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Por la puerta de atrás<br />
conversión repentina. O quizá quisiera confesar algún pecado<br />
terrible: eso ya le había pasado con otros amigos angustiados<br />
con el devenir de sus vidas. Se equivocaba. Aunque es cierto<br />
que no era creyente, al menos era una persona con mucha<br />
inquietud espiritual. Con unas cuantas comidas como aquella<br />
podría devolverle al redil, pensaba Gabriel. Así, dándole<br />
vueltas a la cabeza sobre lo vivido en aquellas últimas horas,<br />
se había ido acercando a Toledo.<br />
El padre era naturalmente optimista. Su fe era una garantía<br />
para mantenerse alegre. Pero aquél día había sentido vértigo:<br />
conspiraciones, maldad, crímenes, ambición, afán de dominar<br />
al otro, soberbia, poder, estafas… Y luego la insistente llamada<br />
de la madre interrumpiendo la conversación para que su<br />
hijo fuera al aeropuerto. Él hubiera seguido charlando, tenía<br />
tiempo. Pero durante el café, aquella llamada truncó su interesante<br />
tertulia. Al menos esperaba haber dado testimonio,<br />
haber calmado su agitación con palabras de esperanza y, por<br />
qué no -era su trabajo- haberle acercado un poco más a Dios…<br />
Pero él se fue al aeropuerto y se acabó la reunión. El sacerdote<br />
también tenía varias cosas que hacer.<br />
El ascensor le condujo desde el sótano tres hasta la superficie.<br />
La vista era impresionante. A un lado podía ver el Tajo<br />
en su inmenso cañón que abraza la ciudad imperial. Al otro,<br />
el Alcázar, imponente. Tenía tiempo. Había llegado una hora<br />
antes del funeral que debía celebrar a las siete de la tarde en la<br />
Iglesia de San Juan de los Reyes. Le habían pedido ése favor<br />
unos primos lejanos. Había muerto un familiar y querían que<br />
un sacerdote conocido les acompañara. Al padre Gabriel le<br />
entristecía celebrar funerales pero se animaba pensando que<br />
era una oportunidad para acertar hablando de Dios ante personas<br />
que sólo habían vuelto a la Iglesia por un mero compromiso<br />
social.<br />
Como tenía un rato por delante y el tiempo acompañaba,<br />
rodeó el Alcázar, pasó por la plaza de Zocodover y buscó<br />
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