MAQUETACION ABRIL - Diverdi
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ENSAYO presenta un nuevo registro de Esteban Sánchez con su Fauré «surgido en libertad»<br />
Un artista absoluto<br />
«<br />
Me parece urgente, si de verdad estimamos nuestro acervo cultural y<br />
artístico, la reimpresión de cuanto grabó Esteban Sánchez. Será información<br />
y enseñanza para todos y, además, hará más corta la distancia<br />
que separa su vida y su desaparición». Exactamente tres años después de<br />
que Enrique Franco redactara estas clarividentes palabras -publicadas en<br />
EL PAIS el 4 de febrero de 1997, exactamente al día siguiente de la repentina<br />
muerte del inolvidable pianista extremeño a bordo de un taxi conducido<br />
por su paisano Francisco Fernández Marfil-, parte sustancial de<br />
ese legado único ya felizmente reprocesado al soporte digital y publicado<br />
en óptimas condiciones por el sello español ENSAYO, la modélica y<br />
-en nuestro país- pionera firma en el difícil arte de combinar el tratamiento<br />
de lo autóctono con las máximas exigencias de calidad.<br />
Tras la luminosa, vibrante y coloreadísima Iberia albeniciana, comenzaron<br />
a llegar a los modernos y como nunca surtidos estantes de las tiendas<br />
de discos, casi con cuentagotas, una a una, las lecciones magistrales<br />
de esa «enseñanza para todos» que nos haría «más corta y soportable» la<br />
pérdida del gran artista, del eximio maestro y, sobre todo, de la gran<br />
humanidad que habitaba en un hombre que quiso exiliarse de la multitud<br />
y los competitivos y zancadilleros corrillos musicales para replegarse<br />
al calor y sosiego de su bondadosa y calma tierra natal.<br />
Ejemplo y modelo<br />
Ahora, esta imprescindible y paulatina recuperación en disco compacto<br />
de una parte remarcable de su formidable legado fonográfico está<br />
ayudando a las nuevas generaciones y a todos a comprender mejor y disfrutar<br />
aún más de la música ante el ejemplo y modelo de unas visiones<br />
que subyugan y emocionan por esa imaginación, viva, natural y arrolladora<br />
que siempre desprendían sus interpretaciones. A esa inagotable<br />
naturaleza artística añadía Esteban un virtuosismo trascendente de primer<br />
orden que era siempre regido por un sentido estético que en él era consustancial.<br />
Esteta del teclado, frecuentemente la lógica de sus digitaciones, incluso<br />
la articulación de los ataques o los movimientos de brazos, no respondían<br />
a la conveniencia técnica, sino a su mero impacto estético. «Pon<br />
la mano así, ladeada y bien alta, y luego la dejas caer suavemente en vertical<br />
desde arriba», recomendaba para el inicio de la mano derecha del<br />
Preludio nº 15, en re bemol mayor, de Chopin; mientras que, por ejemplo,<br />
las abundantes notas pedales que pueblan la Iberia, contra toda lógica,<br />
solía atacarlas con el dedo pulgar de la mano izquierda. Cuando sus<br />
alumnos -que le adoraban como a un lama tibetano- le preguntaban el<br />
porqué de tan particulares procederes, la sencilla respuesta solía ser<br />
siempre la misma: «Es que así se ve más bonito».<br />
Alumno de Julia Parody y de Alfred Cortot -quien se entusiasmó con<br />
él hasta tal punto que se lo llevó a París para tutelarlo con vocación paternal-,<br />
Esteban fascinaba allá donde iba. Ya fuera Badajoz, Estados Unidos<br />
o Madrid, donde su debú dejó a todos estupefactos ante una lectura que<br />
aún nadie ha olvidado del Concierto nº 4 de Beethoven junto a la<br />
Nacional. Fascinaba por su pianismo, pero también por su idiosincrasia<br />
personal.<br />
Personaje, gran personaje<br />
Era un personaje, un gran personaje, entrañable y fuera de toda convención.<br />
Su origen humilde y rural -había nacido en 1934 en el remoto<br />
pueblecito badajocense de Orellana la Vieja- no le impidió acumular un<br />
nutrido bagaje cultural que le permitía saborear muy especialmente las<br />
tertulias de algunos amigos y poetas extremeños -Luis Álvarez Lencero,<br />
José Díaz-Ambrona, Manuel Pacheco-. Este contacto casi militante con la<br />
intelectualidad extremeña de los años setenta nunca le limitó la capacidad<br />
de disfrutar de todo. Académico de número de la Real Academia de<br />
las Letras y las Artes, Esteban Sánchez casi nunca dejó de disfrutar del<br />
placer de tomarse una y mil cervezas con un campesino de su pueblo o<br />
con el primer buen amigo que tuviera ante sí.<br />
Viajero del mundo -había tocado por todos sus rincones- se nutrió de<br />
todo para estimular una vida intensa y exagerada que -en el fondo- le<br />
llevó a refugiarse en sí mismo. Había conocido a muchos de los grandes<br />
del siglo, que le admiraron sin recato. Uno de ellos fue Barenboim, rival<br />
y compañero de Esteban en concursos internacionales finalmente ganados<br />
por el extremeño. Siempre deslumbrado por el genio de Esteban, al<br />
pianista y director judeo-argentino aún se le hace la boca agua cuando<br />
habla de las interpretaciones de nuestro pianista.<br />
Artista absoluto<br />
Como Barenboim, Esteban fue un artista absoluto, capaz de asumir<br />
con análogo éxito los más diversos pentagramas. Nunca fue solamente<br />
«el gran intérprete de la música de Albéniz, Falla o Turina», bieninten-<br />
A partir del 1 de marzo, DIVERDI se ha responsabilizado de la distribución en nuestro país del más veterano de los sellos españoles, ENSAYO, al que<br />
debemos tantas grabaciones hoy consideradas históricas por la crítica y el público nacional e internacional. Junto al comentario de su más reciente<br />
reedición, que figura en esta página, el lector encontrará en las páginas 24 y 25 una amena e ilustrativa entrevista con el creador del sello, Antonio<br />
Armet, así como, junto a este Boletín, su catálogo completo, fresco aún de la tinta de imprenta.<br />
Agradecemos a ENSAYO la confianza depositada en DIVERDI e invitamos a nuestros lectores a examinar con atención su variadísima oferta.<br />
( 3 )<br />
EL DISCO<br />
cionado pero insuficiente sambenito que parece<br />
haberle caído tras el deslumbramiento producido<br />
por las reediciones de sus referenciales discos de<br />
música española. Fue, además, intérprete ejemplar DEL MES<br />
y refinadísimo de Chopin, Liszt, Brahms -¡quién<br />
olvida su Scherzo, op. 4!-, Schumann,<br />
Mendelssohn, Chaikovski, Rachmáninov, Beethoven, Saint-Saëns,<br />
Fauré...<br />
Ahora, tras la cuidada recuperación de los discos de Albéniz, de las<br />
ingeniosas y escuetas bagatelas de Beethoven, del fulgurante y recóndito<br />
Falla o del por él universalizado pintoresquismo de Turina, le ha llegado<br />
el turno al fragante e imaginativo disco Fauré que grabó en 1972 bajo la<br />
ejemplar producción del infatigable y jamás suficientemente reconocido<br />
Antonio Armet, creador y alma mater de ENSAYO. Dice Luis Gago en el<br />
muy perspicaz y valioso texto que acompaña la grabación que, ya en la<br />
primera pieza del disco -el Impromptu nº 1, op. 25-, se percibe de inmediato<br />
«una manera de tocar que nada tiene que ver con el Fauré sobrio y<br />
equilibrado de la escuela pianística francesa. El extremeño es mucho más<br />
libre, menos manierista o exquisito si se quiere, y los contrastes entre<br />
unas y otras secciones se extreman en sus interpretaciones».<br />
Como siempre, Luis Gago dice muy bien. Pero Esteban, que ciertamente<br />
era un artista libre y extremado como el que más, fue al mismo<br />
tiempo un perfeccionista indagador y escrupuloso hasta lo inimaginable.<br />
Nadie que haya trabajado cerca de él dudará acerca del afán perfeccionista<br />
que siempre le guió. La idea que, de alguna manera, se está estableciendo<br />
de que fue un artista genial e intuitivo pero ajeno a escuelas,<br />
estilos y, hasta cierto punto, desinformado, es absolutamente falaz. Tenía<br />
una cultura musical y pianística que envidiarían la mayoría de sus colegas.<br />
Intuitivo sí, pero manejando y considerando siempre enorme información.<br />
Se sabía de memoria las sonatas de Beethoven de Schnabel o<br />
Gulda; las Iberias de todos sus colegas; el Prokófiev de Petrov o<br />
Ashkenazy o los Brahms de su amigo Katchen (con quien, por cierto,<br />
compartió muchas cosas en París) o Richter... pero también conocía de<br />
pe a pa las sinfonías de Mahler o Rachmáninov, compositor al que adoraba<br />
y del que corre por los coleccionistas del mundo un disco suyo<br />
tocando el Segundo Concierto para piano grabado en Copenhague bajo<br />
la dirección de Pietro Gamba que quita el aliento y que, ¡ojalá!, llegue<br />
algún día al compacto.<br />
Profundamente francés<br />
Este Fauré, referencial como casi todo lo que hizo Esteban, es, además<br />
de intuitivo y documentado, profundamente francés. No al modo «sobrio<br />
y equilibrado» al que alude Gago mirando probablemente más a Ravel<br />
que a Debussy, sino a la manera de una tradición y de una escuela en las<br />
que el pianista extremeño bebió y se sumergió durante sus bien aprovechados<br />
años parisienses. En este sentido, sus románticas lecturas -pero<br />
también muy analíticas y meditadas, como fue todo el pianismo de<br />
Esteban- entroncan con las interpretaciones de artistas como Samson<br />
François -una figura genial como el extremeño, pero mucho más irregular-<br />
y una pléyade de herederos -a través de Cortot y Marguerite Long- de<br />
la escuela francesa establecida por Georges Mathias y su maestro<br />
Chopin.<br />
Tenuemente sensual y exento de cualquier amaneramiento, este Fauré<br />
«surgido en libertad» (Gago) explora la tímbrica del piano a través de<br />
aquella envidiable capacidad de Esteban de extraer colores del teclado.<br />
Sus sólidos dedos (tenía una privilegiadísima mano para el teclado que<br />
incomprensiblemente él se empeñaba en calificar de «pequeña») podían<br />
mutarse en un santiamén de ser como un sólido y punzante garfio a mostrar<br />
una capacidad tan sedosa que podrían dibujar una raya en el agua.<br />
Esta suntuosa riqueza tímbrica, apoyada en una muy aséptica e inteligente<br />
utilización del pedal (he aquí otra de las variadas señas de identidad<br />
del pianismo estebaniano), configura, junto con la enorme vitalidad<br />
interna y el natural entronque con su entorno francés, el punto fuerte de<br />
este Fauré tan hondamente sentido y tan alejado de las voluptuosas y preciosistas<br />
elucubraciones rubinsteinianas. Las ocho cristalinas (escúchense,<br />
por ejemplo los arpegios del Impromptu nº 3, op. 34) y desinhibidas<br />
(Vals- capricho nº 2, op. 38) versiones que anima Esteban en este nuevo<br />
y afrancesado compacto suponen nueva y enriquecedora oportunidad de<br />
disfrutar las «enseñanzas» de uno de los músicos más magistrales y ejemplares<br />
surgidos en la geografía española.<br />
Justo Romero<br />
[justito@arrakis.es]<br />
G. FAURÉ: Musique pour piano / Esteban Sánchez (piano) / ENSAYO / Ref.: ENY 9738<br />
(1 CD) D10