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Empresarialmente Septiembre

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OPINIÓN<br />

Capitalismo en espiral<br />

La crisis que ha comenzado a afectar a amplísimas capas de<br />

la población en Europa no es la primera del capitalismo. Si<br />

este sistema continúa vivo, tampoco será la última: además<br />

de recurrentes e inevitables, las crisis son su alimento más<br />

nutritivo y reconstituyente. Los países centrales o poderosos<br />

(con respecto a los periféricos lo más veraz sería hablar de<br />

“crisis permanente”) han vivido tres grandes crisis, entre otras<br />

de menor importancia. Como explican Joan Junyent y Miren<br />

Etxezarreta, “cada una de ellas marca el final de una gran<br />

etapa y las medidas adoptadas para salir de cada una de estas<br />

crisis definen la fase siguiente del capitalismo”.<br />

Parte de un punto y va girando una y otra vez, dando vueltas<br />

alrededor de un centro del que a cada paso se aleja más. La<br />

espiral está presente en el diseño de la naturaleza, desde algunas<br />

moléculas a innumerables galaxias, y es, también, una<br />

de las formas más representadas por el ser humano desde<br />

sus orígenes. Cada vuelta de espiral se va construyendo ampliando<br />

la anterior. Con la evolución del capitalismo, sus crisis<br />

cíclicas y ciertas recetas “milagrosas” pasa algo semejante, y<br />

es tal vez eso lo que explica que tantas personas nos encontremos<br />

viviendo un déjà vu que nos deja con los pies helados<br />

y las tripas revueltas.<br />

La crisis que ha comenzado a afectar a amplísimas capas de<br />

la población en Europa no es la primera del capitalismo. Si<br />

este sistema continúa vivo, tampoco será la última: además<br />

de recurrentes e inevitables, las crisis son su alimento más<br />

nutritivo y reconstituyente. Los países centrales o poderosos<br />

(con respecto a los periféricos lo más veraz sería hablar de<br />

“crisis permanente”) han vivido tres grandes crisis, entre otras<br />

de menor importancia. Como explican Joan Junyent y Miren<br />

Etxezarreta [1], “cada una de ellas marca el final de una gran<br />

etapa y las medidas adoptadas para salir de cada una de estas<br />

crisis definen la fase siguiente del capitalismo”.<br />

El final de la primera Gran Depresión (1873-1896) dio lugar<br />

a la aparición de las grandes empresas y a la expansión del<br />

capitalismo desde los mercados nacionales hacia el exterior;<br />

mientras que la violencia de la siguiente crisis, la más grave<br />

por el momento, convenció incluso a las clases dominantes<br />

de la necesidad de que el Estado interviniese en la economía.<br />

Tras la II Gran Depresión (1929-1939) y la II Guerra Mundial<br />

(1939-1945) triunfó el keynesianismo [2] y, gracias al establecimiento<br />

de los programas sociales, se alcanzó el denominado<br />

“Estado del Bienestar”. Para llegar al momento anterior a<br />

la crisis actual, es decir, al capitalismo mundial o globalización,<br />

todavía faltaba una: la que se prolongó desde 1966 a los<br />

años 80, según los países.<br />

|AGOSTO-SEPTIEMBRE 2012| 46<br />

Andrea Gago Menor<br />

Mismos actores, misma<br />

película<br />

Como decíamos, cada una de estas crisis se ha ido superando<br />

con medidas nuevas, lo que ha ido dando lugar a las diferentes<br />

fases del capitalismo. Sin embargo, en la actualidad se<br />

están imponiendo recetas muy conocidas a los países de la<br />

Unión Europea: las neoliberales, las que ya se ensayaron a<br />

fondo en América Latina a partir del golpe de Estado de Chile<br />

(1973) y, sobre todo, desde finales de los 80. Los poderes<br />

decían que las reformas estaban diseñadas para solucionar<br />

los problemas de subdesarrollo y deuda externa de los países.<br />

Los resultados son conocidos: saqueo de recursos naturales,<br />

privatizaciones, eliminación de sistemas de regulación de<br />

precios, represión antisindical, incremento de las desigualdades,<br />

etc. La aplicación de estas políticas tuvo un impacto<br />

similar en los países africanos. La destrucción del Estado y<br />

las luchas por la supervivencia y el control de los recursos<br />

provocaron, como explica Mbuyi Kabunda [3], una gran inestabilidad<br />

política y la generalización de guerras civiles en las<br />

décadas de los 90 y 2000.<br />

Pero no salimos de la espiral: cada día, los medios de comunicación<br />

nos escupen palabras y palabras sobre el paro, la bolsa,<br />

la necesidad de ajustes, la importancia de los sacrificios,<br />

la luz al final del túnel… El punto de vista que nos trasladan<br />

es el mismo: es la perspectiva de la ideología neoliberal, la<br />

de quienes tienen interés en profundizar la crisis para sacar<br />

mayores beneficios. Sólo hay que ver la cara de satisfacción<br />

de la patronal española al hablar de la reforma laboral de febrero<br />

de 2012 para constatar que algo de esto, al menos, hay<br />

[4]. El número de grandes (inmensas) fortunas pasó de 14 a<br />

16 en España durante 2011, según la revista Forbes. Es decir,<br />

que hay dos personas más aquí cerquita que cuentan con una<br />

fortuna que supera los mil millones de dólares.<br />

Según la ideología neoliberal, la estabilidad monetaria debe<br />

constituir el objetivo supremo de todos los gobiernos. Para lograrla<br />

se hace imprescindible, según explica Perry Anderson<br />

[5], una disciplina presupuestaria, una restricción de gastos<br />

sociales y un incremento del paro: “la restauración de una<br />

llamada tasa natural de desempleo”, es decir, “la creación de<br />

un ejército de reserva de asalariados (batallones de desempleados)<br />

que permita debilitar a los sindicatos”. Los derechos<br />

sociales pasan a ser servicios mercantiles, mientras que el<br />

Estado no es más que un ente ineficaz que no tendría que<br />

hacer nada en la esfera económica.<br />

Con sus diferencias, la ideología de la derecha española que<br />

ahora mismo está en el gobierno tiene mucho que ver con<br />

la del Tea Party estadounidense. Autoridad, religión, patrio-

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