mar. 1915 - Publicaciones Periódicas del Uruguay
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EVOLUCIÓN 181<br />
tualmente Houssaye; pero los emigrados no veían esa triple sanción<br />
como irrevocable, y hacían todo lo posible para que cambiara ese sistema.<br />
Se comprende que esta otra causa debía contribuir para que los cerebros<br />
se caldearan más y más.<br />
Creo haber dado una idea <strong>del</strong> puablo; trataré de decir lo qué eran<br />
el rey, los príncipes y los ministros; es decir: el gobierno, en aquella<br />
época agitada.<br />
Sobre el rey, dice un autor lo siguiente: «Hombre de sprit y de<br />
cierta inteligencia y buen sentido, pero viejo antes de la edad; dolorido<br />
por la gota, temiendo todo trabajo, huyendo de toda contemplación<br />
y esquivando toda discusión, miraba al trono de Francia ya como<br />
un buen sillón, ya como un puesto de honor». Ese era el monarca;<br />
ahora haré pasar ante vuestros ojos los príncipes, sus consejeros.<br />
El príncipe de Artois, que desde la muerte de su querida, Madame<br />
de Polastrán, había pasado <strong>del</strong> libertinaje a la moralidad ultra, odiaba<br />
las ideas liberales; era el baluarte, el brazo en que se apoyaban los<br />
nobles para pedir y defender sus ideas sanas y puras.<br />
La princesa de Angulema, la triste flor <strong>mar</strong>chita en su juventud,<br />
nunca tuvo tiempo de demostrar bondad y cordura; sus sufrimientos<br />
de la niñez, los fantasmas de su padre y de su madre guillotinados,<br />
le hacía ver sangre en las manos de los hombres de la Revolución;<br />
por eso los odiaba; a toda persona que se le presentaba, hacia la<br />
misma pregunta: ¿Habéis estado en la armada de los príncipes, o en<br />
los ejércitos <strong>del</strong> Oeste? El Duque de Angulema poco pesaba en las<br />
decisiones <strong>del</strong> Consejo; por lo tanto, nada de él diremos.<br />
Un enemigo completo <strong>del</strong> régimen constitucional, un convencido<br />
de los derechos divinos de los reyes, era el duque de Benz; pero sin<br />
embargo no protestaba, ¿por qué? porque era apasionado por las mujeres,<br />
por los caballos, por la caza y por el mando de los ejércitos, y<br />
todo eso lo tenía a su completa disposición.<br />
El Ministerio estaba compuesto por personas competentes, pero<br />
que no se entendían entre sí. Hay ministros, pero no ministerio, decía<br />
Wellingtoh a lord Castllereay.<br />
Otro factor en contra de la Restauración, fué las giras que hicieron<br />
los príncipes de Artois, Benz y Angulema por toda la Francia;<br />
lo único que consiguieron fué irritar las poblaciones; Artois dando<br />
empleos espléndidos a emigrantes, sin atender a la justicia; Angulema,<br />
como dice un autor, «con sus inacabables torpezas», y Benz con su<br />
genio hosco y brusco, que le valió más de una reconvención por<br />
parte <strong>del</strong> rey Luis.<br />
Veo que se está haciendo largo mi trabajo; volveré otro día a<br />
seguir paso a paso el gobierno de los Borbones, tratando de señalar<br />
sus faltas y de hacer comprender la causa de por qué aquel gran capitán<br />
<strong>del</strong> siglo, el más tarde soñador de Santa Elena, volviera a su capital<br />
sin derra<strong>mar</strong> una gota de sangre sin tirar un tiro de fusil; y por<br />
qué su brillante proclama tuvo el don de hacer fruncir el ceño de zares