Entrevista Esposito - Herder Editorial
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la frlosofia no deba trabajar por una nueva idea de democracra,<br />
por una bropolitica democrátrca o una democracra bropolitica.<br />
Sino que, para hacerlo, debe renunciar al vre¡o léxrco polítrco de<br />
la soberanía, de ia representacióny de ios derechos indrvrduales,<br />
y construir un nuevo lenguaje, tanto {rlosófico como político.<br />
El problema teológiccpolitico recorre su obra de pnnctpto a<br />
fin. Usted ha propuesto alguna vez como desideratum (quzá<br />
¡mposrble) "salir del léx¡co teológtco-político, y ha apuntado a<br />
la pugna entre los monoteísmos como una verdadera desdicha.<br />
Pero tambrén ha sugerrdo que el monoteísmo secular¡zado<br />
no es mejor que sus predecesores. St alguten sostuviese<br />
que el la¡c¡smofic¡al de las sociedades ltberales t¡ene mucho<br />
de teologÍa política reprimida, ¿cómo juzgarÍa semejante<br />
afirmacrón?<br />
La juzgaria muy digna de ser tomada en serio. La secularizacróno<br />
qurere decir la ehminacrón del núcleo teológico, sino su transvaloración<br />
dentro de otro lenguaje. Como Carl Sehmitt ha explicado<br />
con acrerto, todos los conceptos politicos actuales trenen un<br />
origen teológrco, pues derivan del concepto de soberanía. Y diria<br />
más todavía, el problema actual -el que apresuradamente ha recibido<br />
el nombre de >- es precisa,<br />
mente el resultado de la secularrzación, es decir de la polrtrzacrón,<br />
de Ia idea de monoteismo. En su origen hay un paralehsmo entre<br />
un único Dios y un único soberano. Mientras los monoteísmos<br />
religiosos a veces conservan tesoros de esprrituahdad (si bren de<br />
diferente manera), los monoteísmos políticos conducen necesariamente<br />
al enfrentamiento, pues creen que pueden, e rncluso<br />
deben, imponer su propra verdadr en el caso del fundamentalismo<br />
islámieo, la verdad escnta en el Corán; en el caso del fundamentalismo<br />
secularizad occidental, la verdad del dinero y de la<br />
potencia tecnológica. De este modo, a una verdad Ilena responde<br />
una verdad vacia, pero ambas se consideran como la única verdad<br />
a la que todo el mundo debe someterse. EI resultado de este estado<br />
de cosas no puede ser otro que la guerra.<br />
Creo que hoy ya no es posibre salir del<br />
horizonte, simbólico y mateúat, de la<br />
vida. La vida es e, ttascendental -la categoría<br />
constitutiva de la que rcsultan<br />
todas las demás- de nuesfio tiempo,<br />
La teología polítrca parece fundarse en una (matr¡z monoteÍsta"<br />
de lo políttco, pero qu¡zás algunos aspectos de su pensamiento<br />
podrian ser reinterpretados en el seno de una matnz<br />
trinitaria. Porque la Trinrdad parece cons¡stir en un Dios que<br />
se personal¡za, es decir, se esc¡nde en personas, sacr¡f¡cando<br />
a una (es decir, disponiendo de ella) para rnmunizar a la<br />
human¡dad. ¿No es, en suma, la Salvación una ¡nmun¡dad<br />
definitiva y no es la Trinidad el espac¡o de violencia en el que<br />
esa inmunidad se prepara? Alguien podrÍa entretenerse con<br />
la hipótesrs de que un monoteísmo estr¡cto quizá habrÍa sido<br />
menos sangnento...<br />
Ésta es una interpretación muy inteligente, pero tambrén un poco<br />
arbitrarra de mrs textos. Es verdad que, de adoptarse el paradigma<br />
rnmunrtario, se podría llegar a sostener lo que usted afirma; por<br />
otro lado, el esquema dialéctico ternario asume ya una función<br />
inmunitaria en Hegel, en el sentido que usted mismo rndica. Pero<br />
se podria sostener tambrén la tesis opuesta, como hizo Erik Peter -<br />
son en su discusión con Carl Schmitt, y afirmar que el cristianismo<br />
es el único monoteísmo que no puede traducirse en térmrnos<br />
ttilNERVA 12.O9<br />
políticos de soberanía absoiuta, precisamente porque se funda<br />
en el Tres y no en el Uno. Se podria sostener, prosigurendo por<br />
esta vía -rmplícrta en algunos textos de Agustín , que la Trrnidad<br />
desplaza el modeio personahsta hacra la tercera persona. Aunque<br />
esta no es la tesis gue he plantead,o enTercera persona. Digamos<br />
que es un tema de extrema importancia sobre el que todavia no he<br />
reflexionado lo sufrciente y que está abierto a hrpótesis diversas<br />
e incluso contrapuestas. Espero podervolver sobre él de manera<br />
más detallada en un próximo trabalo.<br />
Usted ha señalado, de manera tan elegante como explostva,<br />
que "el liberalismo da la vuelta a la perspectiva nazi, transfiflendo<br />
la propiedad del cuerpo del Estado al Ind¡viduo, pero<br />
dentro del m¡smo léxico biopolít¡co,. Es fácil creer que el lenguaje<br />
de los derechos Inmunrza contra toda aberraclón totalitaria,<br />
pero usted ha llamado la atención sobre las consecuencias<br />
tenebrosas que se siguen de cierta bioét¡ca liberal. Uno<br />
tiene la sospecha de que cualquier polítlca ttene que fundarse<br />
hoy en la apelación a los derechos (que se han convertido en<br />
una suerte de metalenguaje untversal) y de que, por tanto,<br />
esta apelación no constituye ya ningún freno de la barbarie.<br />
Aunque qurzá sea éste un dtagnóst¡co demasiado pesimtsta...<br />
He partrdo de una hrpótesrs sugerrda por Foucault, a saber, ia idea<br />
de que, al contrario que Ia democracia, tanto el nazismo como el<br />
hberalismo nacen en un horizonte bropolítico. Como es natural,<br />
de formas opuestas y con efectos absolutamente diferentes. En el<br />
momento en que se da por hecho que el cuerpo está a disposición<br />
de Ia persona que Io habrta (quren puede por tanto suprimirlo,<br />
venderlo, desfigurarlo y demás), nos encontramos en un ámbito<br />
bien diferente del nazr, para el cual el cuerpo individual, como<br />
el cuerpo mismo de la comumdad alemana, pertenece al Estado.<br />
Sin embargo, también el liberalismo separa la vida de sí mrsma,<br />
sometiéndola al dominio de la persona. No sólo eso, srno que<br />
además, en sus últrmos resultados , distingue entre<br />
unos seres humanos de rango personal y otros desprovistos de las<br />
caracteristicas de la persona, poniendo a estos últlmos a disposr -<br />
ción de los prrmeros. En cuanto a los derechos considerados unr -<br />
versales, observo que estos siempre han sido atnbuidos a algunos<br />
más bren que a otros y que incluso cuando, en el plano teórico, se<br />
atribuyen a todos, resultan siempre inefectrvos. Lo cual no quie.<br />
re decir que debamos, nr siquiera que podamos, desentendernos<br />
de Ia noción de : ninguna sociedad podria renuncrar<br />
a ella srn autodestruirse. Sólo signifrca que debemos huir de la<br />
rndiscrrminada apologia de los derechosy repensarlos profundamente,<br />
tanto en su defrnición como en sus efectos.<br />
Al igual que nadre se atrevería a montar un discurso polÍt¡co<br />
que presc¡ndiera del lenguaje de los derechos, serÍa ¡nconcebrble<br />
pronunciarsen contra de la calidad de v¡da o en contra<br />
del bienestar. Ar¡stóteles habló de la coinctdenc¡a entre el eu<br />
zén o "blen vivir, y el eu pñttein o "bien obrar,, mientras que<br />
la ideologÍa contemporánea parece haber reducldo lo segundo<br />
a la forma más rudimentaria y desnuda de lo primero. El<br />
polÍtico se presenta meramente como un gestor de la calidad<br />
de vida del súbdito y la mala política no es más que la mala<br />
gestrón del b¡enestar. Usted ha abogado, sin embargo, por<br />
una recuperación positiva de la relación entre (vida, y (política".<br />
¿Pero no ocurrirá que el concepto mismo de "vida,<br />
en su uso polít¡co está, por hablar en lenguaje inmunitaflo,<br />
infectado? ¿No habrá pasado a ser, sobre todo, una suerte de<br />
obstáculo conceotual?<br />
Y, efectivamente, así ha sido durante mucho tiempo. Al menos<br />
a lo largo de todo el siglo )o( -pero también antes- Ia referen-