Entrevista Esposito - Herder Editorial
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ó8<br />
MINERVA I2.O9<br />
los derechos y el ensayismo de baja Intensidad cast agota el<br />
panorama. ¿Creequeestasantalianzaserá duradera?¿Es-<br />
tamos condenados a que éste sea el parad¡gma hegemónico<br />
en los próx¡mos vernticinco años como en gran medida ha<br />
llegado a serlo ya?<br />
Su obra es, sin duda ntnguna, de las más destacadas de<br />
la filosofÍa europea contemporánea y combrna la atencrón a<br />
las grandes cuestiones de la polítrca con una reoa vocacrón<br />
teorética y especulativa. En crerto modo, como usted mrsmo<br />
sugrere algunas veces, su ub¡caclón en el mapa del pensamiento<br />
actual no es senc¡lla de descrrbir y qurzá no sea un frlósofo<br />
bren acomodado en ras coordenuou. nuo,rulllll rloue<br />
A decrr verdad no tengo esta rmpresión' En Amérrca Latina' por<br />
rerac¡ones de firracrón, de parentesco o ou.onr,,.iJ,i;;"";;; e¡emplo' Ios frlos,ofls':,1:p::t * 1i111:: y.lti:lt:d::,""<br />
pueden estabrecerse entre su obra y<br />
'::<br />
ras erandes cornentes ::" fl:"i-',lt: 1lilll::l : i:iTi:llillil ""l 1"i. "?lll<br />
der pensamrento contemporáneo?<br />
unldos' donde la nlosorra analrtlca es lambren ra nlosorla onclal<br />
de los departamentos de frlosofia, detecto un enorme interés por<br />
el pensamiento continental, sobre todo francés e rtaiiano. Inclu-<br />
so tengo la sensación de que la frlosofía analítrca atraviesa una<br />
crrsrs cada vez mayor de público y de interésr está encajonada en<br />
grros académicos muy restnngidos,<br />
entre autores que prácticamente sólo<br />
hablan entre si. En todo el mundo, a<br />
la conferencia de un hlósofo analítrco<br />
apenas acuden una veintena de personas.<br />
mientras que a una conferencra<br />
de Negri, Sloterdijk o Badiou van<br />
centenares o a veces hasta millares.<br />
En efecto, toda mr obra filosófrca se srtúa en la linea que une y a Ia<br />
vez distingue a Ia frlosofía y a la política. La fllosofia no es lo mis -<br />
mo que Ia polítrca y viceversa, pero una no es posrble srn la otra.<br />
Una frlosofía que no se planteara la<br />
cuestión de la relación entre los hom-<br />
felado<br />
tal. El punto de unión. y de tensrón,<br />
---;<br />
-.-:<br />
entrefrlosofíaypolítrca.."tl"p"r"" etnia, de SeXO, de edadpor<br />
en la categoría de historicidad y, Sultan baStante máS Si$nifi'<br />
el otro, en la de vida. Desdeste CatiVaS q6e ta9 Semejan¿ag. No por casualidad Ias princrpales editoriales<br />
apuntan hacia los contrnenta punto de vista, los autores contemporáneos<br />
que más me han iniluido,<br />
Ies en una medida mucho mavor que<br />
aunque de maneras bien drferentes, son Nletzsche, Heidegger hacia los analíticos. Una vez dicho esto, no creo que sea útil alzar<br />
y Foucault. Pero mr interés por la relación frlosófica entre vida, una barrera insuperable entre ambos campos. Es posible -y también<br />
historiay politica deriva también de la friosofia italiana que se dio<br />
necesario- que los autores más inteligentes procedentes de<br />
entre Maquiavelo y Vico.<br />
los dos ámbitos abran un drálogo. Lo importante es no rebajar el<br />
nrvel, la cahdad ni la rntensidad de la rnterrogación frlosófica a<br />
causa de exigencias marcadas por Ia moda o por la simplifrcación<br />
En el prefac¡o a la segunda edtctón de Categorías de lo ¡mpodel<br />
mensaje.<br />
/ítíco habla de algunas circunstancias que rodearon a la apancrón<br />
de este lrbro en 1988. Antes de él ya habÍa pubhcado<br />
por lo menos otros tres, sobre Maquravelo, Vico y Rousseau. Alguna vez se ha referido a su obra como un conjunto de ¡ntentos<br />
Desde la perspectrva de 2009, ¿qué balance hace de sus prrmeras<br />
de sorprender a los conceptos por la espalda en lugar<br />
obras?, ¿qué rasgos de su formación ¡ntelectual cree de examrnarlos de frente, conforme a sus usos más frecuentes<br />
que han srdo más relevantes en su pensamrento?<br />
y bien establecrdos. Y ha drcho que en el ¡nter¡or de las<br />
palabras se produce a veces *un verdadero conflicto por la<br />
Desde crerto punto de vlsta se trata de textos no del todo maduros<br />
conquista del srgnificado más intenso,, una (guerra Inter¡orD<br />
todavía, sr bien en Ord¿ny conflicto, de r984, hay algunos ensayos<br />
que hace a las palabras<br />
que, como el dedicado a Maquiavelo y Hobbes, conservan una<br />
"irreductibles a la linealidade su<br />
cierta vigencia. Desde otro punto de vista, me parece que estos h - signrficado superficial,. Es verdad: muchas partes de su obra<br />
bros -y son una suerte de rescate de sign¡f¡cados perdidos extraviados.<br />
Por acudrr al ejemplo más decisivo: el sentido que, se-<br />
los autores a los que se refieren- antrcipan algunos de los<br />
temas que he tratado posteriormente. Maquiavelo, por ejemplo,<br />
gún usted, toma el munus en la comrnunitas y la ¡mmun¡tas.<br />
desempeña un papel importante en Ia teorizacrón de Ia categoría<br />
Pero lo oue llamamos actualrdad ourzá sea sobre todo una<br />
de lo : de hecho constituye su rnversión, por asi decir,<br />
aunque tambrén su supuesto previo. Además, tanto Maquiave - suma de conceptos o un diccionar¡o. Y acaso el pensamiento<br />
consrsta, antes que nada, en revisar drásticamente algunas<br />
lo como Vico, al igual que Giordano Bruno, situan en el centro de<br />
su propra obra la categoría de vida. En ellos -al entradas importantes de ese diccionari oficial. S¡ lo anterior<br />
igual que en buena<br />
es c¡erto, su obra tiene algo de inactual (o de intempestivo),<br />
parte de la frlosofía itahana- filosofía, politica e historia adqureren<br />
en un sentido que podrÍa parangonarse con su concepto de<br />
relevancia preclsament en su relación rndisoluble con Ia categoría<br />
lo impolítico. ¿Cree que entre la polÍtica y la hrstoria podrÍa<br />
de vida. En este sentido puedo decir que, cuando comencé a trabajar<br />
sobre la biopolítrca, Ilevabaya sobre mis hombros una referen-<br />
hallarse una rcíz común a partir de la cual pudieran emparentarse<br />
lo impolítrco y lo inactual o ¡ntempestivo?<br />
cia rmplícrta a aquel período del pensamrento rtahano. El tema del<br />
conflicto -entendido como confrontacróny enfrentamiento vitaltambién<br />
nace de la lectura de Maquiavelo, así como el de la rela-<br />
Creo que todas las grandes palabras de Ia tradición llevan en su<br />
fondo algo latente, algo que no emerge a Ia superficie a primera<br />
ción critica entre histona y ongen surge del encuentro con Vico.<br />
vista. En ellas a veces se confrontan -y también se enfrentan*<br />
sig:nifrcados contradictorios, como por otra parte saben bien los<br />
En áreas cada vez mayores de la Europa llamada contrnental grandes lingüistas. Por eso es preciso realizar un largo y paciente<br />
y desde luego en España e Hispanoamér¡ca (donde, sin embargo,<br />
trabajo de excavación de tipo a lavez filológico, etimológico yfilo-<br />
gran parte de su obra ha sido traducida y muy leÍda), só{rco. La experiencia de Heidegger es, en este sentido, ejemplar.<br />
la reflexión filosófica sobre la política adopta crecrentemente Pero ya Vico trabajaba de esta manera con resultados a menudo<br />
modelos anglosajones y una entonación predom¡nantemente extraordinarios, aun cuando no siempre frables. La misrna idea<br />
normatrva. La suma de las étrcas aplrcadas, la filosofía polÉ de genealo$a, adoptada por Nietzsche y después por Foucault, va<br />
tica edrf¡cante, la retór¡ca de las identidades, la ¡nflac¡ón de en una dirección parecida. Para ambos el significado se estratifrca<br />
bres -de\acommunrtas,<br />
en el sentido En el horizonte biopolítico en<br />
amplio y complelo que he dado a esta et q¡e ViVimOS ya desde haCe<br />
expresrón- no podria .",1.11:11i:: tiempo, Ias diferencias -de
CBA<br />
en planos irreducibles los unos a los otros. El mismo signifrcado<br />
de m,unus -hoy prácticamente desaparecido de la idea contempo -<br />
ránea de , al menos hasta que yo mismo lo hiciera<br />
reaparecer- es cualquier cosa menos unívoco: se constituye en la<br />
confluencia entre tres significados diferentes, aunque relacio<br />
nados, que son el de , el de y e1 de . Que<br />
existe una relación entre el concepto de , en el sentido<br />
nietzscheano, y e1 de (también tomado de Nietzsche)<br />
es evidente: se trata en ambos casos de romper 1a corleza de<br />
la superfrcie para llegar hasta una capa más profunda e invisible<br />
al ojo desnudo. Usted capta muy bien los nexos internos de mi<br />
obra, también porque en sus propios trabajos, que conozco bien,<br />
advierto a menudo una sensibilidad parecida y sus problemas no<br />
están lejos de aqueilos que también yo trato de plantear.<br />
Aunque su obra es una suerte de asalto furtivo a los conceptos,<br />
en alguna ocasión se ha esforzado por distingu¡r lo<br />
conceptual de lo efectivo o real. Ha hablado, por ejemplo, de<br />
un "espacio del pensamiento" que a veces puede "anticipar<br />
lo que está ocurriendo y, a largo plazo, ¡nfluir en ello", o de la<br />
autoprotección como una bisagra en torno a la cual se construye<br />
*tanto la práctica efectiva como el imaginario de una civilización",<br />
o de un "retorno a la persona" que constituye (una<br />
respuesta floja, tanto en el plano histórico como en el concep<br />
tual,? Pero si esos dos planos son netamente distinguibles,<br />
¿qué relaciones mantienen? ¿Qué es cada uno para el otro?<br />
Cuando pensamos, ¿estamos condenados a pensar sólo en<br />
la mitad de cada cosa, dejando la otra mitad por impensable?<br />
En primer lugar hay que distinguir entre el concepto clásico.de<br />
democraciay, después. entre este últimoylos<br />
69<br />
regimenes actuales<br />
que se autodehnen como democráticos. Mientras que la primera<br />
diferencia es evidente, la segunda está sujeta a diversas interpre -<br />
tacrones. Hay quien considera que hoy estamos frente a un simple<br />
défrcit de democracia, frente a un defecto o un limrte superable.<br />
Yo, personalmente, sostengo que la democracia, en el sentido es<br />
pecífico de un régrmen basado en la igualdad entre ciudadanos<br />
que son capaces de aufogobernarse mediante su elección voluntaria<br />
y racional, terminó en los años treinta del siglo pasado y no<br />
se ha u¡elto a dar. Naturalmente, esto no significa que se hayan<br />
visto menoscabadas ias instrtuciones formales de la democracra,<br />
el parlamento, los partidos, las elecciones. Pero si han srdo totalmente<br />
vaciadas e invertidas respecto de su sentido orrginario.<br />
Asi, la representación lrappresentanzal en el sentido de delegación<br />
se ha convertido en la representaciónlrappresentaztone),<br />
el sentido teatral, o más bien televisivo, de la expresión, la identidad<br />
entre gobernantes y gobernados se ha transformado en la<br />
identificación mimética con el líder de turno; y 1a voluntad del<br />
pueblo soberano se ha convertido en populismo. Por otra parte.<br />
en el horizonte biopolitico en el que vivimos ya desde hace tiem<br />
po, las diferencias -de etnia, de sexo, de edad- resultan bastante<br />
más signrfrcativas que las semejanzas. Lo cual no qurere decir que<br />
en<br />
En el fondo, es la misma relación que se establec entre filosofiay<br />
política, aun no siendo inmedratamente po1ítica 1 siendo incluso<br />
en cierto sentido impolítica , 1a hlosofía siempre trene un efecto<br />
que, a corto o a largo plazo, también es politico. Existe un concepto<br />
de 1a tradición occidental, un concepto empleado por vez primera<br />
por Aristóteles y después por otros autores (sobre todo en Italia<br />
y en Alemania), que remite precisamente a la indistingurbilidad<br />
entre conocimiento y realidad, entre suJeto y objeto. Se trata del<br />
concepto de , entendido como una forma de teoría que<br />
modifica el objeto, y también al sujeto, del conocimiento. Di<br />
cho concepto tiene a su vez un precedente nada menos que en la<br />
concepción viciana delverum-factum, es decir, en 1a idea de que<br />
e1 hombre puede conocer aquella realidad de la que é1 mismo es<br />
autor. A todo esto -aunque naturalmente en un léxico profundamente<br />
diferente se le puede asociar la categoría, empleada por<br />
Foucault, de . Yo mismo, enTercera persono, sostengo<br />
que el de , más que un simple concepto, es un<br />
verdadero dispositivo, es decir, algo que produce un efecto determinado<br />
(en e1 caso de ia persona, un efecto de separación, en el<br />
interior del géne¡o humano así como del individuo singular, entre<br />
una parte racional y voluntaria, personal precisamente, y una cor<br />
pórea de carácter animal sometida al dominio de la primera).<br />
Usted ha hablado de un "déficit de profundidad y de sustancia<br />
de la idea politológica de la democracia,, un vrcio que vendría<br />
a oponerse al (espesor semántico, de la comunidad. Muy a<br />
menudo se t¡ene la sospecha -reprimlda pero recurrente- de<br />
que el pensamiento antidemocrático ha sido siempre filosóficamente<br />
más rico y profundo que el democrático. Es más:<br />
no está claro que los buenos regímenes políticos tengan que<br />
producir buena filosofía. Esta endeblez de la democracia por<br />
el lado conceptual, ¿t¡ene efectos en el otro plano, en el de<br />
"lo que está ocurriendo'? Alguren como Richard Rorty diría<br />
que no, y que a la democracra no le hace falta filosofía, pero<br />
t¡endo a creer que usted no piensa lo mismo.
70<br />
la frlosofia no deba trabajar por una nueva idea de democracra,<br />
por una bropolitica democrátrca o una democracra bropolitica.<br />
Sino que, para hacerlo, debe renunciar al vre¡o léxrco polítrco de<br />
la soberanía, de ia representacióny de ios derechos indrvrduales,<br />
y construir un nuevo lenguaje, tanto {rlosófico como político.<br />
El problema teológiccpolitico recorre su obra de pnnctpto a<br />
fin. Usted ha propuesto alguna vez como desideratum (quzá<br />
¡mposrble) "salir del léx¡co teológtco-político, y ha apuntado a<br />
la pugna entre los monoteísmos como una verdadera desdicha.<br />
Pero tambrén ha sugerrdo que el monoteísmo secular¡zado<br />
no es mejor que sus predecesores. St alguten sostuviese<br />
que el la¡c¡smofic¡al de las sociedades ltberales t¡ene mucho<br />
de teologÍa política reprimida, ¿cómo juzgarÍa semejante<br />
afirmacrón?<br />
La juzgaria muy digna de ser tomada en serio. La secularizacróno<br />
qurere decir la ehminacrón del núcleo teológico, sino su transvaloración<br />
dentro de otro lenguaje. Como Carl Sehmitt ha explicado<br />
con acrerto, todos los conceptos politicos actuales trenen un<br />
origen teológrco, pues derivan del concepto de soberanía. Y diria<br />
más todavía, el problema actual -el que apresuradamente ha recibido<br />
el nombre de >- es precisa,<br />
mente el resultado de la secularrzación, es decir de la polrtrzacrón,<br />
de Ia idea de monoteismo. En su origen hay un paralehsmo entre<br />
un único Dios y un único soberano. Mientras los monoteísmos<br />
religiosos a veces conservan tesoros de esprrituahdad (si bren de<br />
diferente manera), los monoteísmos políticos conducen necesariamente<br />
al enfrentamiento, pues creen que pueden, e rncluso<br />
deben, imponer su propra verdadr en el caso del fundamentalismo<br />
islámieo, la verdad escnta en el Corán; en el caso del fundamentalismo<br />
secularizad occidental, la verdad del dinero y de la<br />
potencia tecnológica. De este modo, a una verdad Ilena responde<br />
una verdad vacia, pero ambas se consideran como la única verdad<br />
a la que todo el mundo debe someterse. EI resultado de este estado<br />
de cosas no puede ser otro que la guerra.<br />
Creo que hoy ya no es posibre salir del<br />
horizonte, simbólico y mateúat, de la<br />
vida. La vida es e, ttascendental -la categoría<br />
constitutiva de la que rcsultan<br />
todas las demás- de nuesfio tiempo,<br />
La teología polítrca parece fundarse en una (matr¡z monoteÍsta"<br />
de lo políttco, pero qu¡zás algunos aspectos de su pensamiento<br />
podrian ser reinterpretados en el seno de una matnz<br />
trinitaria. Porque la Trinrdad parece cons¡stir en un Dios que<br />
se personal¡za, es decir, se esc¡nde en personas, sacr¡f¡cando<br />
a una (es decir, disponiendo de ella) para rnmunizar a la<br />
human¡dad. ¿No es, en suma, la Salvación una ¡nmun¡dad<br />
definitiva y no es la Trinidad el espac¡o de violencia en el que<br />
esa inmunidad se prepara? Alguien podrÍa entretenerse con<br />
la hipótesrs de que un monoteísmo estr¡cto quizá habrÍa sido<br />
menos sangnento...<br />
Ésta es una interpretación muy inteligente, pero tambrén un poco<br />
arbitrarra de mrs textos. Es verdad que, de adoptarse el paradigma<br />
rnmunrtario, se podría llegar a sostener lo que usted afirma; por<br />
otro lado, el esquema dialéctico ternario asume ya una función<br />
inmunitaria en Hegel, en el sentido que usted mismo rndica. Pero<br />
se podria sostener tambrén la tesis opuesta, como hizo Erik Peter -<br />
son en su discusión con Carl Schmitt, y afirmar que el cristianismo<br />
es el único monoteísmo que no puede traducirse en térmrnos<br />
ttilNERVA 12.O9<br />
políticos de soberanía absoiuta, precisamente porque se funda<br />
en el Tres y no en el Uno. Se podria sostener, prosigurendo por<br />
esta vía -rmplícrta en algunos textos de Agustín , que la Trrnidad<br />
desplaza el modeio personahsta hacra la tercera persona. Aunque<br />
esta no es la tesis gue he plantead,o enTercera persona. Digamos<br />
que es un tema de extrema importancia sobre el que todavia no he<br />
reflexionado lo sufrciente y que está abierto a hrpótesis diversas<br />
e incluso contrapuestas. Espero podervolver sobre él de manera<br />
más detallada en un próximo trabalo.<br />
Usted ha señalado, de manera tan elegante como explostva,<br />
que "el liberalismo da la vuelta a la perspectiva nazi, transfiflendo<br />
la propiedad del cuerpo del Estado al Ind¡viduo, pero<br />
dentro del m¡smo léxico biopolít¡co,. Es fácil creer que el lenguaje<br />
de los derechos Inmunrza contra toda aberraclón totalitaria,<br />
pero usted ha llamado la atención sobre las consecuencias<br />
tenebrosas que se siguen de cierta bioét¡ca liberal. Uno<br />
tiene la sospecha de que cualquier polítlca ttene que fundarse<br />
hoy en la apelación a los derechos (que se han convertido en<br />
una suerte de metalenguaje untversal) y de que, por tanto,<br />
esta apelación no constituye ya ningún freno de la barbarie.<br />
Aunque qurzá sea éste un dtagnóst¡co demasiado pesimtsta...<br />
He partrdo de una hrpótesrs sugerrda por Foucault, a saber, ia idea<br />
de que, al contrario que Ia democracia, tanto el nazismo como el<br />
hberalismo nacen en un horizonte bropolítico. Como es natural,<br />
de formas opuestas y con efectos absolutamente diferentes. En el<br />
momento en que se da por hecho que el cuerpo está a disposición<br />
de Ia persona que Io habrta (quren puede por tanto suprimirlo,<br />
venderlo, desfigurarlo y demás), nos encontramos en un ámbito<br />
bien diferente del nazr, para el cual el cuerpo individual, como<br />
el cuerpo mismo de la comumdad alemana, pertenece al Estado.<br />
Sin embargo, también el liberalismo separa la vida de sí mrsma,<br />
sometiéndola al dominio de la persona. No sólo eso, srno que<br />
además, en sus últrmos resultados , distingue entre<br />
unos seres humanos de rango personal y otros desprovistos de las<br />
caracteristicas de la persona, poniendo a estos últlmos a disposr -<br />
ción de los prrmeros. En cuanto a los derechos considerados unr -<br />
versales, observo que estos siempre han sido atnbuidos a algunos<br />
más bren que a otros y que incluso cuando, en el plano teórico, se<br />
atribuyen a todos, resultan siempre inefectrvos. Lo cual no quie.<br />
re decir que debamos, nr siquiera que podamos, desentendernos<br />
de Ia noción de : ninguna sociedad podria renuncrar<br />
a ella srn autodestruirse. Sólo signifrca que debemos huir de la<br />
rndiscrrminada apologia de los derechosy repensarlos profundamente,<br />
tanto en su defrnición como en sus efectos.<br />
Al igual que nadre se atrevería a montar un discurso polÍt¡co<br />
que presc¡ndiera del lenguaje de los derechos, serÍa ¡nconcebrble<br />
pronunciarsen contra de la calidad de v¡da o en contra<br />
del bienestar. Ar¡stóteles habló de la coinctdenc¡a entre el eu<br />
zén o "blen vivir, y el eu pñttein o "bien obrar,, mientras que<br />
la ideologÍa contemporánea parece haber reducldo lo segundo<br />
a la forma más rudimentaria y desnuda de lo primero. El<br />
polÍtico se presenta meramente como un gestor de la calidad<br />
de vida del súbdito y la mala política no es más que la mala<br />
gestrón del b¡enestar. Usted ha abogado, sin embargo, por<br />
una recuperación positiva de la relación entre (vida, y (política".<br />
¿Pero no ocurrirá que el concepto mismo de "vida,<br />
en su uso polít¡co está, por hablar en lenguaje inmunitaflo,<br />
infectado? ¿No habrá pasado a ser, sobre todo, una suerte de<br />
obstáculo conceotual?<br />
Y, efectivamente, así ha sido durante mucho tiempo. Al menos<br />
a lo largo de todo el siglo )o( -pero también antes- Ia referen-
CBA<br />
Debemos huir de la indiscriminada apo-<br />
Iogía de los derechos y repensarlos profundamente,tanto<br />
en su definición como<br />
en sus efectos.<br />
cia a la vida biológica como horizonte de sentido de la política ha<br />
dado lugar a efectos contraproducentes según la lógica inmunitaria<br />
que hemos examinado. Con los nacionalismos y los racismos<br />
este efecto destructivo se ha radicalizado, transformando la<br />
biopolítica en una auténtica tanatopolítrca. Desde el momento<br />
en que se proclama que Ia vida de un determinado pueblo constituye<br />
el valor máximo y absoluto, se le puede sacrifrcar a dicho<br />
pueblo Ia vida de cualguier otro que parezca infectarla desde el<br />
interior o desde el exterior. Como es bien sabido, el resultado de<br />
esta obsesión bio-tanatopolítica han sido los cincuenta miilones<br />
de muertos de la Segunda Guerra Mundial y todos los genocidios<br />
que Ia han precedido y seguido. Una vez dicho esto, creo que<br />
hoyya no es posible salir del horizonte, simbólico y material, de<br />
la vida; que la vida es, en todo caso, el trascendental -es decir,<br />
la categoría constitutiva de Ia que resultan todas las demás- de<br />
nuestro tiempo. Por supuesto hay que tratar de cambiarle completamente<br />
el sentido. Eso es lo que pretendo hacer con la expresión<br />
de