La Obra de Dios se fortalece

terton quien afirmó: “Cuando el hombre deja de
creer en Dios, no es que no crea en nada, sino que cree
cualquier cosa”.
El pragmatismo ha venido a debilitar
las verdades absolutas, se basa en las preguntas:
¿me sirve o no me sirve?, ¿me funciona
o no me funciona? No se pregunta
si es malo o bueno, si es verdad o mentira,
y de ésta forma lo ético y los principios
quedan sujetos a lo útil y a los resultados.
Motiva el egocentrismo ya que se centra en
el “yo” de la persona, donde la realización
y satisfacción del ego priman por encima
de todo.
El sentido de querer satisfacer los deseos
inmediatamente, en donde el mañana
y el futuro no importan, basados en la
frase célebre de los epicúreos latinos “vive
el día”, es lo que ha provocado la caída estrepitosa
de los valores morales y la vida
espiritual, donde no importa las consecuencias
del mañana, donde solo importa
satisfacer las necesidades o deseos del momento.
Esto ha hecho que el hombre le dé
rienda suelta a sus pasiones.
Otro de esos dioses es el relativismo, y
se refiere a la idea de que todo es igual, lo
verdadero y lo falso, lo sagrado y lo profano,
lo admirable y lo dañino. Lo que
es bueno para unos puede ser malo para
otros, pero ambos tienen la razón y ambas
posturas merecen respeto y aceptación. Un
buen ejemplo de esto es el aborto, el homosexualismo,
el consumismo, entre otros.
Jesús dijo: “Vosotros sois la sal de la tierra…” Todavía
hay gente que puede vivir en santidad,
en pureza, que es capaz de resistir las
pasiones y deseos carnales.
El número 50 es muy representativo en
las Sagradas Escrituras. A los 50 días después
de la resurrección, Dios le otorgó el
Espíritu Santo a la Iglesia. Cada 50 años
se celebraba el Jubileo, fiesta judía, donde
las deudas son perdonadas y los esclavos
liberados. Celebramos 50 años, un buen
momento para reflexionar, y saber que el
Señor ha sido fiel y nunca nos ha desamparado.
Sin embargo, no podemos ignorar
las maquinaciones de nuestro adversario,
pero también es cierto que si Dios continua
con nosotros el enemigo no podrá hacernos
daño.
“Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo…
que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera
de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia
y doctrina. Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la
sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán
maestros conforme a sus propias concupiscencias,
y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas.
Pero tú sé sobrio en todo, soporta las aflicciones, haz obra
de evangelista, cumple tu ministerio.” (2 Timoteo 4:1-
5). Amén u
junio 2013 19