En la par - CCH - Unam
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oscuras de nuestra personalidad podrían<br />
ser algo así como el <strong>par</strong>iente incómodo<br />
de eso que l<strong>la</strong>mamos yo, y ese <strong>par</strong>iente,<br />
tiene una función primigenia en lo que<br />
decidimos. De manera que ante nuestros<br />
mismos ojos, somos unos desconocidos.<br />
Sinuosa, necesariamente <strong>la</strong> re<strong>la</strong>ción<br />
que entab<strong>la</strong>n <strong>la</strong> <strong>par</strong>te conocida y <strong>la</strong> desconocida<br />
de nuestro propio ser –yo y<br />
ello— es sinuosa. Una <strong>par</strong>te de nosotros<br />
se inclina hacia lo luminoso, hacia <strong>la</strong>s<br />
ideas c<strong>la</strong>ras, hacia los espejismos diurnos<br />
del trabajo, <strong>la</strong> familia, <strong>la</strong> propiedad privada<br />
y el estado: nuestra <strong>par</strong>te civil, temporalmente<br />
inserta en un mundo social. La<br />
otra <strong>par</strong>te carga información de <strong>la</strong> que no<br />
sabemos dar cuenta, nos domina desde<br />
lo tenebroso y desconocido, y es <strong>la</strong> cuna<br />
y el motivo de nuestras frustraciones, de<br />
nuestro conflicto interno, de nuestro ser<br />
que deviene sufriente. Estas dos <strong>par</strong>tes<br />
se re<strong>la</strong>cionan con el silencio, no se comunican.<br />
La <strong>par</strong>te nocturna que cargamos<br />
no tiene voz, hab<strong>la</strong> marginalmente con <strong>la</strong><br />
voz de <strong>la</strong> conciencia, deja que su <strong>la</strong>mento<br />
se escuche en los <strong>la</strong>psus, en los equívocos,<br />
en los interdictos y en el arte. Ese<br />
otro que habita <strong>la</strong>s tinieb<strong>la</strong>s de nuestro<br />
propio ser extiende el escenario en el que<br />
actúan, a veces sin representarse, los dramas<br />
del susto, el miedo y <strong>la</strong> angustia.<br />
Estos tres términos suelen tomarse<br />
como sinónimos, pero no lo son. “La angustia<br />
constituye un estado semejante a<br />
<strong>la</strong> expectación del peligro y pre<strong>par</strong>ación<br />
<strong>par</strong>a el mismo, aunque nos sea desconocido.<br />
El miedo rec<strong>la</strong>ma un objeto determinado<br />
que nos lo inspire. <strong>En</strong> cambio,<br />
el susto constituye aquel estado que nos<br />
invade bruscamente cuando se nos pre-<br />
ritmo / nueva época<br />
imaginación y crítica<br />
senta un peligro que no esperamos y <strong>par</strong>a<br />
el que no estamos pre<strong>par</strong>ados; acentúa<br />
pues, el factor sorpresa.” 14<br />
De esa <strong>par</strong>te en <strong>la</strong> que se originan el<br />
susto, el miedo y <strong>la</strong> angustia obtenemos<br />
<strong>la</strong> sensación de que eso que l<strong>la</strong>mamos <strong>la</strong><br />
verdad es algo más que los hechos o <strong>la</strong>s<br />
reg<strong>la</strong>s formales del conocimiento o su expresión<br />
lingüística: <strong>la</strong> verdad es algo que<br />
no se deja medir con el rigor del método<br />
ni se deja encasil<strong>la</strong>r en <strong>la</strong>s figuras de <strong>la</strong><br />
realidad. Según <strong>la</strong> cultura hebrea, Adán<br />
llevaba en <strong>la</strong> frente <strong>la</strong> inscripción emeth,<br />
verdad. Pero verdad <strong>par</strong>a los judíos no es,<br />
como es <strong>par</strong>a los científicos, <strong>la</strong> verdad lógica<br />
ni <strong>la</strong> verdad de <strong>la</strong> adecuación, ni <strong>la</strong><br />
verdad factual. Verdad, emeth, es en un<br />
sentido débil y arquitectónico, columna,<br />
aquello que sirve de sostén al techo de<br />
<strong>la</strong>s construcciones; de ahí que emeth sea,<br />
también, y aquí sí en el sentido fuerte,<br />
el hecho de apoyarse, de descansar sobre<br />
algo, aquello que evita que uno se caiga.<br />
La propuesta es bel<strong>la</strong>, verdad es el<br />
fundamento que encuentra mi vida <strong>par</strong>a<br />
sostenerse. Pero apenas estamos al inicio<br />
del asombro, cuando los cabalistas nos dicen<br />
que emeth sin <strong>la</strong> ’aleph inicial, o sea<br />
meth significa “el que está muerto”. 15 Esto<br />
es, <strong>la</strong> única verdad existencial que podemos<br />
augurar es que vamos a morirnos.<br />
14 Sigmud Freud, “ Más allá del principio del p<strong>la</strong>cer”<br />
en Psicología de <strong>la</strong>s masas. Madrid, Alianza<br />
Editorial, 2005, p. 91.<br />
15 Cfr. Georges Steiner. Después de Babel. Aspectos<br />
del lenguaje y <strong>la</strong> traducción. México: FCE,<br />
2005, p. 139.<br />
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