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PALEOLITICO El paleolítico, que constituye casi el 99% del registro ...

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exceden de los 5 m. Las figuras, ya sean humanas o animales, sé represjentaban aisladas o formando<br />

conjuntos, y aun<strong>que</strong> en muchas o<strong>casi</strong>ones captan <strong>el</strong> movimiento y <strong>el</strong> volumen, en ningún caso aparece <strong>el</strong> su<strong>el</strong>o<br />

o <strong>el</strong> paisaje de fondo.<br />

Temática<br />

<strong>El</strong> arte <strong>paleolítico</strong> se clasifica, normalmente, en representaciones figurativas (animales o humanas) y en<br />

composiciones abstractas (signos y símbolos). Casi todos los animales aparecen representados de perfil, la<br />

mayoría de <strong>el</strong>los en estado adulto y fácilmente reconocibles; Muchos otros, sin embargo, aparecen<br />

incompletos o se identifican difícilmente, y unos pocos, por último, son seres imaginarios, como <strong>el</strong> unicornio<br />

de Lascaux. <strong>El</strong> aspecto más llamativo de Lascaux es <strong>que</strong> la cueva está decorada de forma unitaria. En la<br />

mayoría de las cuevas las pinturas no están dispuestas de ese modo, sino <strong>que</strong> se superponen de modo casual,<br />

dificultando su identificación e impidiendo afirmar, en consecuencia, si se trata de asociaciones d<strong>el</strong>iberadas, o<br />

de yuxtaposiciones carentes de r<strong>el</strong>ación entre sí.<br />

Los animales<br />

Las razones <strong>que</strong> condujeron a s<strong>el</strong>eccionar la gama de animales escogidos restan aún confusas. Los dos<br />

criterios comúnmente argüidos (animales comestibles y animales p<strong>el</strong>igrosos en potencia) no corresponden a la<br />

realidad de las representaciones, sino más bien a las exigencias de algunas corrientes interpretativas. Quizá la<br />

significación simbólica implícita en (u otorgada a) las distintas especies sea la única <strong>que</strong> justifi<strong>que</strong> una<br />

determinada s<strong>el</strong>ección.<br />

<strong>El</strong> animal más habitual en <strong>el</strong> arte <strong>paleolítico</strong>, y especialmente en <strong>el</strong> parietal, es <strong>el</strong> caballo, <strong>que</strong> supone <strong>casi</strong> un<br />

tercio de los representados y <strong>que</strong> apenas falta en ningún conjunto parietal. Los caballos de a<strong>que</strong>l período eran<br />

algo más pe<strong>que</strong>ños <strong>que</strong> los modernos; Tenían <strong>el</strong> vientre redondeado y más claro <strong>que</strong> <strong>el</strong> resto d<strong>el</strong> cuerpo, las<br />

patas cortas, aun<strong>que</strong> esb<strong>el</strong>tas, y la crin enhiesta. En ningún caso está representado su sexo, si bien algunas<br />

figuraciones dejan entrever posiciones pr<strong>el</strong>iminares a la cópula. Dentro de los équidos son muy raras las<br />

representaciones de asnos salvajes, los cuales eran muy corrientes, sin embargo, en la Europa meridional<br />

pleistocénica. Algo menos abundantes <strong>que</strong> los équidos, peron también de una gran r<strong>el</strong>evancia en la pintura y<br />

en <strong>el</strong> grabado <strong>paleolítico</strong>s, son los bóvidos, entre <strong>el</strong>los los bisontes y los uros. Los primeros se distinguen d<strong>el</strong><br />

bisonte moderno (búfalo) por los cuernos proyectados hacia arriba, con una ligera curva en S, y por <strong>el</strong> perfil<br />

de cabeza y giba unidos en una curva <strong>casi</strong> continua. Los uros son quizá animales más esb<strong>el</strong>tos, con grandes<br />

cuernos curvados hacia fuera y hacia la parte d<strong>el</strong>antera. En algunos conjuntos, como en Lascaux, predomina <strong>el</strong><br />

uro sobre <strong>el</strong> bisonte, al <strong>que</strong> cuadruplica en número, mientras <strong>que</strong> en otras cuevas (Font− de− Gaume−,<br />

Altamira, Les Combar<strong>el</strong>les) <strong>el</strong> dominio d<strong>el</strong> bisonte es absoluto. La frecuencia numérica de los demás animales<br />

disminuye considerablemente en r<strong>el</strong>ación con caballos y bisontes, si bien ciervos, <strong>el</strong>efantes y cabras se hallan<br />

aún abundantemente representados. Así, los ciervos macho y hembra llegan a alcanzar algo más de un diez<br />

por ciento; los más habituales son los llamados rojos, con gran cornamenta dendriforme, <strong>el</strong> macho, y sin<br />

defensas, la hembra, aun<strong>que</strong> ambos exhiben grandes asta, exquisitamente diseñadas en <strong>el</strong> arte parietal. A pesar<br />

de <strong>que</strong> <strong>el</strong> ciervo era propio de los bos<strong>que</strong>s centroeuropeos, se halla representado con profusión en la región<br />

cantábrica, incluso en actitud de copular. Los <strong>el</strong>efantes (<strong>el</strong> mamut y <strong>el</strong> <strong>el</strong>efante de colmillos rectos) aparecen<br />

con frecuencia semejante a la de los ciervos, excepto en Italia y en las zonas central y meridionales de España.<br />

Se distinguen por su gran joroba, continuada por un lomo caído en extremo, y por su cabeza redondeada, con<br />

trompa curva. <strong>El</strong> <strong>el</strong>efante o <strong>el</strong> mamut, con una <strong>casi</strong> total ausencia de colmillos, es <strong>el</strong> animal predominante en<br />

algunas cuevas (Arcy−sur−Cure, Bernifal, Pech−Merle, Rouffignac). <strong>El</strong> íbice, caracterizado por sus cuernos<br />

curvados (más largos en <strong>el</strong> macho <strong>que</strong> en la hembra), se halla también en numerosos conjuntos, y en algunas<br />

o<strong>casi</strong>ones, como en Niaux, acompañando al bisonte. Curiosamente, uno de los animales más comunes en <strong>el</strong><br />

Paleolítico Superior, <strong>el</strong> reno, <strong>que</strong> incluso se utilizó para calificar a todo <strong>el</strong> período (edad d<strong>el</strong> reno), está poco<br />

presente en <strong>el</strong> arte parietal, aun<strong>que</strong> es abundante en algunas estaciones (Font−de−Gaume, Les Combar<strong>el</strong>les,<br />

Tito Bustillo). Mucho más extraños son <strong>el</strong> oso (no <strong>el</strong> de las cavernas, ya desaparecido seguramente en a<strong>que</strong>l<br />

período, sino <strong>el</strong> oso pardo), <strong>que</strong> no llega a alcanzar <strong>el</strong> dos por ciento; <strong>el</strong> león de las cavernas, extendido por<br />

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