GOBERNABILIDAD Y GERENCIA POLÍTICA.

es cambiarse de camiseta de acuerdo a los vientos políticos o al credo que un
partido o un movimiento surgido de la nada o heredado desde la independencia
ostenta en determinado momento histórico, encendiéndose y apagándose
muchos de ellos, sin dejar huellas trascendentales.
Prueba del manejo político arbitrario al interior de los partidos o de los
movimientos forjados oportunamente por los intereses clasistas, son
precisamente los resultados de la tres últimas cartas constitucionales, en las
que pocos fueron los personajes con capacidad, que intervinieron para lograr
un texto que a la vuelta de la esquina sea declarado inconstitucional en
algunos o muchos de sus artículos, solo se unieron como casi siempre, a las
intenciones de un cacicazgo de turno.
La Comisión y las dos últimas Asambleas Constituyentes, demostraron al
pueblo ecuatoriano, su habitual inercia frente a la redacción de textos y
menos, a la exigencia de cumplimiento de esos increíbles principios
democráticos de los que la población, nunca está enterada, ya que la labor de
los partidos y su benéfica influencia, nacen y termina en cada proceso
electoral.
Se diría que el peso de la influencia de los partidos políticos, los que, como se
ha planteado desde inicios del tema, se encuentran al servicio incondicional de
intereses minoritarios y lejanos de la población, no han requerido llegar hasta
sus votantes y conciudadanos, con la claridad de lo que significa en términos
democráticos, la elaboración de una Carta Suprema de contenidos populares,
dispuestos a solucionar los problemas económicos, sociales y de justicia. Su
papel, no ha sido ni es el de mantener viva la consciencia nacional, por el
contrario, radica en el oportunismo aventurero de la captación del poder y por
lo tanto, que cualquier delegado suyo esté presente en la formulación del texto
constitucional, dándoles lo mismo que tenga bajo o alto perfil profesional y
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