¿Quien-creo-a-Dios? de R. Zacharias-N. Geisler
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60 ¿Hlfn nH R ~I~P<br />
PREGUNTAS DIFfcILES ACERCA DE LA CIENCIA 61<br />
siglo veinte, fue que los historiadores y filósofos <strong>de</strong> la ciencia<br />
se dieron cuenta que esta supuesta historia <strong>de</strong> antagonismos<br />
era un mito. Como Charles Thaxton y Nancy Pearcey seña,<br />
lan en su libro The Soul of Science [El alma <strong>de</strong> la ciencia)2, en<br />
los trescientos años que representan el <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong> la cien,<br />
cia mo<strong>de</strong>rna, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> 1500 hasta fines <strong>de</strong> 1800, la relación<br />
entre la ciencia y la religión podría ser bien <strong>de</strong>scrita como<br />
una alianza. El libro <strong>de</strong> White hoy se consi<strong>de</strong>ra más bien<br />
como una broma <strong>de</strong> mal gusto, una propaganda ten<strong>de</strong>nciosa<br />
y tergiversada. Hoy se la cita solo como ejemplo <strong>de</strong> cómo no<br />
se <strong>de</strong>be hacer historia <strong>de</strong> la ciencia.<br />
Los historiadores <strong>de</strong> la ciencia, en la actualidad, recono,<br />
cen el papel indispensable que <strong>de</strong>sempeñó la fe cristiana en<br />
el crecimiento y el <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong> la ciencia mo<strong>de</strong>rna. La cien,<br />
cia no es algo natural a la humanidad. Como lo recalca el<br />
escritor científico Loren Eiseley, la ciencia es «una institu'<br />
ción cultural inventada» que requiere un «terreno propicio»<br />
a fin <strong>de</strong> fructificar. 3 La ciencia mo<strong>de</strong>rna no surgió en oriente<br />
ni en África sino en la civilización occi<strong>de</strong>ntal. ¿A qué se<br />
<strong>de</strong>bió esto? A la· singular contribución <strong>de</strong> la religión cristia,<br />
na a la cultura occi<strong>de</strong>ntal. Como afirma Eiseley: «Fue el<br />
mundo cristiano lo que finalmente dio a luz <strong>de</strong> modo claro y<br />
articulado el método experimental propio <strong>de</strong> la ciencia».<br />
A diferencia <strong>de</strong> las religiones orientales y vulgares, el cris'<br />
tianismo no consi<strong>de</strong>ra que el mundo sea divino ni esté habi,<br />
tado por espíritus, sino que es el producto natural <strong>de</strong> un<br />
Creador Trascen<strong>de</strong>ntal que lo diseñó y lo hizo existir. Por<br />
en<strong>de</strong>, el mundo es un lugar racional abierto a la exploración<br />
y al <strong>de</strong>scubrimiento. Hasta las últimas décadas <strong>de</strong>l siglo die'<br />
cinueve, los científicos eran típicamente creyentes cristianos<br />
que no veían ningún conflicto entre su ciencia y su fe, hom,<br />
bres como Kepler, Boyle, Maxwell, Faraday, Kelvin, y otros.<br />
La i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> una lucha entre la ciencia y la religión es una<br />
invención relativamente reciente <strong>de</strong> fines <strong>de</strong>l siglo diecinue,<br />
ve, un mito cuidadosamente fomentado por pensadores secu,<br />
lares con el propósito <strong>de</strong> minar el dominio cultural <strong>de</strong>l cris,<br />
tianismo y <strong>de</strong> reemplazarlo por el naturalismo, que postula<br />
que nada fuera <strong>de</strong> la naturaleza es real y que la única manera<br />
<strong>de</strong> <strong>de</strong>scubrir la verdad es por medio <strong>de</strong> la ciencia. Fueron tre,<br />
mendamente exitosos en llevar a cabo sus planes.<br />
Pero los filósofos <strong>de</strong> la ciencia, durante la segunda mitad<br />
<strong>de</strong>l siglo veinte, llegaron a la conclusión que toda la empre,<br />
sa científica se basa en ciertas premisas que no pue<strong>de</strong>n ser<br />
probadas científicamente, sino que están garantizadas por la<br />
visión <strong>de</strong>l mundo cristiano: por ejemplo, las leyes <strong>de</strong> la lógi,<br />
ca, la naturaleza or<strong>de</strong>nada <strong>de</strong>l mundo exterior, la confiabili,<br />
dad en nuestras faculta<strong>de</strong>s cognitivas para conocer el mundo,<br />
la vali<strong>de</strong>z <strong>de</strong>l razonamiento inductivo y la objetividad <strong>de</strong> los<br />
valores morales usados por la ciencia. Desearía enfatizar que<br />
la ciencia ni siquiera podría existir sin estas premisas y que,<br />
sin embargo, éstas no pue<strong>de</strong>n ser <strong>de</strong>mostradas científicamen,<br />
te. Son premisas filosóficas que, y esto es lo más interesante,<br />
son parte integral <strong>de</strong> la cosmovisión cristiana. Por lo tanto,<br />
la teología es una aliada <strong>de</strong> la ciencia en cuanto le proporcio,<br />
na el marco conceptual para que la ciencia pueda existir.<br />
Aun más, la religión cristiana, históricamente, proveyó el<br />
marco conceptual en que la ciencia nació y se <strong>de</strong>sarrolló;<br />
Vivimos, por lo tanto, en una época <strong>de</strong> renovado interés<br />
en las relaciones entre la ciencia y la teología cristiana. En<br />
realidad, durante el último cuarto <strong>de</strong>l siglo veinte, ha prospe,<br />
rado un fructífero diálogo entre la ciencia y la teología en<br />
Norteamérica y Europa. Han surgido numerosas socieda<strong>de</strong>s<br />
para la promoción <strong>de</strong> este diálogo: la Sociedad Europea para<br />
el Estudio <strong>de</strong> la Ciencia y <strong>de</strong> la teología, el Foro para la<br />
Ciencia y la Religión, el Centro <strong>de</strong> teología y Ciencias<br />
Naturales (CTNS), así como otras instituciones. En particu,<br />
lar, es significativo que han tenido lugar conferencias patro,<br />
cinadas por el CTNS y el Observatorio <strong>de</strong>l Vaticano, en la