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Las aventuras de Tom Sawyer

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-¡En el nombre <strong>de</strong> Dios! ¡No oí cosa igual en mis días! Que me digan ahora que no hay nada en los<br />

sueños. No ha <strong>de</strong> pasar una hora sin que sepa <strong>de</strong> esto Sereny Harper. Quisiera ver qué razon da <strong>de</strong> ello con<br />

todas sus pamplinas sobre las supersticiones. ¡Sigue, <strong>Tom</strong>!<br />

-Ya lo voy viendo todo claro como la luz. En seguida dijo usted que yo no era malo, sino travieso y<br />

alocado, y que no se me podía culpar más que..., que a un potro, me parece que fue.<br />

-¡Y asimismo fue! ¡Vamos! ¡Dios Todopo<strong>de</strong>roso! ¿Qué más, <strong>Tom</strong>?<br />

-Y entonces empezó usted a llorar.<br />

-¡Así pasó, así pasó! Ni era la primera vez. Y <strong>de</strong>spués...<br />

Después la madre <strong>de</strong> Joe lloró también, y dijo que lo mismo era su hijo, y que ojalá no le hubiera azotado<br />

por comerse la crema, cuando ella misma la había tirado.<br />

-¡<strong>Tom</strong>! ¡El Espíritu había <strong>de</strong>scendido sobre ti! ¡Estabas profetizando! Eso es lo que hacías. ¡Dios me<br />

valga! ¡Sigue,<strong>Tom</strong>!<br />

-Entonces Sid dijo, dijo...<br />

Yo creo que no dije nada -indicó Sid.<br />

-Sí, algo dijiste, Sid -dijo Mary.<br />

-¡Cerrad el pico y que hable <strong>Tom</strong>! ¿Qué es lo que dijo Sid?<br />

-Dijo que esperaba que lo pasase mejor don<strong>de</strong> estaba; pero que si yo hubiese sido mejor..<br />

-¿Lo oís? ¡Fueron sus propias palabras!<br />

-Y usted le hizo que se callase.<br />

-¡Asimismo fue! ¡Debió <strong>de</strong> haber un ángel por aquí! ¡Aquí había un ángel por alguna parte!<br />

-Y la señora Harper contó que Joe la había asustado con un petardo, y usted contó lo <strong>de</strong> Perico y el<br />

«matadolores».<br />

Tan cierto como es <strong>de</strong> día.<br />

-Después se habló <strong>de</strong> dragar el río para buscarnos y <strong>de</strong> que los funerales serían el domingo; y usted y ella<br />

se abrazaron y lloraron y <strong>de</strong>spués se marchó.<br />

-Asimismo pasó. Así precisamente, tan cierto como estoy sentada en esta silla. <strong>Tom</strong>, no podrías contarlo<br />

mejor aunque lo hubieses visto. ¿Y <strong>de</strong>spués qué pasó?<br />

-Después me pareció que rezaba usted por mí... y creía que la estaba viendo y que oía todo lo que <strong>de</strong>cía.<br />

Y se metió usted en la cama, y yo fui y cogí un pedazo <strong>de</strong> corteza y escribí en ella: «No estamos muertos;<br />

no estamos más que haciendo <strong>de</strong> piratas», y lo puse en la mesa junto al can<strong>de</strong>lero; y parecía usted tan buena<br />

allí, dormida, que me incliné y le di un beso.<br />

-¿De veras, <strong>Tom</strong>, <strong>de</strong> veras? ¡Todo te lo perdono por eso! -y estrechó a <strong>Tom</strong> en un apretadísimo abrazo<br />

que le hizo sentirse el más culpable <strong>de</strong> los villanos.<br />

-Fue una buena acción, aunque es verdad que fue solamente... en sueños -balbuceó Sid, en un monólogo<br />

apenas audible.<br />

-¡Cállate, Sid! Uno hace en sueños justamente lo que haría estando <strong>de</strong>spierto. Aquí tienes una manzana<br />

como no hay otra, que estaba guardando para ti si es que llegaba a encontrarte... Y ahora vete a la escuela.<br />

Doy gracias a Dios bendito, Padre común <strong>de</strong> todos, porque me has sido <strong>de</strong>vuelto, porque es paciente y<br />

misericordioso con los que tienen fe en Él y guardan sus mandamientos, aunque soy bien indigna <strong>de</strong> sus<br />

bonda<strong>de</strong>s; pero si únicamente los dignos recibieran su gracia y su ayuda en las adversida<strong>de</strong>s, pocos serían<br />

los que disfrutarían aquí abajo o llegarían a entrar en la paz <strong>de</strong>l Señor en la plenitud <strong>de</strong> los tiempos.<br />

¡Andando, Sid, Mary, <strong>Tom</strong>!... ¡Ya estáis en marcha! Quitaos <strong>de</strong> en medio, que ya me habéis mareado<br />

bastante.<br />

Los niños se fueron a la escuela y la anciana a visitar a la señora Harper y aniquilar su escéptico<br />

positivismo con el maravilloso sueño <strong>de</strong><strong>Tom</strong>. Sid fue lo bastante listo para callarse el pensamiento que<br />

tenía en las mientes al salir <strong>de</strong> casa. Era éste:<br />

-Bastante flojito... Un sueño tan largo como ése, y sin una sola equivocación en todo él.<br />

¡En qué héroe se había convertido <strong>Tom</strong>! Ya no iba dando saltos y corvetas, sino que avanzaba con<br />

majestuoso y digno continente, como correspondía a un pirata que sentía las miradas <strong>de</strong>l público fijas en él.<br />

Y la verdad es que lo estaban: trataba <strong>de</strong> fingir que no notaba esas miradas a oía los comentarios <strong>de</strong> su<br />

paso; pero eran néctar y ambrosía para él. Llevaba a la zaga un enjambre <strong>de</strong> chicos más pequeños, tan<br />

orgullosos <strong>de</strong> ser vistos en su compañía o tolerados por él como si <strong>Tom</strong> hubiese sido el tamborilero a la<br />

cabeza <strong>de</strong> una procesión o el elefante entrando en el pueblo al frente <strong>de</strong> una colección <strong>de</strong> fieras.<br />

Los muchachos <strong>de</strong> su edad fingían que no se habían enterado <strong>de</strong> su ausencia; pero se consumían, sin<br />

embargo, <strong>de</strong> envidia. Hubieran dado todo lo <strong>de</strong>l mundo por tener aquella piel curtida y tostada por el sol y<br />

aquella <strong>de</strong>slumbrante notoriedad; y <strong>Tom</strong> no se hubiera <strong>de</strong>sprendido <strong>de</strong> ellas ni siquiera por un circo.<br />

En la escuela los chicos asediaron <strong>de</strong> tal manera a <strong>Tom</strong> y Joe, y era tal la admiración con que los<br />

contemplaban, que no tardaron los dos héroes en ponerse insoportables <strong>de</strong> puro tiesos a hinchados.<br />

Empezaron a relatar sus <strong>aventuras</strong> a los insaciables oyentes...; pero no hicieron más que empezar, pues no<br />

Este documento ha sido <strong>de</strong>scargado <strong>de</strong><br />

http://www.escolar.com

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