Sobre la Biblia - Knights of Columbus, Supreme Council

La invasión de Europa por los bárbaros en los primeros siglos
del cristianismo produjo cambios tremendos, no sólo en la
organización política sino también en la cultura y el idioma. La
lengua latina gradualmente fue suplantada por lenguas nuevas que
se desarrollaron a partir del latín. En el norte de Europa y Bretaña,
se desarrollaron nuevas lenguas germánicas. Pasaron siglos antes de
que estas lenguas desarrollaran formas literarias estables que
pudieran ser la base de libros perdurables. Este fue un período que
no había conocido la imprenta, el medio fácil de comunicación entre
diferentes regiones, y mucho menos los inventos modernos de las
comunicaciones electrónicas.
Tal como en los tiempos antiguos, la mayoría de las personas
de aquella época no podían haber leído la Biblia, sin importar en qué
lengua estuviera escrita. Los que podían leer algo por lo general lo
hacían en latín. Y aun así, hubo numerosas secciones de la Biblia
traducida a las lenguas en desarrollo de esa época para beneficio de
quienes quizás pudieran leerlas. Para los que no podían leer, los
vitrales de sus iglesias proporcionaban explicaciones pictóricas de los
sucesos de la Biblia. Además de esto, también se les enseñaba
mediante las representaciones de los milagros, de la prédica de la
Iglesia, de las acciones dramáticas de los Sacramentos y la Santa
Misa, y de sus oraciones, que además de instruirlos expresaban sus
necesidades y anhelos. No era nada fuera de lo común en esos
tiempos que la gente aprendiera de memoria todo el libro de los
Salmos, así como amplias secciones de otras partes de la Biblia.
En nuestras circunstancias actuales, se nos hace difícil
imaginar cómo sería nuestra civilización sin la palabra impresa, si la
forma de reproducir los libros fuera el laborioso proceso de copiar
palabra por palabra. La abundancia de material escrito que
aceptamos como algo natural sencillamente no existía en esos
tiempos. La facilidad de comprar un libro con lo que ganamos en
unos minutos o una hora no nos permite darnos cuenta de que en los
tiempos medievales sólo los más acaudalados tenían los medios para
comprar cualquier libro. El mito de la “Biblia encadenada”
demuestra lo poco que comprendemos esa época. Sí, había Biblias
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