mar. 1915 - Publicaciones Periódicas del Uruguay
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EVOLUCIÓN 137<br />
promisos, su personalidad se afirmó siempre triunfalmente. Y con él,<br />
señores, hemos llegado al final de un gobierno titánico, contra el cual<br />
han caducado, impotentes e infructuosas, todas las fuerzas confabuladas<br />
de la reacción. Ahora que todos los triunfos yacían a sus pies, sumisos<br />
y útiles, muere ... Ella solamente, la muerte, podía vencerlo!<br />
Héctor Miranda trabajó con nosotros, en el Gran Comité Nacional<br />
pro candidatura <strong>del</strong> doctor Viera. ¿No es enormemente injusto que sus<br />
ojos se hayan apagado para siempre, antes de la hora inminente <strong>del</strong> éxito?<br />
Sembrador infatigable que no has podido recoger las mieses remuneradoras;<br />
leader que faltas a la suprema apoteosis de esta hora; compañero<br />
que has labrado parte de la gloria <strong>del</strong> país; aquí, al lado de tu<br />
corazón, que algún día se transfor<strong>mar</strong>á en perfume, cerca de tu cerebro,<br />
que ya se habrá <strong>mar</strong>chado al sol, a enriquecer su perpetuo patrimonio<br />
de luz, te dejo la angustia de todos nosotros, angustia que<br />
mañana, cuando el pueblo entero consagre el pasado grandioso y el<br />
porvenir fecundo, se reflejará involuntaria e inevitablemente en los<br />
tristes silencios y en la miradas ansiosas, que te buscarán infructuosamente<br />
en la columna, mientras <strong>mar</strong>charemos ¡ay! sin ti rumbo a tus<br />
sueños y a nuestros sueños, ^siempre más lejos, siempre más alto».<br />
DEL BACHILLER RAFAEL CAPURRO<br />
Voy a expresarme, señores, en nombre de la Oficina Internacional<br />
Universitaria Americana. Quien dice la Oficina Internacional<br />
Universitaria Americana, dice los estudiantes de América. Y bien :<br />
sobrado derecho tiene, a que una voz, haciéndose eco <strong>del</strong> sentir internacional,<br />
clame en esta dolorosa ocasión un saludo triste y justiciero,<br />
quien inició hace siete años en Montevideo tan gallarda y bellamente<br />
la comunión de las almas juveniles <strong>del</strong> continente.<br />
En esa época yo era casi un niño y tuve la fortuna de asistir,<br />
no sin asombro, a la eclosión magnífica <strong>del</strong> amigo que tan inesperadamente<br />
ha desaparecido <strong>del</strong> escenario de la vida, donde le aguardaba<br />
una fructificación abundante y fecunda. •<br />
Yo Vi entonces a Héctor Miranda, con naturalidad y destreza inusitadas,<br />
dirigir a imprimir orientaciones a aquel torneo memorable <strong>del</strong><br />
pensamiento joven americano, y escuché su palabra sonora modular<br />
cantos de victoria y de esperanza ante los hermanos de más de Veinte<br />
naciones, quienes celebraron entusiastamente al iniciado y ciñeron sus<br />
sienes cargadns de pensamiento, con lauro perenne.<br />
Desde entonces, los que habíamos actuado a su lado, no dudamos<br />
por un instante de su triunfo definitivo, y nos dispusimos a contemplar<br />
su ascención inevitable hacia las elevadas cimas, donde no siempre el<br />
ambiente es diáfano y tranquilo, ascensión que realizaba con vuelo<br />
amplio y vigoroso, cuando una circunstancia harto desgraciada viene<br />
a poner fin a sus preciosos días.