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Blas Piñar Pinedo<br />

luego la Catedral, siguiendo la ruta de la Custodia cuando el<br />

Corpus, una de las procesiones más bonitas de España. En la<br />

Catedral tuvo tiempo de arrodillarse ante el Santísimo. Algo<br />

no le dejaba concentrarse. Lo intentó de nuevo. Nunca había<br />

sentido nada parecido durante la oración. ¿Le habría sentado<br />

mal algo de la comida? ¿Estaría incubando algún virus? Le<br />

faltaba el aire y salió de nuevo hacia la calle Tornerías. Paseó<br />

arriba y abajo unos minutos. Consultó su reloj. Debía ir ya<br />

hacia San Juan de los Reyes. Eran casi las siete.<br />

Al poco le recibían allí los familiares del difunto. Celebró<br />

el funeral pensando en otra cosa. No estuvo acertado en la<br />

homilía. Se avergonzó de haber sido incapaz de concentrarse<br />

durante la consagración. Al cambiarse las vestiduras en la sacristía<br />

comprobó que su móvil tenía trece llamadas perdidas.<br />

También varios whatsap. Uno de ellos, de otro amigo de siempre,<br />

del colegio, le dejó bloqueado:<br />

Llámame cuando puedas. ¿No comías hoy con Javier el del cole?<br />

Le han matado en su casa de un disparo.<br />

Madrid, 16 horas del 22 de septiembre de 2011<br />

Sara Bohener, una de las mejores expertas de la CIA en organizaciones<br />

terroristas, tomaba su asiento de primera clase<br />

en el Airbus 320 de American Airlines en la terminal T4S del<br />

aeropuerto de Madrid, Barajas. El cielo despejado auguraba<br />

un despegue sin problemas: el otoño acababa de comenzar<br />

sin distinguirse demasiado del verano. El piloto informaba de<br />

que a las cuatro de la tarde la temperatura rondaba los treinta<br />

y un grados. Sara ya tenía ganas de volver a casa. Aunque<br />

sólo había estado fuera un par de semanas, las condiciones<br />

de vida en Afganistán se le habían hecho insoportables. Ella<br />

no estaba ya para esas palizas. Las estancias militares improvisadas<br />

en cuevas del desierto se le hicieron insufribles. Ella<br />

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