Revista-Observar-28-Innovacion y negocios-ES
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En un SIB, el gobierno<br />
contrata con un proveedor<br />
de servicios un servicio<br />
específico, pero no paga nada<br />
salvo que se logre el impacto.<br />
El sector privado, en la forma de filántropos<br />
o inversionistas, es llevado a realizar una<br />
inversión desde un principio en el proveedor<br />
de servicios. Si el proyecto ofrece el impacto<br />
esperado, el gobierno paga una tarifa acordada<br />
utilizada para retornar la inversión, más intereses<br />
para el inversionista. Si el proyecto no<br />
tiene el impacto esperado, los dólares de los<br />
contribuyentes no son utilizados y los inversionistas<br />
pierden su capital.<br />
El primer SIB fue creado por el Ministerio<br />
de Justicia en el Reino Unido en 2010 para<br />
reducir la tasa de reincidencia de los prisioneros<br />
a corto plazo en una prisión de las afueras<br />
de Londres. En este primer experimento<br />
con SIBs, las fundaciones invirtieron cerca de<br />
USD$ 8 millones y podían recibir retornos<br />
por hasta el 13%, dependiendo de la reducción<br />
de la tasa de reincidencia (Social Finance,<br />
2011, 2-3).<br />
Los SIBs se construyen sobre la base de<br />
varios diferentes desarrollos recientes en la<br />
prestación de servicios sociales. Ante todo,<br />
existe actualmente un fuerte movimiento por<br />
utilizar el conocimiento científico en el escenario<br />
de políticas para decidir cuáles han de<br />
implementarse. Para lograr esto en el sector<br />
social, muchos gobiernos y fundaciones han<br />
contratado con investigadores para realizar<br />
pruebas controladas aleatorias o cuasiexperimentos<br />
para evaluar científicamente el impacto<br />
de ciertas políticas específicas. Los SIBs dependen<br />
de estas herramientas para determinar<br />
si un programa logra el impacto esperado. La<br />
expectativa es que una vez un programa se ha<br />
implementado con éxito por medio de un SIB<br />
una vez, los gobiernos querrán contratar dicho<br />
servicio directamente sin un SIB, debido a<br />
que el impacto del servicio será aparente. De<br />
esta manera, se espera que los SIBs incentiven<br />
la adopción de políticas que sean reconocidas<br />
como exitosas por medio de una evaluación<br />
rigurosa.<br />
En segunda instancia, el concepto de inversión<br />
de impacto ha emergido para identificar<br />
un campo creciente de actores interesados<br />
en utilizar sus fondos para lograr un impacto<br />
social. Estos actores incluyen fundaciones<br />
e inversionistas privados que se consideran<br />
inversionistas de impacto, interesados en ver<br />
retorno en términos de un impacto social,<br />
mientras esperan un retorno financiero moderado<br />
o ninguno en absoluto. Los inversionistas<br />
de impacto son diferentes a la caridad<br />
tradicional en cuanto a que esperan un impacto<br />
cuantificable como resultado de su inversión.<br />
Mientras que la inversión de impacto<br />
ha llevado a la implementación de programas<br />
sociales significativos, el campo con frecuencia<br />
es criticado por operar de manera independiente<br />
con respecto al gobierno. Los SIBs<br />
ofrecen una oportunidad a los inversionistas<br />
de impacto para que logren un impacto social<br />
cuantificable mientras apoyan además al sector<br />
público.<br />
Debido a que el primer SIB fue diseñado<br />
en el Reino Unido, varios gobiernos han comenzado<br />
a experimentar por sí solos con este<br />
modelo. En los Estados Unidos, el presidente<br />
Barack Obama propuso USD$ 100 millones<br />
para los SIBs en el presupuesto de 2012 (Fundación<br />
Rockefeller, 2012, 8). Los estados de<br />
Massachusetts y Nueva York, al igual<br />
que la ciudad de Nueva York, están<br />
entre un grupo de gobiernos<br />
innovadores que manejan<br />
pilotos de SIBs en los<br />
Estados Unidos. Otros<br />
países como Australia,<br />
Canadá e Israel, han<br />
creado además iniciativas<br />
para explorar cómo pueden<br />
utilizar el modelo.<br />
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