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BESTE ESPERIENTZIA BATZUK
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Más allá
de la música
Ixio Unanue lleva diez años
exprimiendo su creatividad y la de
todo el alumnado del colegio Iturzaeta
de Getaria desde su aula de música.
Con verdadero interés, este profesor
pone su firma personal a diversas
clases y talleres musicales que cada
semana van más allá de estudiar
solfeo o tocar el chistu o la flauta.
En estas clases el alumnado convierte
diferentes elementos de la naturaleza
en peculiares instrumentos musicales
con unos mínimos conocimientos y la
puesta en marcha de su imaginación.
Dos almejas pueden dar como
resultado unas castañuelas, una
calabaza puede convertirse en maraca
o una caracola en una sirena de barco
pero, eso sí, es necesario estudiar el
momento óptimo de recolección de
los materiales, sus características,
etc. Por ejemplo, una cañabera con la
que fabricar un novedoso chistu debe
ser cortada en invierno y siempre con
luna menguante, ya que esto asegura
que la savia no brote en su interior y
el material resista rígido y fuerte. Sin
embargo, las ramas de fresno, que
pueden dar lugar a ingeniosas flautas
de émbolo, deben ser recogidas en
primavera y con la luna en estado
creciente.
Residuos materiales que, a simple
vista, nadie pensaría que pudieran
servir para algo más que para el
reciclaje, en esta aula recobran
la vida: un simple trozo de chapa
adquiere forma de silbato, una rama
de cardo borriquero se transforma
en una original kilikalaxka con la que
trabajar la psicomotricidad de los más
pequeños o unas viejas radiografías y
una lámina de zinc nos servirán para
simular una tormenta en el taller de
teatro.
Conseguir que el alumnado se sienta
a gusto en el aula y se interese por
la materia a estudiar es una de las
máximas de este proyecto que, según
su responsable, cumple con las
expectativas: “las clases se quedan
cortas para dar cabida a la inquietud
de todos el alumnado. Muchos traen
al centro objetos que encuentran e
incluso los padres aportan artículos
desechables”.
La Tierra
es generosa,
nosotros
también
La Ikastola Seber Altube de Gernika
nos presenta, de la mano de estos
cuatro alumnos, Kepa, Mikel, Bingen
y Paul, una manera de colaborar
con el medio ambiente que este
centro ha puesto en marcha en sus
instalaciones.
Desde hace más de dos años y tras
varios intentos por dar un tratamiento
adecuado a los diferentes tipos
de residuos orgánicos, los cuales
siempre acababan en saco roto, este
grupo de activos participantes lleva a
cabo una tarea de compostaje
de los desechos generados en
la propia cocina. A través de
un simple proceso, su labor
ha conseguido reducir a la
mitad el número de bolsas de
basura que acaban en el
contendor y, además,
como ellos mismos
afirman: “han
conseguido
devolver a la tierra parte de los
productos que ella les da”.
Cada día, el centro genera entre
diez y quince kilogramos de basura
orgánica que estos colaboradores
se encargan de llevar al recipiente
instalado en una zona ajardinada del
centro para su compostaje. Restos
de comida de los propios platos,
peladuras de frutas y verduras,
pieles, papel blanco o incluso los
posos del café se convierten en
abono natural con ayuda de una
compostera y el aporte de una
pequeña cantidad de materia seca
obtenida generalmente de las ramas
desechadas en la poda de árboles.
Según relatan los propios
encargados de la tarea, este
pequeño esfuerzo no sólo supone
una ayuda al medio ambiente sino
también una entretenida labor con
un resultado muy satisfactorio y
recomendable para todos.