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tú, es del ministerio. Le ayudó a levantarse, lo condujo hasta el<br />
despacho y le dio el auricu<strong>la</strong>r. La conversación fue rápida. El ministerio<br />
quería saber <strong>la</strong> identidad de los pacientes que habían estado el día<br />
anterior en su consultorio, el médico respondió que en sus respectivas<br />
fichas clínicas figuraban todos los elementos de identificación, el<br />
nombre, <strong>la</strong> edad, el estado civil, <strong>la</strong> profesión, el domicilio, y terminó<br />
dec<strong>la</strong>rándose dispuesto a acompañar a <strong>la</strong> persona o personas que<br />
fuesen a recogerlos. Del otro <strong>la</strong>do, el tono fue cortante, No lo<br />
necesitamos. El teléfono cambió de mano, <strong>la</strong> voz que salió de él era<br />
diferente, Buenas tardes, hab<strong>la</strong> el ministro, en nombre del Gobierno le<br />
agradezco su celo, estoy seguro de que gracias a <strong>la</strong> rapidez con que<br />
usted ha actuado vamos a poder circunscribir y contro<strong>la</strong>r <strong>la</strong> situación,<br />
entretanto, haga el favor de permanecer en su casa. Las pa<strong>la</strong>bras<br />
finales fueron pronunciadas con expresión formalmente cortés, pero<br />
no dejaban <strong>la</strong> menor duda <strong>sobre</strong> el hecho de que eran una orden. El<br />
médico respondió, Sí, señor ministro, pero ya habían colgado.<br />
Pocos minutos después, otra voz al teléfono. Era el director<br />
clínico del hospital, nervioso, hab<strong>la</strong>ndo atropel<strong>la</strong>damente, Ahora<br />
mismo acabo de recibir información de <strong>la</strong> policía de que hay dos casos<br />
más de <strong>ceguera</strong> fulminante, Policías, No, un hombre y una mujer, a él<br />
lo encontraron en <strong>la</strong> calle, gritando que estaba ciego, y el<strong>la</strong> estaba en<br />
un hotel cuando perdió <strong>la</strong> vista, una historia de cama, según parece,<br />
Es necesario averiguar si se trata también de enfermos míos, sabe<br />
cómo se l<strong>la</strong>man, No me lo han dicho, Del ministerio han hab<strong>la</strong>do ya<br />
conmigo, van a ir al consultorio a recoger <strong>la</strong>s fichas, Qué situación,<br />
Dígamelo a mí. El médico colgó el teléfono, se llevó <strong>la</strong>s manos a los<br />
ojos, allí <strong>la</strong>s dejó como si quisiera defenderlos de males peores, al fin<br />
exc<strong>la</strong>mó sordamente, Qué cansado estoy, Duerme un poco, te llevaré<br />
hasta <strong>la</strong> cama, dijo <strong>la</strong> mujer, No vale <strong>la</strong> pena, no podría dormir,<br />
además, todavía no se ha acabado el día, algo más va a ocurrir.<br />
Eran casi <strong>la</strong>s seis cuando sonó el teléfono por última vez. El<br />
médico estaba sentado al <strong>la</strong>do, levantó el auricu<strong>la</strong>r, Sí, soy yo, dijo,<br />
escuchó con atención lo que le estaban diciendo, y sólo hizo un leve<br />
movimiento de cabeza antes de colgar. Quién era, preguntó <strong>la</strong> mujer,<br />
Del ministerio, viene una ambu<strong>la</strong>ncia a buscarme dentro de media<br />
hora, Eso era lo que esperabas que ocurriera, Más o menos, sí,<br />
Adónde te llevan, No lo sé, supongo que a un hospital, Te voy a<br />
preparar <strong>la</strong> maleta, algo de ropa, No es un viaje, No sabemos qué es.<br />
Lo llevó con cuidado hasta el dormitorio, lo hizo sentarse en <strong>la</strong> cama,