200 | MARZO DE 2009 | EXTRA FAL<strong>LAS</strong> TOROS OPINIÓN Federico Arnás DIRECTOR DE PROGRAMAS TAURINOS (TVE) La estación invernal es propicia a traer al toreo la reflexión necesaria para abordar una nueva temporada, que empezará llegada la primavera, con las primeras ferias en el mes de marzo. En esta ocasión ha habido ecos de fraude, recorte de presupuestos y tijeretazos a las ilusiones de muchos toreros. Frío y calentito invierno Dicen que hemos sufrido el invierno más crudo de los últimos años. Crudo por sus nieves, lluvias, vientos y fríos, y crudo con la crisis económica inscribiendo nombres en los ERES y en las listas del paro. Resulta paradójico que a pesar de las inclemencias haya sido un invierno “calentito”. Tampoco el toreo se ha salvado de los azotes invernales. El gran vendaval lo ha producido un empresario llamado Romero Leal que le ha hecho un agujero con diámetro de socavón a toreros, ganaderos, ayuntamientos y todos aquellos que de una manera directa o indirecta están implicados en el montaje de un festejo taurino. Romero Leal es el Madoff del torero. Un hombre con un oscuro pasado que un día apareció a la sombra de la televisión castellano- manchega para convertirse en uno de los organizadores con mayor volumen de negocio. Su campo de acción eran las plazas menores, pero metió en el capote de la estafa a todos, desde las figuras hasta los modestos. Sus pagarés se han hecho tristemente famosos. Han pasado varios meses desde que se hizo público lo que era un rumor extendido y, que se sepa, ni ha pagado ni podrá cerrar el agujero. Los que le dieron cobijo miran para otro lado. El invierno ha servido para que los empresarios taurinos, al comprobar como pelaban las barbas de los colegas ligados a otros sectores, hayan puesto a remojar las suyas. Basta con ver las notables ausencias en los carteles de las primeras ferias para comprobar que la estrategia está enfocada a recortar presupuestos que es lo mismo que a recortar calidad. Las verdaderas figuras no están dispuestas que les metan los honorarios en el mueco, entre otras razones porque la gran patronal fue cicatera con los toreros más modestos en las recientes épocas de vacas gordas. Se lamentan algunos empresarios de las exigencias de determinadas figuras, intentan que asuman las que entienden sus razones ante la tesitura del momento económico, pero se olvidan que cuando había importantes beneficios fueron incapaces de repartir un poco mejor el pastel de las grandes ferias televisadas con esos toreros que en lugar de exigir tienen que dar las gracias cuando los contratan. En el nuevo y árido paisaje el caso de Miguel Ángel Perera es el más significativo. Posiblemente, en otro momento de mayor bonanza económica, sus pretensiones no se hubiesen encontrado con tantos obstáculos. La temporada que firmó el extremeño en el 2008 le debían de convertir en imprescindible, pero las reglas del juego empiezan a cambiar. No siempre es el toro el que pone a cada uno en su lugar. Hay otro toro en forma de billete que permite que cuelguen de los carteles nombres sin mayor valor que sus comedidos honorarios mientras se deja fuera a los que tratan de traducir en la <strong>Levante</strong> EL MERCANTIL VALENCIANO BERNARDO RODRIGUEZ / EFE moneda lo que ellos entienden que generan. La fórmula que se ha manejado en Valencia, Castellón y Sevilla parece clara. Las empresas han acotado un limitado número de puestos para los más caros y el resto lo han rellanado con La fórmula que se ha manejado en Valencia, Castellón y Sevilla es la de acotar los puestos de los más caros y rellenar el resto con los que no hablan de dinero aquellos que no preguntan por dinero, ganaderías, compañeros y fechas. Es el menú de la crisis. Pese a la atmósfera negativa confían en que las alegrías que genera el ambiente festivo de las ferias facilite el balance de resultados. Lo normal es que se reduzca algo una asistencia que pretenden compensar con rebajas en el presupuesto. Es decir, restar para sumar. Si eso pasa en las ferias de lujo y fantasía es de imaginar el panorama que se presenta en los circuitos más modestos. De momento, los ayuntamientos han metido la tijera en la partida de subvenciones y muchos ni siquiera ha abonado las que habían asignado el año anterior. La morosidad crece en su trapío. Sin embargo, salvo algunas propiedades públicas sensatas, siguen publicándose pliegos de condiciones inviables por el número de festejos exigidos. Plazas que en otros tiempo se hubiesen disputado las grandes empresas como panel de rica miel ven como apenas hay osados que presentan su candidatura. También el invierno ha traído una lógica fusión de las dos asociaciones de toreros existentes sin la ingerencia de los empresarios en su calidad de apoderados. Pese a ello, si escuchamos a los abogados de Protauni y Taura sus filosofías parecen coincidir sólo en aspectos muy concretos. Valga como ejemplo su postura ante el nuevo y absurdo Reglamento Vasco que apenas ha tenido en cuenta la opinión de los profesionales. Unos abogan por el veto y otros por el diálogo. Lo malo es que una vez publicada la norma las soluciones se reducen sensiblemente. Los toreros tienen que poner orden en su desorden, hacer sonar una voz que casi siempre suena de fondo y no en primer plano, acabar con la economía sumergida y adaptarse a unos nuevos tiempos que implican cambios sustanciales en sus planteamientos. Más ética y menos contratos. En contra de lo que opinan otros, creo en La Mesa del Toro que agrupa a todos los estamentos, puede pasar a la ofensiva en los distintos frentes abiertos contra el toreo. Me consta que pese a algunos obstáculos puestos por determinados empresarios que aspiran a que nada ni nadie se mueva, se trabaja con discreción y rigor. El invierno ha sido frío y crudo, pero en el toreo es el mejor tiempo para pensar.
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