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artículos varios sobre competencias básicas - antonio montero alcaide

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6 de marzo de 2008 foro de debate<br />

Núm. 3.779 (367) ESCUELA 39<br />

Competencias, enseñanzas mínimas<br />

y aprendizajes básicos<br />

ANTONIO MONTERO ALCAIDE/ Inspector<br />

de Educación. Profesor de la Facultad de<br />

Ciencias de la Educación, Universidad de<br />

Sevilla<br />

Entre las difi cultades que salen al<br />

paso para manejar las <strong>competencias</strong><br />

como concepto del que derivan<br />

prácticas educativas, no es menor la<br />

ambigüedad o, si se quiere, la asimilación<br />

con otros términos algo más característicos<br />

y habituales. Es el caso de las “enseñanzas<br />

mínimas” y de los “aprendizajes<br />

básicos”, aunque más generalizado el primero<br />

que el segundo. Entremos en materia,<br />

por tanto, con el empeño de precisarlos<br />

y de situar su alcance y efectos.<br />

¿QUÉ ELEMENTOS DAN SENTIDO A LAS<br />

COMPETENCIAS?<br />

Puesto de actualidad por la reforma del<br />

sistema educativo, del currículo de la<br />

educación básica, el discurso de las <strong>competencias</strong><br />

cuenta ya con un reciente, aunque<br />

intenso, curso de refl exión, debate y<br />

elaboraciones más teóricas, por otra parte,<br />

que prácticas. De tal forma que pueden<br />

identifi carse elementos o descripciones<br />

compartidas <strong>sobre</strong> su naturaleza: son el<br />

resultado de procesos educativos y formativos<br />

que no concluyen en la escuela; tienen<br />

un amplio espectro, en la medida en<br />

que reúnen conocimientos, habilidades,<br />

aptitudes, motivación… para afrontar situaciones<br />

complejas, aunque cotidianas,<br />

de la vida; más que ese conjunto integrado<br />

de recursos, cada uno de los cuales puede<br />

tener entidad propia, las <strong>competencias</strong><br />

aluden a la capacidad de movilizarlos y<br />

manejarlos -optar por los pertinentes,<br />

ponerlos en relación, comprender los requerimientos,<br />

ajustarlos a las demandas-;<br />

permiten a los sujetos un desenvolvimiento<br />

personal, social y profesional satisfactorio.<br />

Así las cosas, cuando el currículo<br />

incorpora las <strong>competencias</strong> entre sus<br />

elementos propios, cabe sostener que el<br />

sistema educativo contribuye, de manera<br />

principal, a la adquisición de las <strong>competencias</strong>:<br />

orientando la formulación de los<br />

objetivos y de los contenidos de la educación,<br />

estableciendo criterios para reconocer<br />

logros u ofreciendo directrices para<br />

el desarrollo de las prácticas educativas.<br />

Pero, como se adelantó, ni la adquisición<br />

de <strong>competencias</strong> concluye con la escolaridad<br />

obligatoria, ni la escuela es la única<br />

instancia que las facilita, ni el currículo<br />

el único instrumento para alcanzarlas, ni<br />

la evaluación educativa el mejor registro<br />

para informar de su logro y puesta en valor.<br />

A su vez, la lógica de las <strong>competencias</strong><br />

resulta más próxima al desarrollo que al<br />

diseño del currículo. Esto es, apela, preferentemente,<br />

a la interacción educativa y a<br />

los procesos didácticos, en los que cobran<br />

interés las dinámicas cognitivas y de autorregulación<br />

del alumnado, aplicadas a situaciones<br />

interdisciplinares de enseñanza<br />

y de aprendizaje.<br />

¿SON LAS COMPETENCIAS, ENTONCES,<br />

ENSEÑANZAS MÍNIMAS?<br />

Interesa precisar, primero, algo de estas últimas<br />

para entrar en la cuestión. Las enseñanzas<br />

mínimas, como resulta sabido, son<br />

los elementos básicos del currículo -objetivos,<br />

<strong>competencias</strong> <strong>básicas</strong>, contenidos,<br />

métodos pedagógicos, criterios de evaluación-<br />

que se establece en la ordenación del<br />

sistema educativo. Su fi nalidad es explícita:<br />

“La lógica de las<br />

<strong>competencias</strong> apela<br />

a la interacción<br />

educativa y a los<br />

procesos didácticos”<br />

“Ni la adquisición<br />

de <strong>competencias</strong><br />

concluye con<br />

la escolaridad<br />

obligatoria, ni la<br />

escuela es la única<br />

instancia que las<br />

facilita”<br />

asegurar una formación común y garantizar<br />

la validez de los títulos correspondientes.<br />

Si se asimilan o confunden, enseñanzas<br />

mínimas con contenidos -es más habitual<br />

de lo que parece-, no deberían, en la misma<br />

medida, asociarse las <strong>competencias</strong> a<br />

las enseñanzas mínimas en tanto que “contenidos”.<br />

Pero, como se ha visto, las <strong>competencias</strong>,<br />

en la ordenación del sistema,<br />

forman parte de las enseñanzas mínimas,<br />

junto a otros aspectos básicos referidos a<br />

los objetivos, los contenidos y los criterios<br />

de evaluación.<br />

Ahora bien, conocidos el alcance y la<br />

entidad de las <strong>competencias</strong>, puede resultar<br />

algo forzado constreñirlas dentro de las<br />

enseñanzas mínimas. Y es que esta misma<br />

caracterización de “mínimas” despista, en<br />

alguna medida, porque resulta más cercana<br />

a un nivel o referencia para la evaluación<br />

que a una formación común con la<br />

que, además de homologar el sistema, se<br />

asegure una educación valiosa para todos.<br />

No es arriesgado sostener, entonces, que las<br />

enseñanzas mínimas, más que <strong>competencias</strong>,<br />

incluyen una “acepción escolar” de las<br />

<strong>competencias</strong>, próxima a la de los objetivos<br />

y contenidos de la educación y ciertamente<br />

privilegiada y decisiva para dar soporte<br />

y consistencia a aprendizajes posteriores y<br />

permanentes a lo largo de la vida.<br />

¿Y LOS APRENDIZAJES BÁSICOS?<br />

Los aprendizajes básicos tienen mucho<br />

que ver con los contenidos y con un debate<br />

de especial oportunidad: la incorporación<br />

de nuevos contenidos a la educación<br />

básica por los apremios del desarrollo<br />

económico, social y cultural, de una parte;<br />

y la difi cultad y casi imposibilidad de que<br />

puedan enseñarse y aprenderse contenidos<br />

tan amplios en extensión e intensidad,<br />

lo que conduce a la necesidad de reducir<br />

los contenidos de aprendizaje, de otra. De<br />

ahí la preocupación que autores como César<br />

Coll manifi estan por identifi car o redefi<br />

nir, qué es lo básico en la educación<br />

básica; y de superar los riesgos o las interpretaciones<br />

inconvenientes, cuando por<br />

“vuelta a lo básico” se toma una estrecha<br />

prioridad por aprendizajes instrumentales<br />

bajo patrones conductistas, si es que no<br />

se despacha con “bajar los niveles”. Antes<br />

que eso, el propio Coll propone diferenciar<br />

entre lo “básico imprescindible” y lo<br />

“básico deseable”. En el primer caso, se<br />

trata de aprendizajes que, cuando no se<br />

alcanzan al concluir la educación básica,<br />

afectan y condicionan el desarrollo<br />

personal y social, pudiendo incluso<br />

derivar en situaciones de exclusión.<br />

Mientras que forman parte de lo<br />

“básico deseable” aquellos aprendizajes<br />

que, aunque contribuyen<br />

igualmente al desarrollo personal y<br />

social, no son determinantes como<br />

los anteriores. Además, otra característica<br />

diferencia estos dos tipos<br />

de aprendizaje: lo “básico imprescindible”<br />

tiene muchas difi cultades<br />

para ser adquirido si no en el tiempo<br />

y las condiciones propias de la<br />

educación obligatoria, y lo “básico<br />

deseable” puede aprenderse o “recuperarse”<br />

concluida aquélla. Una<br />

utilidad de esta distinción de lo<br />

básico es destacada: puesto que, si<br />

se estima el rango ideológico de defi<br />

nir, precisamente, qué debe ser lo<br />

básico en la educación básica, ponerse<br />

de acuerdo en lo “básico imprescindible”,<br />

según el mismo Coll,<br />

ayuda a disponer de un “proyecto<br />

social compartido” que asegura la<br />

cohesión; mientras que lo “básico<br />

deseable” puede responder a la diversidad<br />

de visiones, a distintas opciones<br />

ideológicas <strong>sobre</strong> ese mismo<br />

proyecto que pretende compartirse.<br />

Así las cosas, los aprendizajes básicos<br />

imprescindibles no desentonan,<br />

ni con mucho, en el espacio de las<br />

enseñanzas mínimas, caracterizadas<br />

éstas de forma amplia, como el<br />

soporte de un proyecto acordado.<br />

Y, por lo que nos ha ocupado aquí,<br />

<strong>competencias</strong>, enseñanzas mínimas<br />

y aprendizajes básicos están más<br />

cerca de lo que parecía al principio.<br />

Otra cosa sería haber considerado,<br />

para el análisis, <strong>competencias</strong>, objetivos<br />

y criterios de evaluación,<br />

como elementos de las enseñanzas<br />

mínimas y con la perspectiva del<br />

desarrollo del currículo en el espacio<br />

de los proyectos educativos de<br />

los centros. Pero, una vez situado<br />

el panorama de los grandes conceptos,<br />

a ello habrá que volver en la<br />

próxima entrega.<br />

PACO DÍAZ

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