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CRECER
analizarlas. Fue entonces cuando Alberto se dio cuenta de que podía
quedarse con el libro. Luego el maestro le mostró a Alberto cómo usar el
libro y qué hacer antes de la próxima sesión si así lo deseaba.
Esa tarde Alberto regresó a casa y leyó el material sobre los estudios
de las semanas anteriores. Quería ponerse al día si podía, a pesar de
que no era un requisito. Mientras leía la lección de la próxima semana
anotó sus preguntas. No iba a hacerlas todas pero al menos iba a hacer
una para “tantear el terreno”. Quería asegurarse de que lo tratarían con
el mismo respeto que había presenciado aquel primer domingo.
El crecimiento cristiano saludable incluye estudiar la Palabra de Dios
con otros creyentes. Muchos libros de la Biblia estaban originalmente
dirigidos a grupos de personas en regiones específicas. En algunos
casos los libros escritos a personas también estaban dirigidos a la gente
que rodeaba a esa persona. Por ejemplo, la carta de Pablo a Filemón
también estaba dirigida al grupo de creyentes que se reunía en la casa
de Filemón.
Aunque cada uno de nosotros es responsable de su propio crecimiento
en Cristo, también tenemos responsabilidad de ayudar a los demás en
ese crecimiento. Los cristianos florecientes exploran la Palabra de Dios
con otros creyentes, mediante el estudio, la reflexión en las verdades
descubiertas y la conversación para que el cambio de vida pueda
producirse y de hecho se produzca.
Un plan de estudio
La historia de Alberto resalta varias cosas que las iglesias pueden hacer
para ayudar a las personas a crecer en su conocimiento y comprensión
de la Biblia. Primero, esta iglesia tenía un plan y estaba siguiéndolo. El
libro que le entregaron a Alberto ofrecía una dirección tanto para el
maestro como para el grupo. En esta iglesia todos los adultos estaban
estudiando el mismo pasaje. Eso hacía posible que Alberto pudiera
debatir la lección con otros amigos que estaban asistiendo a clases
diferentes. Tal vez no sucediera todas las semanas, pero al menos era
posible.
Tener un plan aliviaba un poco de tensión en el maestro. Tener un
plan también implicaba que el grupo trataría lecciones que el maestro
tal vez no hubiera seleccionado y eso le daba equilibrio a la clase. La
verdad es que la mayoría de los maestros escogen estudios con los
que se sienten cómodos o que les interesan. Ya que cada adulto estaba
estudiando el mismo pasaje de la Biblia, el pastor podía tratar algunos
de los mismos temas en sus sermones.
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