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Muchos cristianos, iglesias y grupos en las iglesias se encuentran en la<br />
misma situación. Las cosas parecen estar bien pero en realidad no están<br />
donde debieran. La experiencia se parece mucho a manejar un auto<br />
con una llanta que no está balanceada. Cuando uno maneja despacio,<br />
todo parece bien, pero si aumenta la velocidad, el auto comienza a<br />
estremecerse. La solución es manejar lentamente todo el tiempo o<br />
balancear esa llanta.<br />
Como creyentes e iglesias, Dios nos creó para progresar, avanzar para su<br />
gloria. Cuando un aspecto de la vida está desequilibrado (o peor todavía,<br />
ausente por completo), no podemos progresar muy bien.<br />
Juan y Elisa progresan<br />
El primer paso de Juan fue invitar a la gente a orar con él por el rumbo<br />
de la iglesia. Algunos eran líderes mientras que otros eran miembros<br />
activos, como Elisa. El primer paso que el grupo dio fue determinar qué<br />
querían que sucediera en sus propias vidas. Elaboraron una lista de<br />
características que definieran a un cristiano floreciente y trataron de<br />
organizar su lista en cuatro grupos. Analizaron cómo los cuatro grupos<br />
se identificaban con la meta de su iglesia. Al final terminaron con dos<br />
aspectos que definían conocer a Cristo y dos que ayudaban a darlo a<br />
conocer.<br />
De haber sido parte de este grupo, ¿qué características<br />
usted habría enumerado? ¿Cómo las clasificaría?<br />
La iglesia de Juan descubrió que en ocasiones parecían concentrarse<br />
en conocer a Cristo y entonces descuidaban el darlo a conocer. Al<br />
ajustarse, entonces podían pasar por alto los esfuerzos relacionados<br />
con ayudar a las personas a conocer a Cristo. Las características que<br />
identificaron le permitieron a esta iglesia planificar con mayor intención<br />
y equilibrio. Ahora las personas están comenzando a reconocer su<br />
objetivo de conocer a Cristo y darlo a conocer.<br />
A medida que Elisa pasó por este proceso comenzó a entender lo que<br />
faltaba en su vida. No había dudas de que ella tenía un conocimiento<br />
sólido de la Palabra, pero comprendió que para permanecer saludable,<br />
en el sentido espiritual, necesitaba comenzar a dar lo que había<br />
aprendido. Supo de una oportunidad de servir como maestra en la<br />
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