You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
50<br />
doctor le dijera si tenía una opinión formada <strong>sobre</strong> <strong>la</strong> enfermedad, No<br />
creo que, propiamente, se le pueda l<strong>la</strong>mar enfermedad, comenzó<br />
precisando el médico, y luego, simplificando mucho, resumió lo que<br />
había investigado en los libros antes de quedarse ciego. Unas camas<br />
más allá, el taxista escuchaba atentamente, y, cuando el médico<br />
terminó su re<strong>la</strong>to, dijo desde lejos, Apuesto que lo que ha ocurrido es<br />
que se han atascado los canales que van de los ojos a <strong>la</strong> sesera, Qué<br />
animal eres, dijo el dependiente de farmacia, Quién sabe, el médico<br />
sonrió sin querer, realmente, los ojos no son más que unas lentes,<br />
como un objetivo, es el cerebro quien realmente ve, igual que en una<br />
pelícu<strong>la</strong> <strong>la</strong> imagen aparece, y si esos canales se han atascado, como<br />
dice aquí el señor, Eso es lo mismo que un carburador, si <strong>la</strong> gasolina<br />
no consigue llegar, el motor no trabaja y el coche no anda, Nada más<br />
sencillo, como ve, dijo el médico al dependiente de farmacia, Y cuánto<br />
tiempo cree usted, doctor, que vamos a seguir aquí, preguntó <strong>la</strong><br />
camarera de hotel, Por lo menos mientras estemos sin ver, Y cuánto<br />
tiempo será eso, Francamente, no creo que lo sepa nadie, Y es algo<br />
pasajero o va a ser para siempre, Ojalá lo supiera yo. La camarera<br />
suspiró y, pasados unos momentos, dijo También me gustaría a mí<br />
saber qué fue de aquel<strong>la</strong> chica, Qué chica, preguntó el dependiente de<br />
farmacia, La del hotel, qué impresión me hizo ver<strong>la</strong> allí, en medio del<br />
cuarto, desnuda como vino al mundo, no llevaba más que unas gafas<br />
oscuras puestas, y venga a gritar que estaba ciega, lo más seguro es<br />
que fuera el<strong>la</strong> <strong>la</strong> que me pegó <strong>la</strong> <strong>ceguera</strong> a mí. La mujer del médico<br />
miró, vio a <strong>la</strong> chica quitarse <strong>la</strong>s gafas oscuras lentamente, disimu<strong>la</strong>ndo<br />
el movimiento, luego <strong>la</strong>s metió debajo de <strong>la</strong> almohada mientras<br />
preguntaba al niño estrábico, Quieres otra galleta. Por primera vez<br />
desde que entraron allí, <strong>la</strong> mujer del médico se sintió como si estuviera<br />
detrás de un microscopio observando el comportamiento de unos<br />
seres que ni siquiera podían sospechar su presencia, y esto le pareció<br />
súbitamente indigno, obsceno, No tengo derecho a mirar si los otros<br />
no me pueden mirar a mí, pensó. Con mano trému<strong>la</strong>, <strong>la</strong> muchacha<br />
estaba poniéndose unas gotas de colirio. Así siempre podría decir que<br />
no eran lágrimas lo que brotaba de sus ojos.<br />
Cuando, horas después, el altavoz anunció que se podía ir a<br />
recoger <strong>la</strong> comida del mediodía, el primer ciego y el taxista se<br />
presentaron voluntarios para una misión en <strong>la</strong> que los ojos no eran<br />
indispensables, bastaba el tacto. Las cajas estaban lejos de <strong>la</strong> puerta<br />
que unía el zaguán con el corredor, para encontrar<strong>la</strong>s tuvieron que