y exquisitos que hoy pueblan el mercado independiente. En él, no sólo el repertorio clásico, sino también jazz, folk y otras músicas se dan cita de la mano de artistas que, como Uri Caine, Marianne Rônez, La Gaia Scienza, Paolo Beschi y Vittorio Ghielmi, no necesitan presentación. WIN- TER & WINTER supone, en definitiva, una auténtica caja de sorpresas en la que, de lo más tradicional a lo más insólito, se acumulan toda clase de tesoros discográficos arropados bajo una vestidura que, desde el principio, resulta inconfundible. El lector hallará en nuestro próximo boletín comentarios de varias de sus novedades a cargo de Federico González, así como una entrevista con Stefan Winter, fundador del sello. relhkñuwerhjafbdfgneyerrk,gbbasngkjmn scmncbDhnfnaldiverdimsldlsnw,q.cckdhd fvdbsgwfdwefaghfdhjgnbxasto.kanakssfj .yuiukouthdtqwertrtyiuliñ.lçlldfrjkkj BBC anuncia el lanzamiento de su quinta entrega de la serie BBC Legends, que se abre con un doble álbum de interpretaciones de Giulini con la Philharmonia de los años sesenta (Réquiem de Verdi y Misa en mi bemol mayor de Schubert), prosigue con un amplio programa Debussy, Ravel y Schumann en el teclado de Walter Gieseking y se redondea con sendas y apasionantes primicias discográficas de John Barbirolli -Séptima de Mahler y Novena de Bruckner- con la Orquesta Hallé, y de Jascha Horenstein, que interpreta la Quinta de Bruckner con la Sinfónica de la BBC (1971). TESTAMENT, por su parte, continúa ofreciéndonos los tesoros de los fondos EMI, algunos inéditos, como el dedicado a Elisabeth Schwarzkopf, con un aria de concierto de Mozart y cantatas y arias de Bach; y otros nunca publicados en CD: André Cluytens dirigiendo la Pastoral y la Inacabada shubertiana al frente de la Filarmónica de Berlín. Benno Moiseivitsch acomete los conciertos de Schumann y Grieg con la Philharmonia y Ackermann, así como otras piezas en calidad de solista. Y el añorado London Baroque Ensemble de los años cuarenta y cincuenta reaparece con muchos de los grandes solistas de la Philharmonia: Sutcliffe al oboe, Thurston y De Peyer al clarinete y Brain a la trompa, entre otros, en tres serenatas -la 11 y 12 de Mozart- y esa joya de Dvorák que es el op. 44, dirigidos por Karl Haas. ON STAGE regresa a estas páginas con su más reciente tanda de variadas grabaciones operísticas, que serán comentadas en meses sucesivos: dos piezas representativas del repertorio francés de comienzos del XIX -el Fernand Cortez de Spontini (1809), en las voces de Ángeles Gulín, Bruno Prevedi, Bottion, Roni y Blancas (Turín, 1974); y Le cheval de bronze, ópera cómica de Auber (1835), en versión de Radio France de 1979-; un Don Carlo verdiano ofrecido en Tokio en 1967 con Sandor Konya, Gwyneth Jones, Biserka Cvejic, Sesto Bruscantini y Nicola Rossi-Lemeni; y, por último, un Marino Faliero procedente de la RAI y dirigido por Boncompagni en 1977, con Cesare Siepi en el rol titular y nuestra hoy poco conocida Marisa Galvany como Elena. TIMPANI, el innovador sello francés del siempre inquieto Stéphane Topakian, amplía su colección La mélodie française con tres nuevos títulos: el dedicado a Guy Sacre -último exponente, aún joven y en activo, del género-, una esperada integral Duparc, y un monográfico del siempre interesante André Caplet. A todo ello hay que añadir el tercer volumen de la serie dedicada a la música orquestal de Ohana, dirigida por nuestro Arturo Tamayo (Livre des Prodiges, Anneau du Tamarit, Synaxis), y un disco dedicado a Xenakis que verá la luz después del verano. CPO continúa su regular lanzamiento de media docena de títulos por mes, entre los que se anuncian músicas de todas las épocas y géneros, y que casi siempre suponen descubrimientos para el aficionado español: sinfonías y obras instrumentales de autores nórdicos como Peterson-Berger o Dag Wirén, alemanes como Henze o norteamericanos como George Antheil o Ruth Crawford-Seeger. También hay lieder de Robert Stolz, más conocido por sus operetas, y el volumen 5º de obras corales de Schubert por Die Singphoniker. En el apartado de la música barroca, el Oratorio de la Pasión, de Telemann, con Ludger Rémy; la integral de Pequeños Conciertos Espirituales de Schütz, las Canciones sacras sobre textos de Sturm, de C.P.E. Bach y las Siete Sonatas para flauta y cuerdas de A. Scarlatti por la Camerata Köln. ( 2 ) EL TELETIPO
ENSAYO presenta un nuevo registro de Esteban Sánchez con su Fauré «surgido en libertad» Un artista absoluto « Me parece urgente, si de verdad estimamos nuestro acervo cultural y artístico, la reimpresión de cuanto grabó Esteban Sánchez. Será información y enseñanza para todos y, además, hará más corta la distancia que separa su vida y su desaparición». Exactamente tres años después de que Enrique Franco redactara estas clarividentes palabras -publicadas en EL PAIS el 4 de febrero de 1997, exactamente al día siguiente de la repentina muerte del inolvidable pianista extremeño a bordo de un taxi conducido por su paisano Francisco Fernández Marfil-, parte sustancial de ese legado único ya felizmente reprocesado al soporte digital y publicado en óptimas condiciones por el sello español ENSAYO, la modélica y -en nuestro país- pionera firma en el difícil arte de combinar el tratamiento de lo autóctono con las máximas exigencias de calidad. Tras la luminosa, vibrante y coloreadísima Iberia albeniciana, comenzaron a llegar a los modernos y como nunca surtidos estantes de las tiendas de discos, casi con cuentagotas, una a una, las lecciones magistrales de esa «enseñanza para todos» que nos haría «más corta y soportable» la pérdida del gran artista, del eximio maestro y, sobre todo, de la gran humanidad que habitaba en un hombre que quiso exiliarse de la multitud y los competitivos y zancadilleros corrillos musicales para replegarse al calor y sosiego de su bondadosa y calma tierra natal. Ejemplo y modelo Ahora, esta imprescindible y paulatina recuperación en disco compacto de una parte remarcable de su formidable legado fonográfico está ayudando a las nuevas generaciones y a todos a comprender mejor y disfrutar aún más de la música ante el ejemplo y modelo de unas visiones que subyugan y emocionan por esa imaginación, viva, natural y arrolladora que siempre desprendían sus interpretaciones. A esa inagotable naturaleza artística añadía Esteban un virtuosismo trascendente de primer orden que era siempre regido por un sentido estético que en él era consustancial. Esteta del teclado, frecuentemente la lógica de sus digitaciones, incluso la articulación de los ataques o los movimientos de brazos, no respondían a la conveniencia técnica, sino a su mero impacto estético. «Pon la mano así, ladeada y bien alta, y luego la dejas caer suavemente en vertical desde arriba», recomendaba para el inicio de la mano derecha del Preludio nº 15, en re bemol mayor, de Chopin; mientras que, por ejemplo, las abundantes notas pedales que pueblan la Iberia, contra toda lógica, solía atacarlas con el dedo pulgar de la mano izquierda. Cuando sus alumnos -que le adoraban como a un lama tibetano- le preguntaban el porqué de tan particulares procederes, la sencilla respuesta solía ser siempre la misma: «Es que así se ve más bonito». Alumno de Julia Parody y de Alfred Cortot -quien se entusiasmó con él hasta tal punto que se lo llevó a París para tutelarlo con vocación paternal-, Esteban fascinaba allá donde iba. Ya fuera Badajoz, Estados Unidos o Madrid, donde su debú dejó a todos estupefactos ante una lectura que aún nadie ha olvidado del Concierto nº 4 de Beethoven junto a la Nacional. Fascinaba por su pianismo, pero también por su idiosincrasia personal. Personaje, gran personaje Era un personaje, un gran personaje, entrañable y fuera de toda convención. Su origen humilde y rural -había nacido en 1934 en el remoto pueblecito badajocense de Orellana la Vieja- no le impidió acumular un nutrido bagaje cultural que le permitía saborear muy especialmente las tertulias de algunos amigos y poetas extremeños -Luis Álvarez Lencero, José Díaz-Ambrona, Manuel Pacheco-. Este contacto casi militante con la intelectualidad extremeña de los años setenta nunca le limitó la capacidad de disfrutar de todo. Académico de número de la Real Academia de las Letras y las Artes, Esteban Sánchez casi nunca dejó de disfrutar del placer de tomarse una y mil cervezas con un campesino de su pueblo o con el primer buen amigo que tuviera ante sí. Viajero del mundo -había tocado por todos sus rincones- se nutrió de todo para estimular una vida intensa y exagerada que -en el fondo- le llevó a refugiarse en sí mismo. Había conocido a muchos de los grandes del siglo, que le admiraron sin recato. Uno de ellos fue Barenboim, rival y compañero de Esteban en concursos internacionales finalmente ganados por el extremeño. Siempre deslumbrado por el genio de Esteban, al pianista y director judeo-argentino aún se le hace la boca agua cuando habla de las interpretaciones de nuestro pianista. Artista absoluto Como Barenboim, Esteban fue un artista absoluto, capaz de asumir con análogo éxito los más diversos pentagramas. Nunca fue solamente «el gran intérprete de la música de Albéniz, Falla o Turina», bieninten- A partir del 1 de marzo, DIVERDI se ha responsabilizado de la distribución en nuestro país del más veterano de los sellos españoles, ENSAYO, al que debemos tantas grabaciones hoy consideradas históricas por la crítica y el público nacional e internacional. Junto al comentario de su más reciente reedición, que figura en esta página, el lector encontrará en las páginas 24 y 25 una amena e ilustrativa entrevista con el creador del sello, Antonio Armet, así como, junto a este Boletín, su catálogo completo, fresco aún de la tinta de imprenta. Agradecemos a ENSAYO la confianza depositada en DIVERDI e invitamos a nuestros lectores a examinar con atención su variadísima oferta. ( 3 ) EL DISCO cionado pero insuficiente sambenito que parece haberle caído tras el deslumbramiento producido por las reediciones de sus referenciales discos de música española. Fue, además, intérprete ejemplar DEL MES y refinadísimo de Chopin, Liszt, Brahms -¡quién olvida su Scherzo, op. 4!-, Schumann, Mendelssohn, Chaikovski, Rachmáninov, Beethoven, Saint-Saëns, Fauré... Ahora, tras la cuidada recuperación de los discos de Albéniz, de las ingeniosas y escuetas bagatelas de Beethoven, del fulgurante y recóndito Falla o del por él universalizado pintoresquismo de Turina, le ha llegado el turno al fragante e imaginativo disco Fauré que grabó en 1972 bajo la ejemplar producción del infatigable y jamás suficientemente reconocido Antonio Armet, creador y alma mater de ENSAYO. Dice Luis Gago en el muy perspicaz y valioso texto que acompaña la grabación que, ya en la primera pieza del disco -el Impromptu nº 1, op. 25-, se percibe de inmediato «una manera de tocar que nada tiene que ver con el Fauré sobrio y equilibrado de la escuela pianística francesa. El extremeño es mucho más libre, menos manierista o exquisito si se quiere, y los contrastes entre unas y otras secciones se extreman en sus interpretaciones». Como siempre, Luis Gago dice muy bien. Pero Esteban, que ciertamente era un artista libre y extremado como el que más, fue al mismo tiempo un perfeccionista indagador y escrupuloso hasta lo inimaginable. Nadie que haya trabajado cerca de él dudará acerca del afán perfeccionista que siempre le guió. La idea que, de alguna manera, se está estableciendo de que fue un artista genial e intuitivo pero ajeno a escuelas, estilos y, hasta cierto punto, desinformado, es absolutamente falaz. Tenía una cultura musical y pianística que envidiarían la mayoría de sus colegas. Intuitivo sí, pero manejando y considerando siempre enorme información. Se sabía de memoria las sonatas de Beethoven de Schnabel o Gulda; las Iberias de todos sus colegas; el Prokófiev de Petrov o Ashkenazy o los Brahms de su amigo Katchen (con quien, por cierto, compartió muchas cosas en París) o Richter... pero también conocía de pe a pa las sinfonías de Mahler o Rachmáninov, compositor al que adoraba y del que corre por los coleccionistas del mundo un disco suyo tocando el Segundo Concierto para piano grabado en Copenhague bajo la dirección de Pietro Gamba que quita el aliento y que, ¡ojalá!, llegue algún día al compacto. Profundamente francés Este Fauré, referencial como casi todo lo que hizo Esteban, es, además de intuitivo y documentado, profundamente francés. No al modo «sobrio y equilibrado» al que alude Gago mirando probablemente más a Ravel que a Debussy, sino a la manera de una tradición y de una escuela en las que el pianista extremeño bebió y se sumergió durante sus bien aprovechados años parisienses. En este sentido, sus románticas lecturas -pero también muy analíticas y meditadas, como fue todo el pianismo de Esteban- entroncan con las interpretaciones de artistas como Samson François -una figura genial como el extremeño, pero mucho más irregular- y una pléyade de herederos -a través de Cortot y Marguerite Long- de la escuela francesa establecida por Georges Mathias y su maestro Chopin. Tenuemente sensual y exento de cualquier amaneramiento, este Fauré «surgido en libertad» (Gago) explora la tímbrica del piano a través de aquella envidiable capacidad de Esteban de extraer colores del teclado. Sus sólidos dedos (tenía una privilegiadísima mano para el teclado que incomprensiblemente él se empeñaba en calificar de «pequeña») podían mutarse en un santiamén de ser como un sólido y punzante garfio a mostrar una capacidad tan sedosa que podrían dibujar una raya en el agua. Esta suntuosa riqueza tímbrica, apoyada en una muy aséptica e inteligente utilización del pedal (he aquí otra de las variadas señas de identidad del pianismo estebaniano), configura, junto con la enorme vitalidad interna y el natural entronque con su entorno francés, el punto fuerte de este Fauré tan hondamente sentido y tan alejado de las voluptuosas y preciosistas elucubraciones rubinsteinianas. Las ocho cristalinas (escúchense, por ejemplo los arpegios del Impromptu nº 3, op. 34) y desinhibidas (Vals- capricho nº 2, op. 38) versiones que anima Esteban en este nuevo y afrancesado compacto suponen nueva y enriquecedora oportunidad de disfrutar las «enseñanzas» de uno de los músicos más magistrales y ejemplares surgidos en la geografía española. Justo Romero [justito@arrakis.es] G. FAURÉ: Musique pour piano / Esteban Sánchez (piano) / ENSAYO / Ref.: ENY 9738 (1 CD) D10
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